La Palabra de Dios | La diferencia esencial entre el Dios encarnado y las personas usadas por Dios

Durante muchos años, el Espíritu de Dios ha estado buscando sin cesar mientras continúa obrando sobre la tierra. A lo largo de las eras, Dios ha usado a muchas personas para hacer Su obra. Sin embargo, el Espíritu de Dios aún no tiene un lugar de descanso adecuado. Así, Dios hace Su obra, moviéndose sin cesar en diferentes personas, y, en general, usa a las personas para hacer esto.

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La Palabra de Dios | La diferencia esencial entre el Dios encarnado y las personas usadas por Dios

Durante muchos años, el Espíritu de Dios ha estado buscando sin cesar mientras continúa obrando sobre la tierra. A lo largo de las eras, Dios ha usado a muchas personas para hacer Su obra. Sin embargo, el Espíritu de Dios aún no tiene un lugar de descanso adecuado. Así, Dios hace Su obra, moviéndose sin cesar en diferentes personas, y, en general, usa a las personas para hacer esto. Es decir, en todos estos muchos años, la obra de Dios nunca se ha detenido, sino que se sigue realizando en el hombre, hasta estos días. Aunque Dios ha dicho tantas palabras y ha hecho tantas obras, el hombre aún no conoce a Dios; todo, porque Dios nunca se le ha aparecido al hombre y también porque Él no tiene forma tangible. Y, por eso, Dios debe completar esta obra al hacer que todos los hombres lleguen a conocer la relevancia práctica del Dios práctico. Para lograr este fin, Dios debe revelar Su Espíritu de manera tangible a la humanidad y hacer Su obra en medio de ellos. Es decir, sólo cuando el Espíritu de Dios adopta forma física, se hace de carne y hueso, y camina de manera visible entre las personas, acompañándolas en su vida, mostrándose y, a veces, ocultándose, sólo entonces las personas pueden llegar a un conocimiento más profundo de Él. Si Dios sólo permaneciera en la carne, no podría completar totalmente Su obra. Después de obrar en la carne por un período de tiempo, llevando a cabo el ministerio que es necesario hacer en la carne, Dios abandonará la carne y obrará en el reino espiritual a la imagen de la carne, tal como lo hizo Jesús después de haber obrado durante un período de tiempo en la humanidad normal y completado toda la obra que Él necesitaba completar. Es posible que recordéis este pasaje de “La senda… (5)”: “Recuerdo que Mi Padre me dijo: ‘En la tierra, busca solamente hacer la voluntad de Tu Padre y llevar a cabo Su comisión. Es lo único que te concierne’”. ¿Qué ves en este pasaje? Cuando Dios viene a la tierra, sólo hace Su obra dentro de la divinidad. Eso es lo que el Espíritu celestial le ha confiado al Dios encarnado. Cuando Él viene, va únicamente a hablar por todas partes, para darle voz a Sus declaraciones con métodos diferentes y desde perspectivas diferentes. Sus principales objetivos y principios de obra son proveer al hombre y enseñarle, y no se preocupa por cosas como las relaciones interpersonales o los detalles de las vidas de las personas. Su ministerio principal es hablar en nombre del Espíritu. Cuando el Espíritu de Dios aparece de manera tangible en la carne, Él sólo provee para la vida del hombre y libera la verdad. No se involucra en la obra del hombre; es decir, no participa en la obra de la humanidad. Los seres humanos no pueden hacer la obra divina, y Dios no participa en la obra humana. En todos los años desde que Dios vino a la tierra a hacer Su obra, siempre la ha hecho a través de las personas. Pero estas personas no pueden considerarse el Dios encarnado, sólo personas que son usadas por Dios. Sin embargo, el Dios de nuestros días puede hablar directamente desde la perspectiva de la divinidad, emitiendo la voz del Espíritu y obrando en nombre del Espíritu. Todas aquellas personas a las que Dios ha usado a través de los tiempos son, asimismo, ejemplos de la obra del Espíritu de Dios dentro de un cuerpo carnal, entonces ¿por qué no pueden ser llamadas Dios? No obstante, el Dios de nuestros días es también el Espíritu de Dios que obra directamente en la carne, y Jesús también fue el Espíritu de Dios obrando en la carne; ellos dos son llamados Dios. Entonces, ¿cuál es la diferencia? A través de las eras, todas las personas que Dios ha usado han tenido la capacidad del pensamiento y el razonamiento normales. Todos conocen los principios de la conducta humana. Tienen nociones humanas normales, y están equipados con todas las cosas que las personas normales deben tener. La mayoría de ellos tienen un talento excepcional e inteligencia innata. Al obrar sobre estas personas, el Espíritu de Dios aprovecha sus talentos, que son los dones que Dios les ha dado. El Espíritu de Dios pone sus talentos en funcionamiento, al usar sus fortalezas en el servicio de Dios. Sin embargo, la esencia de Dios está libre de nociones y de pensamientos, no adulterada con intenciones humanas, e incluso carece de aquello con lo que los humanos normales están equipados. Es decir, ni siquiera es versado en los principios de la conducta humana. Esto es lo que sucede cuando el Dios de nuestros días viene a la tierra. Sus obras y Sus palabras no son adulteradas con intenciones ni pensamientos humanos, sino que son una manifestación directa de las intenciones del Espíritu, y obra directamente en nombre de Dios. Esto significa que el Espíritu habla directamente, es decir, la divinidad hace la obra, sin incorporar en lo más mínimo las ideas del hombre. En otras palabras, el Dios encarnado personifica la divinidad directamente, no tiene pensamientos ni nociones humanos, y no tiene comprensión de los principios de la conducta humana. Si sólo la divinidad obrara (es decir, si sólo Dios mismo obrara), no habría ninguna manera de que la obra de Dios se llevara a cabo en la tierra. Entonces, cuando Dios viene a la tierra, tiene que usar a un pequeño número de personas a las cuales Él utiliza para obrar dentro de la humanidad en conjunto con la obra que Dios hace en la divinidad. En otras palabras, usa la obra del hombre para conservar Su obra divina. De otro modo, no habría ninguna manera de que el hombre estuviera en contacto directo con la obra divina. Así es como sucedió con Jesús y Sus discípulos. Durante Su tiempo en el mundo, Jesús abolió las antiguas leyes y estableció nuevos mandamientos. También dijo muchas palabras. Toda esta obra se realizó en la divinidad. Los otros, como Pedro, Pablo y Juan, basaron su obra posterior en las palabras de Jesús. Es decir, Dios estaba iniciando Su obra en esa era, dirigiendo el comienzo de la Era de la Gracia; esto es, trajo una nueva era aboliendo la antigua, y también cumpliendo las palabras “Dios es el Principio y el Fin”. En otras palabras, el hombre debe hacer la obra humana sobre la base de la obra divina. Después de que Jesús dijo todo lo que debía decir y terminó Su obra en la tierra, se apartó del hombre. Después de esto, todas las personas obraron conforme a los principios expresados en Sus palabras y practicaron conforme a las verdades de las que Él habló. Fueron, todas ellas, personas que obraron para Jesús. Si Jesús solo hubiera hecho la obra, sin importar cuántas palabras hubiera dicho, las personas aún no habrían podido estar en contacto con Sus palabras, porque estaba obrando en la divinidad y sólo podía decir palabras de divinidad, y no podría haber explicado las cosas hasta el punto en el que las personas comunes pudieran entender Sus palabras. Y por eso Él tuvo que tener a los apóstoles y profetas que vinieron después de Él para complementar Su obra. Este es el principio de cómo el Dios encarnado hace Su obra: utilizando la carne encarnada para hablar y obrar de manera tal que pudiera completar la obra de la divinidad, y luego usando a unas pocas personas, o quizás más, que tengan el corazón de Dios para complementar Su obra. Es decir, Dios usa a las personas conforme a Su corazón para hacer la obra de pastorear y regar a la humanidad de manera tal que todas las personas puedan alcanzar la verdad.

