Palabras diarias de Dios Fragmento 265″Relativo a la Biblia (1)»

Durante muchos años, la forma de creencia tradicional de las personas (la del cristianismo, una de las tres religiones principales del mundo) ha sido leer la Biblia; apartarse de la Biblia no es una creencia en el Señor, es heterodoxia y herejía, e incluso cuando las personas leen otros libros, el fundamento de estos debe ser la explicación de la Biblia.

Palabras diarias de Dios | Fragmento 265 | «Relativo a la Biblia (1)»

Durante muchos años, la forma de creencia tradicional de las personas (la del cristianismo, una de las tres religiones principales del mundo) ha sido leer la Biblia; apartarse de la Biblia no es una creencia en el Señor, es heterodoxia y herejía, e incluso cuando las personas leen otros libros, el fundamento de estos debe ser la explicación de la Biblia. Es decir, si crees en el Señor, debes leer la Biblia, y fuera de ella no debes adorar a ningún libro que no la involucre. Si lo haces, estás traicionando a Dios. Desde el momento en el que la Biblia existió, la creencia de las personas en el Señor ha sido la creencia en la Biblia. En lugar de decir que las personas creen en el Señor, es mejor decir que creen en la Biblia; en lugar de decir que han comenzado a leer la Biblia, es mejor decir que han empezado a creer en ella, y, en lugar de decir que han vuelto a la presencia del Señor, es mejor decir que han regresado delante de la Biblia. De esta forma, las personas adoran la Biblia como si fuera Dios, como si fuera su vida, y perderla sería lo mismo que perder su vida. Las personas consideran que la Biblia es algo tan elevado como Dios, y están incluso aquellas que la ven como algo superior a Dios. Si las personas no tienen la obra del Espíritu Santo, si no pueden sentir a Dios, pueden seguir viviendo, pero tan pronto como pierden la Biblia o sus capítulos famosos y sus dichos célebres, es como si hubieran perdido su vida. Así pues, tan pronto como las personas creen en el Señor, comienzan a leer la Biblia, a memorizarla, y cuanto más sean capaces de memorizar de ella, más demuestra esto que aman al Señor y tienen una gran fe. Los que han leído la Biblia y pueden hablarles de ella a los demás son, todos, buenos hermanos y hermanas. A lo largo de todos estos años, la fe y la lealtad de las personas hacia el Señor se han medido de acuerdo con su grado de entendimiento de la Biblia. La mayoría de las personas simplemente no entienden por qué deberían creer en Dios ni cómo hacerlo, y no hacen otra cosa que buscar ciegamente pistas para descifrar los capítulos de la Biblia. Las personas nunca han buscado la guía de la obra del Espíritu Santo; no han hecho más que dedicarse todo el tiempo a estudiar e investigar desesperadamente la Biblia, y nunca nadie ha encontrado obra nueva del Espíritu Santo fuera de ella. Nadie se ha apartado nunca de ella ni se ha atrevido a hacerlo. Han estudiado la Biblia durante todos estos años, se les han ocurrido muchas explicaciones y se han esforzado grandemente; también tienen muchas opiniones diferentes acerca de ella, que debaten interminablemente, a tal grado que se han formado más de dos mil denominaciones hasta hoy. Todos quieren encontrar algunas explicaciones especiales o misterios más profundos en la Biblia; quieren explorarla y encontrar en ella el trasfondo de la obra de Jehová en Israel o el trasfondo de la obra de Jesús en Judea o más misterios que nadie más conoce. Las personas abordan la Biblia con obsesión y fe, y nadie puede aclarar del todo la historia interna o la esencia de la misma. Así pues, las personas siguen teniendo hoy una sensación indescriptible de asombro cuando se trata de la Biblia, y están aún más obsesionadas con ella y tienen aún más fe en ella. Hoy en día, todos quieren encontrar las profecías de la obra de los últimos días en la Biblia, quieren descubrir qué obra lleva a cabo Dios durante los últimos días y qué señales hay para los últimos días. De esta forma, su adoración a la Biblia se vuelve más ferviente, y cuanto más se acercan los últimos días, más credibilidad ciega dan a las profecías de la Biblia, particularmente a las relacionadas con los últimos días. Con esa fe ciega en la Biblia, con esa confianza en ella, no tienen deseo de buscar la obra del Espíritu Santo. En las nociones de las personas, piensan que solo la Biblia puede traer la obra del Espíritu Santo; solo en ella pueden encontrar las huellas de Dios; solo en ella están escondidos los misterios de Su obra; solo la Biblia -ningún otro libro o persona- puede clarificar todo lo relacionado con Dios y la totalidad de Su obra; la Biblia puede traer la obra del cielo a la tierra, y puede tanto comenzar como concluir las eras. Con estas nociones, las personas no tienen inclinación a buscar la obra del Espíritu Santo. Así pues, independientemente de cuánta ayuda fuera la Biblia para las personas en el pasado, se ha convertido en un obstáculo para la obra más reciente de Dios. Sin la Biblia, las personas podrían buscar las huellas de Dios en cualquier otro lugar, pero hoy, la Biblia ha contenido Sus huellas, y extender Su obra reciente ha pasado a ser doblemente difícil, y una ardua lucha. Todo esto se debe a los capítulos y dichos famosos de la Biblia, así como a sus diversas profecías. La Biblia se ha vuelto un ídolo en la mente de las personas, un enigma en su cerebro, y son simplemente incapaces de creer que Dios puede obrar fuera de ella, de creer que las personas pueden encontrar a Dios fuera de la Biblia, y, mucho menos, son capaces de creer que Dios podría apartarse de ella durante la obra final y comenzar de nuevo. Esto es impensable para las personas; no pueden creerlo ni imaginarlo. La Biblia se ha convertido en un gran obstáculo para que los hombres acepten la nueva obra de Dios, y en una dificultad para que Dios expanda esta nueva obra.

Extracto de ‘Relativo a la Biblia (1)’ en «La Palabra manifestada en carne»

Palabras diarias de Dios | Fragmento 483 | «Deberías obedecer a Dios al creer en Dios»

¿Por qué crees en Dios? La mayoría de las personas se confunden con esta pregunta. Siempre tienen dos puntos de vista completamente diferentes acerca del Dios práctico y del Dios que está en el cielo, lo que demuestra que creen en Dios, no con el fin de obedecer, sino para recibir ciertos beneficios o para escapar del sufrimiento del desastre.

