1. La Biblia solo es un registro de las dos etapas de la obra de Dios, que son la Era de la Ley y la Era de la Gracia; no es un registro de la totalidad de la obra de Dios

“Y hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, que si se escribieran en detalle, pienso que ni aun el mundo mismo podría contener los libros que se escribirían” (Juan 21:25).

Versículos bíblicos como referencia:

“Y hay también muchas otras cosas que Jesús hizo, que si se escribieran en detalle, pienso que ni aun el mundo mismo podría contener los libros que se escribirían” (Juan 21:25).

“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13).

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3. Según las palabras de Pablo, quien dijo: “Toda Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16)

Hoy, las personas creen que la Biblia es Dios, y que Él es la Biblia. Así, también creen que todas las palabras de la Biblia fueron las únicas palabras que Dios habló y que Él las pronunció todas.

3. Según las palabras de Pablo, quien dijo: “Toda Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16), los pastores y ancianos del mundo religioso creen que las palabras de la Biblia son las palabras de Dios. Pero vosotros decís que no todas las palabras de la Biblia son las palabras de Dios. ¿Qué queréis decir con esto?

Las palabras relevantes de Dios:

Hoy, las personas creen que la Biblia es Dios, y que Él es la Biblia. Así, también creen que todas las palabras de la Biblia fueron las únicas palabras que Dios habló y que Él las pronunció todas. Los que creen en Dios piensan incluso que, aunque los sesenta y seis libros del Antiguo y el Nuevo Testamento fueron escritos por personas, fueron, todos, inspirados por Dios y son un registro de las declaraciones del Espíritu Santo. Esta es la comprensión errónea que tiene el hombre, y no es completamente acorde con los hechos. En realidad, aparte de los libros de profecía, la mayor parte del Antiguo Testamento es un registro histórico. Algunas de las epístolas del Nuevo Testamento provienen de las experiencias de las personas, y, otras, del esclarecimiento del Espíritu Santo. Las epístolas paulinas, por ejemplo, surgieron de la obra de un hombre; todas fueron resultado del esclarecimiento del Espíritu Santo y se escribieron para las iglesias, y fueron palabras de exhortación y aliento para los hermanos y hermanas de las mismas. No fueron palabras habladas por el Espíritu Santo; Pablo no podía hablar en nombre del Espíritu Santo ni era profeta, y, mucho menos, tuvo las visiones que tuvo Juan. Sus epístolas se escribieron para las iglesias de Éfeso, Filadelfia, Galacia, y otras. Por tanto, las epístolas paulinas del Nuevo Testamento son epístolas que Pablo escribió para las iglesias y no son inspiraciones del Espíritu Santo ni Sus declaraciones directas. Son simplemente palabras de exhortación, consuelo y aliento que escribió para las iglesias durante el transcurso de su obra. Así, también, son un registro de gran parte de la obra de Pablo en esa época. Se escribieron para todos los hermanos y hermanas en el Señor, para que los hermanos y hermanas de las iglesias de esa época siguieran su consejo y vivieran de acuerdo con el camino de arrepentimiento del Señor Jesús. De ninguna manera dijo Pablo que, en las iglesias de esa época o del futuro, todos deben comer y beber las cosas que él escribió ni que todas sus palabras venían de Dios. De acuerdo con las circunstancias de la iglesia en esa época, él simplemente tenía comunión con los hermanos y las hermanas, los exhortaba e inspiraba fe en ellos, y simplemente predicaba o recordaba a las personas y las exhortaba. Sus palabras estaban basadas en su propia carga, y apoyaba a las personas por medio de ellas. Él llevó a cabo la obra de un apóstol de las iglesias de esa época; era un obrero usado por el Señor Jesús, y, por tanto, tuvo que responsabilizarse de las iglesias y llevar a cabo la obra de las mismas. Tuvo que aprender acerca de las condiciones de los hermanos y las hermanas; por ello, escribió epístolas para todos los hermanos y hermanas en el Señor. Todo lo que dijo que era edificante y positivo para las personas fue correcto, pero no representaba las declaraciones del Espíritu Santo ni podía representar a Dios. ¡Es un entendimiento atroz y una blasfemia enorme que las personas traten los registros de las experiencias de un hombre y las epístolas de un hombre como las palabras habladas por el Espíritu Santo a las iglesias! Eso es particularmente cierto cuando se trata de las epístolas que Pablo escribió para las iglesias, porque estas se escribieron para los hermanos y hermanas según las circunstancias y la situación de cada iglesia en esa época. Su fin era exhortar a los hermanos y hermanas en el Señor de forma que pudieran recibir la gracia del Señor Jesús. Sus epístolas tenían como objetivo animar a los hermanos y hermanas de esa época. Puede decirse que esta era su propia carga, y también la que el Espíritu Santo le dio; después de todo, fue un apóstol que dirigió a las iglesias de esa época, que escribió epístolas para las iglesias y las exhortó; esa era su responsabilidad. Su identidad fue simplemente la de un apóstol obrero, y fue simplemente un apóstol enviado por Dios; no fue un profeta ni un adivino. Para él, su propia obra y la vida de los hermanos y hermanas eran de la mayor importancia. Por tanto, no podía hablar en nombre del Espíritu Santo. Sus palabras no eran las palabras del Espíritu Santo, y mucho menos podría decirse que fueran las de Dios, porque Pablo no era nada más que una criatura de Dios y, ciertamente, no era Su encarnación. Su identidad no era la misma que la de Jesús. Las palabras de Jesús fueron las palabras del Espíritu Santo; fueron las palabras de Dios, porque Su identidad era la de Cristo, el Hijo de Dios. ¿Cómo podía ser Pablo Su igual? Si las personas consideran las epístolas o las palabras como las de Pablo como declaraciones del Espíritu Santo, y las adoran como a Dios, sólo puede decirse que no discriminan correctamente. Dicho con mayor severidad, ¿no es esto simplemente blasfemia? ¿Cómo podría un hombre hablar en nombre de Dios? ¿Y cómo podrían las personas postrarse ante los registros de sus epístolas y ante las palabras que habló como si fueran un libro sagrado o un libro celestial? ¿Podría el hombre pronunciar a la ligera las palabras de Dios? ¿Cómo podría un hombre hablar en nombre de Dios? Así pues, ¿qué dices? ¿Podrían las epístolas que él escribió para las iglesias no estar contaminadas con sus propias ideas? ¿Cómo no iban a estar contaminadas con ideas humanas? Él escribió epístolas para las iglesias basándose en sus experiencias personales y en su propio conocimiento. Por ejemplo, Pablo escribió una epístola a las iglesias gálatas, que contenía una determinada opinión, y Pedro escribió otra con otro punto de vista. ¿Cuál de ellas vino del Espíritu Santo? Nadie puede decirlo con seguridad. Así pues, solo puede decirse que ambos llevaban una carga para las iglesias, pero sus cartas representan su estatura, su provisión y su apoyo para los hermanos y las hermanas, su carga hacia las iglesias, y solo representan obra humana; no eran totalmente del Espíritu Santo. Si dices que sus epístolas son las palabras del Espíritu Santo, entonces eres absurdo ¡y estás cometiendo blasfemia! Las epístolas paulinas y las otras epístolas del Nuevo Testamento equivalen a las memorias de figuras espirituales más recientes: están a la par de los libros de Watchman Nee o de las experiencias de Lawrence, y así por el estilo. Es simplemente que los libros de figuras espirituales recientes no están recopilados en el Nuevo Testamento, pero la esencia de estas personas era la misma: fueron personas usadas por el Espíritu Santo durante cierto período, y no podían representar directamente a Dios.

Extracto de ‘Relativo a la Biblia (3)’ en “La Palabra manifestada en carne

Durante la Era de la Ley del Antiguo Testamento, el gran número de profetas elevados por Jehová profetizó en Su nombre, dio instrucciones a diversas tribus y naciones, y predijo la obra que Jehová llevaría a cabo. Jehová había dado el Espíritu de profecía a todas estas personas a las que había elevado: eran capaces de ver Sus visiones, de oír Su voz; por tanto, eran inspiradas por Él y escribían profecías. La obra que llevaban a cabo era la expresión de la voz de Jehová, la expresión de Su profecía, y la obra de Jehová en ese momento era simplemente guiar a las personas usando al Espíritu; Él no se hizo carne, y las personas no veían Su rostro. Así pues, elevó a muchos profetas para que llevaran a cabo Su obra, y les dio oráculos que transmitieron a cada tribu y clan de Israel. Su trabajo era hablar profecías, y algunos escribieron las instrucciones que Jehová les dio para mostrárselas a otros. Él elevó a estas personas para que hablaran profecías, predijeran la obra del futuro o la que aún debía realizarse durante ese tiempo, de forma que las personas pudieran contemplar las maravillas y la sabiduría de Jehová. Estos libros de profecía eran muy diferentes a los demás libros de la Biblia; eran palabras habladas o escritas por aquellos a los que se les había dado el Espíritu de profecía; por aquellos que habían recibido las visiones o la voz de Jehová. Aparte de los libros de profecía, todo lo demás en el Antiguo Testamento está compuesto por registros hechos por personas después de que Jehová hubo terminado Su obra. Estos libros no pueden reemplazar la predicción pronunciada por los profetas elevados por Jehová, del mismo modo que el Génesis y el Éxodo no pueden compararse con el libro de Isaías o con el libro de Daniel. Las profecías se pronunciaron antes de que la obra se hubiera llevado a cabo; los otros libros, entretanto, se escribieron después de que la obra hubiera terminado; eso era lo que las personas eran capaces de hacer. Los profetas de esa época fueron inspirados por Jehová y pronunciaron algo de profecía, hablaron muchas palabras y profetizaron las cosas de la Era de la Gracia, así como la destrucción del mundo en los últimos días: la obra que Jehová planeó llevar a cabo. Todos los libros restantes registran la obra realizada por Jehová en Israel. […] De esta forma, lo que se registra en el Antiguo Testamento de la Biblia es puramente la obra de Dios en Israel en ese momento. Las palabras pronunciadas por los profetas —Isaías, Daniel, Jeremías y Ezequiel— predicen la otra obra de Dios sobre la tierra, la obra de Jehová Dios mismo. Todo esto venía de Dios; era la obra del Espíritu Santo, y aparte de estos libros de los profetas, todo lo demás es un registro de las experiencias de la obra de Jehová por parte de las personas en ese momento.

Extracto de ‘Relativo a la Biblia (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”

No todo en la Biblia es un registro de las palabras habladas personalmente por Dios. La Biblia simplemente documenta las dos etapas anteriores de la obra de Dios, de las cuales una parte es un registro de las predicciones de los profetas y, otra, las experiencias y el conocimiento escritos por personas usadas por Dios a lo largo de las eras. Las experiencias humanas están contaminadas con opiniones y conocimiento humanos, y esto es algo inevitable. En muchos de los libros de la Biblia hay nociones humanas, prejuicios humanos y el entendimiento absurdo de los humanos. Por supuesto, la mayoría de las palabras son resultado del esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo, y son entendimientos correctos, pero sigue sin poderse decir que son expresiones de la verdad totalmente precisas. Sus opiniones sobre ciertas cosas no son más que conocimiento derivado de la experiencia personal o el esclarecimiento del Espíritu Santo. Dios instruyó personalmente las predicciones de los profetas: las profecías de los semejantes a Isaías, Daniel, Esdras, Jeremías y Ezequiel vinieron de la instrucción directa del Espíritu Santo; estas personas eran profetas, habían recibido el Espíritu de profecía, y eran, todos, profetas del Antiguo Testamento. Durante la Era de la Ley, estas personas, que habían recibido las inspiraciones de Jehová, hablaron muchas profecías, que fueron instruidas directamente por Jehová.