Si, al hacerse carne, Dios hiciera únicamente la obra de la divinidad sin tener además algunas personas conforme a Su corazón que trabajen en conjunto con Él, entonces no habría manera de que el hombre pudiera entender la voluntad de Dios o estuviera en contacto con Dios. Dios debe usar a personas normales conforme a Su corazón para completar esta obra, para cuidar y pastorear a las iglesias, para llegar al nivel que los procesos cognitivos del hombre, su cerebro, sean capaces de invocar. En otras palabras, Dios usa a un pequeño número de personas conforme a Su corazón para “traducir” la obra que Él hace dentro de Su divinidad, de manera tal que pueda abrirse, es decir, transformar el lenguaje divino en lenguaje humano, para que todas las personas puedan comprenderlo, entenderlo. Si Dios no lo hiciera así, nadie entendería el lenguaje divino de Dios, porque las personas conforme al corazón de Dios son, después de todo, una pequeña minoría, y la capacidad del hombre para comprender es débil. Es por eso que Dios elige este método sólo cuando obra en la carne encarnada. Si sólo hubiera obra divina, no habría manera de que el hombre conociera a Dios o estuviera en contacto con Él, porque el hombre no entiende el lenguaje de Dios. El hombre puede comprender este lenguaje sólo a través de la acción de las personas conforme al corazón de Dios que aclaran Sus palabras. Sin embargo, si sólo tales personas trabajaran dentro de la humanidad, eso sólo podría mantener la vida normal del hombre; no podría transformar el carácter del hombre. La obra de Dios entonces no podría tener un nuevo punto de partida; sólo estarían las mismas antiguas canciones, los mismos antiguos lugares comunes. Sólo a través de la acción del Dios encarnado, que dice todo lo que se debe decir y hace todo lo que se debe hacer durante el período de Su encarnación, después de lo cual las personas obran y experimentan según Sus palabras, sólo de este modo el carácter de su vida podrá cambiar y fluir con el tiempo. Aquel que obra dentro de la divinidad representa a Dios, mientras que aquellos que obran dentro de la humanidad son personas usadas por Dios. Es decir, el Dios encarnado es sustancialmente diferente de las personas usadas por Dios. El Dios encarnado puede hacer la obra de la divinidad, mientras que las personas usadas por Dios no pueden hacerlo. Al principio de cada era, el Espíritu de Dios habla personalmente para dar inicio a la nueva era y llevar al hombre a un nuevo comienzo. Cuando Él ha terminado de hablar, esto significa que la obra de Dios dentro de Su divinidad está completa. A partir de entonces, todas las personas siguen la guía de aquellos usados por Dios para entrar en su experiencia de vida. Del mismo modo, esta es también la etapa en la que Dios trae al hombre a la nueva era y les da a todos un nuevo punto de partida. Con esto concluye la obra de Dios en la carne.

Dios no viene a la tierra para perfeccionar Su humanidad normal. Él no viene a hacer el trabajo de la humanidad normal, sino sólo para llevar a cabo el trabajo de la divinidad dentro de la humanidad normal. Lo que Dios considera humanidad normal no es lo que el hombre se imagina. El hombre define la “humanidad normal” como tener una esposa o un esposo, hijos e hijas. Estas son pruebas de que alguien es una persona normal. Pero Dios no lo ve de esta manera. Él concibe la humanidad normal como tener pensamientos humanos y vidas normales y haber nacido de gente normal. Pero Su normalidad no incluye tener una esposa o un marido, e hijos, tal y como el hombre entiende la normalidad. Es decir, para el hombre, la humanidad normal de la que Dios habla se refiere a lo que el hombre podría considerar ausencia de humanidad, casi carente de sentimientos y supuestamente libre de necesidades carnales, al igual que Jesús, quien sólo tenía el exterior de una persona normal y que asumió la apariencia de una persona corriente, pero en esencia no poseía enteramente lo que una persona normal posee. De aquí se puede ver que la esencia del Dios encarnado no abarca la totalidad de la humanidad normal, sino sólo una parte de las cosas que las personas deberían tener para mantener las normas de la vida humana normal y el sentido humano normal. Pero estas cosas no tienen nada que ver con lo que el hombre considera humanidad normal. Ellas son lo que el Dios encarnado debe poseer. Algunas personas dicen, sin embargo, que puede decirse que Dios encarnado posee una humanidad normal sólo si tiene una esposa, hijos e hijas, una familia. Sin estas cosas, dicen ellos, Él no es una persona normal. Entonces te pregunto, ¿tiene Dios una esposa? ¿Es posible que Dios tenga un marido? ¿Puede Dios tener hijos? ¿Acaso no son estas falacias? Sin embargo, el Dios encarnado no puede surgir de grietas entre las rocas o caer desde el cielo. Él sólo puede nacer en una familia humana normal. Es por eso que Él tiene padres y hermanas. Estas son las cosas que la humanidad normal del Dios encarnado debe tener. Este fue el caso con Jesús. Jesús tuvo un padre, una madre, hermanas y hermanos. Todo esto fue normal. Pero si Él hubiese tenido una esposa, hijos e hijas, entonces Su humanidad normal no hubiese sido la que Dios quería en el Dios encarnado. De haber sido así, Él no habría sido capaz de representar la divinidad en Su obra. Fue porque no tuvo una esposa o hijos, sino que nació de gente normal en una familia normal, que Él pudo llevar a cabo el trabajo de la divinidad. Para aclarar, lo que Dios considera una persona normal es una persona nacida en una familia normal. Sólo una persona como esta está calificada para realizar una obra divina. Si, por otra parte, una persona tiene una esposa, hijos, o un marido, esta persona no sería capaz de hacer el trabajo divino porque poseería solamente la humanidad normal que los seres humanos requieren, pero no la humanidad normal que Dios requiere. Lo que Dios considera ser y lo que las personas entienden, a menudo son enormemente diferentes y se encuentran a leguas de distancia. En esta etapa de la obra de Dios, hay muchas cosas que van en contra y que difieren enormemente de las nociones de la gente. Se puede decir que esta etapa de la obra de Dios consiste por completo de que la divinidad obre activamente, con la humanidad jugando un rol de apoyo. Debido a que Dios viene a la tierra para llevar a cabo Su obra por sí mismo, en vez de permitir al hombre que le eche mano a ella, es la razón por la cual Él se encarna en la carne (en una persona normal incompleta) para llevar a cabo Su obra. Él usa esta encarnación para presentar a la humanidad una era nueva, para hablarle a la humanidad sobre el siguiente paso de Su obra, a fin de que ellos puedan actuar de acuerdo al camino descrito por Su palabra. Con eso, Dios concluye Su obra en la carne. Él necesita dejar la humanidad, y ya no seguir habitando en la carne de la humanidad normal, sino más bien alejándose del hombre para realizar otra parte de Su obra. Luego Él utiliza a los hombres que son conformes a Su corazón para continuar Su trabajo en la tierra entre este grupo de personas, pero en la humanidad.