Palabras diarias de Dios | Fragmento 483 | «Deberías obedecer a Dios al creer en Dios»

¿Por qué crees en Dios? La mayoría de las personas se confunden con esta pregunta. Siempre tienen dos puntos de vista completamente diferentes acerca del Dios práctico y del Dios que está en el cielo, lo que demuestra que creen en Dios, no con el fin de obedecer, sino para recibir ciertos beneficios o para escapar del sufrimiento del desastre. Sólo entonces son algo obedientes, pero su obediencia es condicional, es por el bien de sus propias perspectivas personales, y se les impone. Así que, ¿por qué crees en Dios? Si sólo es por el bien de tus perspectivas y de tu destino, entonces mejor no creas. Una creencia como esta es autoengaño, autoconsuelo y autoapreciación. Si tu fe no se construye sobre el fundamento de la obediencia a Dios, entonces al final vas a ser castigado como resultado de oponerte a Dios. Todos los que no buscan la obediencia a Dios en su fe están en contra de Dios. Dios pide que las personas busquen la verdad, que tengan sed de las palabras de Dios, que coman y beban las palabras de Dios y que las pongan en práctica para que puedan lograr la obediencia a Dios. Si tus motivos son realmente así, entonces con toda seguridad Dios te levantará y con toda seguridad será misericordioso contigo. Nadie puede dudar esto, y nadie lo puede cambiar. Si tus motivos no son en aras de obedecer a Dios, y si tienes otras metas, entonces todo lo que digas y hagas, tus oraciones ante Dios e incluso cada una de tus acciones, van a estar en contra de Dios. Puedes ser de voz suave y apacible, cada una de tus acciones y expresiones pueden parecer correctas, puedes parecer alguien que obedece, pero cuando se trata de tus motivos y tus puntos de vista acerca de la fe en Dios, todo lo que haces está en contra de Dios y es malo. Las personas que parecen tan obedientes como corderos, pero cuyos corazones albergan malas intenciones, son lobos con piel de cordero, ofenden directamente a Dios y Dios no perdonará a ni una sola de ellas. El Espíritu Santo pondrá de manifiesto a cada una de ellas para que todos puedan ver que cada una de esas que son hipócritas, el Espíritu Santo seguramente las aborrecerá y las rechazará. No te preocupes: Dios ajustará cuentas y corregirá a cada una de ellas, una por una.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

Palabras diarias de Dios | Fragmento 60 | «La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II»

Aunque Sus bendiciones de ese momento sólo se limitaban a ovejas, ganado, camellos, bienes materiales, etc., las que Dios deseaba concederle en Su corazón eran mucho mayores que estas.

Palabras diarias de Dios | Fragmento 60 | «La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II»

Dios bendice una vez más a Job, y Satanás ya no lo acusa nunca más

Entre las frases pronunciadas por Jehová Dios tenemos estas palabras: “no habéis dicho lo correcto sobre Mí, como Mi siervo Job”. ¿Qué era lo que Job había dicho? Lo que hemos hablado anteriormente, así como las muchas páginas del libro de Job que registran las palabras que este pronunció. En ninguna de ellas se queja Job ni duda de Él. Se limita a esperar el desenlace. Esta espera es su actitud de obediencia; como resultado de esta y de las palabras que expresó hacia Dios, este lo aceptó. Cuando soportó las pruebas y sufrió dificultades, Él estuvo a su lado; aunque estas no se aliviaron por la presencia de Dios, Él vio lo que deseaba ver, y oyó lo que deseaba oír. Todas las acciones y las palabras de Job llegaron a los ojos y a los oídos de Dios; Él oyó y vio, y esto es un hecho. El conocimiento que Job tenía sobre Dios, y los pensamientos que su corazón albergaba respecto a Él, en ese momento, durante ese período, no eran en realidad tan específicos como los de las personas de hoy; sin embargo, en el contexto del tiempo, Dios seguía reconociendo lo que él había dicho, porque su comportamiento, los pensamientos de su corazón y lo que había expresado y revelado, fueron suficientes para Sus requisitos. Durante el tiempo en que Job fue sometido a pruebas, lo que pensó en su corazón y lo que decidió hacer le mostró a Dios un resultado, uno que era satisfactorio para Él. A continuación, Él quitó las pruebas de Job, que emergió de sus problemas, y sus pruebas desaparecieron y nunca más le sobrevinieron. Como Job ya había sido sometido a pruebas, y se había mantenido firme durante estas, triunfando completamente sobre Satanás, Dios le concedió las bendiciones que tan legítimamente merecía. Como se registra en Job 42:10, 12, Job fue bendecido una vez más, y recibió más que en la primera vez. En ese momento, Satanás se había retirado, y ya no dijo ni hizo nada; desde entonces en adelante ya no interfirió en Job ni le atacó, ni hizo más acusaciones contra las bendiciones de Dios sobre él.

