Principios para seguir a Cristo

El Cristo de los últimos días trae la vida y el camino de la verdad, duradero y eterno. Esta verdad es el camino por el que el hombre obtendrá la vida, y el único camino por el cual el hombre conocerá a Dios y por el que Dios lo aprobará.

(1) Es necesario saber que solo Cristo de los últimos días puede purificar y salvar a las personas y que Él es el Dios práctico. Esta es la única manera de que el Dios vago pueda disiparse del corazón de uno.

(2) Es preciso aceptar toda verdad expresada por Cristo, practicar y experimentar las palabras de Dios y cumplir con el deber. Solo así se es seguidor de Cristo.

(3) La única manera de saber que Cristo es la verdad, el camino y la vida pasa por someterse al juicio de Sus palabras y a toda Su obra.

(4) Es preciso priorizar a Cristo en el corazón; solo así se enaltece la grandeza de Dios. No hay que idolatrar ni seguir a ningún hombre, sino enaltecer y dar testimonio únicamente de Cristo.

Las palabras relevantes de Dios:

En los últimos días, Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la sustancia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras están dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios se refieren a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por Dios. Si no consideras importantes estas verdades, si solo piensas en cómo evitarlas o cómo encontrar una nueva salida que no las involucre, entonces Yo digo que eres un grave pecador. Si tienes fe en Dios, pero no buscas la verdad ni la voluntad de Dios, ni amas el camino que te acerca a Dios, entonces Yo digo que eres alguien que está tratando de evadir el juicio y que eres un títere y un traidor que huye del gran trono blanco. Dios no perdonará a ninguno de los rebeldes que se escape de Su vista. Estos hombres recibirán un castigo aún más severo. Aquellos que vengan delante de Dios para ser juzgados y que, además, hayan sido purificados, vivirán para siempre en el reino de Dios. Por supuesto, esto es algo que pertenece al futuro.

Extracto de ‘Cristo hace la obra del juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”

El Cristo de los últimos días trae la vida y el camino de la verdad, duradero y eterno. Esta verdad es el camino por el que el hombre obtendrá la vida, y el único camino por el cual el hombre conocerá a Dios y por el que Dios lo aprobará. Si no buscas el camino de la vida que el Cristo de los últimos días provee, entonces nunca obtendrás la aprobación de Jesús y nunca estarás cualificado para entrar por la puerta del reino de los cielos, porque tú eres tanto un títere como un prisionero de la historia. Aquellos que son controlados por los reglamentos, las letras y están encadenados por la historia, nunca podrán obtener la vida ni el camino perpetuo de la vida. Esto es porque todo lo que tienen es agua turbia que ha estado estancada por miles de años, en vez del agua de la vida que fluye desde el trono. Aquellos que no reciben el agua de la vida siempre seguirán siendo cadáveres, juguetes de Satanás e hijos del infierno. ¿Cómo pueden, entonces, contemplar a Dios? Si sólo tratas de aferrarte al pasado, si sólo tratas de mantener las cosas como están quedándote quieto, y no tratas de cambiar el estado actual y descartar la historia, entonces, ¿no estarás siempre en contra de Dios? Los pasos de la obra de Dios son vastos y poderosos, como olas agitadas y fuertes truenos, pero te sientas y pasivamente esperas la destrucción, apegándote a tu locura y sin hacer nada. De esta manera, ¿cómo puedes ser considerado alguien que sigue los pasos del Cordero? ¿Cómo puedes justificar al Dios al que te aferras como un Dios que siempre es nuevo y nunca viejo? ¿Y cómo pueden las palabras de tus libros amarillentos llevarte a una nueva era? ¿Cómo pueden llevarte a buscar los pasos de la obra de Dios? ¿Y cómo pueden llevarte al cielo? Lo que sostienes en tus manos es la letra que solo puede darte consuelo temporal, no las verdades que pueden darte la vida. Las escrituras que lees solo pueden enriquecer tu lengua y no son palabras de sabiduría que te ayudan a conocer la vida humana, y menos aún los senderos que te pueden llevar a la perfección. Esta discrepancia, ¿no te lleva a reflexionar? ¿No te hace entender los misterios que contiene? ¿Eres capaz de entregarte tú mismo al cielo para encontrarte con Dios? Sin la venida de Dios, ¿te puedes llevar tú mismo al cielo para gozar de la felicidad familiar con Dios? ¿Todavía sigues soñando? Sugiero entonces que dejes de soñar y observes quién está obrando ahora, quién está llevando a cabo ahora la obra de salvar al hombre durante los últimos días. Si no lo haces, nunca obtendrás la verdad y nunca obtendrás la vida.

Extracto de ‘Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne

Al seguir a Dios, todo debería ser según Sus palabras actuales, y esto es de vital importancia: ya sea que estéis buscando la entrada a la vida o el cumplimiento de la voluntad de Dios, todo se debería centrar alrededor de las palabras actuales de Dios. Si lo que comunicas y lo que buscas no se centra alrededor de las palabras actuales de Dios, entonces eres un extraño a Sus palabras y careces por completo de la obra del Espíritu Santo. Lo que Dios quiere son personas que sigan Sus pasos. No importa qué asombroso y puro sea lo que hayas entendido antes, Dios no lo quiere y si no puedes hacer a un lado esas cosas, entonces, en el futuro, serán un enorme obstáculo para tu entrada. Todos los que pueden seguir la luz actual del Espíritu Santo son benditos. Las personas en el pasado también siguieron los pasos de Dios, pero no pudieron continuar hasta hoy; esta es la bendición de las personas de los últimos días. Los que pueden seguir la obra actual del Espíritu Santo y que pueden seguir los pasos de Dios, de tal manera que lo sigan dondequiera que Él los guíe, estas son las personas a las que Dios bendice. Los que no siguen la obra actual del Espíritu Santo, no han entrado en la obra de las palabras de Dios y, no importa cuánto se esfuercen o cuán grande sea su sufrimiento o cuánto vayan de aquí para allá, esto no significa nada para Dios y Él no los elogiará. En la actualidad, todos los que siguen las palabras actuales de Dios están en la corriente del Espíritu Santo; los que son ajenos a las palabras actuales de Dios están fuera de la corriente del Espíritu Santo y a tales personas Dios no las elogia.

Extracto de ‘Conoce la nueva obra de Dios y sigue Sus huellas’ en “La Palabra manifestada en carne”

Independientemente de lo numerosas que sean tus nociones e imaginaciones sobre la obra de Dios, de cómo actuaras previamente de acuerdo a tu propia voluntad y de que te rebelaras contra Él, si realmente buscas la verdad, aceptas el juicio y castigo de las palabras de Dios, aceptas ser podado y tratado por estas; y si, en todo lo que Él orquesta, eres capaz de seguir el camino de Dios, obedecer Sus palabras, buscar Su voluntad, practicar de acuerdo con ambas, ser capaz de buscar la sumisión y de dejar de lado tu propia voluntad, deseos, consideraciones, motivaciones y antagonismo hacia Él, ¡solo entonces estás siguiendo a Dios! Dices que sigues a Dios, pero todo lo que haces es según su propia voluntad. En todo lo que haces, tienes tus propios objetivos, tus propios planes; no lo dejas en manos de Dios. Entonces, ¿sigue Dios siendo tu Dios? Si Dios no es tu Dios, cuando dices que sigues a Dios, ¿acaso no son palabras vacías? ¿No son esas palabras un intento de engañar a la gente? Dices que sigues a Dios, pero todas tus acciones y comportamientos, tu perspectiva de vida, tus valores y la actitud y los principios con los que abordas y manejas los asuntos, vienen todos de Satanás; manejas todo esto según los principios y la lógica de Satanás. Entonces, ¿sigues a Dios?

[…] La forma más simple de describir la creencia en Dios es confiar en que hay un Dios y, sobre esta base, seguirlo, obedecerlo, aceptar Su dominio, orquestaciones y arreglos, escuchar Sus palabras, vivir y hacerlo todo de acuerdo con ellas, ser un verdadero ser creado, y temerlo y rechazar el mal; solo esto es la verdadera creencia en Dios. Esto es lo que significa seguir a Dios. Dices que sigues a Dios, pero en Tu corazón no aceptas las palabras de Dios ni Su dominio, orquestaciones y arreglos. Si siempre tienes nociones respecto a lo que hace Dios, y siempre lo malinterpretas y te quejas de ello; si siempre estás insatisfecho y mides y abordas lo que hace usando tus propias nociones e imaginaciones; si siempre tienes tu propio entendimiento, esto causará problemas. No estás experimentando la obra de Dios, y no tienes forma de seguirle de verdad. Eso no es creer en Dios.

Extracto de ‘La creencia en la religión nunca llevará a la salvación’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

Pedro siguió a Jesús durante varios años y vio en Él muchas cosas que no había en otras personas. Después de seguirlo durante un año, Jesús escogió a Pedro de entre los doce discípulos. (Por supuesto, Jesús no habló de esto en voz alta y los demás no estaban conscientes de ello en absoluto). En la vida, Pedro se medía contra cada cosa que Jesús hacía. Principalmente, los mensajes que Jesús predicaba se grababan en su corazón. Estaba totalmente dedicado a Jesús y era fiel a Él, y nunca se quejó de Él. Como consecuencia, se convirtió en el fiel compañero de Jesús dondequiera que Él iba. Pedro observaba las enseñanzas de Jesús, Sus amables palabras, lo que Él comía, lo que vestía, dónde se hospedaba y cómo viajaba. Seguía el ejemplo de Jesús en cada aspecto. Jamás fue un santurrón, pero se deshizo de todas sus cosas obsoletas y siguió el ejemplo de Jesús en palabra y obra. Fue entonces cuando Pedro sintió que los cielos, la tierra y todas las cosas estaban en las manos del Todopoderoso y que, por esta razón, no tenía una opción personal. Pedro también asimiló todo lo que Jesús era y lo utilizó como un ejemplo. La vida de Jesús muestra que Él no era un santurrón en lo que hacía; en lugar de vanagloriarse de sí mismo, conmovía a las personas con amor. Varias cosas mostraban lo que Jesús era y, por esta razón, Pedro emulaba todo lo relacionado con Él. Las experiencias de Pedro le permitieron percibir cada vez más la hermosura de Jesús y dijo cosas como “He buscado al Todopoderoso por todo el universo y he visto las maravillas de los cielos y la tierra y todas las cosas, y, así, he obtenido una idea profunda de la hermosura del Todopoderoso. Sin embargo, nunca había sentido un amor genuino en mi corazón y jamás había visto la hermosura del Todopoderoso con mis propios ojos. Hoy, con Sus ojos, el Todopoderoso me ha mirado con gracia y finalmente he sentido la hermosura de Dios. He descubierto finalmente que no es solo que Dios haya creado todas las cosas lo que hace que la humanidad lo ame; en mi vida diaria he encontrado Su hermosura infinita. ¿Cómo podría limitarse a lo que puede verse en este momento?”. Conforme pasaba el tiempo, muchas cosas hermosas también surgieron en Pedro. Se volvió muy obediente a Jesús y, por supuesto, también sufrió varios reveses. Cuando Jesús lo llevó a diversos lugares a predicar, Pedro siempre fue humilde y escuchó los sermones de Jesús. Nunca se volvió arrogante por razón de sus años de seguirlo. Después de que Jesús le contara que la razón por la que Él había venido era para ser crucificado con el fin de poder terminar Su obra, Pedro a menudo sentía angustia en su corazón y lloraba a solas, en secreto. Sin embargo, ese “desafortunado” día finalmente llegó. Después de que Jesús fue arrestado, Pedro lloró solo en su bote de pesca y oró mucho por esto, pero en su corazón sabía que esta era la voluntad de Dios Padre y que nadie podía cambiarla. Estaba constantemente afligido y se le llenaban los ojos de lágrimas, solo por su amor. Por supuesto, esto es una debilidad humana. Así pues, cuando supo que Jesús sería clavado en la cruz, le preguntó: “¿Después de partir, volverás para estar entre nosotros y cuidarnos? ¿Podremos seguir viéndote?”. Aunque estas palabras eran bastante ingenuas y llenas de nociones humanas, Jesús conocía la amargura del sufrimiento de Pedro, así que, a través de Su amor, Él fue considerado con su debilidad: “Pedro, Yo te he amado. ¿Lo sabes? Aunque no hay razón en lo que dices, el Padre ha prometido que después de Mi resurrección me apareceré a las personas durante cuarenta días. ¿No crees que Mi Espíritu os otorgará gracia frecuentemente a todos?”. Aunque Pedro se sintió un tanto confortado por esto, seguía sintiendo que había algo que faltaba y, así, después de resucitar, Jesús se le apareció abiertamente por vez primera. Sin embargo, con el fin de evitar que Pedro siguiera aferrándose a sus nociones, Jesús declinó la abundante comida que Pedro había preparado para Él y desapareció en un abrir y cerrar de ojos. A partir de ese momento, Pedro tuvo finalmente una comprensión más profunda del Señor Jesús y lo amó aún más. Después de Su resurrección, Jesús se apareció a menudo a Pedro. Pasados los cuarenta días y tras haber ascendido al cielo, se apareció tres veces más a Pedro. Cada aparición se dio justo cuando la obra del Espíritu Santo estaba a punto de completarse y una nueva obra estaba a punto de comenzar.