Extracto de ‘Relativo a la Biblia (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

Fragmentos de sermones y comunicaciones para referencia:

¿Cómo se configuró la Biblia y cuándo vio la luz? En la Era de la Ley, los judíos solo se referían al Antiguo Testamento como las Escrituras. Posteriormente, el Señor Jesús realizó la obra de redención, y más de trescientos años después, algunos líderes de la Iglesia celebraron un concilio y decidieron cotejar todas las epístolas escritas por los discípulos y apóstoles del Señor Jesús. Finalmente, tras mucha consideración, eligieron 27 de ellas como canon del Nuevo Testamento, que unieron al Antiguo Testamento para crear el contenido completo de la Biblia. Estos son los hechos y los orígenes del Antiguo y el Nuevo Testamento, y es la verdadera historia de la Biblia. Muchos creen que la Biblia vino de Dios; en la segunda epístola de Pablo a Timoteo, en concreto, se afirma que “Toda Escritura es inspirada por Dios”. A decir verdad, cuando Pablo pronunció estas palabras, el Nuevo Testamento aún no se había convertido en libro; en este contexto, las Escrituras a las que Pablo aludía eran el Antiguo Testamento, no el Nuevo. Esta es la realidad. Sin embargo, el pueblo de los últimos días considera las Escrituras de las que hablaba Pablo como la Biblia completa, el Antiguo y el Nuevo Testamento. Esto no concuerda con la realidad. Es una malinterpretación, una falacia. Además, ¿se sostiene la afirmación de que todo el Antiguo Testamento fue inspiración de Dios? Dios realizó la obra de la Era de la Ley por medio de Moisés. Este, asimismo, escribió los cinco primeros libros del Antiguo Testamento. Es justo reconocer que nadie entendió la obra de Dios de la Era de la Ley mejor que él. Entonces, ¿dijo Moisés en el Pentateuco que todas las palabras que escribió fueron inspiración de Dios? Para empezar, no lo dijo. En segundo lugar, tampoco lo dijo ninguno de los profetas utilizados por Dios en la Era de la Ley, profetas como Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, etc. Pablo fue el único que dijo que las Escrituras fueron inspiración de Dios. Si solamente lo afirmó Pablo, a duras penas se pueden dar por válidas esas palabras. Por consiguiente, no debemos basarnos en ellas para nada.

Por otro lado, ¿qué opinaban los hermanos y hermanas de las iglesias de las epístolas escritas por Pedro, Pablo y otros cuando las enviaban a las iglesias? Dirían: “Esta es la epístola del hermano Pedro”, “esta es la epístola del hermano Pablo”, “esta es la epístola de Mateo”. […] ¿Consideraba alguien las epístolas de estos apóstoles palabra de Dios en aquella época? Por supuesto que no, ya que Pedro, Mateo y los demás jamás dijeron que ellos fueran Dios ni la encarnación; dijeron que creían en el Señor Jesús y eran discípulos suyos, por lo que los hermanos y hermanas de las iglesias los trataban como hermanos y consideraban sus epístolas y palabras como enseñanzas y testimonios de hermanos. Esto es del todo cierto y coincidente con la realidad histórica. Sin embargo, hoy en día la gente de todas las denominaciones considera las palabras de estos apóstoles inspiración de Dios. Las considera palabra de Dios y las pone al mismo nivel de las palabras de Dios. ¿Concuerda esto con la realidad histórica? La gente no cree que haya nada de malo en considerar estas palabras de los hombres palabra de Dios. Cuando le señalan su error, se defiende con las palabras de Pablo en la Biblia, pero ¿tienen algún fundamento las palabras de Pablo? En las epístolas de los apóstoles, Pedro dijo que las epístolas de Pablo contenían las revelaciones y la obra del Espíritu Santo. Ahora bien, Pedro nunca afirmó que las palabras de Pablo fueran inspiración del Espíritu Santo ni que debieran considerarse palabra de Dios, ni a Pablo se le ocurrió alegar que sus palabras fueran inspiración de Dios. Ni Pablo ni Pedro dieron testimonio de que sus palabras fueran palabra de Dios; entonces, ¿cómo pueden considerarlas palabra de Dios los creyentes de los últimos días? ¿Qué error están cometiendo? ¿Son correctas las apreciaciones de estos intérpretes? No se dan cuenta de lo ridículo que es este error, no lo ven, lo que demuestra que carecen de la verdad. La gente, no obstante, sigue idolatrando y creyendo a ciegas; digan que digan, eso es lo que la gente cree. Con ello, ¿no tiene una brutal falta de discernimiento? Las personas religiosas tienen una fe ciega en la Biblia, la idolatran, la consideran superior a Dios, creen que representa a Dios y todo lo fundamentan en ella. ¿No es ridículo que idolatren la Biblia y tengan una fe ciega en ella hasta ese punto? ¿Y qué forma adopta su fe ciega en la Biblia? Son incapaces de acercarse a ella de acuerdo con la realidad histórica y no buscan la verdad ni la iluminación y el esclarecimiento del Espíritu Santo. En cambio, idolatran a ciegas a personajes conocidos y confían, aceptan y aplican rigurosamente lo que diga cualquiera de ellos. ¿Acaso las palabras de los hombres nunca están equivocadas? ¿Acaso todo lo que dijo Pablo es correcto? Pablo era un hombre y, por tanto, ¿cómo no iba a estar corrompido? En consecuencia, que la gente ponga las epístolas de los apóstoles al mismo nivel de las palabras de Dios es un grave error. En la Biblia, las palabras de Dios son las palabras de Dios, y las palabras de los hombres son las palabras de los hombres. No es posible considerar ambas iguales. ¿Y cuáles son las palabras de Dios en la Biblia? Todas las palabras pronunciadas personalmente por Jehová Dios, lo que Jehová Dios enseñó a los profetas para que lo transmitieran y las palabras pronunciadas personalmente por el Señor Jesús: estas son las únicas palabras de Dios. ¿Y qué crees que tienen de peculiar todas las palabras pronunciadas por los profetas en la Biblia? Todos decían: “Esto es lo que dice Jehová” y “eso dijo Jehová”. No decían: “Yo, Daniel (o Isaías), os digo esto”. Esto le deja claro a la gente que los profetas transmitían las palabras originales de Dios. Por ende, solo las palabras originales de Dios transmitidas por los profetas son palabra de Dios, solo las palabras pronunciadas personalmente por Jehová Dios son palabra de Dios y solo las palabras pronunciadas personalmente por el Señor Jesús son palabra de Dios. Aparte de estas, nada más en la Biblia es palabra de Dios; las palabras pronunciadas por los apóstoles y los acontecimientos relatados por los siervos de Dios son meros testimonios de hombres.

Extracto de La comunicación desde lo alto

Leer más: Profecias de la Bíblia

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

Estudios Biblicos – 4 Consejos para ser honesto

Dios dice: “Yo Jehová, que escudriño el corazón, que pruebo los riñones, para dar á cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.” (Jeremías 17:10)*.

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Estudios Biblicos – 4 Consejos para ser honesto

La luz del sol de la tarde entraba inclinada a través de la ventana y daba sobre mi frente. Me senté en mi escritorio, bañado por la luz dorada del sol, y mi estado de ánimo era más alegre. En ese momento, deseaba escribir una publicación en un blog y compartir con todos mis abundantes pensamientos de estos días.

Cuando comencé a creer en el Señor, leí en Mateo 18:3 donde el Señor Jesús dijo: “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos“. La palabra del Señor Jesús nos mostró la manera de entrar en el reino de los cielos; solo siendo una persona honesta, fiel y cordial podemos recibir la bendición del Señor y ser elegido para entrar en el reino celestial. Una vez que entendí la voluntad del Señor, en la vida real, procuraba que de mi boca no saliera con frecuencia ninguna mentira y me esforcé mucho para ser una persona honesta antes los ojos de Dios, pero muchas veces fracasaba y decía mentiras frecuentemente. Poco a poco, perdí la confianza de ser una persona honesta. Afortunadamente, hace tiempo conocí a un hermano en un foro de evangelio, donde nos comunicamos entre nosotros sobre cómo ser una persona honesta. Descubrí que él tenía muchas ideas, y me di cuenta: desde mi punto de vista el modelo para ser una persona honesta es simplemente no decir mentiras. Y también encontré el camino para ser una persona decente. Más tarde, cuando comencé a ser una persona honesta practicando sus palabras, me beneficié mucho. Ahora, me gustaría compartirlo contigo.

1. Debemos entregar nuestros corazones a Dios y dejar que Dios decida todas las cosas; debemos hacer todo de acuerdo con la verdad y admitir la inspección y prueba de Dios para vivir en la luz.

Dios dice: “Yo Jehová, que escudriño el corazón, que pruebo los riñones, para dar á cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.” (Jeremías 17:10)*. El libro de los Proverbios también dice: “Candela de Jehová es el alma del hombre, Que escudriña lo secreto del vientre.” (Proverbios 20:27)*. A partir de estos versículos, se puede ver que: Dios es todopoderoso y omnisciente. Su Espíritu lo observa todo. Todos nuestros pensamientos e ideas, así como todos y cada una de nuestras acciones, son vistos por los ojos de Él. Por lo tanto, para llegar a ser una persona honesta, primero debemos entregar nuestros corazones a Dios y permitir que Dios se haga cargo de todo, y aceptemos su observación en todas las cosas. Es decir, debemos abrir nuestros corazones a Dios y poner nuestra verdadera condición de espíritu ante Él, buscando si se ajusta a la verdad o está de acuerdo con Su voluntad. Si está de acuerdo con la verdad, entonces lo ponemos en práctica; si no, debemos orar a Dios y abandonar cualquier cosa incorrecta dentro de nosotros, impidiéndonos ser ordenados o controlados por el pecado, y luego poner nuestros corazones en orden y practicar de acuerdo con los requisitos de Dios. De esta manera, podemos vivir en la luz en todo momento con un corazón generoso. Por ejemplo, cuando nuestros familiares y amigos incrédulos nos instan a ganar dinero y enriquecernos, de alguna manera nos sentiremos tentados y no sabremos qué elegir. En este momento, debemos orar a Dios para que busque si está de acuerdo con la verdad al hacerlo, si no, debemos abandonarlo. El Señor Jesús dijo: “Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mat 6:24). La palabra del Señor mostró claramente que no podemos servir a Dios y hacer mucho dinero al mismo tiempo, ya que hacer una fortuna no podemos obtener Su salvación. Sólo siguiendo a Dios y sirviéndole podemos lograr que recibamos Su salvación. Esta es la voluntad de Dios. Si entendemos la voluntad de Dios, nos contentaremos con la ropa que tenemos puesta y la comida en nuestro plato, y luego serviremos a Dios con prioridad en nuestra vida y caminar por el verdadero camino de servir a Dios, para que vivamos en la protección y cuidado de Dios y recibir la vida humana real.