Job pasa la segunda mitad de su vida entre las bendiciones de Dios

Aunque Sus bendiciones de ese momento sólo se limitaban a ovejas, ganado, camellos, bienes materiales, etc., las que Dios deseaba concederle en Su corazón eran mucho mayores que estas. ¿Se registró en ese momento qué tipo de promesas eternas deseaba Dios darle a Job? En Sus bendiciones, Dios no mencionó ni aludió a su final; independientemente de la importancia o la posición de Job en Su corazón. En resumen, Dios estaba discerniendo en Sus bendiciones. No anunció el fin de Job. ¿Qué significa esto? En ese momento, cuando el plan de Dios aún tenía que alcanzar el punto de la proclamación del final del hombre, cuando todavía tenía que entrar en la etapa final de Su obra, Dios no hizo mención del fin, concediendo simplemente bendiciones materiales al hombre. Esto significa que la segunda mitad de la vida de Job transcurrió en medio de las bendiciones divinas, y esto es lo que le hacía distinto a otras personas. Sin embargo, él envejeció como cualquier otra persona normal, y llegó el día en el que dijo adiós al mundo. Así, se registra que “Entonces Job murió cuando ya era viejo y después de una larga vida” (Job 42:17). ¿Cuál es el significado de “murió… después de una larga vida” aquí? En la era anterior a que Dios proclamase el fin, estableció una expectativa de vida para Job, y cuando este alcanzó esa edad, Él le permitió partir de este mundo de forma natural. Desde la segunda bendición de Job hasta su muerte, Dios no añadió más dificultades. Para Él, la muerte de Job fue natural, y también necesaria; fue algo muy normal, y no un juicio ni una condenación. Mientras estuvo vivo, Job adoró y temió a Dios; este no dijo nada ni hizo comentario alguno respecto a qué tipo de final tuvo tras su muerte. Dios es acertado en lo que dice y hace, y el contenido y los principios de Sus palabras y acciones son acordes a la etapa de Su obra y el período en que está obrando. ¿Qué tipo de final tenía alguien como Job en el corazón de Dios? ¿Había llegado Él a algún tipo de decisión en Su corazón? ¡Por supuesto que sí! Simplemente, al hombre le era desconocida; Él no quería decírselo ni tenía intención de hacerlo. Así pues, hablando de forma superficial, Job murió después de una larga vida; esta fue la vida de Job.

El precio vivido por Job durante su vida

¿Vivió Job una vida valiosa? ¿En qué radicaba su valor? ¿Por qué se dice que vivió una vida estimable? ¿Cuál era su valor para el hombre? Desde el punto de vista de este, Job representaba a la humanidad que Dios desea salvar, porque dio un testimonio rotundo de Él delante de Satanás y las personas del mundo. Cumplió con la obligación que debería ser cumplida por una criatura de Dios, y estableció un ejemplo; actuó como un modelo para todos aquellos a los que Dios desea salvar, permitiendo que las personas comprueben que es totalmente posible triunfar sobre Satanás, apoyándose en Dios. ¿Y cuál era su valor para Dios? Para Él, el valor de la vida de Job reside en su capacidad de temerle, adorarle, testificar de Sus hechos, y alabarlos, proporcionándole consuelo y algo de lo que disfrutar. Para Dios, el valor de la vida de Job estaba también en cómo, antes de su muerte, experimentó pruebas y triunfó sobre Satanás, dando un testimonio rotundo de Dios delante de este y de las personas del mundo, glorificando a Dios en medio de la humanidad, consolando Su corazón, y permitiendo que el anhelante corazón de Dios contemple un resultado y vea esperanza. Su testimonio creó un precedente de la capacidad de permanecer firme en el testimonio de uno hacia Dios, y de avergonzar a Satanás en Su nombre, en Su obra de gestión de la humanidad. ¿No es este el valor de la vida de Job? Consoló el corazón de Dios, le proporcionó una muestra del deleite de ser glorificado, y proveyó un maravilloso inicio para Su plan de gestión. Y desde este punto en adelante, el nombre de Job pasó a ser un símbolo de la glorificación de Dios, y una señal del triunfo de la humanidad sobre Satanás. Dios apreciará siempre lo que Job vivió durante su vida, su destacado triunfo sobre Satanás y su perfección, rectitud y temor de Dios serán venerados y emulados por las generaciones venideras. Dios siempre lo apreciará como una perla sin defecto, luminosa, ¡y por esto es digno de que el hombre lo valore!

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

Palabras diarias de Dios | Fragmento 29 | «La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I»

Dios creó a la humanidad; independientemente de que se hayan corrompido o de que le sigan, Dios trata a los seres humanos como Sus amados, como lo expresarían los seres humanos, Sus seres queridos y no como Sus juguetes.

Palabras diarias de Dios | Fragmento 29 | «La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I»

Dios creó a la humanidad; independientemente de que se hayan corrompido o de que le sigan, Dios trata a los seres humanos como Sus amados, como lo expresarían los seres humanos, Sus seres queridos y no como Sus juguetes. Aunque Dios dice que Él es el Creador y que el hombre es Su creación, algo que podría insinuar cierta diferencia de rango, la realidad es que todo lo que Dios ha hecho por la humanidad supera de largo a una relación de esta naturaleza. Dios ama a la humanidad, cuida de ella, y muestra preocupación por ella; provee, asimismo, constante e incesantemente para la humanidad. Él nunca siente en Su corazón que esto sea un trabajo adicional o algo que merezca mucho reconocimiento. Tampoco estima que salvar a la humanidad, proveer para ella, y concederle todo, sea hacer una gran contribución a la humanidad. Él simplemente provee para la humanidad de forma tranquila y silenciosa, a Su manera y por medio de Su propia esencia, y de lo que Él es y tiene. No importa cuánta provisión y cuánta ayuda reciba la humanidad de Él, Dios nunca piensa ni intenta obtener reconocimiento. Esto viene determinado por Su esencia, y es también precisamente una expresión verdadera de Su carácter. Es la razón por la que, independientemente de que sea en la Biblia o en otros libros, nunca vemos a Dios expresando Sus pensamientos ni lo encontramos describiendo o declarando a los seres humanos por qué hace estas cosas o por qué cuida tanto de la humanidad, con el fin de que esta le esté agradecida o le alabe. Incluso cuando está lastimado, cuando Su corazón sufre un dolor extremo, Él nunca olvida Su responsabilidad hacia la humanidad ni Su preocupación por ella, mientras soporta el padecimiento y el dolor en silencio, solo. Por el contrario, Dios sigue proveyendo para la humanidad como siempre hace. Aunque esta le alabe con frecuencia o de testimonio de Él, Él no exige este comportamiento. Esto se debe a que Dios nunca pretende que lo bueno que hace para la humanidad se intercambie por gratitud ni que tenga que devolverse. Por otra parte, quienes temen a Dios y se apartan del mal; los que le siguen con sinceridad, le escuchan y le son leales; y aquellos que le obedecen, son los que recibirán a menudo las bendiciones de Dios, y Él concederá las mismas sin reservas. Además, las bendiciones que las personas reciben de Dios superan con frecuencia su imaginación, y cualquier cosa que los seres humanos puedan intercambiar por lo que han hecho o por el precio que han pagado. Cuando la humanidad está disfrutando las bendiciones de Dios, ¿se preocupa alguien de lo que Él está haciendo? ¿Muestra alguien preocupación alguna por cómo se esté sintiendo Él? ¿Intenta alguien entender Su dolor? La respuesta precisa a estas preguntas es: ¡No! ¿Puede cualquier ser humano, incluido Noé, entender el dolor que Dios estaba sintiendo en ese momento? ¿Puede alguien comprender por qué establecería Él un pacto como ese? ¡No puede! La humanidad no aprecia el dolor de Dios, no porque no pueda entenderlo, y no por la brecha existente entre Él y el hombre, o por la diferencia en su estatus; más bien porque a la humanidad ni siquiera le importa ninguno de los sentimientos de Dios. La humanidad piensa que Él es independiente, Él no necesita que las personas se preocupen por Él, que lo entiendan ni que le muestren consideración. Dios es Dios, por lo que no siente dolor ni emociones; no estará triste, no sentirá pena y ni siquiera llora. Dios es Dios, por lo que no necesita expresiones ni alivio emocionales. Si los necesitara bajo ciertas circunstancias, lo resolvería por sí mismo y no requeriría ayuda alguna de la humanidad. Por el contrario, los seres humanos débiles e inmaduros son los que necesitan consuelo, provisión, exhortación de Dios y hasta que Él alivie sus emociones, en todo momento, en todo lugar. Ese pensamiento se esconde en lo profundo de los corazones de la humanidad: el hombre es el débil; necesita que Dios cuide de él en todos los sentidos, merece todo el cuidado que recibe de Dios, y debería pedirle todo lo que sienta que debería ser suyo. Dios es el fuerte; lo tiene todo, y debería ser el guardián de la humanidad y quien le concede bendiciones. Como Él es Dios, es omnipotente y no necesita nada de la humanidad.