A lo largo de su vida, Pedro se ganó la vida con la pesca, pero, más que eso, vivió para predicar. En años posteriores, escribió la primera y segunda epístolas de Pedro, así como varias cartas a la iglesia de Filadelfia de aquella época. Él conmovió mucho a las personas de su tiempo. En lugar de sermonear a las personas utilizando sus propias credenciales, les brindó un sustento de vida adecuado. Nunca olvidó las enseñanzas de Jesús antes de Su partida y fue inspirado por ellas a lo largo de toda su vida. Mientras seguía a Jesús, decidió corresponder al amor del Señor con su muerte y seguir Su ejemplo en todas las cosas. Jesús estuvo de acuerdo con esto, así que cuando Pedro tenía cincuenta y tres años (más de veinte años después de la partida de Jesús), Jesús apareció ante él para ayudarle a cumplir su anhelo. En los siete años posteriores, Pedro pasó su vida conociéndose a sí mismo. Un día, al final de estos siete años, fue crucificado cabeza abajo, terminando así su extraordinaria vida.

Extracto de ‘Sobre la vida de Pedro’ de Interpretaciones de los misterios de las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

Cuando hayas tenido experiencia hasta cierto día, sentirás que, cuanto más normal sea la encarnación y la humanidad de Dios y todo lo que Él tiene y revela, mayor es nuestra salvación, y cuanto más normales son, más son lo que necesitamos. Si la encarnación de Dios fuera sobrenatural, entonces, aunque los que estamos en la tierra hayamos sido escogidos y salvados por Dios, ninguno de nosotros podría obtener la salvación completa. Es precisamente debido a la humildad y escondimiento de Dios, a la normalidad y practicalidad de este Dios aparentemente común y corriente, que la humanidad tiene la oportunidad de alcanzar la salvación. Como existe desobediencia en las personas y la esencia de las actitudes satánicas corruptas, se producen todo tipo de nociones, malentendidos y antagonismos; incluso ocurre que, como resultado de estas nociones, la gente frecuentemente niega a este Cristo con orgullo y confianza en sí misma y niega Su humanidad normal, lo cual es un gran error. Si deseas alcanzar la salvación completa, si deseas recibir la salvación de Dios y Su juicio y castigo, primero debes hacer a un lado tus distintas nociones y definiciones erróneas acerca de Cristo y Su humanidad normal; debes hacer a un lado tus distintas ideas y opiniones acerca de Cristo y debes encontrar una manera de aceptar todo lo que venga de Él. Solo entonces las palabras que Él pronuncia y las verdades que Él expresa encuentran cierta entrada en tu corazón y se vuelven tu vida poco a poco. Si deseas seguir a Cristo, debes aceptar todo lo que está asociado con Él; no debes estar en Su contra utilizando tus nociones para malinterpretarlo siempre y no deberías aferrarte a tus propias nociones y malinterpretarlo y dudar de Él constantemente o, incluso, resistirte y oponerte a Él. Con semejante actitud, solo puedes hacerte daño; no representa el más mínimo beneficio para ti.

Extracto de ‘Solo si se corrigen las propias nociones es posible tomar el buen camino de la fe en Dios (1)’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

Vuestras palabras y vuestro comportamiento revelan los elementos de vuestra incredulidad en Cristo. Vuestros motivos y objetivos para todo lo que hacéis están impregnados de incredulidad. Incluso la naturaleza de vuestra mirada contiene incredulidad en Cristo. Puede decirse que cada uno de vosotros, durante cada minuto del día, albergáis elementos de incredulidad. Esto significa que a cada momento estáis en peligro de traicionar a Cristo, ya que la sangre que corre por vuestro cuerpo está impregnada de incredulidad en el Dios encarnado. Por ello digo que las huellas que dejáis en la senda de la fe en Dios no son reales; a medida que recorréis la senda de la fe en Dios, no tenéis los pies firmemente plantados en la tierra; simplemente hacéis las cosas por inercia. Nunca creéis del todo en la palabra de Cristo y no podéis llevarla inmediatamente a la práctica. Esta es la razón por la que no tenéis fe en Cristo. El hecho de que siempre tengáis nociones sobre Él es otra razón por la que no creéis en Cristo. Ser siempre escéptico en relación con la obra de Cristo, dejar que la palabra de Cristo caiga en oídos sordos, tener una opinión sobre cualquier obra que Cristo lleve a cabo y no ser capaz de comprenderla apropiadamente, tener dificultades para dejar de lado las nociones sin importar la explicación que recibáis, y así sucesivamente, todos estos son elementos de incredulidad mezclados en vuestro corazón. Aunque seguís la obra de Cristo y nunca os quedáis atrás, hay demasiada rebeldía mezclada en vuestro corazón. Esta rebeldía es una impureza en vuestra fe en Dios. Tal vez pensáis que no es así, pero si no puedes reconocer tus intenciones a partir de esto, entonces tu destino es estar entre los que perecerán, porque Dios sólo perfecciona a quienes en verdad creen en Él, no a quienes son escépticos hacia Él, y, menos aún, a los que lo siguen a regañadientes a pesar de nunca haber creído que Él es Dios.

Algunas personas no se regocijan en la verdad y, mucho menos, con el juicio. En cambio, se regocijan en el poder y las riquezas; a tales personas se les llama buscadores de poder. Buscan exclusivamente las denominaciones que tienen influencia en el mundo y solo buscan a pastores y maestros que provienen de seminarios. A pesar de haber aceptado el camino de la verdad, son, en parte, escépticos, e incapaces de entregar todo su corazón y toda su mente, y su boca habla de sacrificarse por Dios, pero sus ojos se enfocan en los grandes pastores y maestros, y no le prestan atención a Cristo. Su corazón está obsesionado con la fama, la fortuna y la gloria. Piensan que no es posible que una persona tan pequeña pueda ser capaz de conquistar a tantos, que alguien tan común y corriente sea capaz de perfeccionar al hombre. Ellos no creen en absoluto que estos “don nadie” que están entre el polvo y el estiércol sean el pueblo escogido por Dios. Ellos creen que si tales personas fueran los objetos de la salvación de Dios, el cielo y la tierra estarían de cabeza y todos los hombres se reirían a mandíbula batiente. Ellos creen que si Dios eligió a tales “don nadie” para ser perfeccionados, entonces esos grandes hombres se convertirían en Dios mismo. Sus perspectivas están manchadas de incredulidad; ciertamente, más que incrédulos, son simplemente bestias absurdas. Y es que solo valoran la posición, el prestigio y el poder, y solo tienen en alta estima a los grandes grupos y denominaciones. No tienen la menor consideración hacia quienes son dirigidos por Cristo; simplemente son traidores que le han dado la espalda a Cristo, a la verdad y a la vida.

Lo que tú admiras no es la humildad de Cristo, sino a esos falsos pastores de destacada posición. No adoras la belleza ni la sabiduría de Cristo, sino a esos licenciosos que se regodean en la inmundicia del mundo. Te ríes del dolor de Cristo, que no tiene lugar donde reclinar Su cabeza, pero admiras a esos cadáveres que cazan ofrendas y viven en el libertinaje. No estás dispuesto a sufrir junto a Cristo, pero te lanzas con gusto a los brazos de esos anticristos insensatos a pesar de que solo te suministran carne, palabras y control. Incluso ahora tu corazón sigue volviéndose a ellos, a su reputación, su estatus, su influencia. Aun así, continúas teniendo una actitud por la cual la obra de Cristo te resulta difícil de soportar y no estás dispuesto a aceptarla. Por eso te digo que no te falta fe para reconocer a Cristo. La razón por la que lo has seguido hasta el día de hoy es solo porque no tenías otra opción. En tu corazón siempre se elevan muchas imágenes altivas; no puedes olvidar cada una de sus palabras y obras ni sus palabras influyentes ni sus manos. En vuestro corazón, ellos son supremos por siempre y son héroes por siempre. Pero esto no es así para el Cristo de hoy. Él permanece por siempre insignificante en tu corazón y por siempre indigno de tu veneración. Porque Él es demasiado ordinario, tiene muy poca influencia y está lejos de ser elevado.

En cualquier caso, Yo digo que todos los que no valoran la verdad son incrédulos y traidores de la verdad. Tales hombres nunca recibirán la aprobación de Cristo. ¿Has identificado ahora cuánta incredulidad hay dentro de ti y cuánta traición a Cristo tienes? Te exhorto: puesto que has elegido el camino de la verdad, debes consagrarte totalmente; no seas ambivalente o poco entusiasta. Debes entender que Dios no pertenece al mundo ni a ninguna persona, sino a todos aquellos que creen verdaderamente en Él, a todos los que lo adoran y a todos aquellos que se consagran a Él y le son fieles.

Extracto de ‘¿Eres un verdadero creyente en Dios?’ en “La Palabra manifestada en carne”

Anheláis que Dios se deleite en vosotros, pero estáis lejos de Él. ¿Qué sucede aquí? Aceptáis solo Sus palabras, pero no Su trato ni Su poda; mucho menos podéis aceptar cada uno de Sus arreglos ni tener una fe cabal en Él. Entonces, ¿qué sucede aquí? En el análisis final, vuestra fe es una cáscara de huevo vacía que nunca podrá generar un polluelo. Porque vuestra fe no os ha traído la verdad ni os ha dado vida, sino que os ha dado una sensación ficticia de sustento y esperanza. Vuestro propósito al creer en Dios es en aras de esta esperanza y sensación de sustento, en lugar de la verdad y la vida. Por lo tanto, Yo digo que el transcurso de vuestra fe en Dios no ha sido más que un intento de ganaros el favor de Dios mediante el servilismo y el descaro, y de ninguna manera puede considerarse una fe verdadera. ¿Cómo puede nacer un polluelo de una fe semejante? En otras palabras, ¿qué fruto puede dar esta clase de fe? El propósito de vuestra fe en Dios es usar a Dios para satisfacer vuestros objetivos. ¿Acaso no es esta otra evidencia más de vuestra ofensa contra el carácter de Dios? Creéis en la existencia del Dios en el cielo, pero negáis la del Dios en la tierra. Sin embargo, Yo no apruebo vuestras opiniones. Elogio solo a aquellos que mantienen los pies sobre la tierra y sirven al Dios en la tierra, pero nunca a aquellos que jamás reconocen al Cristo que está en la tierra. No importa cuán leales sean estas personas al Dios en el cielo; al final, no escaparán de Mi mano que castiga a los malvados. Estos hombres son malvados; son los perversos que se oponen a Dios y que nunca obedecieron a Cristo con alegría. Por supuesto, entre ellos se encuentran todos los que no conocen a Cristo ni mucho menos lo reconocen. ¿Crees que puedes actuar como te parezca hacia Cristo, siempre y cuando seas leal al Dios del cielo? ¡Estás equivocado! Tu ignorancia de Cristo es la ignorancia del Dios del cielo. No importa cuán leal seas al Dios del cielo, esto son meramente palabras vacías y fingimiento, porque el Dios de la tierra no solo es fundamental para que el hombre reciba la verdad y un conocimiento más profundo, sino incluso aún más fundamental para la condenación del hombre y, luego, para echar mano de los hechos para castigar a los malvados. ¿Has comprendido los resultados beneficiosos y dañinos aquí? ¿Los has experimentado? Deseo que algún día, pronto, entendáis esta verdad: para conocer a Dios, no solo debéis conocer al Dios del cielo, sino que, más importante aún, al Dios en la tierra. No confundas tus prioridades ni permitas que lo secundario reemplace lo principal. Es la única manera en que puedes cultivar verdaderamente una buena relación con Dios, acercarte más a Él y llevar tu corazón más cerca de Él. Si hace muchos años que estás en la fe y hace mucho tiempo que te relacionas conmigo, pero permaneces a cierta distancia de Mí, entonces Yo afirmo que debe ser que a menudo ofendes el carácter de Dios y que tu final será difícil de estimar. Si los muchos años de relacionarte conmigo no solo no han podido transformarte en una persona con humanidad y con la verdad, sino que además han arraigado tus costumbres malvadas en tu naturaleza, y no solo tienes el doble de arrogancia que antes, sino que también se han multiplicado tus malentendidos sobre Mí, de manera que has llegado a considerarme tu insignificante secuaz; entonces Yo digo que tu aflicción ya no es superficial, sino que ha calado hasta los huesos. Lo único que te queda es esperar tus arreglos funerarios. Entonces, no debes suplicarme que sea tu Dios, porque has cometido un pecado digno de muerte, un pecado imperdonable. Aun si pudiera tener misericordia de ti, el Dios del cielo insistirá en quitarte la vida, porque tu ofensa contra el carácter de Dios no es un problema ordinario, sino uno de suma gravedad. Cuando llegue el momento, no me culpes por no habértelo informado de antemano. Todo se reduce a lo siguiente: cuando te relacionas con Cristo —el Dios en la tierra— como con un hombre común y corriente; es decir, cuando crees que este Dios no es más que una persona, entonces ahí es cuando perecerás. Esta es Mi única amonestación para todos vosotros.