Por lo general, cuando oramos, leemos la Biblia, asistimos a reuniones o prestamos servicio, debemos orar a Dios y aceptar Su observación. Practicar de esta manera es beneficioso para nosotros, abandonar la carne, practicar la verdad y ser una persona honesta. Cuando aceptamos la observación de Dios, tendremos fuerza para abandonar la carne y practicar la verdad. A pesar de que tenemos que soportar dificultades carnales, todavía estamos dispuestos a practicar la verdad para satisfacer a Dios. Cuando aceptamos la observación de Dios, no nos atrevemos a actuar de acuerdo con nuestro propio placer o seguir nuestras propias preferencias cuando suceden las cosas, sino que podemos buscar la voluntad de Dios y actuar de acuerdo con Sus requisitos, gradualmente siendo transformados y purificados por Dios; cuando mostramos traiciones o nos engañamos, si practicamos la verdadera aceptación de la inspección de Dios, nos daremos cuenta de que Dios es todopoderoso y lo observa todo; nuestras acciones, pensamientos e ideas todos son claramente supervisados por Él. Entonces, si seguimos nuestra propia voluntad y salvaguardamos nuestro propio interés, nos engañamos a nosotros mismos y también engañamos a Dios, lo cual sólo despierta Su disgusto e incluso le ofende. Habiéndonos dado cuenta de esto, tendremos fuerza para abandonar la carne y practicar la verdad para satisfacer a Dios, y para ser una persona honesta que avergüence a Satanás. Por otro ejemplo, cuando estamos cansados de realizar un servicio y queremos ser considerados con nuestro cuerpo físico o queremos ser perezosos y furtivos, si podemos aceptar la inspección de Dios y vivir delante de Él, nos daremos cuenta de nuestra falacia y astucia es el comportamiento de engañar a Dios, y que engañar a Dios es una ofensa a la aptitud de Dios. Inconscientemente, temeremos a Dios en nuestros corazones y no nos atreveremos a seguir nuestra propia voluntad para hacer algo que lo engañe y ofenda, sino que practicaremos la palabra del Señor para ser una persona honesta y vivir en la verdad.

2. En nuestras oraciones, debemos tener una verdadera comunión con Dios, hablar de corazón a corazón con Dios, y mantener una relación normal con él.

El Señor Jesús nos enseñó: “Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad” (Juan 4:24). Se puede ver que Dios nos ama y lo adoramos con nuestros corazones sinceros. Entonces, debemos ser simples y abrirnos a Dios para hablarle de corazón a corazón. Este es también un aspecto de la práctica en ser una persona honesta.

Entonces, ¿cómo debemos ponerlo en práctica? En primer lugar, debemos orar a Dios y hacer un voto delante de Él, “oh, Dios, soy una persona que vive en pecado. A menudo digo mentiras hoy te juro por ti, si vuelvo a decir mentiras, puedes disciplinarme e incluso castigarme. Comienzo a ser una persona honesta de acuerdo con Tu corazón, y confiar en Ti y rendirle culto sinceramente”. Después de jurar, podemos comenzar a practicar en nuestras oraciones: Decir la verdad y que las palabras de nuestros corazones; hable lo que esté pensando, ore a Dios por cualquier dificultad que tengamos y pida Su ayuda sinceramente. Esta es la oración verdadera, que se basa tu vida real y sin ningún disfraz falso.

El Señor Jesús también nos advirtió, “Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6:7-8). De la palabra del Señor Jesús, podemos aprender que el Señor Jesús llamó a aquellos que dicen palabras vacías y repetidas en oraciones que son gentiles. Él no está satisfecho con ellos. Entonces, si no tenemos más palabras para decir en nuestras oraciones, entonces no deberíamos hablar falsedades o decir tonterías por hacer largas las oraciones. Nuestra oración a Dios no consiste en componer un artículo, y además, a Dios no le importa cuántas palabras hay en nuestras oraciones, pero le importa si nuestras palabras son honestas o provienen de nuestros corazones. Éste es el punto clave. Dios más odia nuestras oraciones falsas y engañosas. Las palabras no salen de nuestros corazones, todo pertenece a mentiras, palabras falsas y las palabras que engañen a Dios. Todos aquellos que actúan superficialmente hacia Dios y engañan a Dios con oraciones falsas, son unos hipócritas. Entonces, sólo cuando le rezamos a Dios con palabras sinceras o palabras honestas de nuestros corazones, nuestras oraciones pueden ser respondidas por Dios y podemos mantener una relación normal con Dios.

3. Debemos asegurarnos de que hablamos sin mentiras e impurezas, que no guardamos ninguna astucia o engaño en nuestros corazones, simplemente nos presentamos desnudos y tenemos relaciones interpersonales normales con los demás.

El Señor Jesús dijo: “Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal” (Mateo 5:37). La esencia de Dios es fiel y santa. Por lo tanto, también debemos basar nuestras palabras en hechos, diciéndoles como son, en lugar de ir contra la conciencia para hablar.

Para resolver el problema de decir mentiras, primero debemos resolver el problema de nuestras intenciones. La boca es la puerta del corazón. Gran parte del tiempo, decimos mentiras bajo el reinado de intenciones incorrectas, con la esperanza de mantener nuestra vanidad, fama y estado social en nuestro beneficio personal. Si hablamos con intenciones u objetivos correctos, aceptaremos la observación de Dios y hablaremos con verdadras palabras en nuestros corazones. Por ejemplo, recientemente no hemos difundido el evangelio ni hemos dado fruto debido a nuestros asuntos carnales, sin embargo, cuando los hermanos y hermanas nos preguntaron al respecto, nos negamos a decirles la verdad por temor a que nos culpen por no hacer ningún y así sentirnos avergonzados. Entonces, para no ser menospreciados por ellos, hablamos de una manera que va en contra de nuestra conciencia para engañarlos, diciendo que habíamos difundido el evangelio pero que simplemente no habíamos obtenidos frutos. En realidad, en esa ocasión, primero debemos acercarnos a Dios y orarle: “Oh, Dios, he sido corrompido por Satanás demasiado profundamente. A menudo digo mentiras para salvar mi reputación. Después de estas palabras, me siento incómodo y temo que los hermanos y hermanas pidan más detalles, y que una vez que lo descubran, me echarán la culpa y me lo reprocharan. Dios, te imploro que aumentes mi fe y valor, permitiéndome abandonar mi carne, practicar la verdad y ser considerado con Tu voluntad. No importa cómo me vean, estoy dispuesto a ser una persona honesta para satisfacerte, no mantener más mis convicciones”. Después de la oración, tendremos confianza para decir la verdad. Aunque a veces todavía nos sentimos avergonzados y no nos atrevemos a decir la verdad, sin embargo, mientras recemos a Dios y estemos dispuestos a practicar y ser una persona honesta, Dios nos ayudará a ponerlo en práctica. Si podemos hacer esto con frecuencia, tendremos una relación normal con otras personas.

4. Debemos actuar con principios y en conformidad con la verdad, actuar de manera justa y honorable, y ser una persona honrada.

Para ser una persona honesta, debemos actuar con principios, no seguir nuestra propia voluntad para hacer las cosas o confiar en la filosofía de Satanás o la disposición satánica para vivir. Todas las cosas que hacemos deben basarse en el fundamento de la palabra de Dios. Y no importa lo que hagamos, debemos practicar la verdad y proteger los intereses de la iglesia. No debemos hacer nada que dañe los intereses de la iglesia, ni hacer nada que no sea beneficioso para las vidas de los hermanos y hermanas. Debemos llevar todo lo que hacemos ante Dios y ser una persona honrada, justa y honesta.

Por ejemplo, a veces, cuando las acciones de los hermanos y hermanas afectan nuestros intereses, queremos atacarlos con la filosofía de Satanás: “diente por diente, ojo por ojo”. En este momento, debemos callarnos antes Dios, ora a Él y medita sobre lo que Dios dice acerca de la verdad sobre cómo establecer relaciones interpersonales normales. Cuando nos damos cuenta de que Dios nos exige que nos amemos unos a otros y amemos a los demás como a nosotros mismos y tratemos a los hermanos con un corazón de amar a Dios, y luego abandonemos nuestra carne y practiquemos según la palabra de Dios, nos sentiremos seguros y alegres. Por otro ejemplo, cuando descubrimos que los colaboradores de la iglesia tienen celosas disputas entre ellos, o roban ofrendas o hacen algo perjudicial para el beneficio de la iglesia, no debemos hacer la vista gorda a estas cosas, ni actuar como el que no tiene nada que ver con nosotros, ni debe regirse por el estatus y la fama, sino que debemos apoyarnos resueltamente del lado de Dios y salvaguardar los intereses de la iglesia. Sólo de esta manera podemos convertirnos en una persona honesta que actúa con principios.

Si practicamos de acuerdo con estas cuatro formas anteriores, viviremos la semejanza de un hombre honesto con pureza y belleza, y luego entrar en el reino celestial no será difícil.

Este es un regalo especial que el Señor me da. Sigo practicando así todos los días y realmente obtengo algunos buenos resultados: mis mentiras son cada vez menores. Me siento mucho más seguro y tranquilo que antes. ¡Gracias a Dios!

Aprender más: Adorar en espiritu y en verdad

Unas citas bíblicas son tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

«¿Cómo entender la Biblia para poder obtener la obra del Espíritu Santo? Aquí hay 3 formas.»

El Señor Jesús dijo: «Escrito está: ‘No solo de pan vivira el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios'» (Mateo 4:4).

¿Cómo entender la Biblia para poder obtener la obra del Espíritu Santo? Aquí hay 3 formas. 

Xiao Xiao (Francia) 

La lectura de la Biblia es una obligación diaria para los cristianos, además de indispensable en la senda hacia la verdad y la madurez en la vida espiritual. El Señor Jesús dijo: «Escrito está: ‘No solo de pan vivira el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’» (Mateo 4:4). Es evidente que leer las palabras de Dios con frecuencia y valorarlas con el corazón es obligación de todo cristiano, pero ¿cómo debemos leer la Biblia para recibir la guía del Espíritu Santo y lograr resultados positivos? Esta es una cuestión de suma importancia para nosotros. Es probable que todos hayamos leído la Escritura de la siguiente manera. A veces somos capaces de recibir el esclarecimiento y la guía de Dios y de entender Su voluntad y Sus exigencias; nuestro espíritu se conmueve y tenemos fe y determinación para practicar las palabras de Dios en la vida diaria. Cada vez nos gusta más asistir a reuniones, orar y leer la Escritura y durante ese tiempo, además, maduramos en la vida espiritual. Sin embargo, algunas veces no disfrutamos la lectura de la Biblia y no percibimos el esclarecimiento ni la iluminación del Espíritu Santo. Sólo entendemos el significado literal de los pasajes bíblicos y nos falta sentido de la voluntad y las exigencias de Dios; no sabemos defender las palabras de Dios en la vida diaria y no maduramos espiritualmente. En ocasiones puede que hasta nos entre sueño leyendo la Biblia y cada vez tengamos menos ganas de hacerlo, de asistir a reuniones y de orar. Esto puede ser muy confuso. Si leemos la Biblia como siempre, ¿por qué se dan dos resultados totalmente distintos? ¿Cómo podemos leer la Biblia para obtener resultados positivos? A fin de recibir luz a partir de la lectura de la Biblia, comprendiendo estos tres principios podemos acercarnos más a Dios y recibir Su esclarecimiento y guía con facilidad. 