Como el hombre no presta atención a ninguna de las revelaciones de Dios, nunca ha sentido Su pesar, Su dolor o Su gozo. Por el contrario, Dios conoce todas las expresiones del hombre como la palma de Su mano. Él suple las necesidades de todos en todo momento y todo lugar, observando los pensamientos cambiantes de cada persona y aliviándolas y exhortándolas, guiándolas e iluminándolas. En términos de todas las cosas que Dios ha hecho para la humanidad y de todos los precios que ha pagado por ella, ¿pueden las personas encontrar un pasaje en la Biblia o respecto a cualquier cosa que Dios haya dicho hasta ahora que declare con claridad que Él le exigirá algo al hombre? ¡No! Al contrario, no importa cómo ignoren las personas el pensamiento de Dios, Él dirige repetidamente a la humanidad, provee una y otra vez para ella, y la ayuda, con el fin de permitirle seguir Su camino para que puedan recibir el hermoso destino que ha preparado para ella. Cuando se trata de Dios, Él concede lo que tiene y lo que es, Su gracia, Su misericordia, y todas Sus recompensas sin reservas a aquellos que le aman y le siguen. Pero nunca le revela a nadie el dolor que ha sufrido o Su estado anímico, y nunca se queja de que alguien no haya sido considerado con Él o no conozca Su voluntad. Simplemente soporta todo esto en silencio, esperando el día en que la humanidad sea capaz de entender.

¿Por qué digo estas cosas aquí? ¿Qué deducís de las cosas que he dicho? Hay algo en la esencia y el carácter de Dios muy fácil de pasar por alto, algo que sólo Él posee y ninguna otra persona, incluidas las que se consideran grandes o buenas personas, o el Dios de su imaginación. ¿De qué se trata? Es la abnegación de Dios. Cuando se habla de abnegación, podrías pensar que tú también eres muy abnegado, porque cuando se trata de tus hijos nunca escatimas en nada y eres generoso con ellos; o piensas que también eres muy abnegado cuando se trata de tus padres. Independientemente de lo que pienses, al menos tienes un concepto de la palabra “abnegado”, piensas en ella como una palabra positiva, y consideras que ser una persona abnegada es algo muy noble. Cuando eres abnegado, te crees grande. Pero no hay nadie que pueda ver la abnegación de Dios entre todas las cosas, personas, acontecimientos, y objetos ni a través de Su obra. ¿Por qué es esto así? ¡Porque el hombre es demasiado egoísta! ¿Por qué digo esto? La humanidad vive en un mundo material. Tú puedes seguir a Dios, pero nunca ver o apreciar cómo provee Él para ti, cómo te ama y se preocupa por ti. ¿Qué ves entonces? Ves a tus familiares que te aman o te miman. Ves las cosas que son beneficiosas para tu carne, te preocupas de las personas y de las cosas que amas. Esta es la supuesta abnegación del hombre. Sin embargo, esas personas “abnegadas” nunca se preocupan del Dios que les da vida. En contraste con Él, la abnegación del hombre se vuelve egoísta y despreciable. La abnegación en la que cree el hombre es vacía y poco práctica, adulterada, incompatible con Dios, y no tiene relación con Él. La abnegación del hombre es para sí mismo, mientras que la de Dios es una revelación verdadera de Su esencia. Precisamente por esta abnegación de Dios, el hombre recibe una corriente constante de provisión que mana de Él. Podría ser que este tema del que estoy hablando hoy no os afecte con demasiada profundidad y que os limitéis a asentir en aprobación, pero cuando intentas apreciar el corazón de Dios en tu corazón, descubrirás algo de manera involuntaria: entre todas las personas, asuntos, y cosas que puedas sentir en este mundo, sólo la abnegación de Dios es real y concreta, porque sólo Su amor por ti es incondicional e inmaculado. Aparte de Él, toda la pretendida abnegación de cualquier otro es falsa, superficial, insincera; tiene un propósito, ciertas intenciones, conlleva una compensación, y no puede superar la prueba. Hasta se podría decir que es sucia y despreciable. ¿Estáis de acuerdo?

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

El mandato de Dios a Satanás

Satanás nunca se ha atrevido a transgredir la autoridad del Creador, y por ello, todas las cosas viven en orden

Job 2:6 Y Jehová le dijo a Satanás: Mira, él está en tu mano, pero salva su vida.