Extracto de ‘Cómo conocer al Dios en la tierra’ en “La Palabra manifestada en carne”

Los que quieren obtener la vida sin confiar en la verdad de la que Cristo habló son las personas más absurdas de la tierra, y los que no aceptan el camino de la vida que Cristo trajo están perdidos en la fantasía. Y así digo que aquellos que no aceptan al Cristo de los últimos días Dios los detestará para siempre. Cristo es la puerta para que el hombre entre al reino durante los últimos días, y no hay nadie que pueda evitarle. Nadie puede ser perfeccionado por Dios excepto por medio de Cristo. Tú crees en Dios y por tanto debes aceptar Sus palabras y obedecer Su camino. No puedes simplemente pensar en obtener bendiciones sin ser capaz de recibir la verdad o de aceptar la provisión de la vida. Cristo viene en los últimos días para que a todos los que verdaderamente creen en Él les pueda proveer la vida. Su obra es en aras de concluir la era antigua y entrar en la nueva, y Su obra es el camino que deben tomar todos los que entrarán en la nueva era. Si no eres capaz de reconocerlo y en cambio lo condenas, blasfemas y hasta lo persigues, entonces estás destinado a arder por toda la eternidad y nunca entrarás en el reino de Dios. Porque este Cristo es Él mismo la expresión del Espíritu Santo, la expresión de Dios, Aquel a quien Dios le ha confiado hacer Su obra en la tierra. Y por eso digo que si no puedes aceptar todo lo que el Cristo de los últimos días hace, entonces blasfemas contra el Espíritu Santo. La retribución que deben sufrir los que blasfeman contra el Espíritu Santo es obvia para todos. También te digo que si te resistes al Cristo de los últimos días y si reniegas de Él, entonces no habrá nadie que pueda soportar las consecuencias en tu lugar. Además, a partir de este día no tendrás otra oportunidad para obtener la aprobación de Dios; incluso si tratas de redimirte tú mismo, nunca más volverás a contemplar el rostro de Dios. Porque al que tú te resistes no es un hombre, lo que niegas no es algún ser diminuto, sino a Cristo. ¿Sabes cuáles serán las consecuencias de esto? No habrás cometido un pequeño error, sino que habrás cometido un crimen atroz. Y así les aconsejo a todos que no tengan una reacción violenta contra la verdad, o hagan críticas descuidadas, porque solo la verdad te puede dar la vida y nada excepto la verdad te puede permitir volver a nacer y contemplar el rostro de Dios.

Extracto de ‘Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”

Principios de la comunión con Dios

¿Cómo puede mantener la gente una relación con Dios? ¿Y en qué debe ampararse para ello? En suplicar a Dios, en orar a Dios y en comunicarse con Dios en su interior.

(1) Orar a Dios empleando Sus palabras, buscar la verdad, tratar de comprender Su voluntad y ser capaz de recibir el esclarecimiento del Espíritu Santo: esta es la auténtica comunión con Dios.

(2) Al practicar y experimentar las palabras de Dios se ha de aprender a orar leyéndolas en busca de la verdad. Orando de este modo se reciben fácilmente el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo.

(3) Todas las palabras de Dios son la verdad. La oración frecuente a Dios empleando Sus palabras es la única manera de lograr comprender Su voluntad y obtener una senda de práctica.

(4) Al orar a Dios, comprender Su voluntad en las pruebas y la refinación y alcanzar una sincera comunión con Él, es fácil conocerlo y someterse en la relación con Él.

Las palabras relevantes de Dios:

¿Cómo puede mantener la gente una relación con Dios? ¿Y en qué debe ampararse para ello? En suplicar a Dios, en orar a Dios y en comunicarse con Dios en su interior. Con una relación así, la gente vive constantemente ante Dios y está muy tranquila. Algunos se pasan el tiempo realizando acciones externas, ocupados en tareas externas. Tras uno o dos días sin vida espiritual, no notan nada; transcurridos tres o cinco días, o uno o dos meses, siguen sin notar nada; no han orado, suplicado ni tenido comunión espiritual. Suplicas cuando te ocurre algo y le pides a Dios que te ayude, te guíe, te provea, te dé esclarecimiento y te permita entender Su voluntad y saber qué hacer con arreglo a la verdad. El alcance de la oración es más amplio: a veces hablas en tu interior para contarle a Dios tus dificultades o tu negatividad y debilidad; y también oras a Dios cuando eres rebelde, o le hablas de las cosas que te suceden cada día, las tengas claras o no. Esto es orar. El alcance de la oración es, básicamente, hablar y abrirse a Dios. Algunas veces se hace con un horario regular, y otras no; puedes orar cuando y donde quieras. La comunión espiritual no es excesivamente formal. Unas veces la haces porque tienes un problema; otras, no. A veces contiene palabras; otras veces, no. Cuando tienes un problema, lo hablas con Dios y oras; cuando no tienes ningún problema, piensas en cómo Dios ama a la gente, en cómo se preocupa por ella y en cómo la reprende. Puedes tener comunión con Dios en cualquier momento o lugar. Esto es la comunión espiritual. En ocasiones, cuando estás por ahí y recuerdas algo que te molesta, no tienes que arrodillarte ni cerrar los ojos. Solo tienes que decirle a Dios dentro de ti: “Oh, Dios mío, te ruego que me guíes en esto. Soy débil, no puedo con ello”. Tu corazón se conmueve; no dices más que unas sencillas palabras y Dios ya sabe. A veces, es posible que extrañes tu hogar y digas: “¡Oh, Dios mío! Extraño mucho mi hogar…”. No dices a quién extrañas en concreto. Simplemente estás triste y le hablas de ello a Dios. Los problemas solamente pueden solucionarse cuando oras a Dios para decirle lo que sientes. ¿Es posible resolver los problemas hablando con otras personas? Está bien si encuentras a alguien que comprenda la verdad, pero, si no —si te encuentras con alguien negativo y débil—, podrías influirle. Si le hablas a Dios, Él te consolará y conmoverá. Si eres capaz de leer las palabras de Dios tranquilamente ante Él, podrás comprender la verdad y solucionar el problema. En las palabras de Dios hallarás un camino que te permitirá dejar atrás este pequeño obstáculo. No tropezarás con el obstáculo, que no te frenará ni repercutirá en tu cumplimiento del deber. Hay momentos en que, de pronto, te sientes algo triste o inquieto en tu interior. En esas ocasiones, no dudes en orar a Dios. Tal vez no le supliques, no desees que haga nada ni que te dé esclarecimiento; tan solo le hablas y te abres a Él en cualquier momento, estés donde estés. ¿Qué debes sentir en todo momento? “Dios siempre está conmigo, nunca me ha abandonado y puedo sentirlo. Allá donde esté o haga lo que haga —esté descansando, en una reunión o cumpliendo con el deber—, dentro de mí sé que Dios me lleva de la mano, que nunca me ha abandonado”. De vez en cuando, al recordar cómo has pasado cada día de los últimos años, notas que has crecido en estatura, que Dios te ha guiado, que el amor de Dios te ha protegido todo el tiempo. Mientras piensas en estas cosas, oras en tu interior para dar gracias a Dios: “¡Oh, Dios mío! ¡Gracias! Soy muy débil y frágil, hondamente corrupto. Si no me hubieras guiado de este modo, no habría llegado hasta aquí por mí mismo”. ¿Esto no es comunión espiritual? Si la gente es a menudo capaz de tener comunión de esta manera, ¿no tendrá mucho que decirle a Dios? No pasaría muchos días sin decirle algo a Dios. Cuando no tienes nada que decirle a Dios, Él está ausente de tu corazón. Si Dios está en tu corazón y tienes fe en Él, podrás contarle todo lo que sientas, incluidas esas cosas de las que les hablarías a tus confidentes. De hecho, Dios es tu máximo confidente. Si consideras a Dios tu máximo confidente, el familiar en quien más te apoyas, en el que más confías, del que más te fías, al que más te abres, el más cercano, entonces será imposible que no tengas nada que decirle a Dios. Si siempre tienes algo que decirle a Dios, ¿no vivirás constantemente ante Él? Si eres capaz de vivir constantemente ante Dios, en todo momento notarás cómo Él te guía, cómo te cuida y protege, cómo te brinda paz y gozo, cómo te bendice, cómo te da esclarecimiento y cómo te reprende, disciplina, corrige, juzga y castiga; todo esto te resultará obvio y evidente dentro de ti. No te limitarás a ir tirando cada día sin saber nada, solo diciendo que crees en Dios, cumpliendo con el deber y asistiendo a reuniones nada más que por las apariencias, leyendo las palabras de Dios y orando a diario, actuando por simple inercia: sencillamente, no harás este tipo de ceremonia religiosa externa. Por el contrario, en tu interior acudirás a Dios para orarle en todo momento, te comunicarás con Dios a todas horas y serás capaz de someterte a Él y de vivir ante Él.

Extracto de ‘Los que no pueden vivir siempre delante de Dios son no creyentes’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

Las personas pueden llevar a cabo la práctica de la oración y comprender el significado de la oración, pero que la oración sea eficaz no es nada sencillo. La oración no es solo hacer las cosas por inercia, seguir procedimientos o recitar las palabras de Dios. Es decir, orar no es repetir ciertas palabras como un perico y no es imitar a los demás. En la oración, se debe llegar a un estado en que se entregue el corazón a Dios, dejando al descubierto el corazón para ser conmovido por Dios. Si la oración ha de ser efectiva, entonces se debe basar en la lectura de las palabras de Dios. Solo orando desde dentro de las palabras de Dios se puede recibir mayor esclarecimiento e iluminación. Las manifestaciones de una oración verdadera son: tener un corazón que anhela todo lo que Dios pide y además un deseo de cumplir lo que Él exige; detestar lo que Dios odia y sobre esta base ganar cierto entendimiento de ello y tener cierto conocimiento y claridad sobre las verdades que Dios explica. Donde hay determinación, fe, y una senda de práctica después de la oración, solo entonces se puede llamar verdadera oración y solo este tipo de oración puede ser efectivo. Sin embargo, la oración se debe construir sobre el disfrute de las palabras de Dios, debe establecerse sobre la base de la comunión con Dios en Sus palabras, y el corazón debe poder buscar a Dios y estar tranquilo ante Él. Ese tipo de oración ya ha entrado en la etapa de la comunión verdadera con Dios.

Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

Os debéis comunicar más, ser capaces de comer y beber independientemente durante vuestras propias devociones espirituales y ser capaces de captar las verdades clave y ponerlas en práctica de inmediato. Debes percibir la realidad de Mi palabra: Capta su esencia misma y sus principios y no holgazanees. Reflexiona siempre y comunícate conmigo siempre y gradualmente las cosas se revelarán. No te puedes acercar a Dios por un momento y luego, sin esperar que tu corazón se calme ante Dios, ser perturbado cuando te suceda alguna otra cosa. Siempre estás confundido y poco claro acerca de las cosas y eres incapaz de ver Mi rostro, por lo que no puedes entender claramente Mi corazón, e incluso si puedes entenderlo un poco, no estás seguro y todavía dudas. Solo cuando Yo posea tu corazón por completo y tu mente ya no esté perturbada por ninguna cosa mundana, y puedas esperar con una mente pura y tranquila, haré revelaciones a vosotros, una por una, de acuerdo con Mis intenciones. Vosotros debéis comprender esta senda de cercanía conmigo. Quienquiera que te golpee o maldiga, o por muy buenas que puedan ser las cosas que las personas te ofrezcan, eso es inaceptable si evitan que estés cerca de Dios. Permite que tu corazón esté a Mi alcance y nunca te apartes de Mi lado. Con esta clase de cercanía y comunicación, tus padres, marido, hijos, otras relaciones familiares y las ataduras del mundo secular se irán volando. Disfrutarás de una dulzura casi indescifrable en tu corazón, y experimentarás un sabor fragante y delicioso. Además, serás verdaderamente inseparable de Mí. Si continúas de esta manera, entenderéis lo que hay en Mi corazón. Nunca perderéis vuestro camino mientras sigáis progresando, porque Yo soy vuestro camino y todo existe gracias a Mí. Cuán madura es tu vida, cuándo serás capaz de librarte dlo mundano, cuándo serás capaz de desechar tus emociones, cuándo serás capaz de dejar atrás a tu marido e hijos, cuándo madurará tu vida… todas estas cosas sucederán de acuerdo a Mi tiempo. No hay por qué tener ansiedad.

Debes lograr la entrada desde el lado de la positividad. Si esperas pasivamente, entonces sigues siendo negativo. Debes ser proactivo al cooperar conmigo; sé diligente y nunca seas perezoso. Comunícate siempre conmigo y ten una intimidad aun más profunda conmigo. Si no entiendes, no seas impaciente por los resultados rápidos. No es que no te diré; es que quiero ver si confías en Mí cuando estás en Mi presencia y si dependes de Mí con confianza. Siempre debes permanecer cerca de Mí y poner todos los asuntos en Mis manos. No regreses en vano. Después de haber estado cerca de Mí por un período de tiempo sin saberlo, Mis intenciones te serán reveladas. Si las captas, entonces estarás realmente cara a cara conmigo y verdaderamente habrás encontrado Mi rostro. Tendrás mucha claridad y estabilidad en tu interior y tendrás algo en qué confiar. También tendrás poder además de confianza y tendrás una senda hacia adelante. Todo te resultará fácil.

Extracto de ‘Capítulo 9’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

En vuestra vida diaria, cuando experimentáis la obra de Dios y le oráis, lo hacéis con descuido: oráis a Dios mientras trabajáis. ¿Puede llamarse esto dar vuestro corazón a Dios? Estáis pensando en los problemas del hogar o en asuntos de la carne; siempre estáis entre dos aguas. ¿Puede considerarse esto aquietar vuestro corazón en presencia de Dios? Esto se debe a que tu corazón siempre se fija en los asuntos externos, y no puede regresar ante Dios. Si queréis tener vuestro corazón realmente en paz ante Él, entonces debéis hacer la obra de cooperación consciente. Es decir, cada uno de vosotros debe dedicar un tiempo para vuestras devociones, un momento en el que apartáis a todas las personas, asuntos u objetos, calmáis vuestro corazón y guardáis silencio ante Dios. Todo el mundo debería tomar notas devocionales, registrar su conocimiento de la palabra de Dios y cómo se les conmueve el espíritu, independientemente de que sea profundo o superficial, todos deben acallar sus corazones ante Dios de manera consciente. Si puedes dedicar una o dos horas cada día a una vida espiritual verdadera, tu vida durante ese día se sentirá enriquecida y tu corazón será brillante y claro. Si vives esta clase de vida espiritual a diario, entonces tu corazón podrá volver a estar más en posesión de Dios, tu espíritu se volverá cada vez más fuerte, tu condición mejorará constantemente, podrás recorrer mejor la senda por la que guía el Espíritu Santo, y Dios te concederá más bendiciones. El propósito de vuestra vida espiritual es obtener conscientemente la presencia del Espíritu Santo. No consiste en observar reglas o celebrar rituales religiosos, sino en actuar verdaderamente en sintonía con Dios y disciplinar realmente vuestro cuerpo. Esto es lo que el hombre debe hacer; así que debéis hacerlo esforzándoos al máximo. Cuanto mejor sea tu cooperación y cuanto más esfuerzo pongas en ello, más podrá tu corazón volver a Dios y mejor podrás aquietarlo ante Él. Llegado cierto punto, Dios ganará por completo tu corazón. Nadie podrá influir en tu corazón ni capturarlo, y pertenecerás completamente a Dios. Si sigues esta senda, entonces la palabra de Dios se te revelará en todo momento y te esclarecerá en todo lo que no entiendas; todo esto puede lograrse mediante tu cooperación. Por esta razón, Dios siempre dice: “A todos los que actúan en sintonía conmigo, Yo los recompensaré el doble”. Debéis ver esta senda con claridad. Si deseáis seguir la senda correcta, debéis hacer todo lo que podáis para satisfacer a Dios. Debéis hacer todo lo posible por alcanzar una vida espiritual. Al principio, es posible que no logres grandes resultados en tu búsqueda, pero no debes permitirte dar marcha atrás ni regodearte en la negatividad: ¡debes seguir trabajando duro! Cuanto más vivas una vida espiritual, más ocupado estará tu corazón por las palabras de Dios, siempre preocupado por estos asuntos, siempre llevando esta carga. Después de eso, revela tu verdad más íntima a Dios a través de tu vida espiritual; dile lo que estás dispuesto a hacer, lo que estás pensando, tu entendimiento y tu opinión acerca de Su palabra. ¡No escondas nada; ni lo más mínimo! Practica comunicarle las palabras de tu corazón a Dios y revelarle tus verdaderos sentimientos. Si está en tu corazón, entonces dilo a toda costa. Cuanto más hables de esa manera, más sentirás la hermosura de Dios, y tu corazón se aferrará más a Él. Cuando esto ocurra, sentirás que Dios es más querido para ti que cualquier otra persona. Pase lo que pase, nunca te apartarás de Su lado. Si practicas esta clase de devoción espiritual a diario y no lo sacas de tu mente, sino que lo consideras algo de gran importancia en tu vida, la palabra de Dios ocupará tu corazón. Esto es lo que significa ser tocado por el Espíritu Santo. Será como si Dios hubiera poseído siempre tu corazón, como si aquello que amas estuviera siempre en tu corazón. Nadie puede quitarte esto. Cuando esto ocurra, Dios vivirá realmente en tu interior y tendrá un lugar en tu corazón.

Extracto de ‘Una vida espiritual normal guía a las personas por el camino correcto’ en “La Palabra manifestada en carne

Cuando recurres a Dios, es posible que Él no te dé ningún sentimiento ni ninguna idea clara, mucho menos ninguna dirección clara, pero Él te permite entender algo. O tal vez esta vez no has entendido nada pero, ¿está bien entonces recurrir a Dios? ¿Está mal? No, no está mal. El que las personas practiquen de esta manera no se hace para seguir reglas sino más bien son las necesidades de sus corazones y es como el hombre debería practicar. No es que puedas obtener iluminación y guía cada vez que recurres a Dios y apelas a Dios. Los estados espirituales en la vida son normales y naturales y recurrir a Dios es el contacto normal de las personas con Dios en sus corazones.

Algunas veces, esperar en Dios no significa pedirle que haga algo utilizando palabras específicas o solicitarle una guía o protección específica. Más bien, es cuando las personas se encuentran con algún problema que pueden clamar a Él de una manera sincera. Así pues, ¿qué hace Dios cuando las personas claman a Él? Cuando el corazón de alguien se conmueve y esa persona piensa “Oh, Dios. Yo no puedo hacer esto por mí mismo; no sé cómo hacerlo y me siento débil y negativo”, cuando surgen estos pensamientos en ella ¿acaso Dios no lo sabe? Cuando claman a Dios de esta manera, con sinceridad, ¿Dios accede a ayudarles? A pesar del hecho de que tal vez no hayan pronunciado una sola palabra, muestran sinceridad y, así, Dios accede a ayudarles. Cuando alguien se encuentra con una dificultad especialmente espinosa, cuando no tiene a nadie a quien acudir y cuando se siente particularmente indefenso, pone toda su esperanza en Dios. ¿Cómo son sus oraciones? ¿Cuál es su estado mental? ¿Es esa persona sincera? ¿Existe alguna adulteración en ese momento? Es sólo cuando confías en Dios como si Él fuera lo último a lo que puedes aferrarte para salvar tu vida, esperando que Él te ayude, que tu corazón es sincero. Aunque tal vez no hayas dicho mucho, tu corazón ya se ha conmovido. Esto es, que le das tu corazón sincero a Dios y Dios escucha. Cuando Dios escucha, ve tus dificultades, y te esclarecerá, te guiará y te ayudará.

Extracto de ‘Los creyentes primero necesitan comprender las tendencias malvadas del mundo’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

Sin importar lo que hagas, primero debes entender por qué lo estás haciendo, qué intención es la que te dirige a hacer esto, cuál es el significado de que lo hagas, cuál es la naturaleza del asunto, y si lo que estás haciendo es algo positivo o negativo. Debes tener un entendimiento claro de todos estos asuntos; esto es muy necesario para poder actuar con principios. Si estás haciendo algo para cumplir con tu deber, entonces debes ponderar: ¿cómo debo hacer esto? ¿Cómo debo cumplir bien con mi deber para que no solo lo esté haciendo de manera superficial? Debes acercarte a Dios en esta cuestión. Acercarse a Dios significa buscar la verdad en este asunto, buscar el camino de practicar, buscar Su voluntad y buscar cómo satisfacerle. Así es como te acercas a Dios en todo lo que haces. No implica realizar una ceremonia religiosa o una acción externa. Se hace con el propósito de practicar de acuerdo con la verdad después de buscar la voluntad de Dios. Si siempre dices “gracias a Dios” cuando no has hecho nada, pero entonces, cuando estás haciendo algo, continúas haciéndolo de la manera que quieres, este tipo de agradecimiento es solo una acción externa. Al cumplir con tu deber o trabajar en algo, siempre debes pensar: ¿cómo debo cumplir con este deber? ¿Cuál es la voluntad de Dios? Te corresponde a ti acercarte a Dios a través de lo que haces, y, al hacerlo, buscar los principios y la verdad detrás de tus acciones, así como la voluntad de Dios, y no apartarte de Dios en nada de lo que hagas. Solo este tipo de persona realmente cree en Dios. Hoy en día, cuando las personas se topan con las cosas, independientemente de cuál sea la situación real, piensan que pueden hacer esto y lo otro, y entonces no tienen a Dios en su corazón, y lo hacen según su propia voluntad. Sin importar que el curso de sus acciones sea adecuado o no, o si está de acuerdo con la verdad o no, solo endurecen la cerviz y actúan de acuerdo con sus intenciones personales. Por lo general, puede parecer que Dios está en sus corazones, pero cuando hacen cosas, Dios no está en sus corazones. Algunas personas dicen: “No puedo acercarme más a Dios en las cosas que hago. En el pasado, yo estaba acostumbrado a realizar ceremonias religiosas e intentaba acercarme a Dios, pero sin éxito. No podía acercarme a Él”. Este tipo de personas no tiene a Dios en su corazón, solo se tienen a sí mismas en su corazón y, sencillamente, no pueden poner la verdad en práctica en las cosas que hacen. No actuar según la verdad significa hacerlas de acuerdo con su propia voluntad, y hacer las cosas basándose en su propia voluntad implica abandonar a Dios; es decir, que no tienen a Dios en su corazón. Las ideas humanas generalmente se ven bien y adecuadas para las personas, y parecen que no violarían mucho la verdad. Las personas consideran que hacer las cosas de tal manera sería poner en práctica la verdad, consideran que hacer las cosas de esa manera sería someterse a Dios. En realidad, ellos no están buscando a Dios ni orando a Él acerca de esto verdaderamente, y no se están esforzando por hacerlo bien, de acuerdo con los requisitos de Dios para satisfacer Su voluntad. No poseen este verdadero estado ni tienen ese deseo. Esta es la mayor equivocación que las personas cometen en su práctica. Crees en Dios, pero no tienes a Dios en tu corazón. ¿Cómo es que esto no es un pecado? ¿No tú mismo te estás engañando? ¿Qué tipo de efectos puedes cosechar si sigues creyendo de esa manera? Además, ¿cómo se puede manifestar la relevancia de la creencia?