El Dios encarnado no puede permanecer con el hombre para siempre, porque Dios tiene mucho más trabajo por hacer. Él no puede estar sujeto a la carne; Él tiene que despojarse de la carne para hacer el trabajo que tiene que hacer, si bien Él hace ese trabajo en la imagen de la carne. Cuando Dios viene a la tierra, Él no espera hasta haber alcanzado la forma que una persona normal debe alcanzar antes de morir y dejar la humanidad. No importa cuán vieja sea Su carne, cuando Su trabajo ha terminado, Él se va y deja al hombre. No existe tal cosa como la edad para Él, Él no cuenta Sus días según el tiempo de vida del hombre; en vez de ello, Él termina Su vida en la carne de acuerdo con los pasos en Su obra. Algunas personas pueden sentir que Dios, que viene y entra en la carne, debe desarrollarse hasta una cierta etapa, llegar a ser adulto, alcanzar la vejez, e irse sólo cuando ese cuerpo falle. Esto es lo que el hombre imagina; Dios no funciona de esa manera. Él entra en la carne sólo para hacer el trabajo que se supone que haga, y no para vivir la vida del hombre de nacer de unos padres, crecer, formar una familia y comenzar una carrera, tener hijos, o experimentar los altibajos de la vida, todas las actividades de la vida normal. La venida de Dios a la tierra es el Espíritu de Dios que es traído a la carne, venido en la carne, pero Dios no vive una vida humana normal. Él sólo viene a lograr una parte de Su plan de gestión. Después de eso, Él dejará la humanidad. Cuando Él entra en la carne, el Espíritu de Dios no perfecciona la humanidad normal de la carne. Más bien, en un momento predeterminado por Dios, la divinidad hace el trabajo directamente. Luego, después de hacer todo lo que Él tiene que hacer y completar plenamente Su ministerio, la obra del Espíritu de Dios en esta etapa estará completada, punto en el cual la vida del Dios encarnado también terminará, independientemente de si Su cuerpo carnal ya ha vivido su tiempo de longevidad. Es decir, cualquiera sea la etapa de la vida a la cual llegue el cuerpo carnal, no importa cual sea el tiempo que este viva en la tierra, todo se decide por la obra del Espíritu. No tiene nada que ver con lo que el hombre considera que es la humanidad normal. Toma a Jesús como ejemplo. Él vivió en la carne por treinta y tres años y medio. En términos de la duración de la vida de un cuerpo humano, Él no debió haber muerto a esa edad, y no debió partir. Pero el Espíritu de Dios no se interesó en nada de eso. Cuando Su obra fue terminada, el cuerpo fue arrebatado, desapareciendo con el Espíritu. Este es el principio sobre el cual trabaja Dios en la carne. Así que, en sentido estricto, el Dios encarnado carece de humanidad normal. Para reiterar, Él no viene a la tierra para vivir la vida de un ser humano normal. Él no establece primero una vida humana normal para luego comenzar a obrar. Más bien, en la medida en que Él nazca dentro de una familia humana normal, Él puede llevar a cabo la obra divina, obra que no está manchada por las intenciones del hombre, que no es carnal, que con toda certeza no adopta las formas de la sociedad ni involucra los pensamientos ni las nociones del hombre y, además, que no se relaciona con las filosofías de vida del hombre. Esta es la obra que el Dios encarnado quiere llevar a cabo y el significado práctico de Su encarnación. Dios entra en la carne primordialmente para cumplir con una etapa del trabajo que hay que hacer en la carne. Él no lleva a cabo ningún otro proceso trivial, y no experimenta las experiencias del hombre normal. El trabajo que la carne de Dios encarnado necesita hacer no incluye las experiencias humanas normales. Así que Dios entra en la carne sólo para llevar a cabo la obra que Él necesita cumplir en la carne. El resto no tiene nada que ver con Él. Él no pasa por esos procesos triviales. Una vez que Su trabajo esté hecho, el significado de Su encarnación termina. Terminar esta etapa significa que la obra que tiene que hacer en la carne ha concluido, el ministerio de Su carne se ha completado. Pero Él no puede seguir trabajando indefinidamente en la carne. Él tiene que ir a trabajar en otro lugar, en un lugar fuera de la carne. Sólo de esta manera es que Él puede lograr plenamente Su obra y expandirla mejor. Dios trabaja de acuerdo a Su plan original. Él conoce como la palma de Su mano lo que tiene que hacer y lo que ha concluido. Dios guía a cada individuo por un camino que Él ya ha predeterminado. Nadie puede escapar de esto. Sólo aquellos que siguen las instrucciones del Espíritu de Dios serán capaces de entrar en el descanso. Puede ser que, en la obra posterior, no sea Dios quien guíe al hombre Su hablar en la carne, sino un Espíritu tangible el que guíe la vida del hombre. Sólo entonces podrá el hombre tocar concretamente a Dios, ver a Dios, y entrar más plenamente dentro de la realidad que Dios requiere, con el fin de ser perfeccionado por el Dios práctico. Esta es la obra que Dios quiere lograr, lo que ha planificado desde hace mucho tiempo. ¡A partir de esto, todos vosotros debéis ver el camino que debéis seguir!