Satanás nunca se ha atrevido a transgredir la autoridad del Creador, y por ello, todas las cosas viven en orden

Este es un pasaje del libro de Job, y “él” en estas palabras se refiere a Job; aunque breve, esta frase esclarece muchos asuntos. Describe un diálogo particular entre Dios y Satanás en el mundo espiritual, y cuenta que el objeto de las palabras de Dios era Satanás. Registra, asimismo, lo que Dios dijo específicamente. Las palabras de Dios eran un mandato y una orden para Satanás. Los detalles específicos de esta orden guardan relación con preservar la vida de Job y es dónde Dios trazó la línea en el trato de Satanás hacia Job: Satanás tenía que conservar la vida de Job. La primera cosa que aprendemos de esta frase es que fueron las palabras que Dios dirigió a Satanás. Según el texto original del libro de Job, se cuenta el trasfondo de esas palabras: Satanás deseaba acusar a Job y, por tanto, tenía que obtener el acuerdo de Dios antes de poder tentarlo. Cuando Él consintió a la petición de Satanás le puso la siguiente condición: “Job está en tu mano, pero salva su vida”. ¿Cuál es la naturaleza de estas palabras? Es claramente un mandato, una orden. Habiendo entendido la naturaleza de estas palabras, deberías, por supuesto, comprender también que fue Dios quien emitió esta orden y que fue Satanás quien la recibió y la obedeció. Sobra decir, en esta orden, que la relación entre Dios y Satanás es evidente para cualquiera que lea estas palabras. Por supuesto, esta es también la relación entre Dios y Satanás en el mundo espiritual, y la diferencia entre la identidad y el estatus de Dios y Satanás que se proporciona en los registros de diálogos bíblicos entre Dios y Satanás y, hasta la fecha, el ejemplo específico y el registro textual en el que el hombre puede conocer dicha diferencia distintiva. En este punto, debo indicar que el registro de estas palabras es un importante documento en el conocimiento de la identidad y el estatus de Dios por parte de la humanidad, y que provee información importante para que la humanidad conozca a Dios. A través de este diálogo entre el Creador y Satanás en el mundo espiritual, el hombre es capaz de entender un aspecto más específico de Su autoridad. Estas palabras son otro testimonio de Su autoridad única.

En apariencia se trata de un diálogo entre Jehová Dios y Satanás. Su sustancia es que la actitud con la que Jehová Dios habla, y la posición desde la que lo hace, son más elevadas que las de Satanás. Es decir, Jehová Dios está mandando a Satanás en tono de orden, y le está indicando lo que debe hacer y lo que no, que Job ya está en sus manos y que es libre de tratarlo como desee, pero le prohíbe quitarle la vida. El subtexto es que, aunque se ha puesto a Job en las manos de Satanás, no se le ha entregado; nadie puede arrebatar la vida de Job de las manos de Dios a no ser que Él lo permita. La actitud de Dios se articula claramente en este mandato a Satanás, que también manifiesta y revela la posición desde la que Jehová Dios conversa con Satanás. En esto, no sólo ostenta el estatus del Dios que creó la luz, el aire, así como todas las cosas y los seres vivos, que es Soberano sobre todas las cosas y los seres vivientes, sino también del Dios que domina a la humanidad, el Hades, el que controla la vida y la muerte de todas las cosas vivientes. En el mundo espiritual, ¿quién aparte de Dios se atrevería a emitir una orden así a Satanás? ¿Y por qué le dio Dios esa orden personalmente? Porque Dios controla la vida del hombre, incluida la de Job. Él no permitió que Satanás le hiciera daño o le quitara la vida a Job; es decir, justo antes de que Dios le permitiese a Satanás tentar a Job, siguió acordándose de emitir especialmente esa orden, y le ordenó una vez más a Satanás que no le quitara la vida. Satanás nunca se ha atrevido a transgredir la autoridad de Dios y, además, siempre ha escuchado con cuidado y obedecido Sus órdenes y Sus mandatos específicos sin osar nunca desafiarlos ni alterar libremente cualquiera de ellos. Estos son los límites que Dios ha establecido para Satanás, y por ello este no se ha atrevido a cruzarlos. ¿No es este el poder de la autoridad de Dios? ¿No es este el testimonio de Su autoridad? De cómo comportarse delante de Dios, y de cómo considerar a Dios, Satanás tiene una comprensión mucho más clara que la humanidad y, así, en el mundo espiritual, Satanás ve muy claramente Su estatus y Su autoridad, y tiene una profunda apreciación del poder de esta y de los principios subyacentes al ejercicio de la misma. No se atreve en absoluto a pasarlos por alto ni a violarlos de ninguna manera, o hacer algo que transgreda la autoridad de Dios; tampoco osa desafiar la ira de Dios. Aunque es malo y arrogante en su naturaleza, Satanás nunca se ha atrevido a cruzar las fronteras y los límites que Dios estableció para él. Durante millones de años ha respetado estrictamente estos límites, cada mandato y orden que Dios le ha dado, sin atreverse jamás a sobrepasar la marca. Aunque es malicioso, Satanás es mucho más sabio que la humanidad corrupta; conoce la identidad del Creador y sus propias fronteras. A partir de las acciones “sumisas” de Satanás se puede ver que la autoridad y el poder de Dios son edictos celestiales que él no puede transgredir, y que es precisamente por la unicidad y la autoridad de Dios que todas las cosas cambian y se propagan de una forma ordenada, que la humanidad puede vivir y multiplicarse dentro del curso establecido por Él, sin que nadie ni nada sean capaces de alterar este orden o cambiar esta ley, porque todos vienen de las manos del Creador, de Su orden y de Su autoridad.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

Fragmento 19 | «Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra»

Hay algunas personas cuya creencia nunca ha sido reconocida en el corazón de Dios. En otras palabras, Él no reconoce a estas personas como seguidores suyos, porque no elogia su creencia. Independientemente de cuántos años hayan seguido a Dios, sus ideas y opiniones nunca han cambiado.