1. Al leer la Biblia, es imprescindible sosegar el corazón ante Dios para recibir el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo.

Aunque perseveremos en la lectura diaria de la Biblia a una hora fija, si no sosegamos el corazón ante Dios durante ese tiempo, simplemente leeremos la Biblia mientras pensamos en cómo ocuparnos de los asuntos familiares o laborales. Esa manera de leer la Escritura se limita a seguir una norma y llevar a cabo un ritual. En tal caso, es probable que lo hagamos mecánicamente y alcancemos una comprensión superficial; de ningún modo podremos recibir esclarecimiento del Espíritu Santo, no adquiriremos nueva luz y, naturalmente, ya no tendremos gozo espiritual. Especialmente en una época tan acelerada, las ocupaciones laborales y las complicadas relaciones interpersonales nos dejan exhaustos de cuerpo y mente, así que, cuando leamos la Escritura, debemos tener todavía más en cuenta el sosiego ante Dios y meditar con esmero Sus palabras. Esta es la única vía para recibir esclarecimiento y guía del Espíritu Santo.

Dice la palabra de Dios: «Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren» (Juan 4:23). «Acallar el corazón de uno delante de Dios es uno de los pasos más cruciales para entrar en las palabras de Dios […]. Sólo cuando pueden estar en paz delante de Dios, el Espíritu Santo puede tocar a las personas y el Espíritu Santo las puede esclarecer e iluminar, sólo entonces pueden realmente tener comunión con Dios y pueden entender la voluntad de Dios y la guía del Espíritu Santo […]» («Acerca de acallar el corazón de uno delante de Dios»). En las palabras de Dios comprobamos que Él nos exige que lo adoremos con honestidad de espíritu. Si deseamos ser movidos por el Espíritu Santo y conseguir resultados positivos de la lectura de la Biblia, debemos sosegarnos ante Dios, meditar con esmero Sus palabras y escuchar Su guía, pues el tiempo que pasamos leyendo la Escritura es también el tiempo que tenemos para acercarnos a Dios, adorarlo y entender verdades de la Escritura. Sólo si veneramos a Dios de corazón, nos volcamos de todo corazón en Sus palabras y buscamos y meditamos sinceramente podemos recibir esclarecimiento y orientación del Espíritu Santo, ser movidos por Él y comprender el sentido de las palabras de Dios. Por tal motivo, antes de leer la Biblia debemos encontrar un lugar tranquilo y evitar a las personas, circunstancias o cosas que puedan distraernos. Debemos hacer una oración antes de empezar, sosegar deliberadamente el corazón ante Dios y pedirle que nos guíe para que entendamos la verdad de Sus palabras. Cuando nos volcamos de todo corazón en las palabras de Dios podemos recibir Su esclarecimiento y guía, y no sólo podemos comprender Su voluntad y Sus exigencias, sino también aprender nuevas perspectivas y conocimientos sobre Sus palabras. Cuanto más practiquemos esto, más oportunidades tendremos de ser movidos por el Espíritu Santo al leer la Escritura y seremos capaces de descubrir qué podemos hacer para cumplir la voluntad de Dios. Entonces maduraremos en la vida espiritual con mayor rapidez.

2. No leas por leer: elige pasajes acordes a tus problemas y dificultades reales.

En primer lugar, hemos de saber que leer la Biblia no implica seguir una norma ni llevar a cabo una tarea. Se trata, más bien, de resolver nuestros problemas y dificultades de carácter práctico para tener un sendero de práctica en nuestra vida diaria. Sin embargo, estamos sujetos a error en la lectura de la Biblia; a veces nos limitamos a seguir las normas y pasar de un capítulo a otro, de un versículo a otro, o leemos cualquier página a la que llegamos sin rumbo. Leer la Escritura así, sin ningún objetivo, no da resultados positivos. Es como si un enfermo intenta tratar su enfermedad: no puede esperar una mejoría tomándose cualquier medicamento, sino que primero tiene que entender qué ha provocado realmente la enfermedad y de qué tipo es para poder recuperar la salud con el medicamento adecuado a su patología concreta. Lo mismo sucede al leer la Escritura. La palabra de Dios dice: «Cuando comas y bebas las palabras de Dios, las debes medir contra tu propio estado real. Es decir, después de que descubras las deficiencias en ti mismo durante tus experiencias reales, debes ser capaz de encontrar una senda para practicar y dar la espalda a tus motivaciones y concepciones que están mal. Si siempre te esfuerzas en esto, y tu corazón siempre está enfocado en estas cosas, tendrás una senda para seguir, no te sentirás vacío y así podrás mantener un estado normal. Sólo entonces serás alguien que está agobiado por tu propia vida y sólo entonces serás alguien que tiene fe» («Práctica (7)»). Con las palabras de Dios comprendemos que debemos tener en cuenta las dificultades y los problemas que nos encontramos en nuestra vida normal y que leer las palabras de Dios selectivamente es la única vía para lograr resultados positivos. Por tanto, antes de hacer la lectura diaria de las palabras de Dios, primero hemos de pensar un poco en nuestra situación espiritual actual, en la clase de personas, circunstancias y cosas a que nos hemos enfrentado últimamente, en el aspecto de la verdad con el que guardan relación y en el tipo de práctica que debemos tener para cumplir la voluntad de Dios. Entonces podremos buscar conscientemente, para su lectura, unas palabras de Dios adecuadas a nuestras dificultades reales. Esto es así porque las palabras de Dios dejarán al descubierto nuestras motivaciones incorrectas y nuestra corrupción, lo que puede señalarnos el sendero correcto de práctica. Siempre que actuemos según las exigencias de Dios y desechemos nuestras motivaciones y perspectivas incorrectas, nuestros problemas se resolverán y nuestra situación espiritual y nuestra relación con Dios podrán ir mejorando. Incorporando nuestros problemas personales a la lectura de la Biblia podemos lograr resolver nuestros problemas prácticos.

Por ejemplo, digamos que surge un conflicto entre nosotros y nuestra familia, o nuestros hermanos y hermanas, y no somos tolerantes ni pacientes con ellos, sino que damos muestras de mal genio. Para empezar, debemos aprender a sosegarnos ante Dios, plantearnos con qué aspecto de la verdad guarda relación este problema, qué nos exige Dios, etc. Una vez que hayamos captado estas cosas, sabremos buscar en la Escritura las exigencias de Dios para que tengamos amor, tolerancia y paciencia hacia los demás. Asimismo, podremos buscar pasajes en los que Dios nos pide introspección y que no nos centremos solamente en la otra persona. También podríamos leer cómo el Señor Jesús amaba y perdonaba a la gente. Con esta clase de lectura selectiva de la Escritura podemos apreciar lo arrogantes, ofendidos, mezquinos y conflictivos que somos con los demás. Igualmente podemos reconocer que es voluntad de Dios que aprendamos a perdonar al prójimo, que nos amemos, seamos magnánimos y tolerantes unos con otros; quiere que vivamos como cristianos. Luego, si pensamos un poco en la magnanimidad y tolerancia del Señor Jesús hacia la gente, por las que lavó personalmente los pies de Sus discípulos, nos emocionaremos más todavía. Cuando conozcamos estas verdades sentiremos ganas de amar al prójimo según las exigencias de Dios y, con naturalidad, cultivaremos la tolerancia y la comprensión hacia quienes nos rodean. Veamos otro ejemplo. Cuando nos volvemos débiles y negativos mientras predicamos el evangelio y nos topamos con los impedimentos, la represión, la calumnia y el juicio de las malvadas fuerzas de Satanás, podemos leer en la Escritura pasajes acerca de cómo tener en consideración la voluntad de Dios, así como sobre el perfeccionamiento de nuestra fe a manos de Dios. También podemos mirar fragmentos acerca de la prudencia ante las fuerzas de Satanás, opuestas a Dios, mientras predicamos el evangelio. Con la lectura de estas Escrituras podemos entender mejor la voluntad de Dios, ver que somos tan frágiles que nos volvemos negativos y débiles ante los fracasos o los reveses, y que tenemos muy poca fe. Puede que esto, asimismo, nos ayude a comprender que la propagación del evangelio del reino es nuestro deber y misión obligatorios y que hemos de soportar la persecución y las dificultades para dar testimonio de la obra de Dios. De igual modo, en la Escritura podemos llegar a conocer las exigencias de Dios hacia nosotros; debemos ser prudentes al difundir el evangelio en esta era del mal y aprender a ser astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. Cuando sepamos estas cosas tendremos fe para apoyarnos en Dios y podremos utilizar la prudencia para vencer a Satanás y seguir difundiendo el evangelio de Dios. Por ello, si leemos la Biblia selectivamente, dirigiéndonos a nuestras dificultades reales, podremos recibir con mayor facilidad el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo, alcanzar a entender la voluntad de Dios y tener un sendero de práctica correcto. Acto seguido, nuestra relación con Dios puede volverse más íntima; así es como se logra el mejor resultado de la lectura de la Escritura.

3. Céntrate en meditar las palabras de Dios y en entender el significado profundo de la verdad.

Muchos piensan que solamente alegran a Dios las personas que están muy familiarizadas con la Biblia y tienen muchos conocimientos bíblicos. Así, al leer la Escritura, hacemos mucho hincapié en leer y memorizar más pasajes para sabérnosla más al dedillo y de cabo a rabo. Sin embargo, no nos centramos en meditar las palabras de Dios para lograr entender de qué tratan realmente. Si lo pensamos detenidamente, tal vez nos parezca que esta práctica simplemente nos familiariza más con el texto bíblico y que llegamos a comprender algunos principios espirituales. No obstante, no entendemos las verdades inherentes a las palabras de Dios, no conocemos Su voluntad ni Sus exigencias y, en especial, nos falta verdadero conocimiento del propio Dios. Es más, en nuestra vida normal no sabemos experimentar ni practicar las palabras de Dios. De ese modo, puede que también nos volvamos cada vez más arrogantes por dominar tantos conocimientos y teorías de la Biblia. Alardeamos ante los hermanos y hermanas y nos lucimos interpretando teorías y conocimientos bíblicos; nos exhibimos para que nos admiren y adoren, y nos plantamos ante nuestros hermanos y hermanas al tiempo que tenemos una relación cada vez más distante con Dios. En lo espiritual, caemos en la oscuridad, involucionamos y no sentimos la presencia de Dios.