Extracto de ‘Buscar la voluntad de Dios es en aras de practicar la verdad’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

Fragmentos de sermones y comunicaciones para referencia:

La verdadera comunión con Dios implica varias prácticas distintas: una persona debe comunicar y orar acerca de conocer la propia esencia corrupta por medio de las palabras de Dios; debe comunicar y orar acerca de resolver la propia corrupción y satisfacer a Dios en el propio deber; debe comunicar y orar acerca de ser capaz de distinguir la esencia-naturaleza del gran dragón rojo y del demonio Satanás y sus venenos; debe comunicar y orar acerca de ser capaz de aceptar el escrutinio de Dios y satisfacerlo en todos los asuntos relacionados con la verdad; debe comunicar y orar acerca de buscar la verdad y comprender la voluntad de Dios en todas las cosas; debe comunicar y orar acerca de buscar entrar en las palabras de Dios y vivir la realidad de Sus palabras en las experiencias de vida; debe comunicar y orar acerca de tener un verdadero entendimiento de lo que Dios tiene y es; debe comunicar y orar acerca de enfocarse en abandonar la carne y practicar las palabras de Dios para alcanzar la salvación y ser perfeccionado, y debe participar en la oración verdadera para buscar la voluntad de Dios, vivir Sus palabras y mantenerse firme en el testimonio a lo largo de todo tipo de pruebas. Si alguien ha entrado en todos estos aspectos de la oración, entonces es alguien que tiene verdadera comunión con Dios; sin embargo, si alguien no ha entrado en ninguno de estos aspectos de la oración, entonces esto prueba que carece de oración verdadera y no ha entrado en el camino correcto de estar en comunión con Dios. Solo entrando en la oración a través de la cual una persona tiene comunión verdadera con Dios se puede obtener la obra del Espíritu Santo y, finalmente, conocer a Dios y ser perfeccionado. Si alguien es incapaz de tener una comunión verdadera con Dios por medio de la oración, entonces puede decirse que tal persona vive fuera de la palabra de Dios. Cuando alguien vive fuera de esa palabra, entonces, sin importar cuánto ore o durante cuántos años lo haga, nada de esto vale la pena y la persona finalmente será incapaz de alcanzar la salvación de Dios; esto es algo acerca de lo cual debemos tener claridad. Por lo tanto, si ahora queremos buscar la verdad y lograr la salvación de Dios, entonces debemos entrar en el camino correcto de la oración y alcanzar la verdadera comunión con Dios. El principio más importante en lo que se refiere a tener una comunión verdadera con Dios es tener una verdadera comunicación con Dios a través de Sus palabras. Todas las palabras que utilizamos en nuestras oraciones a Dios se basan en que comamos y bebamos de Sus palabras, y debemos llevar ante Dios todo lo que debemos buscar y acerca de lo que debemos orar en las palabras de Dios, pues de esta manera entraremos en el camino correcto en nuestras oraciones. Existen cuatro prácticas primordiales que debemos perfeccionar para entrar en el camino correcto de tener comunión con Dios: en primer lugar —y lo más importante— debemos leer las palabras de Dios con un corazón devoto; en segundo, debemos hablar acerca de la verdad con un corazón devoto; en tercero, debemos llevar a cabo nuestros deberes con un corazón devoto y, en cuarto, debemos vivir ante Dios con un corazón devoto. Vivir ante Dios con un corazón devoto significa poder comunicarnos siempre con Dios en nuestro corazón, orar a Dios en nuestro corazón cada día sin importar lo que estemos haciendo y aceptar Su escrutinio con un corazón devoto, reflexionar sobre nuestras propias acciones y conducta con un corazón devoto y comunicarnos con Dios con ese mismo corazón; hacer esto asegurará que vivamos ante Dios. Estas son las cuatro prácticas que aquellos que comulgan con Dios deben llevar a cabo. Si estas cuatro prácticas dan fruto y la persona entra en el camino correcto, entonces sus oraciones entrarán en el camino correcto y esa persona tendrá entonces una verdadera comunión con Dios.

Extracto de “Sermones y enseñanzas sobre la entrada a la vida”

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En los momentos difíciles, la palabra de Dios me alentó

la palabra de Dios: “Deberías saber que todas las cosas del entorno que te rodea están ahí porque Yo lo permito, Yo lo dispongo todo. Ve con claridad y satisface Mi corazón en el entorno que te he dado. No temas, el Todopoderoso Dios de los ejércitos seguramente estará contigo; Él guarda vuestras espaldas y es vuestro escudo”

Por Chen Hui, provincia de Jiangsu

Crecí en una familia normal en China. Mi padre era militar y, como me había moldeado e influido desde temprana edad, llegué a creer que la vocación y el deber de un soldado eran servir a la patria, obedecer órdenes y actuar desinteresadamente en nombre del Partido Comunista y el pueblo. Yo también decidí hacerme soldado y seguir los pasos de mi padre. Sin embargo, conforme pasó el tiempo y ocurrieron ciertos acontecimientos, el curso de mi vida y la orientación de mis objetivos variaron paulatinamente. En 1983 conocí el evangelio del Señor Jesús. La guía especial del Espíritu Santo hizo que alguien como yo, intoxicada por el ateísmo y la ideología comunista china desde temprana edad, se sintiera hondamente conmovida por el amor del Señor Jesús. Tras conocer el evangelio, emprendí una vida de fe en Dios: empecé a ir a la iglesia, a orar y a cantar himnos de alabanza al Señor. Esta nueva vida me aportó gran serenidad y paz. En 1999 acepté el evangelio de los últimos días del Señor Jesús retornado, Dios Todopoderoso. Por medio de la lectura incesante de la palabra de Dios y de las reuniones y la comunicación con mis hermanos y hermanas, llegué a comprender muchas verdades y conocí la urgente intención de Dios de salvar a la humanidad. Sentí que Dios nos había concedido a cada uno de nosotros una vocación y una responsabilidad enormes, por lo que me dediqué con entusiasmo a trabajar en la difusión del evangelio. Al presenciar personalmente cómo muchos se presentaban ante Dios y recibían Sus bendiciones y Su salvación, mi fe se fortaleció aún más.

Sin embargo, la cruel persecución del Gobierno del PCCh destrozó mi vida serena y feliz. En agosto de 2002 viajé al noroeste con mi esposo para difundir el evangelio a algunos de nuestros colaboradores en Cristo. Una noche, mientras estaba reunida con un hermano y una hermana que acababan de aceptar la obra de Dios en los últimos días, de repente oí un fuerte estruendo y vi que derribaban la puerta violentamente y seis o siete policías de aspecto diabólico entraban a toda prisa porra en mano. Uno de los policías me señaló y dijo con un siniestro gruñido: “¡Espósenla!”. Dos policías nos ordenaron quedarnos quietos junto a la pared mientras ellos se ponían a hurgar en las cajas y los cajones de la casa como un grupo de ladrones al asalto. Registraron minuciosamente todo lo que sospechaban que podía servir para esconder cosas y en poco tiempo habían puesto toda la casa patas arriba. Al final, uno de los policías encontró un folleto del evangelio y un libro de la palabra de Dios en el bolso de mi hermana y me lanzó una mirada feroz, gritando: “Maldita sea, ¿quieres que te matemos? Has venido aquí a difundir tu evangelio. ¿De dónde ha salido esto?”. Como no le respondí, vociferó: “¿No vas a hablar, eh? Nosotros te abriremos la boca. ¡En marcha! ¡Ya hablarás cuando lleguemos adonde te llevamos!”. En eso que me sacó a rastras de la casa y me metió en el coche de policía. En aquel momento me di cuenta de que no solo habían enviado a seis o siete policías, sino que la carretera estaba flanqueada a ambos lados por muchos policías especiales armados. Cuando vi cuántos efectivos habían desplegado para detenernos, me asusté mucho y, sin pensarlo, me puse a orar a Dios para pedirle guía y protección. Al poco rato recordé nítidamente un pasaje de la palabra de Dios: “Deberías saber que todas las cosas del entorno que te rodea están ahí porque Yo lo permito, Yo lo dispongo todo. Ve con claridad y satisface Mi corazón en el entorno que te he dado. No temas, el Todopoderoso Dios de los ejércitos seguramente estará contigo; Él guarda vuestras espaldas y es vuestro escudo” (‘Capítulo 26’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”). “¡Así es!”, pensé. “Dios es mi sostén; en cualquier situación en que me encuentre, Dios, Soberano y Creador de todas las cosas, siempre está a mi lado. Mientras mi corazón permanezca sosegado ante Dios, Él me guiará para superar cualquier situación que pueda afrontar, pues Dios es fiel y es Él quien gobierna y orquesta todas las cosas”. Pensando en estas cosas recuperé la serenidad.

A eso de las diez de la noche me llevaron a la Brigada de Policía Criminal. Me sacaron una foto y luego me llevaron a una sala de interrogatorios. Para mi sorpresa, ahí ya había cuatro o cinco matones con pinta de brutos, que me miraron fijamente cuando llegué. Nada más entrar en la sala, me rodearon como una manada de lobos hambrientos que parecieran estar persiguiendo a su presa. Estaba sumamente nerviosa y oré desesperadamente a Dios. Al principio, estos matones de la policía no me pusieron la mano encima; solamente me mandaron quedarme de pie tres o cuatro horas. Estuve de pie tanto tiempo que las piernas y los pies comenzaron a dolerme y a entumecerse y sentí un profundo cansancio en todo el cuerpo. Sobre la una o las dos de la mañana, el jefe de la Brigada de Policía Criminal vino a interrogarme. No podía evitar temblar de los nervios. Me miró fijamente y comenzó a interrogarme, diciendo: “¡Habla! ¿De dónde eres? ¿Quién es tu contacto aquí? ¿Quién es tu superior? ¿Dónde se han estado reuniendo? ¿Cuánta gente trabaja a tus órdenes?”. Como yo no hablaba, estalló de furia, agarrándome del pelo y lanzándome puñetazos y patadas. Una vez que me había dejado exhausta, siguió dándome patadas aún más fuertes. Enseguida me empezaron a zumbar los oídos, con lo que no oía nada, y parecía que me iba a estallar la cabeza del dolor punzante. No podía evitar gritar de dolor. Tras algunos momentos más de forcejeo, yacía en el suelo sin poder moverme. El jefe me agarró de nuevo del pelo y me arrastró hasta ponerme de pie, momento en que cuatro o cinco de esos brutos matones se arremolinaron a mi alrededor y se pusieron a darme patadas y puñetazos; caí al suelo cubriéndome la cabeza con las manos, rodando y agitándome violentamente de dolor. Esos matones de la policía no se reprimían: cada patada y cada puñetazo tenían una fuerza letal. Mientras me golpeaban, gritaban: “¿Vas a hablar o no? ¡Atrévete a no hablar! ¡Habla o te matamos!”. Cuando el jefe vio que seguía sin confesar, me dio con saña una patada en el tobillo. Cada patada era como si me hubieran metido un clavo en los huesos, insoportablemente dolorosa. Después siguieron dándome patadas hasta que sentí que me habían machacado todos los huesos del cuerpo, y los violentos espasmos que me destrozaban por dentro me causaban tanto dolor que apenas podía respirar. Estaba en el suelo, jadeando y llorando de pura agonía. Para mis adentros invoqué a Dios, diciendo: “¡Dios mío! No puedo seguir. Por favor, protégeme, pues temo no sobrevivir a esta noche. Querido Dios, dame fuerza…”. No sé cuánto tiempo duró la tortura. Estaba muy mareada y tenía un dolor tan insoportable que parecía que me hubieran desmembrado. El dolor era tan intenso que, de hecho, me entumeció todo el cuerpo. Uno de los matones de la policía dijo: “Parece que aún no has tenido suficiente. ¡Oh, claro que confesarás!”. Mientras hablaba, agarró lo que parecía un martillo eléctrico y me dio con él en la frente. Sentí cada golpe hasta el tuétano y, cada vez que me golpeaba, se me entumecía todo el cuerpo y luego me quedaba inerte sin parar de temblar. Cuando el matón de la policía vio lo mucho que estaba sufriendo, pareció contento con su trabajo y se puso a reír en voz alta. En pleno sufrimiento, un pasaje de la palabra de Dios surgió en mi interior y me dio guía y esclarecimiento: “Debes sufrir adversidades por la verdad, debes entregarte a la verdad, debes soportar humillación por la verdad y, para obtener más de la verdad, debes padecer más sufrimiento. Esto es lo que debes hacer” (‘Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio’ en “La Palabra manifestada en carne”). La palabra de Dios me aportó una fuerza increíble y repetí mentalmente el pasaje una y otra vez. Pensé: “No puedo sucumbir a Satanás y decepcionar a Dios. Con tal de recibir la verdad, prometo soportar cualquier sufrimiento y, aunque me suponga la muerte, valdrá la pena y no habré vivido en vano”. Esa banda de demonios me interrogó toda la noche hasta la mañana siguiente, pero teniendo la palabra de Dios para animarme, ¡pude resistir su tortura! Al final habían agotado todas las estrategias que se les habían ocurrido e, impotentes, dijeron: “Pareces un ama de casa común y corriente sin ningún talento en particular, así que ¿cómo es que tu Dios te dio una fuerza tan tremenda?”. Sabía que no era yo ante quien esos matones de la policía estaban ablandándose, sino que se estaban rindiendo a la autoridad y el poder de Dios. Personalmente fui testigo de que la palabra de Dios es la verdad, de que puede infundir en la gente una fuerza inmensa y de que, practicando de acuerdo con ella, se puede vencer el temor a la muerte y doblegar a Satanás. A consecuencia de todo esto, mi fe en Dios se fortaleció más todavía.

Sobre las siete de la mañana del segundo día, el jefe vino a interrogarme de nuevo. Cuando vio que todavía no estaba dispuesta a hablar, trató de engañarme con otro truco astuto. Un policía de civil medio calvo entró, me ayudó a levantarme y me acompañó a un sofá. Me estiró la ropa, me dio una palmadita en el hombro y, fingiendo preocupación, dijo con una sonrisa alegre: “Mírate, no tiene sentido sufrir así. Tan solo habla con nosotros y luego podrás irte a casa. ¿Por qué quedarse aquí y soportar todo este tormento? Tus hijos te esperan en casa. ¿Sabes cuánto me duele verte sufrir así?”. Escuchando todas sus mentiras y mirando aquella odiosa cara de sinvergüenza, rechiné los dientes con ira y pensé: “Eres un demonio que suelta todo tipo de mentiras para engañarme. No pienses ni por un minuto que voy a traicionar a Dios. ¡Ni sueñes con que diga una sola palabra sobre la iglesia!”. En vista de que me mantenía firme, el policía me miró fijamente con lascivia y comenzó a manosearme. Automáticamente me alejé de él, pero aquel granuja me sujetó con una mano para que no pudiera moverme y luego me agarró el pecho con la otra. Grité de dolor y sentí un inmenso odio por ese hombre; estaba tan enfadada que me temblaba todo el cuerpo y se me caían las lágrimas. Le lancé una mirada furiosa y, al verla, me soltó. Supe que Dios se había apiadado de mí en mi estado de debilidad y había hecho que aquel monstruo se echara atrás. Gracias a esta experiencia personal presencié verdaderamente la naturaleza malvada, reaccionaria y cruel del Gobierno del PCCh. Vi cómo la “Policía Popular”al servicio del PCCh no era en realidad sino unos sinvergüenzas matones de mala muerte, despreciables ¡y sin conciencia alguna!

Como no había tomado ni gota de agua en 24 horas, mi cuerpo estaba peligrosamente extenuado y agotado y no estaba muy segura de poder seguir adelante. De pronto me atacó un sentimiento de profunda desdicha y desesperanza. En ese momento me acordé de un himno de la iglesia: “Con fuerte voluntad me levanto ante el rugido del mal. En el duro camino, mi corazón se hace fuerte y firme. He visto aparecer la luz verdadera y la seguiré. La humanidad es tan cruel, no hay espacio para Dios. Abandono a Satanás, dispuesto a seguir al verdadero Dios. En la tierra del demonio, el camino de Dios requiere fortaleza. Satanás me persigue, no hay lugar al que llamar hogar. La fe y alabanza son la ley del cielo y el principio de la tierra. Satanás me oprime, estoy más seguro de Cristo. Sus engaños son violentos y despreciables. Nunca me rendiré ante Satanás ni viviré sin valor. Padeceré todo el dolor y sobreviviré a la oscura noche. Daré testimonio en la victoria total, consolaré al corazón de Dios y me ganaré Su alabanza. La justicia emerge en la noche antes del amanecer. En la agonía de la muerte, el demonio viene a servir a Dios. Dios ha obtenido Su gloria, ha creado vencedores. Y yo alabo Su sabiduría y justicia. Más aún, considerando la voluntad de Dios, serviré en Su casa de todas las formas que pueda. Con mi corazón que ama a Dios, emitiré luz y calor, fiel hasta el final, dando testimonio para glorificar a Dios. No importa cuánto me refine Dios, daré testimonio y lo complaceré, y lo complaceré” (‘Alzarse en la oscuridad y la opresión’ en “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”). Este himno armonioso y contundente fue una gran motivación para mí: esos demonios perseguían así a los creyentes en Dios porque odian a Dios. Su cobarde y malvado objetivo es impedir que creamos en Dios y lo sigamos y, por tanto, alterar y destruir la obra de Dios y echar a perder la oportunidad de la humanidad para salvarse. En ese momento clave de esta batalla espiritual, no podía rendirme y permitirme ser el hazmerreír de Satanás. Cuanto más me atormentaba Satanás, con mayor nitidez veía su rostro demoníaco y más quería rechazarlo y estar del lado de Dios. Creo que Dios vencerá y que Satanás está condenado a caer derrotado. No podía ceder y deseaba ampararme en Dios y dar un testimonio fuerte y rotundo de Él.

Cuando la policía se dio cuenta de que no me sacaría ninguna información valiosa, dejó de interrogarme y aquella tarde me trasladó a un centro de detención. A esas alturas me habían golpeado hasta dejarme irreconocible: tenía la cara hinchada, no podía abrir los ojos y tenía los labios llagados. Los del centro de detención me echaron un vistazo y, al comprobar que casi me habían matado a golpes, no quisieron ninguna responsabilidad por lo que había pasado y se negaron a admitirme. Sin embargo, tras algunas negociaciones, finalmente me dejaron entrar a eso de las siete de la tarde y me escoltaron a una celda.

Aquella noche comí por primera vez desde mi detención: un bollo baozi duro, quemado y áspero que costaba masticar y tragar, y un cuenco de sopa con verduras marchitas, gusanos muertos flotando dentro y una capa de suciedad en el fondo del cuenco. Nada de eso me impidió devorar aquella comida lo más rápido que pude. Como era creyente, en los días posteriores el funcionario de prisiones incitó muchas veces a las otras reclusas a convertir mi vida en un infierno. En una ocasión, la cabecilla de las presas de la celda ordenó a sus subordinadas que me agarraran del pelo y me golpearan la cabeza contra la pared. Me golpearon la cabeza con tal fuerza que me mareé y no veía bien. Además, por la noche no me dejaron dormir en la cama, por lo que tuve que dormir en el frío suelo de hormigón junto al inodoro. Por si fuera poco, me hicieron recitar las normas del centro de detención y, si las recitaba mal o se me olvidaban, me azotaban con un cinturón de cuero. Enfrentada a esta tortura y humillación inhumanas y casi constantes, me debilité y pensé que sería mejor morir que sufrir como un animal enjaulado día tras día. En muchas ocasiones, justo cuando estaba a punto de golpearme la cabeza contra una pared para acabar con todo, la voz de Dios surgía dentro de mí y me guiaba, diciendo: “Por lo tanto, durante estos últimos días debéis dar testimonio de Dios. No importa qué tan grande sea vuestro sufrimiento, debéis seguir hasta el final, e incluso hasta vuestro último suspiro, debéis seguir siendo fieles a Dios y debéis seguir estando a merced de Dios; sólo esto es amar verdaderamente a Dios, y sólo esto es el testimonio fuerte y rotundo” (‘Sólo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer el encanto de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). Las palabras de Dios me animaban y conmovían mi corazón. Al meditarlas se me saltaban las lágrimas de los ojos. Recordaba cómo, al ser vilmente golpeada por los matones de la policía, el amor de Dios había cuidado de mí todo el tiempo, Él me había guiado con Sus palabras, me había dado fe y fuerza y me había permitido sobrevivir tozudamente a aquella horrible tortura. Tras los abusos y el acoso de la cabecilla de las presas de la celda y las torturas de las otras reclusas, hasta el punto de que estuve al borde de un ataque de nervios y pensé en acabar con mi vida, las palabras de Dios de nuevo me dieron la fe y el valor para volver a levantarme. Si Dios no hubiera estado a mi lado velando por mí, aquellas viles arpías me habrían hostigado hasta la muerte mucho tiempo atrás. En vista del amor y la misericordia sublimes de Dios, ya no podía resistir pasivamente y apenar Su corazón. Tenía que mantenerme firme con Dios y devolverle Su amor con lealtad. Una vez que puse remedio a mi estado de ánimo, comencé a observar las maravillosas obras de Dios: cuando la cabecilla de las presas me fastidió sin dejarme dormir en la cama, Dios hizo que otra reclusa se levantara a protestar por mí y las dos se pusieron a discutir. Al final cedió la cabecilla de las presas, gracias a Dios. De no haber sido por la misericordia de Dios, dormir mucho tiempo en el húmedo y frío suelo de cemento me habría matado o dejado paralítica, dada mi constitución débil. Así logré sobrevivir dos agotadores meses en el centro de detención. Durante ese tiempo, los matones de la policía me interrogaron dos veces más con la misma estrategia de poli bueno y poli malo. Sin embargo, con la protección de Dios descubrí la astuta trama de Satanás y frustré su perverso plan. En definitiva, sencillamente se quedaron sin estrategias y, tras todos sus interrogatorios fallidos, acabaron condenándome a tres años de cárcel y me enviaron a la Segunda Cárcel de Mujeres a cumplir sentencia.

Desde el primer día que llegué a la cárcel me forzaron a realizar un trabajo físico agotador. Tenía que trabajar más de diez horas al día y tejer un suéter, hacer treinta o cuarenta prendas de vestir o empaquetar diez mil pares de palillos todos los días. Si no era capaz de realizar estas tareas, me prorrogarían la pena de prisión. Como si el trabajo físico extremo no fuera lo suficientemente agotador, por la noche nos obligaban a participar en una especie de lavado de cerebro político destinado a quebrantarnos el espíritu, en el que nos hacían estudiar las normas de la cárcel, la ley, el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong. Cada vez que escuchaba a los funcionarios de prisiones exponer sus disparates ateos, sentía repugnancia y puro odio por sus despreciables y desvergonzados métodos. Durante todo el tiempo que estuve en la cárcel, no tuve ni una sola noche de sueño profundo; a menudo, en mitad de la noche, nos sobresaltaban en pleno sueño los silbatos de los guardias de la cárcel. Nos hacían levantarnos y estar en el pasillo sin motivo aparente o nos asignaban tareas como cargar patatas, maíz y alimentos. Cada saco pesaba más de 50 kilos. En las noches de invierno teníamos que lidiar con el rugido del viento aterrador. Nos arrastrábamos y cojeábamos todo el camino, primero un pie y luego otro, y a veces incluso nos desplomábamos bajo el peso de la carga. Extenuada, solía regresar a rastras a la celda a las dos o las tres de la mañana, exhausta y con los ojos llorosos. En noches así, una mezcla de fatiga, frío y rabia me impedía volver a quedarme dormida. Cada vez que pensaba que todavía tenía que soportar tres largos años de cárcel, caía aún más en la desesperación y todo mi cuerpo se paralizaba de agotamiento. Dios era muy consciente de mi sufrimiento y, en mis momentos más bajos, me guio para que recordara este pasaje de Sus palabras: “No te desanimes ni seas débil; Yo te haré revelaciones. El camino al reino no es tan fácil. ¡Nada es tan simple! Quieres que las bendiciones lleguen fácilmente, ¿verdad? Hoy todos tendréis que enfrentar pruebas amargas; de otro modo, el corazón amoroso que tenéis por Mí no se hará más fuerte ni sentiréis verdadero amor hacia Mí” (‘Capítulo 41’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”). Las palabras de Dios fueron de gran consuelo para mi corazón agraviado y sufrido y me permitieron entender Su voluntad. La situación en la que me encontraba entonces era una auténtica prueba. Dios quería ver si permanecería leal a Él en medio de tanto sufrimiento y si lo amaba de verdad. Aunque tres años en la cárcel era mucho tiempo, con la palabra de Dios para guiarme y Su amor para apoyarme, sabía que no estaba sola. Me ampararía en Dios para soportar todo el dolor y el sufrimiento y vencer a Satanás. No podía permitirme volverme cobarde; debía tener la determinación y la valentía de buscar la verdad, defender la rectitud y aspirar a ser una persona con verdad y humanidad.

La oscuridad y maldad del Gobierno del PCCh se evidenciaban en cada aspecto de esta cárcel que tutelaba, pero el amor de Dios siempre estaba conmigo. Una vez, un guardia de la cárcel me mandó cargar un saco de palillos hasta la quinta planta. Como las escaleras estaban cubiertas de hielo, tenía que caminar muy despacio por el peso del saco. No obstante, el guardia seguía diciéndome que me diera prisa y, temiendo una grave paliza si no realizaba la tarea, me puse nerviosa y me resbalé por precipitarme, así que me caí por las escaleras y me partí el talón. Yacía en el suelo sin poder mover la pierna y con un sudor frío por el dolor agudo de la fractura. Sin embargo, el guardia no mostró el menor interés. Me dijo que fingía y me mandó que me levantara y siguiera trabajando, pero era físicamente incapaz de estar de pie. Una hermana de la iglesia que cumplía condena en esa misma cárcel vio lo que había pasado e inmediatamente me llevó a la enfermería. Allí, el médico que me atendió se limitó a vendarme el pie y a darme unas pocas pastillas de algún medicamento barato y me mandó por donde había venido. Temiéndose que yo no pudiera cumplir con el trabajo asignado, el guardia de la cárcel se negó a autorizarme un tratamiento, por lo que tuve que continuar trabajando con el pie roto. En todo trabajo que hiciéramos me ayudaba esta hermana. Puesto que el amor de Dios había unido nuestros corazones, cada vez que tenía oportunidad, la hermana me hablaba de la palabra de Dios para animarme. Ese fue un inmenso consuelo para mí en mis momentos más bajos y difíciles. En aquella época, no sé cuántas veces estuve tan dolorida y débil que apenas podía levantarme y tener energía para respirar, y muchas veces me escondía bajo la colcha orando a Dios con lágrimas en los ojos, pero estos dos himnos siempre me daban aliento y alivio: “Dios predestinó desde el inicio del tiempo que pudieras aceptar el juicio, el castigo, los golpes y el refinamiento de las palabras de Dios y, además, que pudieras aceptar las comisiones de Dios y por eso no te debes afligir demasiado cuando seas castigado. Nadie os puede quitar la obra que se ha hecho en vosotros y las bendiciones que se os han otorgado y nadie os puede quitar todo lo que se os ha dado. La gente de la religión no admite comparación con vosotros. No poseéis una gran experiencia de la Biblia, ni estáis equipados con teoría religiosa, pero como Dios ha obrado dentro de vosotros, habéis ganado más que cualquiera a lo largo de las eras y, por lo tanto, esta es vuestra mayor bendición” (‘No puedes defraudar la voluntad de Dios’ en “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”). “El camino al cielo tiene subidas y bajadas. Yo lloro, torturado, entre la vida y la muerte. Sin la protección de Dios, nadie habría sobrevivido. Nos hizo nacer en los últimos días; qué suerte es seguir a Cristo. Dios se empequeñeció para ser un hombre, tan humillado. ¿Cómo puedo ser un hombre si no amo a Dios? […] Amo a Dios y no me arrepentiré de seguirlo y testificar de Él. Aunque soy negativo y débil, aun llorando amo a Dios. Sufro y le doy mi amor, nunca lo aflijo. Las pruebas me templan como el oro en el fuego. Se templó mi corazón como el oro; debo dárselo. Aunque el camino al cielo es duro y está lleno de lágrimas, yo amaré a Dios por siempre sin arrepentimiento” (‘Canto al amor a Dios sin arrepentimiento’ en “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”). Las palabras y el amor de Dios me salvaron de las profundidades de la desesperanza y una y otra vez me dieron el valor para seguir viviendo. En ese frío y oscuro infierno en la tierra experimenté la calidez y la protección del amor de Dios y decidí continuar viviendo para poder devolverle Su amor. Por mucho que sufriera, tenía que seguir adelante; aunque sólo me quedara un suspiro, tenía que permanecer leal a Dios. Durante mis tres años de cárcel me conmovía en lo más hondo que mi hermana me diera algunas páginas manuscritas de la palabra de Dios. Poder leer la palabra de Dios en una prisión de máxima seguridad dirigida por demonios era, en verdad, una evidencia del amor y la misericordia inmensos que Dios me demostraba. Estas palabras de Dios fueron las que me animaron y guiaron para que pudiera sobrellevar aquella época de lo más penosa.

En septiembre de 2005 concluyó mi condena y por fin pude dejar atrás los oscuros días de prisión. Al salir de la cárcel, respiré hondo y le di gracias a Dios desde el fondo de mi corazón por Su amor y protección, que me habían permitido sobrevivir a la condena. Por haber vivido personalmente la detención y persecución del Gobierno del PCCh, ahora sé lo que es justo y lo que es malévolo, lo que es bueno y lo que es malo, lo que es positivo y lo que es negativo. Sé qué debo abandonar lo todo para buscar y qué debo rechazar con odio y maldiciones. Con esta experiencia llegué a saber de verdad que la palabra de Dios es la vida de Dios y que está investida de poderes sobrenaturales que pueden ser la motivación de la vida del hombre. Siempre que el hombre viva según la palabra de Dios, será capaz de derrotar a todas las fuerzas de Satanás y prevalecer hasta en las circunstancias más adversas. Tal como dice Dios Todopoderoso: “Mis palabras son la verdad que jamás cambia. Soy el suministro de vida para el hombre y la única guía para la humanidad” (‘Deberíais considerar vuestros hechos’ en “La Palabra manifestada en carne”). De ahora en adelante, ante cualquier obstáculo o dificultad, estoy dispuesta a hacer todo lo posible por buscar la verdad, vivir sinceramente según la palabra de Dios ¡y hacerlo con sentido!

No tengan miedo, solo han de mirar y confiar en Dios

Dios Todopoderoso dice: “Es muy simple ahora: mírame con tu corazón y tu espíritu se fortalecerá inmediatamente, tendrás una senda que seguir y Yo guiaré todos tus pasos. Mi palabra te será revelada en todo momento y lugar.

No tengan miedo, solo han de mirar y confiar en Dios

Aunque muchas veces las disposiciones de Dios no se encajan con nuestras nociones, todas son necesidades de nuestras vidas. Por ejemplo, cuando carezcamos de fuerza, Dios dispondrá adversidades para nosotros haciéndonos ser más fuertes en el proceso de superar dificultades; Cuando carezcamos de coraje, Dios permitirá que sufrimientos vengan sobre nosotros, haciéndonos ser valientes después de experimentarlos… Las disposiciones de Dios son las mejores.

Dios tiene el dominio sobre todas las cosas, y todo lo que nos sucede también está en Sus manos. Así que no teman a dificultades, son bendiciones especiales de Dios, ¡sólo han de mirarlo y confiarlo para crecer en penalidades!

Dios Todopoderoso dice: “Es muy simple ahora: mírame con tu corazón y tu espíritu se fortalecerá inmediatamente, tendrás una senda que seguir y Yo guiaré todos tus pasos. Mi palabra te será revelada en todo momento y lugar. No importa dónde o cuándo, o cuán adverso sea el entorno, Yo te mostraré claramente y Mi corazón te será revelado si me miras con tu corazón; de esta forma correrás el camino que tienes por delante, y nunca te perderás”.

“Debes ser proactivo en cooperar conmigo; sé diligente y nunca perezoso. Siempre está en comunión conmigo y ten una intimidad más profunda conmigo. Si no entiendes, no seas impaciente por los resultados rápidos. No es que no te diré; quiero ver si confías en Mí cuando estás en Mi presencia y si dependes de Mí con confianza. Siempre debes permanecer cerca de Mí y poner todos los asuntos en Mis manos. No regreses en vano. Después de estar cerca de Mí por un período de tiempo sin saberlo, Mis intenciones te serán reveladas. Si las captas, entonces estarás realmente cara a cara conmigo y verdaderamente habrás encontrado Mi rostro. Estarás bastante claro y estable en tu interior y tendrás algo en qué confiar, y también tendrás poder además de confianza. También tendrás una senda adelante y todo te resultará fácil”.

De “La Palabra manifestada en carne”

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Sólo conociendo a Dios podrán tener verdadera obediencia y temor hacia Él

Dios Todopoderoso dice: “Creer en Dios es el primer paso para conocerle. El proceso de avanzar desde la creencia inicial en Dios hasta llegar a una más profunda es el proceso de conocerle y de experimentar Su obra.

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Sólo conociendo a Dios podrán tener verdadera obediencia y temor hacia Él

Dios Todopoderoso dice: “Creer en Dios es el primer paso para conocerle. El proceso de avanzar desde la creencia inicial en Dios hasta llegar a una más profunda es el proceso de conocerle y de experimentar Su obra. Si te limitas a creen en Él por creer, y no lo haces para conocerle, no habrá realidad en tu creencia, que no podrá llegar a ser pura; de esto no cabe la menor duda. Si, durante el proceso por el cual experimenta a Dios, el hombre llega progresivamente a conocer a Dios, su carácter irá cambiando de igual modo y su creencia será cada vez más verdadera. De este modo, cuando el hombre logra el éxito en su creencia en Dios, le habrá ganado por completo”.
“El ser humano sólo puede amar a Dios conociéndolo, y para amarle debe conocerle. Independientemente de cómo lo busque, o de lo que procure ganar, debe ser capaz de obtener el conocimiento de Dios. Sólo así puede satisfacer Su corazón. Sólo conociendo a Dios puede el hombre creer de verdad en Él, reverenciarlo y obedecerle de verdad. Los que no conocen a Dios no le obedecerán nunca de verdad ni lo reverenciarán. Conocer a Dios incluye conocer Su carácter, entender Su voluntad y saber lo que Él es. A pesar de ello, cualquiera que sea el aspecto de conocer a Dios, cada uno de ellos requiere que el hombre pague un precio y exige la voluntad de obedecer, sin la cual nadie sería capaz de seguir hasta el final. La obra de Dios es demasiado incompatible con los conceptos humanos; el carácter de Dios y lo que Él es, son cosas demasiado difíciles para la capacidad del hombre, y todo lo que Dios dice y hace le resulta incomprensible por demás al ser humano; si el hombre desea seguir a Dios, pero no está dispuesto a obedecerlo, no conseguirá nada”.
De “La Palabra manifestada en carne

Llegar a conocer a Dios creyendo en Él es lo que Dios requiere a aquellos que creen en Él. El proceso de creer en Dios es también el proceso de conocer a Dios, porque sólo conociendo a Dios podremos tener verdadera fe en Él y verdadera obediencia y temor a Él; sólo conociendo el carácter de Dios, entendiendo Su buena intención y sabiendo lo que le gusta y lo que no le gusta, seremos capaces de actuar de acuerdo con Su voluntad y satisfacerlo en todas las cosas. Es igual que cuando queremos honrar a nuestros padres, si no conocemos sus caracteres, personalidades y preferencias, definitivamente no podemos actuar en armonía con sus gustos en muchas cosas, e incluso lo que hagamos no solo no los hace felices, sino que los hace estar enfadados. De manera similar, hoy, si queremos satisfacer a Dios, primero debemos buscar la verdad para llegar a conocerlo y ser compatibles con Su voluntad. De lo contrario, aunque estamos dispuestos a satisfacer y obedecer a Él, es imposible lograrlo. Además, si no buscamos la verdad por mucho tiempo y ni tenemos nada de conocimiento de Él, entonces nuestra fe en Él disminuirá, y nos volveremos fácilmente débiles, decepcionados e insatisfechos en caso de que ocurre algo desagradable en la vida, nos lo tomaremos a mal y nos quejaremos de Él, y acabaremos en fracaso. Por lo tanto, solo aquellos que tienen un auténtico conocimiento de Dios podrán tener verdadera obediencia y temor hacia Él, y finalmente serán ganados por Él.

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Canción cristiana | El único deseo de Dios es que el hombre escuche y obedezca

Desde que Dios creó el mundo hace muchos años,
ha hecho una gran cantidad de obra en la tierra,
ha sufrido lo peor del rechazo de la humanidad
e innumerables difamaciones.
Nadie recibió la llegada de Dios a la tierra.
Todos lo menospreciaron con indiferencia.
Ha sufrido dificultades durante miles de años.

Canción cristiana | El único deseo de Dios es que el hombre escuche y obedezca

I
Desde que Dios creó el mundo hace muchos años,
ha hecho una gran cantidad de obra en la tierra,
ha sufrido lo peor del rechazo de la humanidad
e innumerables difamaciones.
Nadie recibió la llegada de Dios a la tierra.
Todos lo menospreciaron con indiferencia.
Ha sufrido dificultades durante miles de años.
La conducta del hombre rompió Su corazón.
Él ya no presta atención a la rebeldía del hombre,
sino que planea transformarlo y limpiarlo en su lugar.
El único deseo de Dios es que el hombre escuche y obedezca,
que sienta vergüenza ante Su carne y no se resista.
Lo único que Dios desea es que todo el mundo hoy
simplemente crea que Él existe, Él existe.
II
Dios en la carne ya ha sufrido bastante burla
y vivido la exclusión y la crucifixión.
También ha soportado lo peor del mundo del hombre.
El Padre en el cielo no soportó contemplarlo.
Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos
para esperar el regreso de Su amado Hijo.
El único deseo de Dios es que el hombre escuche y obedezca,
que sienta vergüenza ante Su carne y no se resista.
Lo único que Dios desea es que todo el mundo hoy
simplemente crea que Él existe, Él existe.
III
Dios dejó de pedirle más al hombre hace tiempo.
El precio que Él ha pagado ya es demasiado alto,
y aun así, el hombre sigue descansando tranquilo;
pasa por alto la obra de Dios.
El único deseo de Dios es que el hombre escuche y obedezca,
que sienta vergüenza ante Su carne y no se resista.
Lo único que Dios desea es que todo el mundo hoy
simplemente crea que Él existe, Él existe.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”

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Reflexion cristiana | ¿Qué se debe buscar para satisfacer la voluntad de Dios como un creyente?

¿Qué se debe buscar para satisfacer la voluntad de Dios como un creyente?

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Reflexion cristiana | ¿Qué se debe buscar para satisfacer la voluntad de Dios como un creyente?

Dios Totopoderoso dice: “Creer en Dios es, principalmente, el cambio de la vida en la carne a la vida de amar a Dios, de una vida dentro de lo natural a una vida dentro del ser de Dios, es salir de bajo el campo de acción de Satanás y vivir bajo el cuidado y la protección de Dios, es ser capaz de lograr obedecer a Dios y no a la carne, es permitir que Él gane todo tu corazón, permitirle que te perfeccione y liberarte del carácter satánico corrupto. Creer en Dios es, principalmente, para que Su poder y Su gloria puedan manifestarse en ti y tú puedas hacer Su voluntad, Su plan y seas capaz de dar testimonio de Él delante de Satanás. Creer en Dios no debería ser para contemplar señales y prodigios ni por el bien de la carne personal, sino para buscar conocer a Dios y ser capaz de obedecerle, y, como Pedro, obedecerle hasta la muerte. Esto es, principalmente, lo que hay que lograr”.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”

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La relación entre el hecho de que Dios entregara a Job a Satanás y los objetivos de Su obra

Aunque la mayoría de las personas reconoce ahora que Job era perfecto y recto, y que temía a Dios y se apartaba del mal, este reconocimiento no les proporciona mayor entendimiento del propósito divino.

Aunque la mayoría de las personas reconoce ahora que Job era perfecto y recto, y que temía a Dios y se apartaba del mal, este reconocimiento no les proporciona mayor entendimiento del propósito divino. Al mismo tiempo que envidian la humanidad y la búsqueda de Job, le plantean la siguiente pregunta a Dios: Job era tan perfecto y recto, las personas lo adoran tanto, entonces, ¿por qué lo entregó Dios a Satanás y lo sometió a tanto tormento? Estas preguntas están destinadas a existir en los corazones de muchas personas o, más bien, esta duda es la pregunta en ellos. Como ha confundido a tanta gente, debemos poner esta cuestión sobre la mesa y explicarla de manera adecuada.

Todo lo que Dios hace es necesario, y posee un sentido extraordinario, porque todo lo que lleva a cabo en el hombre concierne a Su gestión y la salvación de la humanidad. Naturalmente, la obra que Dios realizó en Job no es distinta, aunque Job fuera perfecto y recto a los ojos de Dios. En otras palabras, independientemente de lo que Él hace o de los medios por los que lo hace, del coste o de Su objetivo, el propósito de Sus acciones no cambia. Su objetivo consiste en introducir en el hombre las palabras, los requisitos y la voluntad de Dios para él; dicho de otro modo, esto es producir en el ser humano todo lo que Él cree positivo según Sus pasos, permitiéndole comprender Su corazón y entender Su esencia, así como obedecer Su soberanía y Sus disposiciones, para que él pueda alcanzar el temor de Dios y apartarse del mal; todo esto es un aspecto del propósito de Dios en todo lo que Él hace. El otro aspecto es que, siendo Satanás el contraste y el objeto de servicio enla obra de Dios, el hombre queda a menudo en sus manos; este es el medio que Él usa para permitirles ver a las personas la maldad, la fealdad y lo despreciable de Satanás en medio de las tentaciones y los ataques, provocando así que las personas lo aborrezcan y sean capaces de conocer y reconocer aquello que es negativo. Este proceso les permite liberarse gradualmente del control de Satanás, de sus acusaciones, interferencias y ataques hasta que, gracias a las palabras de Dios, su conocimiento de Él y su obediencia a Él, así como su fe en Él y su temor de Él, triunfen sobre los ataques y las acusaciones de Satanás. Sólo entonces se habrán liberado por completo del campo de acción de Satanás. La liberación de las personas significa que ha sido derrotado, que ellas han dejado de ser comida en su boca y que, en lugar de tragárselos, Satanás ha renunciado a ellos. Esto se debe a que esas personas son rectas, tienen fe, obediencia, y le temen a Dios, y porque rompen del todo con Satanás. Acarrean vergüenza sobre este, lo convierten en un cobarde, y lo derrotan por completo. Su convicción al seguir a Dios, su obediencia a Él y su temor de Él derrotan a Satanás, y hacen que este las abandone completamente. Sólo las personas como estas han sido verdaderamente ganadas por Dios, y este es Su objetivo supremo al salvar al hombre. Si desean ser salvados y totalmente ganados por Dios, entonces todos los que le siguen deben afrontar tentaciones y ataques, tanto grandes como pequeños, de Satanás. Los que emergen de estas tentaciones y ataques, y son capaces de derrotar por completo a Satanás son aquellos a los que Dios ha salvado. Es decir, los salvos en Él son los que han pasado por Sus pruebas, y han sido tentados y atacados por Satanás innumerables veces. Estos entenderán Su voluntad y Sus requisitos, pueden someterse a Su soberanía y a Sus disposiciones, y no abandonan el camino de temer a Dios y apartarse del mal en medio de las tentaciones de Satanás. Los salvados en Él son honestos, bondadosos, diferencian entre el amor y el odio, tienen sentido de la justicia, son racionales, capaces de preocuparse por Dios y valorar todo lo que es de Él. Satanás no puede atar, espiar, acusar a estas personas ni maltratarlas; son completamente libres, han sido liberadas y puestas por completo en libertad. Job era exactamente ese hombre de libertad, y esta es justo la relevancia de que Dios lo ha entregado a Satanás.

Satanás maltrató a Job, pero este obtuvo libertad y liberación eternas, así como el derecho a no estar sometido nunca más a la corrupción, al abuso y a las acusaciones de Satanás, para vivir a la luz del rostro de Dios, libre y sin estorbos, en medio de las bendiciones de Dios para Él. Nadie podía quitarle, destruir, u obtener este derecho. Se le había concedido como contraprestación por su fe, su determinación, su obediencia a Dios y su temor de Él; Job pagó el precio de su vida para obtener gozo y felicidad sobre la tierra, el derecho y la legitimación ordenados por el Cielo y reconocidos en la tierra, de adorar al Creador sin interferencias como una verdadera criatura de Dios en la tierra. Esas fueron las mayores consecuencias de las tentaciones que Job soportó.

Cuando las personas tienen que ser salvas aún, Satanás interfiere a menudo en sus vidas y hasta las controla. En otras palabras, los que no son salvos son sus prisioneros, no tienen libertad; él no ha renunciado a ellos, no son aptos ni tienen derecho de adorar a Dios, y Satanás los persigue de cerca y los ataca despiadadamente. Esas personas no tienen felicidad ni derecho a una existencia normal, ni dignidad de los que hablar. Sólo serás salvo y libre si te levantas y luchas contra él, usando tu fe en Dios, tu obediencia a Él y tu temor de Él como armas para librar una batalla a vida o muerte contra él, y lo derrotas por completo, haciéndole huir con el rabo entre las patas, acobardado cada vez que te vea, y abandonando completamente sus ataques y sus acusaciones contra ti. Si estás decidido a romper totalmente con Satanás, pero no estás equipado con las armas que te ayudarán a derrotarlo, seguirás estando en peligro; si el tiempo pasa y él te ha torturado tanto que no te queda ni una pizca de fuerza, pero sigues siendo incapaz de dar testimonio, sigues sin liberarte por completo de las acusaciones y los ataques de Satanás contra ti, tendrás poca esperanza de salvación. Al final, cuando se proclame la conclusión de la obra de Dios, seguirás estando en sus garras, incapaz de liberarte, y por tanto no tendrás nunca oportunidad ni esperanza. La implicación es, pues, que esas personas serán totalmente cautivas de Satanás.

Acepta las pruebas de Dios, vence las tentaciones de Satanás, y permite que Él gane todo tu ser

Durante la obra de Su provisión y sustento continuos del hombre, Dios le comunica a este Su voluntad y todos Sus requisitos, y le muestra Sus hechos, Su carácter, y lo que Él tiene y es. El objetivo es equipar al hombre con una estatura, y permitirle obtener diversas verdades suyas mientras este le sigue, verdades que son las armas que Él proporciona para luchar contra Satanás. Equipado así, el hombre debe afrontar las pruebas de Dios. Él tiene muchos medios y vías para ponerle a prueba, pero cada uno de ellos requiere la “cooperación” del enemigo de Dios: Satanás. Es decir, habiéndole dado las armas con las que luchar contra Satanás, Dios le entrega el hombre a este y le permite “probar” su estatura. Si el hombre puede romper las formaciones de batalla de Satanás, escapar de su cerco y seguir viviendo, habrá superado la prueba. Pero si es incapaz de hacerlo, y se somete a Satanás, no lo habrá conseguido. Cualquiera que sea el aspecto del hombre que Dios examine, el criterio de Su examen consiste en ver si se mantiene o no firme en su testimonio cuando Satanás le ataque, o si abandona o no a Dios, rindiéndose y sometiéndose a él cuando este lo tiene atrapado. Puede decirse que, que el hombre pueda ser o no salvado, depende de que él pueda superar y derrotar a Satanás; y que él pueda ganar o no la libertad, depende de que sea capaz de levantar, por sí mismo, las armas que Dios le ha dado para superar la esclavitud de Satanás, haciendo que este abandone por completo la esperanza y lo deje en paz. Si Satanás pierde la esperanza y renuncia a alguien, quiere decir que nunca más intentará quitarle esa persona a Dios, nunca más la acusará ni interferirá en ella, no la torturará ni atacará más gratuitamente; Dios sólo ganará verdaderamente a alguien así. Este es todo el proceso por el cual Dios gana a las personas.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne”

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