Palabras diarias de Dios | Fragmento 19 | «Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra»

Esas personas que Dios no reconoce
Hay algunas personas cuya creencia nunca ha sido reconocida en el corazón de Dios. En otras palabras, Él no reconoce a estas personas como seguidores suyos, porque no elogia su creencia. Independientemente de cuántos años hayan seguido a Dios, sus ideas y opiniones nunca han cambiado. Son como los incrédulos, se adhieren a sus principios y a su manera de hacer las cosas, a sus leyes de supervivencia y creencia. Nunca aceptaron la palabra de Dios como su vida ni creyeron que Su palabra fuera la verdad, ni tuvieron intención de aceptar Su salvación, y nunca lo reconocieron como su Dios. Consideran que creer en Dios es una especie de pasatiempo de aficionado, tratan a Dios simplemente como un sustento espiritual, por lo que no piensan que merezca la pena probar y entender Su carácter, o Su esencia. Se podría decir que todo lo que corresponde al Dios verdadero no tiene nada que ver con estas personas. No están interesadas, y no se les puede importunar para que respondan. Esto se debe a que, en lo profundo de su corazón, una voz intensa les advierte siempre: Dios es invisible e intocable, y Dios no existe. Creen que intentar entender a esta clase de Dios no merece sus esfuerzos; sería engañarse a uno mismo. Sólo reconocen a Dios de palabra y no adoptan una posición real. Tampoco hacen nada en términos prácticos, creyéndose muy listos. ¿Cómo mira Dios a estas personas? Las ve como no creyentes. Algunos preguntan: “¿Pueden leer los incrédulos la palabra de Dios? ¿Pueden cumplir con su deber? ¿Pueden pronunciar estas palabras: ‘Viviré para Dios’?”. Lo que el hombre ve con frecuencia son las demostraciones superficiales de las personas, no su esencia. Pero Dios no mira estas exhibiciones superficiales; Él sólo ve su esencia interior. Por tanto, esta es la clase de actitud y definición de Dios hacia estas personas. Con respecto a lo que ellas dicen: “¿Por qué hace esto Dios? ¿Por qué hace Dios aquello? No puedo entender esto; no puedo entender aquello; esto no se conforma a las nociones del hombre; debes explicarme…”. Mi respuesta es: ¿Es necesario explicarte este asunto? ¿Tiene este asunto algo que ver contigo? ¿Quién te crees que eres? ¿De dónde viniste? ¿Estás cualificado para darle indicaciones a Dios? ¿Crees en Él? ¿Reconoce Él tu creencia? Como esta no tiene nada que ver con Dios, ¿qué son para ti Sus acciones? ¿No sabes dónde te encuentras en el corazón de Dios, pero estás cualificado para dialogar con Él?
Palabras de amonestación

¿No os sentís incómodos después de oír estas observaciones? Aunque podáis no estar dispuestos a escuchar estas palabras o aceptarlas, son realidades. Como en esta etapa de la obra es Dios quien actúa, si no te preocupas de Sus propósitos, de Su actitud, y no entiendes Su esencia y carácter, al final serás tú quien pierda. No echéis la culpa a Mis palabras porque son duras de escuchar, y no las culpéis por desinflar vuestro entusiasmo. Digo la verdad; no pretendo desanimaros. Independientemente de lo que pida de vosotros, y de la forma de hacerlo, espero que andéis por la senda correcta, y que sigáis el camino de Dios sin desviaros de él. Si no procedes de acuerdo con la palabra de Dios, y no sigues Su camino, sin lugar a dudas te estarás rebelando contra Él y te habrás desviado de la senda correcta. Así pues, siento que existen algunos asuntos que debo aclararos, para haceros creer de forma inequívoca, clara, sin un ápice de incertidumbre, y para ayudaros a conocer explícitamente la actitud de Dios, Sus propósitos, cómo perfecciona al hombre, y de qué forma establece sus desenlaces. Si llegase el día en que fueses incapaz de embarcarte en esta senda, Yo no tengo responsabilidad alguna, porque ya te habré hablado estas palabras con suma claridad. En cuanto a cómo trates tu propio desenlace, es algo que te compete por completo a ti. Dios tiene diferentes actitudes en relación a los desenlaces de los distintos tipos de personas. Él tiene Sus propias maneras de evaluar al hombre, y Su propio estándar de requisitos. Su norma de evaluación de las personas es justa para todos; ¡de esto no hay la menor duda! Por tanto, los temores de algunos son innecesarios. ¿Os sentís aliviados ahora?

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

Palabras diarias de Dios | Fragmento 96 | «Dios mismo, el único I»

La realidad del control y el dominio del Creador sobre todas las cosas y los seres vivos hablan de la verdadera existencia de Su autoridad

Palabras diarias de Dios | Fragmento 96 | «Dios mismo, el único I»

La realidad del control y el dominio del Creador sobre todas las cosas y los seres vivos hablan de la verdadera existencia de Su autoridad