La palabra de Dios dice: «Al leer Sus palabras, Pedro no estaba centrado en entender las doctrinas y, menos aún, en conseguir conocimiento teológico, sino en comprender la verdad y la voluntad de Dios, y lograr un entendimiento de Su carácter y Su encanto. Intentó, asimismo, comprender los diversos estados corruptos del hombre a partir de las palabras de Dios, la corrupta naturaleza del hombre y sus verdaderas deficiencias, y alcanzar todos los aspectos de las exigencias que Dios le hace al hombre, para que lo satisfaga. ¡Tuvo tantas prácticas correctas en las palabras de Dios! Es lo que más se ajusta a la voluntad de Dios, y es la mejor colaboración de la humanidad en su experiencia de la obra de Dios» («Cómo tomar la senda de Pedro»). Esto deja claro que, cuando Pedro leía las palabras de Dios, no se conformaba únicamente con comprender algunos conocimientos teológicos o cartas y doctrinas, sino que se esforzaba especialmente en lo que Dios exige, así como en la búsqueda y la contemplación reiteradas, y entonces captó el propósito y la voluntad inherentes a las palabras de Dios. Posteriormente, actuó conforme a las exigencias de Dios de tal modo que supo poner en práctica, con gran naturalidad, las palabras de Dios en todas las cosas y vivir la realidad de Sus palabras. La práctica de Pedro nos aporta una senda propia, práctica y viable. Las palabras de Dios son la verdad, expresión de Su carácter y de lo que Él tiene y es; todas contienen la voluntad y las exigencias de Dios. Si no las buscamos, meditamos ni percibimos detenidamente, no entenderemos nada más que doctrinas literales; desde luego, no la voluntad de Dios. Tampoco entenderemos de qué tratan realmente las palabras de Dios, por lo que, naturalmente, no podremos entrar en la realidad de las mismas. Así pues, cada vez que leamos un pasaje de ellas, debemos meditar con esmero lo siguiente: ¿Cuál era el propósito de Dios al decir esto? ¿Cuál es Su voluntad y cuáles Sus exigencias a la humanidad? ¿Qué quería que lográramos por medio de esto? ¿En qué fallo yo? ¿Cómo debo practicar y entrar en esto en mi vida real? ¿Qué puedo hacer para cumplir las exigencias de Dios? Al emprender este tipo de búsqueda y meditación, para cuando nos demos cuenta, Dios nos dará esclarecimiento y guía y nos permitirá comprender el significado profundo de Sus palabras. Tendremos algo de verdadero conocimiento del carácter y la voluntad de Dios, hallaremos un sendero de práctica y entrada y, así, entraremos paso a paso en la realidad de las palabras de Dios.

Observemos las siguientes palabras del Señor: «En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mateo 18:3). «Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal» (Mateo 5:37). En las palabras de Dios vemos que Él posee una esencia de credibilidad: ama a los honestos y le disgustan los mentirosos y tramposos. Sólo los honestos pueden entrar en el reino de los cielos, mientras que los siniestros y taimados no pueden cruzar sus puertas. La oración y meditación de las palabras de Dios son la única vía para que podamos entender que Dios quiere que seamos honestos, inocentes y abiertos como niños, sin mentir de palabra y sin engaño ni falsedad de corazón. Llegados a ese punto en nuestros planteamientos, podemos pasar a la búsqueda: ¿Tenemos elementos de deshonestidad? Reflexionando sobre nuestros pensamientos y actos comprobamos que aún manifestamos mucha falsedad. En ocasiones, cuando estamos ante Dios en oración, decimos toda clase de maravillas y nos proponemos muchas cosas, pero casi nunca estamos a esa altura en la vida real. A veces hacemos algo mal y queremos reconocer el error ante otra persona, pero nos da miedo que nos desprecie, así que, para preservar nuestra imagen y reputación, decimos una media verdad y ocultamos la realidad. De vez en cuando, al comentar nuestras experiencias, estamos más que dispuestos a airear cómo ponemos en práctica las palabras de Dios, pero muy rara vez hablamos de cómo desafiamos y nos oponemos a Dios y de cuando no ponemos en práctica la verdad. A menudo aparentamos ser lo que no somos para que los demás conserven una buena imagen de nosotros. Alguna vez vemos a hermanos y hermanas que hacen cosas que no están en consonancia con la voluntad de Dios y queremos hablar con ellos, pero nos preocupa herirlos en su orgullo o nos da miedo que no acepten nuestra opinión y nos juzguen, por lo que mantenemos un ojo abierto y otro cerrado como si no supiéramos nada. Suma y sigue. Con la reflexión vemos cuánta falsedad manifestamos: en absoluto somos honestos y agradables a Dios, así que ¿cómo podría entrar alguien como nosotros en el reino de los cielos? Tras comprender estas cosas, debemos proceder a sopesar la senda hacia la honestidad en las palabras de Dios. En primer lugar, no podemos mentir de palabra, sino que debemos hablar con arreglo a la verdad. Hay que diferenciar las cosas: este es el fundamento de nuestra práctica. Pero, más que nada, es necesaria la honestidad de corazón. Este no puede albergar perversidad ni falsedad; todo cuanto decimos o hacemos está sujeto al escrutinio de Dios. No podemos mentir ni engañar para proteger nuestro estatus, reputación o imagen, sino que, ante un problema, deberíamos ser capaces de despojarnos de nuestras motivaciones incorrectas y hablar sin rodeos, con honestidad y con el corazón. Este es el primer paso hacia la honestidad. Si siempre meditamos seriamente las palabras de Dios de esta forma, procurando entender la esencia de la verdad más allá del sentido literal, comprenderemos cada vez mejor los pormenores de la verdad y, entonces, será más correcto lo que practiquemos en nuestra vida. Nos acercaremos más a la voluntad y las exigencias de Dios y nuestra práctica será más acorde a Su voluntad. Estaremos cada vez más cerca de Dios y nos sentiremos firmes, tranquilos y satisfechos en el alma.

Otro punto que cabe plantear es que, sea cual sea el aspecto que estemos leyendo de las palabras de Dios, no podemos conocerlo del todo y a fondo tras una o unas pocas lecturas. Esto siempre es un proceso. Las palabras de Dios son tan profundas que ocultan muchas verdades, por lo que no podemos tener demasiada prisa ni ansia por terminar. Debemos esforzarnos con ellas, sopesarlas y orar al respecto de manera constante y trabajar diligentemente para entender las verdades que contienen. También debemos llevarlas a la práctica en la vida diaria, reflexionándolas y entrando en ellas al mismo tiempo para que adquiramos a través de nuestras experiencias una comprensión más profunda de las verdades que contienen. Tras practicar esto durante un tiempo, podremos entender y profundizar poco a poco en la verdad, lo que nos aportará conocimiento de la misma.

Estos son los tres principios de la lectura de la Escritura. Poniéndolos en práctica podemos subsanar nuestros problemas de falta de esclarecimiento en la lectura o de ausencia de gozo espiritual, madurar en la vida espiritual y cultivar una relación de creciente cercanía con Dios. Queridos hermanos y hermanas, ¿a qué esperáis? ¡Haced la prueba!

Recomendación: Estudios bíblicos

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

Estudios biblicos cristianos: Beneficios extraordinarios de estudiar la Biblia

Los pastores y los ancianos siempre nos dicen que todas las palabras en la Biblia son palabras de Dios y que la Biblia se da por inspiración de Dios. Como dice la Biblia, «Toda Escritura es inspirada divinamente» (2 Timoteo 3:16).

Estudios biblicos cristianos: Beneficios extraordinarios de estudiar la Biblia

Todos pensamos que todo en la Biblia es la palabra de Dios. Pero una vez, al estudiar la Biblia con una amiga, la autora de este artículo obtuvo ganancias sorprendentes y descubrió algo nuevo con respecto a esta noción.

Los pastores y los ancianos siempre nos dicen que todas las palabras en la Biblia son palabras de Dios y que la Biblia se da por inspiración de Dios. Como dice la Biblia, «Toda Escritura es inspirada divinamente» (2 Timoteo 3:16). Entonces, hemos mantenido la creencia de que todo en la Biblia es la palabra de Dios. Pero hoy, al estudiar la Biblia con la Hermana Qi, descubrí algo nuevo con respecto a esta noción.

Después de haber leído varios pasajes de las Escrituras, la hermana Qi dijo: «No solo hay palabras de Dios, sino también las palabras del hombre, de la serpiente, de Satanás y de un asno en la Biblia». Luego ella me mostró los siguientes versículos.

Génesis 3:1: «la cual dijo á la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?» Esto es lo que la serpiente le dijo a Eva.

Job 2:2: «Respondió Satán á Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella». Esto es lo que Satanás le dijo a Dios.

Números 22:30: «Y el asna dijo á Balaam: ¿No soy yo tu asna? sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿he acostumbrado á hacerlo así contigo?» Esto es lo que un asno le dijo a su maestro.

Después de leer estos versículos, no pude evitar sentirme confundida en mi corazón: Bien, estas no son las palabras de Dios, sino las palabras de Satanás, de la serpiente y de un asno. Entonces, ¿por qué Pablo dijo que toda Escritura es inspirada por Dios? ¿Por qué los pastores y los ancianos dicen que todo en la Biblia es la palabra de Dios? La hermana Qi parecía haber leído mi mente y luego me compartió un par de reflexiones.

Ella dijo: «De hecho, en la Biblia, vemos que Dios nunca dijo que todo en la Biblia es Su Palabra, ni el Espíritu Santo lo testificó. El dicho «Toda Escritura es inspirada divinamente» solo representa el conocimiento personal de Pablo en vez de la voluntad de Dios. La creencia que los pastores y los ancianos tienen solo se basa en las palabras de Pablo, no en las de Dios. Los creyentes en Dios debemos ver todo de acuerdo con las palabras de Dios». Al escuchar esto, asentí con la cabeza.

Luego dijo: «Ahora entendemos que no todas las palabras en la Biblia son palabras de Dios. Entonces, ¿qué partes de la Biblia son las palabras de Dios? Creo que es necesario para nosotros aclarar este problema». Por lo tanto, continuamos la discusión.

La hermana Qi continuó: «En la Biblia, solo las palabras pronunciadas por Jehová Dios, las palabras que Jehová Dios instruyó a Moisés que dijera, las palabras que Dios le pidió a los profetas que transmitieran, las palabras dichas por el Señor Jesús y las profecías que Dios reveló para Juan en Apocalipsis son las palabras de Dios; fuera de estas, las biografías del hombre y las cartas de los apóstoles son todas palabras del hombre. Solo representan sus experiencias y conocimientos personales, no las palabras de Dios, y además no se puede decir que sean la palabra de Dios.

Echemos un vistazo a todas las palabras que Dios iluminó a los profetas. Para diferenciar las palabras de Dios y las palabras de los profetas, las palabras de Dios transmitidas por los profetas siempre se marcan primero ‘así ha dicho el Señor Jehová’ o ‘Esto es lo que ha dicho Jehová’ según la voluntad de Dios. Por ejemplo, Éxodo 16:23: ‘Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: […]’; Ezequiel 5:8: ‘Así pues ha dicho el Señor Jehová: […]’; y Jeremías 7:20: ‘Por tanto, así ha dicho el Señor Jehová: […]’ ¿No son todos estos hechos? ¿Eres capaz de aceptar esto?» Asentí y respondí, «Sí, puedo».

¡Gracias al Señor! Hoy, he obtenido estos beneficios de estudiar la Biblia junto con la Hermana Qi. Bueno, hermanos y hermanas en el Señor, ¿tú también has entendido esto?

(Traducido del original en inglés al español por Angel Leonardo Pérez Hurtado)

¿Quiere saber si sus formas de leer la Biblia son correctas? ¿Cómo leer la Biblia para entender mejor la voluntad de Dios? Haga clic en este enlace para sacar la respuesta.

Pregunta 5: Pablo dijo en 2 Timoteo 3:16: “Toda Escritura es inspirada por Dios […]”.

“No todo en la Biblia es un registro de las palabras habladas personalmente por Dios. La Biblia simplemente documenta las dos etapas anteriores de la obra de Dios, de las cuales una parte es un registro de la predicción de los profetas, y otra las experiencias y el conocimiento escritos por personas usadas por Dios a lo largo de los tiempos.

Pregunta 5: Pablo dijo en 2 Timoteo 3:16: “Toda Escritura es inspirada por Dios […]”. Así que, lo que está escrito en la Biblia son todas las palabras de Dios. Pero algunos dicen que no todas ellas son palabras de Dios. ¿No están negando la Biblia y engañando a otros?

Respuesta: Respecto a “Toda Escritura es inspirada por Dios”, primero tenemos que conocer el trasfondo de la palabra de Pablo. Cuando Pablo escribió las cartas a Timoteo, solo existía el Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento no se había recopilado todavía. Y solo había docenas de cartas que se guardaban en las iglesias. Así pues, la palabra de Pablo se refiere al Antiguo Testamento, porque los israelitas solo consideraban como Escritura el Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento se creó después del 300 d. C. En aquel momento, los líderes de esas iglesias se reunieron. Pensaban que los últimos días estaban cerca, que debían reunir las palabras de Jesús y las cartas de los apóstoles, recopilarlas en un libro, como el Antiguo Testamento, y dárselo a todas las iglesias. Así pues, reunieron las cartas que habían escrito los discípulos y apóstoles de Jesús. Finalmente, mediante el estudio y la confirmación, seleccionaron 27 cartas como el canon del Nuevo Testamento. Más tarde las recopilaron junto con el Antiguo Testamento, y ese es el contenido completo de la Biblia. Así fue como nacieron el Antiguo y el Nuevo Testamento. Además, sobre la creación de la Biblia, tenemos que saber quién la había escrito y quién la había recopilado. La Biblia tiene muchos autores, pero ninguno de ellos dijo que todas sus letras fueran inspiradas por Dios. si Dios hubiera dicho que toda la Biblia estaba inspirada por él, lo habría dicho a través de los profetas. Pero no había nada de eso en los libros de los profetas. El Señor Jesús nunca lo dijo, y los apóstoles nunca dijeron que todas sus cartas y testimonios estuvieran inspirados por Dios, y mucho menos se atrevieron a decir que eran palabras de Dios. Pero después, todos los creyentes en Dios creyeron que Dios solo había dicho las palabras de la Biblia y que, aunque los Testamentos habían sido escritos por hombres, estaban inspirados por Dios. Entonces, ¿hemos valorado si esas palabras se basan en hechos?

La Biblia está inspirada por Dios, y todas las palabras de la Biblia son palabras de Dios. ¡Es un hecho reconocido por el cristianismo! Estos solo son puntos de vista del hombre. Los puntos de vista del hombre no pueden representar a Dios. Solo Dios habla claro sobre la Biblia. Veamos cómo lo dice la palabra de Dios Todopoderoso. Dios Todopoderoso dice: “En realidad, aparte de los libros de profecía, la mayor parte del Antiguo Testamento es un relato histórico. Algunas de las epístolas del Nuevo Testamento provienen de las experiencias de las personas, y otras del esclarecimiento del Espíritu Santo; las epístolas paulinas, por ejemplo, surgieron de la obra de un hombre, fueron el resultado del esclarecimiento del Espíritu Santo, y se escribieron para las iglesias, y fueron palabras de exhortación y aliento para los hermanos y hermanas de las mismas. No fueron palabras habladas por el Espíritu Santo; Pablo no podía hablar en nombre del Espíritu Santo, ni era profeta, y mucho menos veía las visiones como Juan. Sus epístolas se escribieron para las iglesias de Éfeso, Filadelfia, Galacia, y otras” (‘Relativo a la Biblia (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”). “No todo en la Biblia es un registro de las palabras habladas personalmente por Dios. La Biblia simplemente documenta las dos etapas anteriores de la obra de Dios, de las cuales una parte es un registro de la predicción de los profetas, y otra las experiencias y el conocimiento escritos por personas usadas por Dios a lo largo de los tiempos. Las experiencias humanas están contaminadas con opiniones y conocimiento humanos, y esto es algo inevitable. En muchos de los libros de la Biblia hay nociones humanas, prejuicios humanos y el entendimiento absurdo de los humanos. Por supuesto, la mayoría de las palabras son el resultado de la ilustración y la iluminación del Espíritu Santo, y son las comprensiones correctas, pero sigue sin poderse decir que sean expresiones de la verdad totalmente precisas. Sus opiniones sobre ciertas cosas no son nada más que conocimiento derivado de la experiencia personal, o el esclarecimiento del Espíritu Santo. Dios instruyó personalmente la predicción de los profetas: las profecías de la gente como Isaías, Daniel, Esdras, Jeremías y Ezequiel vinieron de la instrucción directa del Espíritu Santo; estas personas eran profetas, habían recibido el Espíritu de profecía, y eran todos profetas del Antiguo Testamento. Durante la Era de la Ley, estas personas, que habían recibido las inspiraciones de Jehová, hablaron muchas profecías, que fueron instruidas directamente por Jehová” (‘Relativo a la Biblia (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”). Las palabras de Dios Todopoderoso lo han dejado muy claro. La Biblia no es un historial de las palabras pronunciadas personalmente por Dios, sino una narración de la obra de Dios. En la Biblia, las palabras de Jehová, las palabras de Jesús y las palabras que reveló Dios a los profetas son verdaderamente palabras de Dios, y el resto son principalmente el relato de la historia y las experiencias del hombre. Así que “Toda Escritura es inspirada por Dios” no se corresponde con los hechos históricos.

Extracto del guion de la película de “Revelar el misterio de la Biblia”

La Biblia registra muchas de las palabras y la obra de Dios. Entonces, ¿cómo leer la Biblia para conocer mejor a Dios? Haga clic en WhatsApp para comunicarse con nosotros.

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso.www.LBLA.com.

Estudios bíblicos-4 elementos cruciales sobre cómo leer la Biblia

La palabra de Dios es la verdad y es muy profunda; esto no es algo que podamos obtener después de leerlo sólo una vez y entender algunos significados literales. Entonces, cuando leemos la Biblia, debemos orar, reflexionar y buscar en nuestros corazones para que podamos entender la verdad y la voluntad de Dios.

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Estudios bíblicos-4 elementos cruciales sobre cómo leer la Biblia

Algunas personas dicen que la Biblia es el mayor regalo que Dios nos ha dado, por lo que debemos valorarlo y leerlo cuidadosamente; algunas personas dicen que leer la Biblia les da confianza y paciencia; algunas personas dicen que leer la Biblia les hace comprender que deben confiar en Dios y depender de Él; algunas personas dicen que si quieres ser llevado al reino de los cielos, debes leer la Biblia todos los días… Independientemente de si estas opiniones son correctas o incorrectas, estamos seguros que leer la Biblia es obligatorio todos los días, leer la Biblia es tan importante para los cristianos. Ya que leer la Biblia es muy importante, ¿alguna vez hemos pensado, cómo deberíamos leerlo o qué elementos debemos comprender para que nuestra lectura de la Biblia sea más beneficiosa para nuestras vidas? Tal vez en opinión de muchas personas, siempre y cuando continúen leyéndolo a una hora determinada todos los días, sus vidas ganarán algo bueno y beneficios; otros eligen leer el Apocalipsis, pensando que sólo al leer y estudiar los misterios del trabajo de Dios pueden crecer y obtener beneficios para sus vidas. En una palabra, todos tienen sus propios medios de práctica. Entonces, ¿cuáles son las cosas más cruciales que debemos comprender para que nuestra lectura sea de corazón para Señor?

Los siguientes cuatro elementos te ayudarán a lograr grandes resultados en la lectura de la Biblia

1.Leemos las palabras de Dios al leer la Biblia

La Biblia entera está constituida de dos partes: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Cada una de las partes tiene las palabras de Dios y las palabras del hombre. Debemos saber que en toda la Biblia, sólo las palabras de Jehová Dios, las palabras de Dios transmitidas por los profetas, las palabras del Señor Jesús, las palabras del Espíritu Santo y las palabras que Dios reveló a Juan en el Apocalipsis vienen directamente de Dios, y son las palabras de Dios. Además de estas, las biografías del hombre y las cartas de los apóstoles son todas palabras del hombre. Ellos sólo representan sus experiencias personales y puntos de vista, no son las palabras de Dios, y además no se puede decir que sean la palabra de Dios. ¿Cómo podemos distinguir entre las palabras de Dios y las palabras del hombre?. En la Biblia, las palabras de Dios están claramente expresadas. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento las palabras de Jehová Dios están marcadas «Jehová Dios dijo», «así dijo el SEÑOR» o «el SEÑOR habló»; mientras que las palabras de Dios transmitidas por los profetas están marcadas «así dijo el SEÑOR» o «así dijo el SEÑOR de los ejércitos»; y las palabras del Señor Jesús en el Nuevo Testamento están marcadas «Jesús dijo». Si captamos este punto, podemos diferenciar con precisión entre las palabras del hombre y las palabras de Dios.

El Señor Jesús dijo: «Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí» (Juan 14:6). Se puede ver que sólo la palabra de Dios es la verdad y puede ser la vida de nosotros los humanos. Cuando leemos la Biblia, debemos concentrarnos en leer y reflexionar más la palabra de Dios, para recibir Su iluminación. Sólo de esta manera podemos obtener una gran edificación y beneficios en la vida. Además, podemos ver que en el Apocalipsis hay muchas profecías que dicen: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias». Además, Dios nos pidió que pudiéramos escuchar Su voz como la del Espíritu Santo. Estos muestran que cuando el Señor Jesús venga en los últimos días, Él hablará y pronunciará Sus palabras. Si queremos obtener la vida y la aprobación del Señor, tenemos que prestar atención y escuchar las palabra nuevas del Señor que ha regresado. Sólo entonces podemos encontrarnos con el Señor e ir con Él.

2. Prestar atención a orar y buscar la voluntad de Dios al leer la Biblia

La palabra de Dios es la verdad y es muy profunda; esto no es algo que podamos obtener después de leerlo sólo una vez y entender algunos significados literales. Entonces, cuando leemos la Biblia, debemos orar, reflexionar y buscar en nuestros corazones para que podamos entender la verdad y la voluntad de Dios. Así como las profecías del Antiguo Testamento dicen: «Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel» (Isaías 7:14). «Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros» (Isaías 9:6). «Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel» (Miqueas 5:2). Las profecías de la Biblia son todas de Dios y no podemos explicarlas según nuestra propia voluntad en lo más mínimo. Pero, en aquel entonces, los fariseos lo entendían literalmente confiando en su propio pensamiento y pensaban que el que vendría había nacido de una virgen y se llamaba el Mesías. Tendría un poder extraordinario y los salvaría del gobierno romano. Pero cuando las profecías se hicieron realidad, porque el hecho no era según sus concepciones: Dios no usó el nombre Mesías sino el de Jesús; el Señor Jesús tenía madre y padre, que no parecía que no había nacido de una virgen y no tuvo poder, sino que se encontró con la persecución del gobierno romano y la burla y la calumnia de los fariseos. Los fariseos entendieron las profecías de Dios literalmente y, como resultado, no conocían ni aceptaban al Mesías que había venido. Finalmente, clavaron al Señor Jesús en la cruz que era inocente, lo que provocó la disposición de Dios y trajo la pérdida de la nación a toda la nación de Israel. De estas lecciones históricas, podemos ver que al leer las palabras de Dios en la Biblia, no podemos entenderlas ni explicarlas en términos literales; de lo contrario, será muy fácil para nosotros resistir a Dios y arruinar nuestras propias vidas. Así como 2 Corintios 3:6 dice: «porque la letra mata, pero el Espíritu da vida». La palabra de Dios es extremadamente profunda. Especialmente cuando leemos las profecías de Dios en la Biblia, aún más necesitamos orar a Dios y buscar Su voluntad, y si no podemos entenderlo, debemos mantener un corazón reverente y esperar la iluminación de Dios. De esta manera, podemos ser protegidos y nuestras vidas pueden ser beneficiadas; además, no seremos quienes resistamos y juzguemos a Dios y Su obra.

3. Examinar las demandas de Dios al leer la Biblia y practicar según las palabras de Dios

Hay muchas demandas de Dios en la Biblia: algunas están relacionadas con el hombre de cómo ora y adora a Dios; algunos nos enseñan que tipo de hombre está en la de las intenciones del Señor. Pero cualquier cosa que Dios nos pida, si podemos aceptarla y practicarla con precisión, entonces seguramente obtendremos edificación y beneficios en la vida.

Por ejemplo, el Señor Jesús dijo: «En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mateo 18:3). De las palabras del Señor, podemos ver que Dios requiere que seamos personas honestas porque sólo siendo personas honestas podemos entrar al reino de los cielos. Muchas personas piensan que mientras cumplan con sus reglas y no mientan en ningún momento, se convertirán en personas honestas. Que las mentiras no pueden salir de la boca es el primer comportamiento para ser una persona honesta. Pero a veces incluso si nuestras bocas no dicen mentiras, nuestros corazones aún pueden engañar a Dios, estamos mintiendo desde nuestros corazones. Entonces, ¿es un hombre como éste, una persona honesta? Ser una persona honesta también necesita ser un hombre que no tenga ninguna mentira dentro de su corazón. Este es la segunda pauta para ser un hombre honesto. Entonces, ¿si cuando hablas no mientes y no tiene ninguna mentira dentro de su corazón son los comportamientos para ser un hombre honesto? En nuestras experiencias, todavía podemos sentir que cuando nosotros oramos ante Dios, no abrimos nuestros corazones, somos seres disfrazados y mentirosos. Esta vez, tenemos un poco más de comprensión: ser honesto también está relacionado con abrir nuestros corazones a Dios. De esto podemos saber que para ser un hombre honesto no es tan simple como imaginamos. Requiere que busquemos y profundicemos incesantemente en nuestras experiencias y alcancemos gradualmente un conocimiento preciso de los requisitos de Dios para las personas honestas. Así es como podemos convertirnos verdaderamente en personas honestas a los ojos de Dios y obtener las bendiciones de Dios.

Déjame dar otro ejemplo. En Mateo 22:37-39, el Señor Jesús dijo: «Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazon, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amaras a tu projimo como a ti mismo». El Señor requiere que le amemos a Dios con todo nuestro corazón, con todas nuestras almas y con todas nuestras mentes. ¿Cómo debemos practicar para cumplir con las peticiones de Dios? Muchas personas dependen del entusiasmo para trabajar y sacrifican todo por el Señor y pueden soportar muchas dificultades y pagar mucho precio, por lo que piensan que han logrado amar al Señor con todos sus corazones, almas y mentes. En realidad, el Señor no sólo requiere que trabajemos, corramos y suframos mucho por Él, sino que también nos exige que no tengamos intenciones e impurezas mientras trabajamos y andamos por ahí, que estemos listos y dispuestos, y que no tengamos quejas, no importa cuánto lo hagamos. Has sufrido y pagado, para hacer todo por el bien de practicar la verdad y seguir la voluntad de Dios, y aferrarte a las comisiones del Señor, gastar para Él y ser fiel hasta el final sin importar cuántas pruebas y exigencias aguantemos. A las personas como esta se les puede considerar como personas que practican la verdad y esas personas realmente cumplen con las peticiones de Dios de amarlo con todos sus corazones, almas y mentes. Si sólo podemos trabajar, sufrir, gastar y pagar mucho precio para el Señor, pero no podemos renunciar a nuestros propósitos e intenciones personales, que son para obtener bendiciones e ir al cielo para satisfacer nuestros propios deseos, o si simplemente hacemos algún trabajo al cumplir con la doctrina y el siguiente procedimiento, entonces no se puede decir que practiquemos la verdad, mucho menos que amemos a Dios y sigamos la voluntad de Dios.

Los requisitos del Señor para nosotros es la verdad que debemos practicar. Pero el significado interno de la verdad es muy profundo, lo que requiere que lo meditemos más, confiando en Dios, y que lo experimentemos continuamente en profundidad. De esta manera, finalmente podemos cumplir con los requisitos de Dios y convertirnos en el hombre que está línea con la voluntad de Dios.

4.Prestar atención a conocer el carácter de Dios y lo que Dios tiene de Sus palabras al leer la Biblia

Cuando se trata de comprender la disposición de Dios, muchas personas pensarán que el Señor Jesús es un Dios misericordioso y amoroso, así como en Mateo 18:12-14, el Señor Jesús dijo: «¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de la descarriada? Y si sucede que la halla, en verdad os digo que se regocija más por ésta que por las noventa y nueve que no se han descarriado. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos». De la parábola del Señor, podemos ver que el Señor usó ovejas como una comparación para los creyentes que realmente lo siguen. El Señor sabía profundamente que antes de que comprendamos y obtengamos la verdad, nuestros logros son muy pequeños y es muy fácil para nosotros caminar por el camino equivocado y caer en todo tipo de tentaciones de Satanás, como la fama y la fortuna, el dinero, el estatus social, placer y demás. Cuando estamos atados a estas cosas y caemos en las redes de Satanás, Dios se sentirá dolido por esto. Pero debido a la disposición misericordiosa y amorosa de Dios, Él nos dará oportunidades. Mientras podamos encontrar nuestro camino de regreso de descarriarnos y arrepentirnos sinceramente ante Dios, Él mostrará misericordia por nuestra infantilidad y hará la vista gorda a nuestra ignorancia y rebeldía, haciéndonos sentir verdaderamente el amor y la salvación de Dios. La disposición de Dios está llena de su amor y cuidado por la humanidad, por lo que todos pensamos que la disposición de Dios es sólo misericordia y amor.

Sin embargo, en la Biblia podemos ver otro aspecto de la disposición de Dios. Al igual que en Mateo 23:13-15, el Señor Jesús maldijo a los fariseos: «Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacéis largas oraciones; por eso recibiréis mayor condenación.¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacéis hijo del infierno dos veces más que vosotros». Los fariseos estaban profundamente versados ​​en la Biblia pero no entendían el verdadero significado de los versículos. No entendieron ni obtuvieron la verdad de los versículos, mucho menos desarrollaron un corazón de reverencia por Dios. Cuando el Señor Jesús vino a hacer Su obra, no buscaron ni investigaron la obra del Señor; en cambio, ellos condenaron injustamente al Señor Jesús y dijeron que el Señor Jesús estaba expulsando a los demonios por el príncipe de los demonios, y etiquetaron la obra del Señor Jesús, llena de la autoridad y el poder de Dios, como una locura. Cometieron el pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo y ofendieron seriamente la disposición de Dios. Además, también incitaron y engañaron a los creyentes a resistir y condenar al Señor Jesús, haciendo que los fieles pierdan la salvación del Señor. El Señor Jesús denunció a los fariseos con los «Siete Aflicciones» debido a su mal comportamiento, que muestra plenamente la santidad de Dios y la disposición justa que no se puede ofender.

De la manera en que el Señor Jesús trató a diferentes personas, podemos ver que Dios muestra misericordia y bondad a las personas que verdaderamente creen en Él y lo siguen, y no definen Su trabajo de acuerdo con sus propias ideas e imaginaciones; sin embargo, Dios muestra Su disposición majestuosa, iracunda y justa que no puede ofenderse a las personas malvadas y anticristos que resisten, se rebelan contra Él, condenan su obra confiando en sus conceptos imaginarios y se oponen deliberadamente a Él. Entonces, para comprender la disposición de Dios y alcanzar el verdadero conocimiento de Dios, debemos investigar en muchos aspectos y no podemos medir o definir el trabajo y la disposición de Dios en base a un pasaje o varios pasajes de las Escrituras. Si definimos la disposición de Dios sólo de acuerdo con un pasaje de las Escrituras, no sólo no podremos alcanzar el verdadero conocimiento de la disposición de Dios, sino que repetiremos los mismos errores de los fariseos y nos convertiremos en el hombre que resiste a Dios y Dios detesta, rechaza y elimina.

Si queremos que nuestra lectura de la Biblia esté en consonancia con las intenciones del Señor y sea muy beneficiosa para nuestra vida, comprender los cuatro elementos anteriores es de la mayor importancia para nosotros. Si leemos la Biblia siguiendo nuestra propia voluntad y de acuerdo con nuestras preferencias personales, imaginaciones y nociones, entonces será muy difícil para nosotros obtener la verdad y ser bendecidos por Dios. Sólo si captamos estos elementos clave en nuestra lectura de la Biblia podemos crecer y obtener beneficios en la vida.

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

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Estudios bíblicos – ¿Hay algún error en la Biblia?

Jesucristo nos dijo claramente “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).

¿Hay algún error en la Biblia

Estudios bíblicos – ¿Hay algún error en la Biblia?

Comencé a leer la Biblia cuando comenzó a seguir al Señor. Así que conocía mucho la obra que Dios había hecho anteriormente. Tales como, la creación de Jehová Dios de los cielos y la tierra y todas las cosas, destruyendo el mundo con un diluvio, la quema de Sodoma, Jesucristo curando a los enfermos y expulsando a los demonios, alimentando a los cinco mil con cinco panes y dos peces, etcėtera. Al leer la Biblia, estaba convencida de que Jesucristo es el único Dios verdadero que creó los cielos y la tierra y todas las cosas. Desde entonces, la Biblia se convirtió en la base de mi creencia en Dios. Creía que todas las palabras en la Biblia eran las palabras de Dios, que la Biblia era un libro celestial, un libro sagrado, era sagrado, no contenía inexactitudes ni errores, y que las escrituras de cualquier gran hombre no podían compararse con ella. Entonces, leer la Biblia se convirtió en una parte esencial de mi vida cotidiana, y lo hice día tras día y año tras año. Un día, me encontré con algunos versículos en la Biblia que daban diferentes versiones de la misma cosa. Me quedé sorprendida: ¡No! ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo podría haber discrepancias en los registros de la Biblia? ¿No es la Biblia dada por inspiración de Dios? ¡Viene completamente de Dios! ¿Cómo podría haber discrepancias? Pensé que lo leí mal, así que los leí de nuevo cuidadosamente. Después de leer, descubrí que los registros son realmente diferentes. Me confundí. Más tarde, encontré los relatos de más asuntos inconsistentes o contradictorios en la Biblia. Los siguientes son algunos ejemplos:

El Registro De La Muerte De Judas

Hechos 1:18 registra: “Este, pues, con el precio de su infamia adquirió un terreno, y cayendo de cabeza se reventó por el medio, y todas sus entrañas se derramaron”. Pero Mateo 27:5 ilustra: “Y él, arrojando las piezas de plata en el santuario, se marchó; y fue y se ahorcó”. De los dos versículos, uno dice que Judas se reventó por el medio, mientras que el otro dice que se ahorcó. ¿Cómo él murió exactamente? ¿Cuál de los dos versículos es exacto?

El registro de Pedro negando al Señor tres veces

Marcos 14:30 ilustra: “Y Jesús le dijo: En verdad te digo que tú, hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces”. Pero Juan 13:38 ilustra: “Jesús le respondió: ¿Tu vida darás por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo sin que antes me hayas negado tres veces”. Estos dos versículos ilustran lo mismo, pero sus descripciones de las tres negaciones del Señor por parte de Pedro son diferentes al mismo tiempo. Si fueron dados por inspiración de Dios, no debe haber ninguna discrepancia entre ellos.

Genealogía de Jesús, Creado por Mateo

Mateo 1:1 y 16-25 ilustran: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. … Jacob engendró a José, el marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo. De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce generaciones; y desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones. Y el nacimiento de Jesucristo fue como sigue. Estando su madre María desposada con José, antes de que se consumara el matrimonio, se halló que había concebido por obra del Espíritu Santo. Y José su marido, siendo un hombre justo y no queriendo difamarla, quiso abandonarla en secreto. Pero mientras pensaba en esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor, diciendo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque el Niño que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo. Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había hablado por medio del profeta, diciendo: He aqui, la virgen concebira y dara a luz un hijo, y le pondran por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros. Y cuando despertó José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer; y la conservó virgen hasta que dio a luz un hijo; y le puso por nombre Jesús”. La Biblia dice claramente que Jesucristo fue concebido por el Espíritu Santo, y que Él y José no fueron emparentados por sangre. La genealogía documentada aquí es la de José. ¿Cómo podría ser Jesucristo? ¿Cuando habla de la genealogía de Jesucristo, no significa que Ėl es un hombre, el hijo de José, pero no el Dios encarnado concebido por el Espíritu Santo? Porque solo el hombre tiene su genealogía.

Dios no es un miembro de la raza humana, entonces ¿cómo podría Ėl tener Su genealogía? Estas preguntas me han dejado cada vez más y más desconcertada. Entonces muchas veces oré a Dios, “¡Oh Señor! ¿Cómo podría haber discrepancias en la Biblia? ¿De qué se trata todo esto? ¿Toda la Biblia no viene de la inspiración de Dios? ¿Podría haber errores en ella? ¡Pero, de hecho hay contradicciones en estos versículos! ¡Oh, Señor! Realmente no puedo entenderlos. Que Tú me ilumines y me guíes para comprender el misterio que hay en ellos”.

Jesucristo es fiel. Como dijo Ėl : “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7). Él realmente escuchó mi oración. Un día, vi un pasaje de palabras en un libro: “El Evangelio de Mateo, en el Nuevo Testamento, documenta la genealogía de Jesús. Al principio, dice que era descendiente de Abraham, hijo de David, e hijo de José; después dice que fue concebido por el Espíritu Santo, y nacido de una virgen; esto significaba que no era el hijo de José o un descendiente de Abraham, que no era el hijo de David. La genealogía, sin embargo, insiste en asociar a Jesús con José. Seguidamente, la misma comienza a relatar el proceso por medio del cual nació Jesús. Dice que fue concebido por el Espíritu Santo, que nació de una virgen, y no fue el hijo de José. Pero en la genealogía está escrito con claridad que Jesús fue el hijo de José; y como esta se escribe para Jesús, registra cuarenta y dos generaciones. Cuando llega a la generación de José, dice apresuradamente que era el marido de María, palabras con el fin de demostrar que Jesús era descendiente de Abraham. ¿No es una contradicción? La genealogía documenta con nitidez el linaje de José, es obviamente su genealogía, pero Mateo insiste en que es la de Jesús. ¿No niega esto la realidad de la concepción de Jesús por el Espíritu Santo? Por tanto, ¿no es la genealogía escrita por Mateo una idea humana? ¡Es ridículo! De esta forma sabes que este libro no vino totalmente del Espíritu Santo”. A partir de este pasaje, entendí que la genealogía que Mateo creó para Jesús no es la voluntad de Dios, sino que es enteramente su propia idea. ¿Cómo podría Dios tener Su genealogía? Mateo conocía muy bien la concepción de Jesús por el Espíritu Santo, pero creó una genealogía para Jesús, diciendo que Ėl es la simiente de David y el hijo de José. ¿No es esto una contradicción? ¿No es esto negando la concepción de Jesús por el Espíritu Santo? ¿No engaña a las personas a pensar que Jesucristo es el hijo de José, un hombre? ¡Esto es oponerse y blasfemar a Dios! En ese momento, me di cuenta de que hay inexactitud en el versículo, “Toda Escritura es inspirada por Dios …” (2 Timoteo 3:16).

¿De qué se tratan las otras contradicciones en la Biblia? Seguí leyendo el libro:

“Si los Cuatro Evangelios vinieron todos del Espíritu Santo, entonces ¿por qué dicen Mateo, Marcos, Lucas y Juan cosas diferentes sobre la obra de Jesús? Si no creéis esto, mirad entonces los relatos de la Biblia de cómo Pedro negó al Señor tres veces: son todos diferentes y cada uno tiene sus propias características. […] Leed detenidamente los Cuatro Evangelios; leed lo que registraron acerca de las cosas que Jesús hizo y las palabras que habló. Cada relato era, simplemente, diferente y cada uno de ellos tenía su propia perspectiva. Si lo escrito por los autores de estos libros vino todo del Espíritu Santo, entonces tendrían que ser todos iguales y coherentes. Entonces ¿por qué existen discrepancias? […] Después de que Lucas y Mateo hubieran oído las palabras de Jesús y visto Su obra, hablaron desde su propio conocimiento en forma de reminiscencias que detallaban algunos de los hechos llevados a cabo por Jesús. ¿Puedes decir que su conocimiento fue revelado completamente por el Espíritu Santo?”. “Puede decirse que lo que registraron fue acorde con su nivel de educación y calibre humano, que fueron las experiencias de los hombres, que cada uno tuvo sus propios medios de recopilar y conocer, y que cada registro era diferente. Por tanto, ¡si adoras la Biblia como si fuera Dios eres extremadamente ignorante y estúpido!” Mientras leí estas palabras, reflexioné sobre ellas cuidadosamente. Entendí que los Cuatro Evangelios son los registros de la obra de Jesucristo por Sus discípulos. Como dijo Lucas: “Por cuanto muchos han tratado de compilar una historia de las cosas que entre nosotros son muy ciertas, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, también a mí me ha parecido conveniente, después de haberlo investigado todo con diligencia desde el principio, escribírtelas ordenadamente, excelentísimo Teófilo, para que sepas la verdad precisa acerca de las cosas que te han sido enseñadas” (Lucas 1:1-4).

Los Cuatro Evangelios fueron escritos por Lucas y otros según lo que los predicadores habían dicho y lo que ellos mismos habían escuchado y visto; el libro de Hechos es el relato de los discípulos de Jesús predicando Su camino. Es decir, los Cuatro Evangelios y el libro de Hechos son registros de las cosas que sucedieron. Porque fueron escritos según los recuerdos de los hombres y lo que habían oído de los demás, inevitablemente hay algunos errores en ellos. Los hombres tienen pensamientos y, por lo tanto, tienen sus propias opiniones y conocimientos sobre muchas cosas. Entonces, la obra de los hombres está inevitablemente mezclada con sus puntos de vista subjetivos. Por lo tanto, lo que ellos expresan en su obra no se puede decir que represente completamente la voluntad de Dios. Por ejemplo, Mateo podría escribir la genealogía de Jesucristo, que es suficiente para demostrar que hay impurezas en la obra del hombre. Sin embargo, consideré todas las palabras en la Biblia como las palabras de Dios, pensando que se daban por inspiración de Dios y provenían completamente de Dios. ¡Soy extremadamente estúpida! Leía la Biblia todos los días, pero no encontré muchas palabras en ella que sean registros de las experiencias y el conocimiento de los hombres, y hasta la consideré como un libro celestial, un libro sagrado. ¿Estoy creyendo en Dios? ¿No he considerado la creencia en la Biblia como una creencia en Dios?

A través de la iluminación del Espíritu Santo, llegué a entender que el autor de la Biblia es el hombre, no Dios. Si consideramos que creer en la Biblia es creer en Dios, es una blasfemia contra Dios. En ese caso, no importa cuántos sufrimientos suframos y cuántos precios paguemos, Dios no reconocerá nuestra fe. Por lo tanto, para ser aprobado por el Señor en nuestra fe, la condición más fundamental es tratar la Biblia correctamente, y no considerar la creencia en la Biblia como la creencia en Dios. Lo más importante en la fe en Dios es esforzarse más en leer y practicar Sus palabras. Si creemos en Dios pero no practicamos Sus palabras, incluso si recitamos la Biblia al revés, no seremos reconocidos por Dios, y mucho menos entraremos en el reino de los cielos, porque Jesucristo nos dijo claramente “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).

Agradezco a Dios por Su iluminación y guía, para que yo sepa cómo caminar el camino para seguir a Él en el futuro y cómo buscar ser complacida por Él. Que toda la gloria sea para nuestro Padre que está en los cielos. ¡Amén!

(Traducido del original en inglés al español por Jose M. Flecha)

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