Revelación del misterio de la encarnación – La necesidad de que Dios haga Su obra por medio de la encarnación para salvar a la humanidad en los últimos días

Dios Todopoderoso dice: “Satanás ha corrompido la carne del hombre y la ha cegado profundamente y la ha dañado terriblemente. La razón fundamental por la que Dios obra personalmente en la carne es porque el objeto de Su salvación es el hombre, que es de la carne, y porque Satanás también usa la carne del hombre para turbar la obra de Dios.

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Revelación del misterio de la encarnación – La necesidad de que Dios haga Su obra por medio de la encarnación para salvar a la humanidad en los últimos días

La Biblia dice: “[…] y que todo el mundo yace bajo el poder del maligno” (1 Juan 5:19). Toda la humanidad está viviendo bajo el dominio de Satanás. Sólo Dios sabe la naturaleza del hombre con claridad y la profundidad de su corrupción, y también sólo Él puede conquistar, purificar y salvar a la humanidad. Salvo Dios, nadie es capaz de otorgarle la verdad y la vida al hombre. Sólo Dios encarnado puede decirle al hombre todas verdades necesarias, permitiéndole comprender la verdad, conocer a Dios y ver a través del truco y la absurda herejía de Satanás, sólo de esta manera él podrá traicionar y rechazar a Satanás y regresar verdaderamente ante Dios.

Para conocer más, ¡mira: Película evangélica «El misterio de la piedad» Escena 6 – La necesidad de que Dios haga Su obra por medio de la encarnación

Dios Todopoderoso dice: “Satanás ha corrompido la carne del hombre y la ha cegado profundamente y la ha dañado terriblemente. La razón fundamental por la que Dios obra personalmente en la carne es porque el objeto de Su salvación es el hombre, que es de la carne, y porque Satanás también usa la carne del hombre para turbar la obra de Dios. La batalla contra Satanás es en realidad la obra de conquistar al hombre y, al mismo tiempo, el hombre también es el objeto de la salvación de Dios. De esta manera, la obra de Dios encarnado es esencial. Satanás corrompió la carne del hombre y el hombre se convirtió en la personificación de Satanás y se volvió el objeto que Dios debe derrotar. Así, la obra de librar la batalla contra Satanás y salvar a la humanidad ocurre en la tierra y Dios se debe hacer humano con el fin de librar la batalla contra Satanás. Esta es una obra de la máxima realidad”.

“Cuando Dios está obrando en la carne, en realidad está librando la batalla contra Satanás en la carne. Cuando obra en la carne, está haciendo Su obra en el reino espiritual y hace toda Su obra en el reino espiritual real en la tierra. El que es conquistado es el hombre, que lo desobedece a Él, el que es derrotado es la personificación de Satanás (por supuesto, este también es el hombre), que está en enemistad con Él, y el que al fin de cuentas es salvado también es el hombre. De esta manera, es hasta más necesario que Él se haga un hombre que tenga el caparazón externo de una criatura, para que pueda librar la batalla real contra Satanás, conquistando al hombre, que lo desobedece y posee el mismo caparazón externo que Él, y salvando al hombre, que es del mismo caparazón externo que Él y a quien Satanás ha dañado. Su enemigo es el hombre, el objeto de Su conquista es el hombre, y el objeto de Su salvación es el hombre que creó. Así que debe volverse hombre y, de esta manera, Su obra se hace mucho más fácil. Es capaz de derrotar a Satanás y conquistar a la humanidad y, además, es capaz de salvar a la humanidad”.

“La obra que es de mayor valor para el hombre corrupto es la que le proporciona palabras exactas, metas claras que perseguir y que puede ver y tocar. Sólo la obra realista y la guía oportuna son idóneas para los gustos del hombre y sólo la obra real puede salvar al hombre de su carácter corrupto y depravado. Esto sólo lo puede lograr el Dios encarnado; sólo el Dios encarnado puede salvar al hombre de su antiguo carácter corrupto y depravado”.
De “La Palabra manifestada en carne”

Scripture quotations taken from http://www.LBLA.com

Video evangélico | ¿Cómo vendrá el Señor Jesus? ¡La revelación del último misterio!

Ahora estamos en el final de los últimos días, las profecías sobre el regreso del Señor se han cumplido básicamente, es el momento crucial para recibir el regreso del Señor. Pues ¿en qué forma regresará Él? Trás de leer lo que dice la Biblia: «Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera, tal como le habéis visto ir al cielo» (Hechos 1:11).

 

Ahora estamos en el final de los últimos días, las profecías sobre el regreso del Señor se han cumplido básicamente, es el momento crucial para recibir el regreso del Señor. Pues ¿en qué forma regresará Él? Trás de leer lo que dice la Biblia: «Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera, tal como le habéis visto ir al cielo» (Hechos 1:11). Algunos creyentes dicen que el Señor ascendió al cielo con un cuerpo espiritual después de Su resurrección, entonces descendería también con ese cuerpo espiritual cuando regrese. Pero si estudiamos la Biblia con cuidado, nos daremos cuenta de que hay muchas profecías sobre Su venida secreta a excepción de las de la pública. Por ejemplo: “He aquí, vengo como ladrón” (Apocalipsis 16:15). “Pero a medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo” (Mateo 25:6). “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).
La palabra del Señor es la verdad, Sus profecías serán realizadas con seguridad. Pues ¿cómo aparecerá y obrará cuando vuelva? ¿Qué debemos hacer para ser capaz de recibir Su regreso? Esta transmisión te revelará estos misterios.

Video evangélico | ¿Cómo vendrá el Señor Jesus? ¡La revelación del último misterio!

1 Vídeo de himnos de la palabra de Dios: Deberías conocer a Dios a través de Su obra
2 Diálogo cómico: Cómo viene el Señor exactamente
3 Escena de película evangélica: ¿Cómo se le aparecerá el Señor al hombre cuando regrese?
4 Escena de película evangélica: ¿Tiene alguna base bíblica el regreso del Señor por medio de la encarnación?
5 Vídeo de himnos de la palabra de Dios: Dios encarnado trae a la humanidad a una época nueva
6 Escena de película evangélica: Entonces es así cómo el Señor regresa
7 Escena de película evangélica: ¿Conoces el misterio de la aparición de Dios?