Se registra en el libro de Job la bendición que este recibió de Jehová. ¿Qué le concedió Dios a Job? “Entonces Jehová bendijo la situación actual de Job más que al comienzo, ya que él tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil burras” (Job 42:12). Desde la perspectiva del hombre, ¿qué cosas se le dieron a Job? ¿Fueron posesiones del hombre? ¿Con estos bienes, habría sido Job muy rico durante aquella época? ¿Y cómo adquirió aquel patrimonio? ¿Qué produjo su riqueza? No es necesario decir que, gracias a la bendición de Dios, Job acabó poseyéndolas. No entraremos aquí en cómo veía Job estas posesiones ni en cómo consideraba las bendiciones de Dios. Cuando se trata de esto, todas las personas anhelan día y noche ser bendecidas por Dios, pero el hombre no tiene control sobre la cantidad de posesiones que puede ganar durante su vida, o si puede recibir bendiciones de Dios; ¡este es un hecho indiscutible! Dios tiene autoridad y poder para concederle al hombre cualquier posesión, para permitirle obtener cualquier bendición; pero existe un principio para ellas. ¿A qué tipo de personas bendice Dios? A las personas que le gustan, ¡por supuesto! Abraham y Job fueron ambos bendecidos por Dios, pero las bendiciones que recibieron no fueron las mismas. Dios bendijo a Abraham con descendientes tan numerosos como la arena y las estrellas. Cuando Dios bendijo a Abraham, hizo que los descendientes de un hombre, una nación, se volviesen poderosos y prósperos. En esto, la autoridad de Dios gobernaba a la humanidad, que respiraba el aliento de Dios entre todas las cosas y los seres vivos. Bajo la soberanía de Su autoridad de Dios, esta humanidad proliferó y existió a la velocidad y dentro del ámbito decididos por Dios. Específicamente, la viabilidad, el ritmo de expansión y la expectativa de vida de aquella nación formaban parte de las disposiciones de Dios, y el principio de todo ello se basaba por completo en la promesa de Dios a Abraham. Es decir, independientemente de las circunstancias, las promesas de Dios procederían sin impedimentos y se realizarían bajo la providencia de Su autoridad. En la promesa que Dios le hizo a Abraham, al margen de las turbulencias del mundo, de la época, de las catástrofes soportadas por la humanidad, los descendientes de Abraham no se enfrentarían al riesgo de la aniquilación, y su nación no moriría. La bendición de Job por parte de Dios, sin embargo, le hizo extremadamente rico. Lo que Dios le dio fue una variedad de criaturas vivientes, que respiraban y cuyos detalles particulares —su número, su velocidad de propagación, sus índices de supervivencia, la cantidad de grasa en ellos, etc.— también eran controlados por Dios. Aunque estos seres vivientes no poseían la capacidad de hablar, también formaban parte de las disposiciones del Creador, y el principio de las disposiciones de Dios estaba de acuerdo con la bendición que Él le prometió a Job. Aunque lo que Dios les prometió a Abraham y Job en Sus bendiciones era diferente, la autoridad con la que el Creador gobernaba todas las cosas y los seres vivientes era la misma. Cada detalle de la autoridad y del poder de Dios se expresa en Sus diferentes promesas y bendiciones a Abraham y Job; una vez más, le muestra a la humanidad que la autoridad de Dios está mucho más allá de la imaginación del hombre. Estos detalles le dicen, una vez más, a la humanidad que si desea conocer la autoridad de Dios, sólo puede lograrlo a través de Sus palabras y de la experiencia de Su obra.

La autoridad de la soberanía de Dios sobre todas las cosas le permite al hombre ver una realidad: la autoridad de Dios no sólo se expresa en las palabras “Y Dios dijo: Que haya luz, y hubo luz; y que haya firmamento, y hubo firmamento; y que haya tierra, y hubo tierra”, sino, además, en cómo Él hizo que la luz continuase, cómo evitó que el firmamento desapareciese, y cómo mantuvo siempre la tierra separada del agua, así como en los detalles de cómo gobernó y gestionó a las criaturas: luz, firmamento y tierra. ¿Qué otras cosas veis en la bendición de Dios a la humanidad? Sin duda, después de que bendijera a Abraham y a Job, los pasos de Dios no cesaron, porque Él sólo había comenzado a ejercer Su autoridad, e intentaba hacer una realidad de cada una de Sus palabras, hacer ciertos cada uno de los detalles de los que habló, y así, en los años venideros, siguió haciendo todo lo que pretendía. Debido a que Dios tiene autoridad, quizás le parezca al hombre que Dios sólo habla y que no necesita levantar un dedo para que todas las cosas se cumplan. ¡Debo decir que imaginar es ridículo! Si sólo tomas la visión parcial del establecimiento del pacto con el hombre y del cumplimiento de Dios de todas las cosas, sólo mediante palabras, y eres incapaz de ver las diversas señales y realidades de que la autoridad de Dios tiene dominio sobre la existencia de todas las cosas, ¡tienes un entendimiento demasiado vacío y ridículo de la autoridad de Dios! Si el hombre imagina que Dios es así, hay que decir que su conocimiento de Dios ha sido empujado a la última fosa, y ha llegado a un callejón sin salida, porque el Dios que el hombre imagina no es sino una máquina que emite órdenes, y no el Dios que posee autoridad. ¿Qué has visto a través de los ejemplos de Abraham y Job? ¿Has contemplado el lado práctico de la autoridad y del poder de Dios? Después de que Dios bendijese a Abraham y Job, no se quedó donde estaba ni puso a Sus mensajeros a trabajar mientras esperaba ver cuál sería el resultado. Por el contrario, tan pronto como Dios pronunció Sus palabras, bajo la dirección de Su autoridad, todas las cosas comenzaron a cumplir la obra que Dios pretendía hacer, y se prepararon las personas, las cosas, y los objetos que Dios requirió. Es decir, en cuanto las palabras salieron de la boca de Dios, Su autoridad comenzó a ejercerse por toda la tierra, y Él fijó un curso para realizar y cumplir las promesas hechas a Abraham y a Job, a la vez que hacía los planes y los preparativos apropiados para todo lo exigido en cada paso y cada etapa clave que Él planeó llevar a cabo. Durante ese tiempo, Dios no sólo manejó a sus mensajeros, sino también todas las cosas que Él había creado. Es decir que el ámbito dentro del cual se ejerció la autoridad de Dios no sólo incluía a los mensajeros, sino, además, todas las cosas manejadas con el fin de cumplir la obra que pretendía realizar; estas fueron las formas específicas en las que Dios ejerció Su autoridad. En vuestras imaginaciones, algunos pueden tener el siguiente entendimiento de la autoridad de Dios: Dios tiene autoridad y poder, y por tanto sólo necesita permanecer en el tercer cielo, o en un lugar fijo, sin tener que hacer ningún trabajo particular, y la totalidad de Su obra se completa dentro de Sus pensamientos. Algunos también pueden creer que, aunque Dios bendijo a Abraham, no tuvo que hacer nada, y que bastó con que pronunciara Sus palabras. ¿Es esto lo que realmente ocurrió? ¡Claro que no! Aunque Dios posee autoridad y poder, Su autoridad es verdadera y práctica, no está vacía. La autenticidad y la realidad de Su autoridad y Su poder se revelan y se plasman gradualmente en Su creación y Su control de todas las cosas, y en el proceso por el cual dirige y gestiona a la humanidad. Todo método, toda perspectiva y todo detalle de la soberanía de Dios sobre la humanidad, sobre todas las cosas y sobre toda la obra que Él ha cumplido, así como Su entendimiento de todas las cosas demuestran literalmente que Su autoridad y Su poder no son palabras vacías. Estos se demuestran y se revelan constantemente, y en todas las cosas. Estas manifestaciones y revelaciones hablan de la existencia real de la autoridad de Dios, porque Él la está usando junto con Su poder para continuar Su obra, para ordenar y gobernar todas las cosas en cada momento; los ángeles o los mensajeros de Dios no pueden sustituir Su poder y Su autoridad. Dios decidió qué bendiciones concedería a Abraham y a Job; era algo que le correspondía a Él. Aunque los mensajeros de Dios visitaron personalmente a Abraham y a Job, sus acciones fueron acordes a Sus mandamientos, bajo Su autoridad y también bajo Su soberanía. Aunque el hombre vea a los mensajeros de Dios visitar a Abraham, y no sea testigo de que Jehová Dios haga personalmente nada en los relatos de la Biblia, en realidad, el único que ejerce verdaderamente el poder y la autoridad es Dios mismo, ¡y esto no admite la duda de ningún hombre! Aunque tú hayas visto que los ángeles y los mensajeros poseen un gran poder, y han llevado a cabo milagros o han realizado algunas cosas comisionados por Dios, sus acciones son simplemente por el bien de la compleción de Su comisión, y no son en absoluto una manifestación de Su autoridad, porque ningún hombre u objeto tiene ni posee la autoridad del Creador para crear y gobernar todas las cosas. De este modo, ningún hombre u objeto puede ejercer ni mostrar la autoridad del Creador.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