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

La necesidad de la encarnación de Dios

Satanás ha corrompido la carne del hombre, que ha sido cegada y afligida. Dios obra en carne porque al que salva es el hombre de la carne. Y a través de esa carne Satanás perturba la obra de Dios, de Dios. La guerra con Satanás es la obra para conquistar al hombre, y el hombre es el objeto de la salvación de Dios. Es muy necesario que Dios obre en carne, que Dios obre en carne.

Himno de la Palabra de Dios | La necesidad de la encarnación de Dios

I
Satanás ha corrompido la carne del hombre, que ha sido cegada y afligida. Dios obra en carne porque al que salva es el hombre de la carne. Y a través de esa carne Satanás perturba la obra de Dios, de Dios. La guerra con Satanás es la obra para conquistar al hombre, y el hombre es el objeto de la salvación de Dios. Es muy necesario que Dios obre en carne, que Dios obre en carne.
II
Satanás corrompió la carne del hombre, y él se convirtió en la encarnación de Satanás, así como el que Dios derrota. Entonces, la guerra con Satanás y la obra de salvar al hombre tienen lugar en la tierra, en la tierra. Y para luchar contra Satanás, Dios debe volverse humano. Esta es la obra más práctica. Esta es la obra más práctica, la obra más práctica.
III
Dios obra en la carne para luchar contra Satanás, haciendo la obra en el reino espiritual. Él realiza Su obra en la tierra. El conquistado es el hombre, quien es desobediente. El derrotado es la encarnación de Satanás, el enemigo de Dios, el enemigo de Dios.
IV
Al final sigue siendo el hombre el salvado. Es más necesario que Dios se convierta en un hombre con caparazón de criatura. Así puede batallar con Satanás. Y puede conquistar al hombre, quien lo desobedece y tiene el mismo caparazón. Y también salvar al hombre, quien tiene Su mismo caparazón, pero ha sido víctima de Satanás.
V
Su enemigo es el hombre, el objeto que Él conquista es el hombre, el objeto de Su salvación es el hombre que creó. Por eso debe volverse humano. Así Su obra es mucho más fácil. Dios puede vencer a Satanás y conquistar a la humanidad, y sobre todo, salvarla, y sobre todo, salvarla, y sobre todo, salvarla.

De “La Palabra manifestada en carne“

Escucha más músicas cristianas y disfruta de un instante junto a Él.

Algunas personas preguntan: “El Señor Jesús ya nos perdonó los pecados y no nos considera pecadores. No es necesario que aceptemos la obra de juicio y purificación de Dios en los últimos días. Cuando el Señor venga podremos ser arrebatados directamente al reino de los cielos y asistir al banquete con Él, ¿no es cierto?”.

Versículos bíblicos como referencia:

Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir ” (Juan 16:12-13).

Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad ” (Juan 17:17).

Seréis, pues, santos porque yo soy santo ” (Levítico 11:45).

“Que sois protegidos por el poder de  Dios  mediante la fe, para la  salvación  que está preparada para ser revelada en el último tiempo” (1 Pedro 1:5).

Palabras clásicas de Dios:

Aunque  Jesús  hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó  la redención de toda la humanidad, se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre, pero no lo libró de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió a Jesús cargar con los pecados del hombre como la ofrenda por el pecado, sino también que Dios realizara una obra mayor para librar completamente al hombre de su carácter, que ha sido corrompido por Satanás. Y así, después de que los pecados del hombre fueron perdonados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio, que llevó al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad , el camino y la vida.

de “Sólo el que experimenta la obra de Dios verdaderamente cree en Dios”

Un pecador como alguno de vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado o perfeccionado por Dios, ¿ puedes ser conforme al corazón de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿ Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísta y miserable, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡ tendrías que tener tanta suerte! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme al corazón de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad.

de “Acerca de los apelativos y la identidad”

Deberíais ver que la voluntad y la obra de Dios no son tan simples como la creación de los cielos y de la tierra y de todas las cosas. Porque la obra del presente es transformar a los que han sido corrompidos, a los que han llegado a ser extremadamente insensibles, y purificar a los que fueron creados y luego procesados por Satanás; no es crear a Adán ya Eva, y mucho menos tiene que ver con crear la luz o crear todo tipo de plantas y animales. Su obra en el presente es purificar todo lo que ha sido corrompido por Satanás a fin de poderlo rescatar y convertirlo en Su posesión y Su gloria. Dicha obra no es tan sencilla como el hombre imagina la creación de los cielos y la tierra y de todas las cosas, y no es equivalente a la obra de maldecir a Satanás y enviarlo al abismo, como el hombre imagina. Más bien, tiene que ver con transformar al hombre, con volver lo que es negativo en positivo,y obtener posesión sobre aquello que no le pertenece. Esta es la verdad interna de esta etapa de la obra de Dios. Debéis daros cuenta de ello, y no debéis simplificar las cosas. La obra de Dios no es como ninguna obra ordinaria. Su maravilla no puede ser concebida por la mente del hombre, y su sabiduría no puede ser alcanzada por el hombre.

de “¿Es la obra de Dios tan sencilla como el hombre imagina?”

En la obra de  los últimos días, la palabra es más poderosa que la manifestación de señales y maravillas, y la autoridad de la palabra sobrepasa la de señales y maravillas. La palabra revela todos los caracteres corruptos en el corazón del hombre. Eres incapaz de reconocerlos por ti mismo. Cuando te son revelados por medio de la palabra, llegarás a una comprensión de forma natural; no serás capaz de negarlos, y estarás totalmente convencido. ¿ No es esta la autoridad de la palabra? Este es el resultado conseguido por la obra presente de la palabra. Por tanto, el hombre no puede salvarse totalmente de sus pecados por la curación de la enfermedad y la expulsión de demonios, y no puede ser hecho totalmente completo por la manifestación de señales y maravillas. La autoridad para sanar a los enfermos y expulsar demonios sólo le da al hombre gracia,

de “El misterio de la  encarnación  (4)”

Aquellos que puedan permanecer firmes durante la obra del juicio y el castigo de Dios durante los últimos días, es decir, durante la obra final de purificación, serán los que entrarán en el reposo final con Dios; por lo tanto, todos los que entran en el reposo se habrán librado de la influencia de Satanás y Dios los habrá adquirido sólo después de que hayan pasado Su obra final de purificación. Estas personas a las que Dios finalmente haya adquirido entrarán en el reposo final. La esencia de la obra del castigo y el juicio de Dios es purificar a la humanidad y es para el día del reposo final. De lo contrario, toda la humanidad no podrá seguir a los de su propia especie o entrar en el reposo. Esta obra es el único camino de la humanidad para entrar en el reposo.Sólo la obra de purificación de Dios purificará a la humanidad de su injusticia y sólo Su obra de castigo y juicio traerá a la luz aquellas cosas rebeldes entre la humanidad, separando de ese modo a los que pueden ser salvos de los que no pueden, y aquellos que permanecerán de los que no. […] Su obra última de castigar el mal y recompensar el bien se hace por completo con el fin de purificar totalmente a toda la humanidad para que Él pueda llevar a una humanidad completamente santa al reposo eterno. Esta etapa de Su obra es Su obra más crucial. Es la etapa final de toda Su obra de gestión. Si Dios no destruyera al malvado, sino que lo dejara permanecer, entonces toda la humanidad todavía no podría entrar en el reposo y Dios no podría llevar a toda la humanidad a un reino mejor. Esta clase de obra no estaría completamente terminada.Cuando Él termine Su obra, toda la humanidad será completamente santa. Sólo de esta manera Dios puede vivir con tranquilidad en el reposo.

de “Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo”

Sólo el que experimenta la obra de Dios verdaderamente cree en Dios

Aunque muchas personas creen en Dios, pocas entienden qué significa la fe en Él, y qué deben hacer para ser conforme a Su corazón. Esto se debe a que, aunque están familiarizadas con la palabra “Dios” y expresiones como “la obra de Dios”, no le conocen, y mucho menos Su obra.

Aunque muchas personas creen en Dios, pocas entienden qué significa la fe en Él, y qué deben hacer para ser conforme a Su corazón. Esto se debe a que, aunque están familiarizadas con la palabra “Dios” y expresiones como “la obra de Dios”, no le conocen, y mucho menos Su obra. No es de extrañar, por tanto, que todos los que no conocen a Dios posean una creencia confusa. No se toman en serio la creencia en Él, porque es demasiado desconocido, demasiado extraño para ellos. De esta forma, no están a la altura de las exigencias de Dios. Es decir, si las personas no conocen a Dios ni Su obra, no son aptas para que Él las use, y menos aún pueden satisfacer Su deseo. “La creencia en Dios” significa creer que hay un Dios; este es el concepto más simple de la fe en Él. Aún más, creer que hay un Dios no es lo mismo que creer verdaderamente en Él; más bien es una especie de fe simple con fuertes matices religiosos. La fe verdadera en Dios significa que la gente experimenta Sus palabras y Su obra en base a la creencia de que Él tiene soberanía sobre todas las cosas. Por tanto, se logrará desechar el carácter corrupto, se satisfará el deseo de Dios, y se llegará a conocerlo. Continuar leyendo «Sólo el que experimenta la obra de Dios verdaderamente cree en Dios»

El objetivo y la relevancia de la obra de Dios en la Era de la Gracia

Versículo relevantes:

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El (Juan 3:17).

Versículo relevantes:

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El (Juan 3:17).

Palabras relevantes de Dios:

Jesús representa toda la obra de la Era de la Gracia; Él fue encarnado y crucificado, e inauguró la Era de la Gracia. Él fue crucificado con el fin de completar la obra redentora, para poner fin a la Era de la Ley y comenzar la Era de la Gracia, y por ello fue llamado el “Comandante Supremo”, la “Ofrenda por el Pecado”, el “Redentor”. Por ende, la obra de Jesús fue diferente en contenido de la obra de Jehová, a pesar de que ambas eran en principio lo mismo. Jehová comenzó la Era de la Ley, estableció su sede principal, el lugar de nacimiento, de Su obra en la tierra, y dio los mandamientos; esos fueron dos de Sus logros, los cuales representan la Era de la Ley. La obra que Jesús llevó a cabo en la Era de la Gracia no fue emitir mandamientos, sino el cumplimiento de los mandamientos, dando paso así a la Era de la Gracia y concluyendo la Era de la Ley que duró dos mil años. Fue el pionero, marcando el comienzo de la Era de la Gracia, sin embargo, la redención continuó siendo el núcleo de Su obra. Por lo que Sus logros también siguieron siendo dos: la apertura de una nueva era, y completar la obra de redención a través de Su crucifixión. Luego se fue. En ese momento, la Era de la Ley llegó a su fin y la humanidad entró en la Era de la Gracia.

La obra de Jesús se hizo de acuerdo con las necesidades del hombre en esa era. Su obra consistía en redimir a la humanidad, perdonarlos por sus pecados, por lo que todo Su carácter fue uno de humildad, paciencia, amor, piedad, tolerancia, misericordia y amorosa bondad. Él bendijo profusamente a la humanidad y le trajo gracia en abundancia y todas las cosas que les fuera posible disfrutar, Él se las dio para su gozo: paz y felicidad, Su tolerancia y amor, Su misericordia y bondad. En aquellos días, todo lo que el hombre encontró fue una abundancia de cosas para disfrutar: su corazón estaba en paz y tranquilo, su espíritu consolado, y estaba sustentado por el Salvador Jesús. Que la humanidad pudiese obtener estas cosas fue una consecuencia de la era en la que vivió. En la Era de la Gracia el hombre ya había sido corrompido por Satanás, por lo que, para surtir efecto, la obra de redimir a toda la humanidad requirió gracia en abundancia, tolerancia y paciencia infinitas y, aún más, una ofrenda adecuada para expiar los pecados de la humanidad. Lo que la gente vio en la Era de la Gracia fue simplemente Mi ofrenda por los pecados de la humanidad: Jesús. Y sólo sabían que Dios podía ser misericordioso y paciente, sólo vieron la misericordia y la amorosa bondad de Jesús. Esto fue así porque vivían en la Era de la Gracia. Así que antes de que pudieran ser redimidos, tuvieron que gozar de abundante gracia dada por Jesús; sólo esto fue beneficioso para ellos. De esta manera, ellos podrían ser perdonados de sus pecados mediante su gozo de la gracia, y podrían tener la oportunidad de ser redimidos por medio del gozo de la tolerancia y paciencia de Jesús. Sólo a través de la tolerancia y paciencia de Jesús fueron ellos capaces de recibir el perdón y de gozar de la abundancia de la gracia otorgada por Jesús, del mismo modo que Jesús dijo: “Yo no he venido para redimir a los justos sino a los pecadores, permitiendo que sus pecados sean perdonados”. Si Jesús hubiese sido encarnado con un carácter de juzgar, maldecir, y ser intolerante ante los delitos del hombre, entonces el hombre nunca hubiera tenido la oportunidad de ser redimido, y habría permanecido para siempre en el pecado; por lo que el plan de gestión de seis mil años no hubiese progresado más allá de la Era de la Ley. La Era de la Ley se habría prolongado durante seis mil años, los pecados del hombre se habrían incrementado en mayor número y gravedad, y la creación de la humanidad hubiese sido en vano. Los hombres sólo hubiesen podido servir a Jehová bajo la ley, pero sus pecados hubiesen superado los de los primeros seres humanos que fueron creados. Cuanto más Jesús amaba a la humanidad, le perdonaba sus pecados y le otorgaba suficiente misericordia y amorosa bondad, mayor era la posibilidad de la humanidad de ser salvada, y ser llamada los corderos perdidos que Jesús recuperó a un precio muy alto. Satanás no pudo entrometerse en esta obra, porque Jesús trató a Sus seguidores como una madre amorosa trata a un bebé en sus brazos. No se enojó con ellos ni los despreció, sino que más bien estuvo lleno de consuelo; nunca se puso furioso entre ellos, sino que toleró sus pecados y se hizo la vista gorda ante su necedad e ignorancia, de tal manera que Él dijo, “Perdonad a otros setenta veces siete”. Así fue que Su corazón reformó los corazones de los demás, y de esta manera fue que las personas recibieron el perdón a través de Su tolerancia.

de ‘La verdad interna sobre la obra en la Era de la Redención’ en “La Palabra manifestada en carne”

Aunque Jesús, siendo Dios encarnado, no poseía ninguna clase de emoción, Él siempre consoló a Sus discípulos, proveyó para ellos, los ayudó y los mantuvo. Sin importar la cantidad de obra que hiciera o la cantidad de sufrimiento que soportaba, Él nunca hizo demandas excesivas a las personas, sino que siempre fue paciente y tolerante frente a sus pecados, de manera tal que en la Era de la Gracia Él fuera conocido cariñosamente como “el amado Salvador Jesús”. Para la gente de esa época —para todas las personas— lo que Jesús tenía y era, era misericordia y amorosa bondad. Nunca se acordaba de las transgresiones de la gente o dejaba que esas transgresiones afectaran la manera en que Él la trataba. Porque aquella fue una época diferente, Él con frecuencia otorgaba abundante comida y bebida sobre la gente para que pudieran comer hasta saciarse. Él trataba a todos Sus seguidores con bondad, sanando a los enfermos, expulsando a los demonios, resucitando a los muertos. Con el fin de que las personas creyeran en Él y vieran que todo lo que Él hacía era hecho con devoción y sinceridad, llegó al punto de resucitar un cadáver en descomposición, para mostrarles que en Sus manos hasta los muertos podrían volver a la vida. De esta manera Él soportó en silencio entre ellos y realizó Su obra redentora. Incluso antes de ser clavado en la cruz, Jesús ya había llevado los pecados de la humanidad y ya se había convertido en ofrenda por los pecados de la humanidad. Ya Él había abierto el camino hacia la cruz para redimir a la humanidad mucho antes de ser crucificado. Finalmente fue clavado en la cruz, se sacrificó por el bien de la cruz, y ha otorgado toda Su misericordia, amorosa bondad y santidad sobre la humanidad. Él persistió en tolerar a la gente, nunca buscando la venganza, sino perdonándolos por sus pecados, exhortándolos al arrepentimiento, y enseñándoles a tener paciencia, tolerancia y amor, para que siguieran Sus pasos y se sacrificaran por causa de la cruz. Su amor por los hermanos y hermanas superaba a Su amor por María. El principio de la obra que Él llevó a cabo fue sanar a las personas y expulsar demonios, todo en aras de Su redención. No importara a dónde fuera, siempre trató con bondad a todos los que le siguieron. Él hizo ricos a los pobres, hizo caminar a los paralíticos, hizo que los ciegos vieran, que los sordos oyeran; Él incluso invitaba a los más humildes y desposeídos, a los pecadores, a comer con Él; no los evitaba, pero siempre con paciencia, inclusive les decía: “Cuando un pastor pierde una oveja de cien, dejará atrás a las noventa y nueve para ir a buscar a la oveja perdida, y cuando la encuentre se regocijará en gran medida”. Él amaba a Sus seguidores como una oveja ama sus corderos. A pesar de que eran necios e ignorantes, y eran pecadores ante Sus ojos, y además eran los miembros más humildes de la sociedad, Él veía a estos pecadores —a quienes otros despreciaban— como la niña de Sus ojos. Porque Él los favoreció, dio Su vida por ellos, y como un cordero fue ofrecido en el altar. Él caminó entre ellos como su sirviente, permitiendo que ellos abusaran de Él y lo mataran, sometiéndose a ellos incondicionalmente. Para Sus seguidores Él fue el amado Salvador Jesús, pero para los fariseos que sermoneaban a la gente desde un alto pedestal, Él no mostró misericordia y bondad, sino por el contrario, los aborrecía y detestaba. Él no hizo mucho trabajo entre los fariseos, sólo ocasionalmente les daba sermones y los reprendía; no los redimió, ni realizó señales ni prodigios en su presencia. Otorgó Su misericordia y amorosa bondad para Sus seguidores, soportando por el bien de esos pecadores hasta el mero final cuando fue clavado en la cruz, soportando toda clase de humillaciones, hasta que hubo redimido a toda la humanidad por completo. Esta fue la suma total de Su obra.

Sin la redención de Jesús, la humanidad hubiese vivido para siempre en el pecado y se hubiese convertido en los hijos del pecado, los descendientes de los demonios. Si esto hubiese continuado, la tierra entera se habría convertido en un lugar de alojamiento para Satanás, en un lugar para su residencia. Pero la obra redentora requirió de misericordia y amorosa bondad hacia la humanidad; sólo a través de ello es que la humanidad pudo recibir el perdón y al final estar calificada para ser completada y totalmente ganada. Sin esta etapa de la obra, el plan de gestión de seis mil años no hubiese sido posible que progresara. Si Jesús no hubiera sido crucificado, si sólo hubiese sanado a la gente y exorcizado sus demonios, entonces las personas no hubiesen sido completamente perdonadas de sus pecados. Los tres años y medio que Jesús hizo Su obra sobre la tierra, sólo completó la mitad de Su obra redentora; luego, al ser clavado en la cruz y convertirse a semejanza de la carne del pecado, al ser entregado al maligno, Él completó la obra de la crucifixión y adquirió el control del destino de la humanidad. Sólo después de haber sido entregado a las manos de Satanás, es cuando la humanidad fue redimida. Durante treinta y tres años y medio que Él padeció en la tierra, fue ridiculizado, calumniado, y abandonado, incluso fue dejado sin un lugar donde reclinar Su cabeza, sin lugar de descanso; luego, fue crucificado, todo Su ser —un cuerpo inmaculado e inocente— fue clavado en la cruz, y fue sometido a toda clase de sufrimiento. Los que estaban en el poder se burlaban de Él y lo azotaron, y hasta los soldados escupieron en el rostro; mas Él permaneció en silencio y soportó hasta el final, sometiéndose incondicionalmente hasta el punto de morir, con lo cual redimió a toda la humanidad. Sólo entonces se le permitió descansar. La obra de Jesús representa solamente la Era de la Gracia; no representa la Era de la Ley y no es un sustituto de la obra de los últimos días. Esta es la esencia de la obra de Jesús en la Era de la Gracia, la segunda era que ha atravesado la humanidad —la Era de la Redención—.

de ‘La verdad interna sobre la obra en la Era de la Redención’ en “La Palabra manifestada en carne”

“Jesús” es Emanuel, y significa la ofrenda por el pecado que está llena de amor, de compasión, y redime al hombre. Él realizó la obra de la Era de la Gracia, y representa la Era de la Gracia, y sólo puede representar una parte del plan de gestión. […] Sólo Jesús es el Redentor de la humanidad. Él es la ofrenda por el pecado que redimió a esta del mismo. Es decir, el nombre de Jesús vino de la Era de la Gracia, y existió por la obra de redención en la misma. El nombre de Jesús existió para permitir a las personas de dicha Era nacer de nuevo y ser salvos, y es un nombre particular para la redención de toda la humanidad. Y por tanto el nombre de Jesús representa la obra de la redención, y denota la Era de la Gracia. […] “Jesús” representa la Era de la Gracia, y es el nombre del Dios de todos aquellos que fueron redimidos durante la Era de la Gracia.

de ‘El Salvador ya ha regresado en una “nube blanca”’ en “La Palabra manifestada en carne”

Las declaraciones y la obra de Jesús en esa época no se sujetaron a doctrina, y Él no llevó a cabo Su obra de acuerdo a la obra de la ley del Antiguo Testamento. La realizó según la obra que debía realizarse en la Era de la Gracia. Trabajó de acuerdo a la obra que Él mismo había establecido, según Su propio plan y según Su ministerio; Él no obró de acuerdo a la ley del Antiguo Testamento. Nada de lo que hizo fue según la ley del Antiguo Testamento, y Él no vino a obrar para cumplir las palabras de los profetas. Cada etapa de la obra de Dios no tenía lugar expresamente con el fin de cumplir las predicciones de los antiguos profetas y Él no vino para atenerse a la doctrina o para hacer realidad deliberadamente las predicciones de los antiguos profetas. Sin embargo, Sus acciones no alteraron dichas predicciones ni perturbaron la obra que Él realizó anteriormente. La idea sobresaliente de Su obra no era ceñirse a ninguna doctrina, sino llevar a cabo la obra que Él mismo debía realizar. No era un profeta o un vidente, sino un hacedor que vino realmente a llevar a cabo la obra que tenía que realizar, y vino a abrir Su nueva era y a llevar a cabo Su nueva obra.

de ‘Acerca de los apelativos y la identidad’ en “La Palabra manifestada en carne”

Sólo pudo haber una nueva era cuando Jesús vino a hacer una nueva obra, a inaugurar una nueva era e irrumpir a través de la obra que se había hecho con anterioridad en Israel; Él no llevó Su obra según la que Jehová hizo en Israel, no cumplió con Sus viejas reglas ni siguió ninguna norma. Llevó a cabo la nueva obra que debía hacer. Dios mismo viene a iniciar una era y también viene a poner fin a esa era. El hombre es incapaz de realizar la obra de comenzar una era y concluirla. Si Jesús no llevó la obra de Jehová a su fin, esto demuestra que era meramente un hombre y no representó a Dios. Precisamente porque Jesús vino y acabó la obra de Jehová, siguió a partir de esta iniciando la suya propia, una nueva, esto demuestra que esta fue una nueva era y que Jesús era Dios mismo.

de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

En ese momento, la obra de Jesús era la redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, Él te redimiría; si creías en Él, dejabas de ser un pecador y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvo y ser justificado por fe. Sin embargo, seguía habiendo en quienes creían algo rebelde y opuesto a Dios, y que había que seguir quitando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados: si creías, ya no pertenecías al pecado.

de ‘La visión de la obra de Dios (2)’ en “La Palabra manifestada en carne”

Para el hombre, la crucifixión de Dios concluyó la obra de Su encarnación, redimió a toda la humanidad y esto le permitió tomar posesión de las llaves del Hades. Todos piensan que Su obra se ha cumplido por completo. En realidad, para Dios sólo se ha realizado una pequeña parte de Su obra. Sólo ha redimido a la humanidad; no la ha conquistado, y menos aún ha cambiado la fealdad de Satanás en el hombre. Por esta razón, Dios afirma: “Aunque Mi carne encarnada pasó por el dolor de la muerte, esa no fue la meta total de Mi encarnación. Jesús es Mi amado Hijo y fue clavado en la cruz por Mí, pero no concluyó del todo Mi obra. Sólo llevó a cabo una porción de ella”. Así, Dios empezó la segunda ronda de planes para continuar con la obra de la encarnación. La intención suprema de Dios consiste en perfeccionar y ganar a todos los rescatados de las manos de Satanás […].

de ‘Obra y entrada (6)’ en “La Palabra manifestada en carne”

Scripture quotations taken from www.LBLA.com.  Copyright by The Lockman Foundation.  

Iglesia de Dios Todopoderoso | LA AUTORIDAD Y EL PODER QUE DEMUESTRA DIOS ENCARNADO

Iglesia de Dios Todopoderoso   | Himno de la Palabra de Dios| LA AUTORIDAD Y EL PODER QUE DEMUESTRA DIOS ENCARNADO
I
Dios ha venido a la tierra para que Sus palabras se emitan desde la carne, (no como en tiempos de Moisés, cuando Dios hablaba desde el cielo).

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I
Dios ha venido a la tierra para que Sus palabras se emitan desde la carne, (no como en tiempos de Moisés, cuando Dios hablaba desde el cielo). Continuar leyendo «Iglesia de Dios Todopoderoso | LA AUTORIDAD Y EL PODER QUE DEMUESTRA DIOS ENCARNADO»