Palabras diarias de Dios | Fragmento 84 | «Dios mismo, el único I»

“Y Dios dijo: Que haya firmamento entre las aguas, y que se dividan las aguas de las aguas. Y Dios hizo el firmamento, y dividió las aguas que estaban bajo el firmamento de las aguas que estaban sobre el firmamento; y así sucedió” (Génesis 1:6-7).

Palabras diarias de Dios | Fragmento 84 | «Dios mismo, el único I»

En el segundo día, la autoridad de Dios organiza las aguas, hace el firmamento, y aparece un espacio para la supervivencia humana más básica
“Y Dios dijo: Que haya firmamento entre las aguas, y que se dividan las aguas de las aguas. Y Dios hizo el firmamento, y dividió las aguas que estaban bajo el firmamento de las aguas que estaban sobre el firmamento; y así sucedió” (Génesis 1:6-7). ¿Qué cambios se produjeron después de que ordenase “Que haya firmamento entre las aguas, y que se dividan las aguas de las aguas”? Las Escrituras dicen: “Y Dios hizo el firmamento, y dividió las aguas que estaban bajo el firmamento de las aguas que estaban sobre el firmamento”. ¿Cuál fue el resultado después de que Dios hubiese hablado y realizado esto? La respuesta se encuentra en la última parte del pasaje: “y así sucedió”.
Estas dos breves frases registran un acontecimiento magnífico, y describen una escena maravillosa: el tremendo proyecto en el que Dios gobernó las aguas, y creó un espacio en el que el hombre pudiera existir…
En esta imagen, las aguas y el firmamento aparecen ante los ojos de Dios en un instante, y Él los divide con la autoridad de Sus palabras; se separan arriba y abajo en la forma designada por Él. Es decir, el firmamento creado por Dios no sólo cubría las aguas abajo, sino que también sustentaba las aguas arriba… En esto, el hombre no puede evitar limitarse a mirar fijamente, estupefacto, y gritar de admiración ante el esplendor de la escena en la que el Creador transfirió las aguas, mandó sobre ellas, y creó el firmamento, por el poder de Su autoridad. A través de Sus palabras, Su poder, y Su autoridad, Dios logró otra gran proeza. ¿No es esto el poder de la autoridad del Creador? Utilicemos las Escrituras para explicar los hechos de Dios: Él pronunció Sus palabras y, por ellas, se creó un firmamento en medio de las aguas. Al mismo tiempo por estas palabras divinas se produjo un cambio tremendo en aquel espacio, y no fue un cambio en el sentido ordinario, sino una especie de sustitución en la que la nada se convirtió en algo. Nació de los pensamientos del Creador, y surgió de la nada por las palabras que el Creador pronunció. Además, desde ese momento en adelante existiría y permanecería, por causa del Creador, y cambiaría, se transformaría, y renovaría de acuerdo con Sus pensamientos. Este pasaje describe el segundo acto del Creador en Su creación de la totalidad del mundo. Fue otra expresión de Su autoridad y Su poder, así como otro proyecto pionero Suyo. Ese día fue el segundo día que el Creador había pasado desde la fundación del mundo, y fue otro día maravilloso para Él: caminó en medio de la luz, trajo el firmamento, organizó y gobernó las aguas, y Sus hechos, Su autoridad, y Su poder se pusieron a trabajar en el nuevo día…
¿Había un firmamento en medio de las aguas antes de que Dios pronunciara Sus palabras? ¡Por supuesto que no! ¿Y después de que Dios ordenara “Que haya firmamento entre las aguas”? Apareció lo que Dios tenía en mente; hubo un firmamento en medio de las aguas, y estas se separaron porque Dios mandó “y que se dividan las aguas de las aguas”. De esta forma, siguiendo las palabras de Dios, dos nuevos objetos, dos cosas recién nacidas aparecieron entre todas las demás como resultado de la autoridad y del poder de Dios. ¿Cómo os sentís por la aparición de estas dos nuevas cosas? ¿Sentís la grandeza del poder del Creador? ¿Sentís la fuerza única y extraordinaria del Creador? La grandeza de semejante fuerza y poder se debe a la autoridad de Dios, que es una representación y una característica única de Dios mismo.
¿Os ha proporcionado este pasaje otro sentido profundo de la singularidad de Dios? Sin embargo, esto está lejos de ser suficiente; la autoridad y el poder del Creador van más allá. Su singularidad no se debe simplemente a que Él posea una esencia diferente a la de cualquier criatura, sino también a que Su autoridad y Su poder son extraordinarios, ilimitados, superlativos para todos, y están por encima de todos. Además, Su autoridad, así como lo que Él tiene y es pueden crear vida, producir milagros, pueden crear todos y cada uno de los espectaculares y extraordinarios minutos y segundos, y, al mismo tiempo, Él es capaz de dominar la vida que crea, y ser Soberano sobre los milagros, y sobre todos y cada uno de los minutos y segundos creados por Él.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne