¿Por qué es muy importante la oración?

Dios dice: “La oración es una de las formas en las que el hombre coopera con Dios, es un modo por medio del cual el hombre invoca a Dios y es el proceso por medio del cual el Espíritu de Dios toca al hombre. Se puede decir que los que están sin oración son muertos que no tienen espíritu, lo que prueba que les hacen falta las facultades para que Dios los toque”.

La oración es una parte imprescindible de la vida de los cristianos. Siempre y cuando oremos sinceramente a Dios y aprendamos a confiar y apoyarse en Él en la vida, trabajo y todas las cosas que vienen sobre nosotros, Él escuchará seguramente nuestra oración y nos ayudará a abrir un camino para que podamos seguir adelante y sentir Su verdadera existencia. ¡La oración es muy importante!

Dios dice: “La oración es una de las formas en las que el hombre coopera con Dios, es un modo por medio del cual el hombre invoca a Dios y es el proceso por medio del cual el Espíritu de Dios toca al hombre. Se puede decir que los que están sin oración son muertos que no tienen espíritu, lo que prueba que les hacen falta las facultades para que Dios los toque. Sin la oración, no pueden alcanzar una vida espiritual normal, mucho menos pueden seguir la obra del Espíritu Santo; sin la oración, rompen su relación con Dios y no pueden recibir la aprobación de Dios. Siendo que eres alguien que cree en Dios, entre más ores, más te toca Dios. Esas personas tienen una mayor determinación y pueden recibir más la iluminación más reciente de Dios; como resultado, el Espíritu Santo puede perfeccionar sólo a personas como estas tan pronto como sea posible”.

Recomendación: Cómo aprender a orar

¿Cómo se puede entrar en la oración verdadera?

Lo mínimo que Dios exige del hombre es que le pueda abrir su corazón a Él. Si el hombre le da a Dios su corazón sincero y le dice lo que realmente hay dentro de este, entonces Dios estará dispuesto a obrar en él.

Las palabras relevantes de Dios:

Cuando oras, debes tener un corazón tranquilo ante Dios y debes tener un corazón sincero. Estás realmente teniendo comunión y orando con Dios; no debes intentar adular a Dios con palabras elegantes. La oración se debe centrar en torno a aquello que Dios quiere conseguir ahora mismo. Pídele a Dios que te conceda mayor iluminación y esclarecimiento, lleva tu estado actual y tus problemas delante de Su presencia cuando ores, incluyendo la resolución que tomaste ante Dios. Orar no es seguir un procedimiento sino buscar a Dios con un corazón sincero. Pide que Dios proteja tu corazón, para que tu corazón esté tranquilo ante Él con frecuencia; para que en el ambiente en el que te ha puesto, te conozcas, te desprecies y te abandones, permitiéndote así tener una relación normal con Dios y convirtiéndote verdaderamente en alguien que ama a Dios.

Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

Lo mínimo que Dios exige del hombre es que le pueda abrir su corazón a Él. Si el hombre le da a Dios su corazón sincero y le dice lo que realmente hay dentro de este, entonces Dios estará dispuesto a obrar en él. Lo que Dios quiere no es el corazón retorcido del hombre, sino un corazón puro y honesto. Si el hombre no le habla a Dios de corazón, entonces Dios no se lo conmueve ni obra dentro de él. Por lo tanto, lo más crucial de la oración es hablarle a Dios de corazón, contarle tus defectos o tu carácter rebelde y abrirte completamente a Él; solo entonces Dios estará interesado en tus oraciones, de lo contrario, Él te ocultará Su rostro. El criterio mínimo para la oración es que puedas mantener tu corazón en calma ante Dios y que no se aparte de Él. Tal vez, durante esta fase, no obtienes una visión más nueva o alta, pero debes usar la oración para mantener las cosas como están; no puedes retroceder. Esto es lo mínimo que debes alcanzar. Si no puedes lograr ni siquiera esto, entonces es la prueba de que tu vida espiritual no está en el camino correcto. Como resultado, no podrás aferrarte a la visión original que tenías, perderás la fe en Dios y por consiguiente tu determinación desaparecerá. Uno de los indicios de si has entrado o no en la vida espiritual es ver si tus oraciones están en el camino correcto. Todas las personas deben entrar en esta realidad; todas deben hacer la obra de formarse de manera consciente en la oración, no esperando con pasividad, sino buscando conscientemente que el Espíritu Santo las conmueva. Solo entonces serán personas que efectivamente buscan a Dios.

Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

No se trata solo de hacer las cosas por inercia, seguir procedimientos o recitar las palabras de Dios. Es decir, orar no es repetir ciertas palabras como un loro ni es imitar a los demás. En la oración, se debe llegar a un estado en que se le entregue el corazón a Dios, en el que este se abra de par en par para que Dios lo conmueva. Si la oración ha de ser efectiva, entonces se debe basar en la lectura de las palabras de Dios. Solo al orar desde dentro de las palabras de Dios se puede recibir mayor esclarecimiento e iluminación. Las manifestaciones de una oración verdadera son: tener un corazón que anhela todo lo que Dios pide y además un deseo de cumplir lo que Él exige; detestar lo que Dios odia y sobre esta base ganar cierto entendimiento de ello y tener cierto conocimiento y claridad sobre las verdades que Dios explica. Donde hay determinación, fe, y una senda de práctica después de la oración, solo entonces se puede llamar verdadera oración y solo este tipo de oración puede ser efectiva. Sin embargo, la oración se debe construir sobre el disfrute de las palabras de Dios, debe establecerse sobre la base de la comunión con Dios en Sus palabras, y el corazón debe poder buscar a Dios y calmarse ante Él. Ese tipo de oración ya ha entrado en la etapa de la comunión verdadera con Dios.

El conocimiento más básico acerca de la oración:

1. No digas a ciegas lo que te venga a la mente. En tu corazón debe haber una carga; es decir, debes tener un objetivo cuando ores.

2. La oración debe contener las palabras de Dios; debe basarse en Sus palabras.

3. Cuando ores, no debes reincidir en temas obsoletos. Tus oraciones deben estar relacionadas con las palabras actuales de Dios y, al orar, cuéntale a Dios tus pensamientos más íntimos.

4. La oración grupal se debe centrar alrededor de un núcleo, que es necesariamente la obra presente del Espíritu Santo.

5. Todas las personas deben aprender las oraciones de intercesión. Esta es una manifestación del cuidado que se tiene de la voluntad de Dios.

La vida de oración de cada individuo se basa en entender el significado de la oración y en el conocimiento básico de la oración. En la vida diaria, ora con frecuencia por tus propios defectos, ora para lograr un cambio en tu carácter en la vida y ora sobre la base de tu conocimiento de las palabras de Dios. Cada persona debe establecer su propia vida de oración, debe orar por conocer las palabras de Dios y debe orar para buscar conocimiento de la obra de Dios. Expón tus circunstancias presentes delante de Dios y sé honesto sin preocuparte de la manera en la que oras, la clave es lograr conocimiento verdadero y experiencia real de las palabras de Dios. Una persona que busque la entrada a la vida espiritual debe ser capaz de orar de muchas maneras diferentes. Orar en silencio, meditar sobre las palabras de Dios, llegar a conocer Su obra, son todos ejemplos de la decidida obra de comunicación espiritual con el fin de conseguir la entrada en la vida espiritual normal, que mejora el estado propio ante Dios y obliga a avanzar aún más en la vida. En resumen, todo lo que hagas —ya sea comer y beber las palabras de Dios u orar en silencio o proclamar en voz alta— tiene el fin de permitirte ver claramente las palabras de Dios, Su obra y aquello que Él desea lograr en ti. Lo que es más importante, todo lo que haces es para alcanzar los estándares que Dios exige y llevar tu vida al siguiente nivel.

Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

¿Y cómo buscas ser tocado por el Espíritu Santo? Lo crucial es vivir en las palabras actuales de Dios y orar sobre el fundamento de Sus exigencias. Después de haber orado de esta manera, es seguro que el Espíritu Santo te tocará. Si no buscas en base al fundamento de las palabras que Dios pronuncia hoy, entonces es infructuoso. Debes orar y decir: “¡Oh, Dios! Me opongo a Ti y te debo tanto; soy muy desobediente y nunca puedo satisfacerte. Oh, Dios, quiero que me salves, quiero servirte hasta el final, quiero morir por Ti. Tú me juzgas y me castigas y no tengo quejas; me opongo a Ti y merezco morir para que todas las personas puedan contemplar Tu justo carácter en mi muerte”. Si oras desde dentro de tu corazón de esta manera, Dios te escuchará y te guiará; si no oras sobre el fundamento de las palabras actuales del Espíritu Santo, entonces no hay posibilidad de que el Espíritu Santo te toque. Si oras de acuerdo a la voluntad de Dios, y de acuerdo a eso que Él quiere hacer hoy, dirás: “¡Oh, Dios! Quiero aceptar Tus comisiones y ser fiel a ellas y estoy dispuesto a consagrar toda mi vida a Tu gloria para que todo lo que haga pueda alcanzar los estándares del pueblo de Dios. Que mi corazón sea tocado por Ti. Anhelo que Tu Espíritu siempre me ilumine, que todo lo que yo avergüence a Satanás, para, al final, ser ganado por Ti”. Si oras de esta manera, centrándote alrededor de la voluntad de Dios, entonces, el Espíritu Santo inevitablemente obrará en ti. No importa cuántas sean las palabras de tus oraciones, lo que es clave es si comprendes la voluntad de Dios o no. Todos vosotros pudisteis haber tenido la siguiente experiencia: A veces, mientras oras en una reunión, la dinámica de la obra del Espíritu Santo alcanza su punto máximo, haciendo que la fuerza de todos se eleve. Algunas personas lloran amargamente y derraman lágrimas mientras oran, vencidas por el remordimiento ante Dios, y algunas personas muestran su determinación y hacen votos. Ese es el efecto que debe lograr la obra del Espíritu Santo. En la actualidad es crucial que todas las personas derramen por completo sus corazones sobre las palabras de Dios. No te enfoques en las palabras que se pronunciaron antes; si todavía te aferras a lo que antes fue, entonces el Espíritu Santo no obrará dentro de ti. ¿Ves qué importante es esto?

Extracto de ‘Conoce la nueva obra de Dios y sigue Sus huellas’ en “La Palabra manifestada en carne”

He descubierto un problema común a todas las personas: cuando les ocurre algo, acuden a Dios para orar, pero, para ellas, la oración es una cosa y el asunto en cuestión es otra. Piensan que no han de hablar de lo que les está ocurriendo en la oración. Casi nunca oráis con sinceridad, y algunos ni siquiera sabéis cómo hacerlo. En realidad, orar es principalmente decir lo que hay en tu corazón, como si estuvieras hablando de una manera habitual. Sin embargo, hay personas que olvidan cuál es su lugar en cuanto empiezan a orar; insisten en que Dios les conceda algo, sin importarles si está de acuerdo con Su voluntad y, por consiguiente, sus oraciones se marchitan al orar. Cuando oras, sin importar lo que pidas en tu corazón o lo que anheles, o quizás, si hay algún problema que deseas abordar pero sobre el que no tienes ningún entendimiento, y le pides a Dios que te dé sabiduría o fortaleza, o que te esclarezca, sea cual sea tu petición, debes formularla con sensatez. Si no lo haces y te arrodillas y dices: “Dios, dame fuerzas; muéstrame mi naturaleza; te ruego que obres; te ruego esto y lo otro; te ruego que me hagas ser esto y lo otro…”. Este “ruego” tuyo tiene un carácter coactivo; pretende presionar a Dios, obligarlo a hacer lo que tú quieres con las condiciones que tú has establecido unilateralmente de antemano, nada menos. Desde el punto de vista del Espíritu Santo, ¿qué efecto podría tener una oración así cuando ya has establecido las condiciones y has decidido lo que quieres hacer? Se ha de orar con un corazón que busca y se somete. Cuando te ocurre algo, por ejemplo, y no estás seguro de cómo abordarlo, podrías decir: “¡Dios! No sé qué hacer en este caso. Quiero satisfacerte en este asunto y quiero buscar Tu voluntad. Hágase Tu voluntad. Quiero hacer Tu voluntad y no la mía. Sabes que toda la voluntad humana está en contra de la tuya, se opone a ti y no está de acuerdo con la verdad. Te pido que me esclarezcas, que me guíes en este asunto y no dejes que te ofenda…”. Este es el tono adecuado para orar. Si simplemente dices: “Dios, te pido que me ayudes, me guíes, me proporciones el ambiente correcto y la gente adecuada, y me dejes hacer bien mi trabajo…”, entonces, después de orar, todavía no habrás captado la voluntad de Dios, ya que le habrás estado pidiendo que actúe según tu propia voluntad.

Ahora debes averiguar si las palabras que utilizas cuando oras son sensatas. Si tus oraciones no son sensatas, ya sea debido a tu insensatez o a propósito, el Espíritu Santo no obrará en ti. Por consiguiente, cuando ores, debes hablar con sensatez, en un tono adecuado. Di esto: “¡Dios! Conoces mi debilidad y mi rebeldía. Solo te pido que me des fuerzas y me ayudes a soportar mis circunstancias, pero solo según Tu voluntad. Esto es todo lo que pido. No sé cuál es Tu voluntad, pero hágase Tu voluntad de todas formas. Aunque tuviera que prestar servicio, o ser un contraste, lo haría de buena gana. Te pido que me des fuerzas y sabiduría y que me dejes satisfacerte en este asunto. Mi único deseo es someterme a Tus arreglos…”. Después de orar de esta manera, tu corazón se sentirá tranquilo. Si lo único que haces es suplicar constantemente, por mucho que digas, no será más que palabras huecas; Dios no obrará para contestar a tu súplica porque habrás decidido lo que quieres con anterioridad. Cuando te arrodilles para orar, di lo siguiente: “¡Dios! Conoces las debilidades y los estados del hombre. Te pido que me esclarezcas en este asunto. Déjame entender Tu voluntad. Lo único que quiero es someterme a todo lo que Tú dispongas; mi corazón está dispuesto a obedecerte…”. Si oras así, el Espíritu Santo te conmoverá. Si no oras de la manera correcta, tu oración estará rancia y el Espíritu Santo no te conmoverá. No sigas parloteando, hablando por ti mismo, ya que esto no es más que descuidado y superficial. ¿Obraría el Espíritu Santo si fueses descuidado y superficial? Cuando se acude a Dios, se debe ser correcto y adecuado, tener una actitud devota, como los sacerdotes de la Era de la Ley, quienes se arrodillaban cuando ofrecían un sacrificio. Orar no es sencillo. ¿Cómo sería posible que una persona acudiese a Dios sacando los dientes y las garras, o que orase tumbada, tapada con una manta, creyendo que Dios la escucha? ¡Eso no es devoción! No digo esto con el propósito de exigir a la gente que cumpla una norma específica; lo mínimo que uno puede hacer es inclinar su corazón hacia Dios y presentarse ante Él con una actitud devota.

Extracto de ‘El significado de la oración y su práctica’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

¿Cómo puede mantener la gente una relación con Dios? ¿Y en qué debe ampararse para ello? En suplicar a Dios, en orar a Dios y en comunicarse con Dios en su interior. Con una relación así, la gente vive constantemente ante Dios y está muy tranquila. Algunos se pasan el tiempo realizando acciones externas, ocupados en tareas externas. Tras uno o dos días sin vida espiritual, no notan nada; transcurridos tres o cinco días, o uno o dos meses, siguen sin notar nada; no han orado, suplicado ni tenido comunión espiritual. Suplicas cuando te ocurre algo y le pides a Dios que te ayude, te guíe, te provea, te dé esclarecimiento y te permita entender Su voluntad y saber qué hacer con arreglo a la verdad. El alcance de la oración es más amplio: a veces hablas en tu interior para contarle a Dios tus dificultades o tu negatividad y debilidad; y también oras a Dios cuando eres rebelde, o le hablas de las cosas que te suceden cada día, las tengas claras o no. Esto es orar. El alcance de la oración es, básicamente, hablar y abrirse a Dios. Algunas veces se hace con un horario regular, y otras no; puedes orar cuando y donde quieras. La comunión espiritual no es excesivamente formal. Unas veces la haces porque tienes un problema; otras, no. A veces contiene palabras; otras veces, no. Cuando tienes un problema, lo hablas con Dios y oras; cuando no tienes ningún problema, piensas en cómo Dios ama a la gente, en cómo se preocupa por ella y en cómo la reprende. Puedes tener comunión con Dios en cualquier momento o lugar. Esto es la comunión espiritual. En ocasiones, cuando estás por ahí y recuerdas algo que te molesta, no tienes que arrodillarte ni cerrar los ojos. Solo tienes que decirle a Dios dentro de ti: “Oh, Dios mío, te ruego que me guíes en esto. Soy débil, no puedo con ello”. Tu corazón se conmueve; no dices más que unas sencillas palabras y Dios ya sabe. A veces, es posible que extrañes tu hogar y digas: “¡Oh, Dios mío! Extraño mucho mi hogar…”. No dices a quién extrañas en concreto. Simplemente estás triste y le hablas de ello a Dios. Los problemas solamente pueden solucionarse cuando oras a Dios para decirle lo que sientes. ¿Es posible resolver los problemas hablando con otras personas? Está bien si encuentras a alguien que comprenda la verdad, pero, si no —si te encuentras con alguien negativo y débil—, podrías influirle. Si le hablas a Dios, Él te consolará y conmoverá. Si eres capaz de leer las palabras de Dios tranquilamente ante Él, podrás comprender la verdad y solucionar el problema. En las palabras de Dios hallarás un camino que te permitirá dejar atrás este pequeño obstáculo. No tropezarás con el obstáculo, que no te frenará ni repercutirá en tu cumplimiento del deber. Hay momentos en que, de pronto, te sientes algo triste o inquieto en tu interior. En esas ocasiones, no dudes en orar a Dios. Tal vez no le supliques, no desees que haga nada ni que te dé esclarecimiento; tan solo le hablas y te abres a Él en cualquier momento, estés donde estés. ¿Qué debes sentir en todo momento? “Dios siempre está conmigo, nunca me ha abandonado y puedo sentirlo. Allá donde esté o haga lo que haga —esté descansando, en una reunión o cumpliendo con el deber—, dentro de mí sé que Dios me lleva de la mano, que nunca me ha abandonado”. De vez en cuando, al recordar cómo has pasado cada día de los últimos años, notas que has crecido en estatura, que Dios te ha guiado, que el amor de Dios te ha protegido todo el tiempo. Mientras piensas en estas cosas, oras en tu interior para dar gracias a Dios: “¡Oh, Dios mío! ¡Gracias! Soy muy débil y frágil, hondamente corrupto. Si no me hubieras guiado de este modo, no habría llegado hasta aquí por mí mismo”. ¿Esto no es comunión espiritual? Si la gente es a menudo capaz de tener comunión de esta manera, ¿no tendrá mucho que decirle a Dios? No pasaría muchos días sin decirle algo a Dios. Cuando no tienes nada que decirle a Dios, Él está ausente de tu corazón. Si Dios está en tu corazón y tienes fe en Él, podrás contarle todo lo que sientas, incluidas esas cosas de las que les hablarías a tus confidentes. De hecho, Dios es tu máximo confidente. Si consideras a Dios tu máximo confidente, el familiar en quien más te apoyas, en el que más confías, del que más te fías, al que más te abres, el más cercano, entonces será imposible que no tengas nada que decirle a Dios. Si siempre tienes algo que decirle a Dios, ¿no vivirás constantemente ante Él? Si eres capaz de vivir constantemente ante Dios, en todo momento notarás cómo Él te guía, cómo te cuida y protege, cómo te brinda paz y gozo, cómo te bendice, cómo te da esclarecimiento y cómo te reprende, disciplina, corrige, juzga y castiga; todo esto te resultará obvio y evidente dentro de ti. No te limitarás a ir tirando cada día sin saber nada, solo diciendo que crees en Dios, cumpliendo con el deber y asistiendo a reuniones nada más que por las apariencias, leyendo las palabras de Dios y orando a diario, actuando por simple inercia: sencillamente, no harás este tipo de ceremonia religiosa externa. Por el contrario, en tu interior acudirás a Dios para orarle en todo momento, te comunicarás con Dios a todas horas y serás capaz de someterte a Él y de vivir ante Él.

Extracto de ‘Si no puedes vivir siempre delante de Dios, eres un incrédulo’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

Aprender más: Oración cristiana

¿Cómo se puede entrar en la oración verdadera?

En un libro se dice: “Mientras oras tu corazón debe estar en paz delante de Dios y debe ser sincero. Estás realmente teniendo comunión y orando con Dios; no debes engañar a Dios usando palabras que suenen bonito.

“Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad” (Juan 4:24).

En un libro se dice: “Mientras oras tu corazón debe estar en paz delante de Dios y debe ser sincero. Estás realmente teniendo comunión y orando con Dios; no debes engañar a Dios usando palabras que suenen bonito. La oración se centra alrededor de aquello que Dios quiere completar hoy. Pídele a Dios que te ilumine y te esclarezca más, y lleva tu estado real y tus problemas delante de Él para que ores y tomes la determinación ante Dios. Orar no es seguir un procedimiento sino buscar a Dios usando tu corazón sincero. Pide que Dios proteja tu corazón, capacitándolo para que con frecuencia esté en paz delante de Dios, capacitándote para que te conozcas y te desprecies y te abandones en el ambiente que Dios ha puesto para ti, permitiéndote así tener una relación normal con Dios y haciendo de ti alguien que verdaderamente ama a Dios”.

Recomendación: Adorar en espiritu y en verdad

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

Estudio acerca de la oración: Conoce cuáles son las oraciones que Dios aborrece y cuáles son las que aprueba

Dios dice: «Las personas creen en Dios, lo aman, y lo satisfacen cuando tocan el Espíritu de Dios con su corazón y, de ese modo, logran la satisfacción de Dios. Cuando contactan con corazón con las palabras de Dios, Su espíritu las conmueve».

Etapa amorosa:

Ruego al Señor todos los días, y especialmente la oración de la mañana y la oración de la tarde, son partes esenciales de mi vida diaria. Además, constantemente persisto en hacerlo así. Pero muchas veces, aunque ruego al Señor, no puedo sentirlo, y obviamente siento que el Señor no escucha mis oraciones. Después de haber orado durante muchos años, sin embargo, siento que mi vida no tiene progreso ni cambio. Por lo tanto, no tengo fe sin saberlo. No sé por qué es esto así. ¿Puedes decirme cómo orar de acuerdo con la voluntad del Señor?

Sinceramente tuyo,
Tao Xin 

Hermano Tao Xin:

La situación que dijiste generalmente existe en nuestra iglesia. ¿Por qué el Señor no escucha nuestras oraciones? En cuanto a la razón por la cual, principalmente, es porque nuestras oraciones no están de acuerdo con la voluntad del Señor. Para comprender cómo orar de acuerdo con la voluntad del Señor, primero necesitamos saber qué tipos de oraciones no son recomendadas por el Señor. Luego, busquemos y discutamos juntos. ¡Que el Señor nos guíe!

1. Oraciones a medias no pueden ser escuchadas por el Señor

A veces, cuando nos despertamos, podemos orar así: «Dios, hoy, te encomiendo mi día entero. Estoy dispuesto a dejar que me guíes a lo largo del día. Por favor cuídame para no enfrentar ningún mal o tentación. Déjame vivir en el resplandor de Tu semblante. Que Dios me bendiga ¡Amén!»

A menudo también oramos de esta manera: «Jehová Dios, tú eres el Creador de los cielos y la tierra y de todas las cosas». Tú controlas el destino humano. Señor Jesús, Tú eres nuestro Salvador. Tú derramaste Tu sangre en la cruz para limpiarnos de nuestros pecados. Ya no nos ves como pecadores. Tú nos ves como justos. Por lo tanto, no defines nuestras fechorías como pecados. No importa cuán corruptos somos o cómo pecamos, tú nos perdonas. ¡Señor Jesús! Tus palabras son nuestra luz guía. Tú eres nuestro todo. Tú eres nuestro Señor, somos tus ovejas. Tú nos cuidas y proteges todos los días. Bendices a nuestros padres, a nuestros hijos y a nuestras familias». Sin embargo, aunque nos arrodillamos, nuestras bocas hablan incesantemente, sin embargo, nuestros corazones están cerrados a Dios, y lo que decimos no es lo que está en nuestros corazones. Estamos hablando solo, hablando en el aire. No nos importa para nada si el Señor está contento con eso. Entonces, aunque oramos una vez en la mañana y una vez en la noche, y algunas veces incluso rezamos por una o dos horas, no tenemos ningún resultado.

Nuestras oraciones a medias no son escuchadas por el Señor, porque lo estamos engañando. Se dice en el Libro de Isaías, «Porque este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios me honra, mas su corazón alejó de mí» (Isaías 29:13). Debido a que tales oraciones no son devotas, y no tratamos al Señor como el Señor debe ser tratado, sino que lo tratamos como si fuera aire vacío, por lo tanto no podemos recibir el trabajo del Espíritu Santo, ni tenemos la iluminación del Espíritu Santo como resultado, aunque hemos rezado al Señor durante muchos años, no hemos producido nada. Todavía vivimos en el estado de pecado todos los días y confesamos cada noche. No podemos ver ningún cambio en nuestra disposición de vida ni vivir el decoro de los santos.

2. Pasar por las oraciones de orar al Señor no es escuchado por Él

A veces nos apresuramos a hacer cosas o a ir a trabajar, e incluso si rezamos, estamos haciendo los movimientos. Por ejemplo, a veces oramos así: «Dios, te confío este asunto. Te encomiendo a mis hijos y padres. Te encomiendo con todo. Dios, por favor bendíceme y protégeme. ¡Amén!» Nuestra oración es tan rápida como un conejo. Nuestros corazones están impacientes. La oración consiste de solo unas pocas oraciones y se termina. A veces le decimos al Señor que le agradecemos por la comida, pero tenemos que irnos corriendo al trabajo, así que oramos rápidamente, «Dios, me has bendecido con esta comida. Me has dado esta comida. Nunca olvidaré tu gracia. No olvidaré tu amor por mí. ¡Oro en el nombre del Señor Jesús, Amén!» Hablamos algunas palabras con prisa y la oración ha terminado otra vez. También hay momentos en que nos damos cuenta de que nuestros hijos no nos obedecen, cerramos los ojos y oramos: «Señor, te encomiendo a este niño. No puedo disciplinarlo. Él no me obedece. Yo te entrego el niño. Señor, eres todopoderoso. Yo oro en el nombre del Señor Jesús ¡Amén!» Pero después de la oración, seguimos nuestro camino. Tales oraciones están pasando por los movimientos. Dios dice: «Las personas creen en Dios, lo aman, y lo satisfacen cuando tocan el Espíritu de Dios con su corazón y, de ese modo, logran la satisfacción de Dios. Cuando contactan con corazón con las palabras de Dios, Su espíritu las conmueve». No usamos nuestros corazones para orar, sino que cumplimentamos formalidades, y si siempre oramos de esta manera, nuestras oraciones se convertirán en una ceremonia religiosa, que está siguiendo los movimientos del Señor, está engañando al Señor, y solo puede ser despreciado por Dios.

3. Orar con un tono de duda no es escuchado por el Señor

Cada uno de nosotros, los creyentes, anhelamos la venida del Señor. A veces podemos orar así: «Oh Dios, prometiste llevarnos al reino de los cielos y revelarte a nosotros. Prometiste levantarnos para reunirnos contigo en el aire. ¿Por qué no has cumplido esta promesa aún después de todo este tiempo? ¿Por qué es esto?». Cuando estamos enfermos, si nuestra enfermedad no se cura, rezamos, «Oh Señor, confío en Ti de verdad. ¿Por qué no sanas mi enfermedad?». Cuando nos peleamos con alguien, o alguien nos intimida, oramos, «Oh Señor, este hombre es tan malvado. ¿Por qué no lo disciplinas ni lo castigas?…».

Este tipo de oración tampoco es aprobada por el Señor. ¿Por qué decimos eso? Porque cuando oramos así, cuestionamos a Dios y tratamos a Dios como nuestro igual. Dios es el Creador mientras somos seres creados. Nunca podremos ser iguales con Dios. Si hablamos así con el Creador, nuestra relación con el Señor es incorrecta. Además, nunca recibiremos la aprobación del Señor.

4. Rezar con motivaciones para hacer tratos con el Señor no es escuchado por Él

Hay muchos comportamientos así. Por ejemplo, cuando caemos enfermos, oraremos de esta manera, «¡Oh Dios! ¡Debes salvarme! Te ruego que te deshagas de esta enfermedad, ¡deshazte de esta copa de sufrimiento lo antes posible! Debes curarme». A veces, cuando enfrentamos desastres, podemos orar: «Dios, si me salvas y me guardas del desastre, si no me dejas morir, te ofreceré todo mi ser». Cuando te sumérges en la oscuridad espiritual o eres incapaz de sentir al Señor, oramos, «¡Oh Señor, he creído en Ti por veinte o treinta años y he sacrificado mucho por Ti! ¡Renuncié a un buen trabajo por ti! ¡No gané ningún dinero por más de veinte años! ¡He comido comida blanda y ropa ordinaria! He sufrido persecución, tribulación, ridículo y difamación, ¡todo por tu bien! Hoy, espero que puedas llevarme al reino de los cielos cuando regreses, pero ya he esperado todos estos años sin escuchar nada ni sentir nada de ti. Señor, ¿me has desamparado? Si realmente me has abandonado, ¡entonces no tienes credibilidad!».

Los tipos de oraciones anteriores no se ajustan a las intenciones del Señor. ¿Por qué se dice que tales oraciones no son aprobadas por él?

La razón por la que oramos de esa manera es porque queremos usar a Dios para lograr nuestros propios fines, queremos utilizar nuestros esfuerzos y difundir el Evangelio, nuestros sufrimientos y el precio que pagamos para intercambiar Sus bendiciones, evitar desastres y entrar en el Reino de los cielos. Estamos haciendo tratos con Dios. Cuando nuestras intenciones son incorrectas, las personas pueden ver a través de nosotros, sin importar lo que digamos. Por lo tanto, es aún más fácil para Dios resolverlo buscando en nuestros corazones. Además, como no tenemos verdadera comunión con Dios, nuestras acciones no pueden estar de acuerdo con la voluntad de Dios, y no tenemos una relación adecuada con Él, las oraciones como estas no son aceptadas por Dios. Tal como dijo el Señor Jesús, «Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos mucho milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad» (Mateo 7:22-23).

Dado que lo anterior no está aprobado por el Señor, ¿cómo oramos para cumplir con Su voluntad?

1. Quitando nuestros corazones ante el Señor, expresando las palabras en nuestros corazones y presentando nuestras dificultades reales ante el Señor

Por ejemplo, cuando nos damos cuenta de que nuestros hijos no nos obedecen, podemos orar de esta manera: «¡Señor! Hoy en día criar a un niño es muy difícil. ¡Sin la verdad no puedo enseñarle al niño, y el niño no me obedecerá! Oh Señor, los humanos son creados por Ti. Tú me diste este niño. Verdaderamente ahora veo que no tengo la verdad, ni soy lo que debería ser como ser humano, y no tengo forma de enseñarle al niño. ¡Te encomiendo a este niño y estoy dispuesto a confiar en ti para que lo enseñes!».

Ya tenemos suficiente dinero para vivir, pero aún queremos ganar más y disfrutar más. Podemos orar al Señor, «Dios, ahora veo que mi corazón es muy codicioso de la riqueza. Otros son capaces de abandonar todo y contentarse con la ropa que llevan puesta y la comida en su plato. ¿Por qué no puedo estar contento? ¿Por qué todavía me aferro a la riqueza en mi corazón? Por favor, Dios, ¡te pido que me salves! No me importa si me disciplinas o si usas algún otro método, todo está bien».

A veces, vemos algunas acciones ilegales de pastores y ancianos, pero no podemos ver a través de ellos. Entonces, podemos orar a Dios, «Dios, Tus palabras revelan a los fariseos, pero no puedo ver a través de ellos claramente. Por fuera, parecen muy devotos, ¿por qué no puedo ver su hipocresía esencial? Especialmente su odio esencial hacia la verdad, no puedo ver eso. Entonces, en mi corazón siempre los he admirado y siempre quise preguntarles si me encontraba con problemas. También siento que esto es incorrecto, pero ¿por qué no puedo dejarlo ir? ¿Por qué no puedo ver a través de su naturaleza interna y los abandono en mi corazón?». ¿No es por medio de esta oración que nos callamos ante el Señor y conversamos con Él seriamente? Es como si tuviéramos una conversación de corazón a corazón con otra persona. En ambos casos, estamos hablando desde el corazón y expresamos nuestros mayores problemas. Cuando Dios los vea, sabrá que somos sinceros y que no trataremos de engañarlo o de hablar con dulzura y engañarlo. Entonces el Espíritu Santo hará su trabajo. Entonces, después de orar, nos sentiremos iluminados en nuestros corazones, como si se hubiera levantado una carga.

2. Orar al Señor como una Criatura de Dios, no hacer demandas ni peticiones del Señor, y ser capaz de obedecer al Señor Verdaderamente

Si tenemos una enfermedad grave de repente, meditaremos en su interior, ¿Por qué me enfermo? ¿Voy a tener cáncer? Si es la manera de Dios de castigarme, si Él quiere que muera, entonces me someteré. Si es la manera de Dios de refinarme y limpiarme, estoy dispuesto a aceptar tal refinamiento. Luego oraremos a Dios en nuestras mentes: «Querido Dios, si quieres que muera, me someteré, y te garantizo que lo haré, no tengo quejas. Fui creado por ti y he hecho muchas cosas que no se ajustan a tus intenciones, y debería recibir un castigo por esto».

Después de tal oración sumisa, nos conmoveremos mucho, y no estaremos tan constreñidos por el futuro y el destino. Además, tendremos la voluntad de obedecer a Dios en el interior, y ya no le haremos ninguna demanda. ¿Por qué tales oraciones pueden ser efectivas? Es porque ponemos nuestras posiciones correctas. Estamos en nuestro lugar como una criatura de Dios y tenemos un corazón sumiso para orar y buscar a Dios. Entonces, más adelante, antes de orar, debemos pensar primero y estar completamente preparados. Con respecto a las dificultades que enfrentamos y las cosas que necesitamos que Dios nos aclare, debemos desarrollar un esquema simple de cómo debemos buscar ayuda de Dios, cómo debemos tener comunión con Dios. Y luego, debemos encontrar una oportunidad adecuada y el ambiente apropiado para arrodillarnos ante Dios y orar. De esta manera, será fácil calmar nuestros corazones ante Dios y recibir el trabajo del Espíritu Santo. Además, nuestra vida espiritual puede continuar creciendo.

Sinceramente tuyo,
Etapa amorosa 

Recomendación: ¿Cómo orar a Dios correctamente? ¡Se te dirá tres claves!

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com

Oración cristiana | ¿Cómo orar para lograr el efecto?

Dios dice: “Mientras oras, tu corazón debe estar en paz delante de Dios y debe ser sincero. Estás realmente teniendo comunión y orando con Dios; no debes engañar a Dios usando palabras elegantes. La oración se debe centrar en torno a aquello que Dios quiere completar hoy. Pídele a Dios que te ilumine y te esclarezca más, y lleva tu estado actual y tus problemas delante de Él para que ores y tomes una resolución ante Dios.

Oración cristiana | ¿Cómo orar para lograr el efecto?

Ayer hemos compartido con ustedes sobre cuál es el significado de la oración. Hoy vamos a comunicar juntos sobre cómo orar eficazmente.

Dios dice: “Mientras oras, tu corazón debe estar en paz delante de Dios y debe ser sincero. Estás realmente teniendo comunión y orando con Dios; no debes engañar a Dios usando palabras elegantes. La oración se debe centrar en torno a aquello que Dios quiere completar hoy. Pídele a Dios que te ilumine y te esclarezca más, y lleva tu estado actual y tus problemas delante de Él para que ores y tomes una resolución ante Dios. Orar no es seguir un procedimiento sino buscar a Dios usando tu corazón sincero. Pide que Dios proteja tu corazón, capacitándolo para que con frecuencia esté en paz delante de Dios, capacitándote para que te conozcas y te desprecies y te abandones en el ambiente que Dios ha puesto para ti, permitiéndote así tener una relación normal con Dios y haciendo de ti alguien que verdaderamente ama a Dios”.

De “La Palabra manifestada en carne

Este pasaje de la Palabra de Dios nos ha indicado el camino de la práctica y la dirección. Si queremos que Dios escuche nuestras oraciones y obtenemos Su ayuda, es indispensable que tengamos un corazón sincero. Con que hablemos las palabras sinceras a Dios y lo adoremos con nuestro corazón sincero, Él nos escuchará. Tal como cuando encontremos con una cosa que no sabemos cómo hacer, necesitamos calmar nuestro corazón ante Él a orar y decirle nuestra verdadera situación, Él escuchará nuestras oraciones, como por ejemplo, lo que queremos hacer y las dificultades que tenemos etc. A veces Dios cumpliría lo que oramos muy rápidamente, algunas veces nos haría entender Su voluntad por medio de una persona o una cosa. Otras veces, también obtendríamos Su iluminación y guía cuando leamos Sus palabras… En suma, cuando oremos y busquemos con el corazón, nuestras oraciones serán escuchadas por Él.

Cuando oramos a Dios y confiamos en Él sinceramente en todas las cosas, no solo podemos obtener Su ayuda, aún más, haciéndonos ver Sus obras en todas las partes, sintiendo que Él es nuestro único apoyo y Él está a nuestro lado. Como resultado, tendremos más fe en Él y nuestra relación con Él estará más cercana.

¿Cómo aprender a orar para poder conversar con Dios y recibir Su respuesta? Lea este artículo para dominar métodos efectivos de oració llegando a ser capaz de orar a Dios correctamente.

Dios hará realidad todo lo que pedimos con sinceridad

Dios Todopoderoso dice: “Todas las cosas bajo las disposiciones y la soberanía de Dios obedecen leyes naturales y, si te decides a dejar que Dios organice y dicte todo para ti, debes aprender a esperar, a buscar y a someterte.

El Señor Jesús dijo: “Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas” (Marcos 11:24). El Señor nos dijo que independientemente de cuántas dificultades y circunstancias nos enfrentemos, siempre y cuando oremos sinceramente a Dios, Dios nos dará lo que necesitamos y nos ayudará a resolver las dificultades.

Dios Todopoderoso dice: “Todas las cosas bajo las disposiciones y la soberanía de Dios obedecen leyes naturales y, si te decides a dejar que Dios organice y dicte todo para ti, debes aprender a esperar, a buscar y a someterte. Esta es la actitud que toda persona que quiere someterse a la autoridad de Dios debe adoptar, la cualidad básica que debe poseer toda persona que quiere aceptar la soberanía y las disposiciones de Dios. Para tener tal actitud, para poseer tal cualidad, debéis trabajar más duro, y sólo así podréis entrar en la verdadera realidad”.

De “La Palabra manifestada en carne”

Recomendación: Cómo orar a Dios correctamente

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

¿Cómo orar a Dios correctamente? ¡Se te dirá tres claves!

El Señor Jesús dijo: «Cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren» (Juan 4:23).

¿Cómo orar a Dios correctamente? ¡Se te dirá tres claves! 

Hermanos y hermanas:

¡Paz a vosotros en el Señor! La oración es una manera importante para que nosotros los cristianos establezcamos una relación normal con Dios. Este es especialmente el caso durante la mañana y la noche. Es por eso que aprender cómo orar es sumamente importante. Sin embargo, muchos hermanos y hermanas se sienten perplejos: todos los días oramos tanto por la mañana como por la noche; también oramos antes de comer y después de que terminemos de comer así como cuando tenemos reuniones; además, cada vez que oramos, decimos mucho al Señor y oramos por mucho tiempo. Sin embargo, siempre sentimos como si Dios no estuviera ahí; se siente como si sólo estuviéramos hablando con nosotros mismos cuando oramos y nuestro espíritu no siente paz ni alegría. ¿Por qué Dios no escucha nuestras oraciones? ¿Cómo debemos orar para que podamos recibir la alabanza de Dios?

De hecho, hay unas cuantas razones por las que Dios no puede escuchar nuestras oraciones. Compartiré mi entendimiento personal de esto con todos.

Primero, ¿oramos a Dios con un corazón sincero?

El Señor Jesús dijo: «Cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren» (Juan 4:23). Las palabras de Dios nos han mostrado cómo debemos orar para adorar a Dios según Sus intenciones. En lo que Dios más se enfoca es si tenemos un corazón sincero cuando estamos ante Él y si le decimos palabras sinceras y verdaderas. Siempre y cuando tengamos un corazón reverente hacia Dios y tengamos un corazón sincero cuando oremos a Dios, Dios encontrará nuestras oraciones aceptables. Sin embargo, cuando oramos a Dios, a menudo somos incapaces de guardar silencio ante Dios y de usar un corazón verdadero para orar a Dios. Nuestros labios se mueven pero nuestro corazón está pensando en la familia o en el trabajo y está lleno de pensamientos ansiosos. A veces nuestros labios se mueven pero nuestros corazones no se mueven. No tenemos una actitud honesta y simplemente estamos haciendo las cosas por inercia y dándole vueltas al pasado, haciéndolo de manera superficial. Incluso frecuentemente decimos algunas palabras solemnes, pretenciosas y vacías, palabras que simplemente suenan bien o algunas palabras diluidas para engañar a Dios. Por ejemplo, amamos a nuestros padres más de lo que amamos al Señor o amamos a nuestra carrera más de lo que amamos al Señor pero cuando oramos decimos: «¡Oh Señor, te amo! ¡Estoy dispuesto a renunciar a todo y gastarme para Ti con todo mi corazón!». Cuando nuestras familias se encuentran con algunos incidentes tristes, nuestros corazones se vuelven negativos y nos quejamos con el Señor. Sin embargo, cuando oramos, damos gracias al Señor y decimos palabras de alabanza al Señor. […] Básicamente en las oraciones si uno no es sincero y sólo hace las cosas por inercia, usando algunas palabras grandes y vacías, palabras falsas o si uno mismo se disfraza ante Dios y sólo dice algunas palabras que suenan agradables, está engañando a Dios. Dios no escuchará las oraciones que no sean sinceras.

Segundo, ¿rogamos a Dios con racionalidad?

Gran parte del tiempo, cuando oramos a Dios, exigimos a ciegas cosas de Dios o tenemos todo tipo de peticiones extravagantes para Dios. Por ejemplo: si no tenemos trabajo, le pedimos a Dios que nos provea trabajo. Si no tenemos un hijo, le pedimos a Dios que nos conceda un hijo. Si estamos enfermos, le pedimos a Dios que sane nuestra enfermedad. Si nuestras familias están experimentando dificultades, le pedimos a Dios que nos ayude. Las personas de negocios oran a Dios y le piden que las bendiga para que puedan hacer mucho dinero. Los estudiantes le piden a Dios que los bendiga con inteligencia y sabiduría. Los ancianos le piden a Dios que los proteja de enfermedades y calamidades para que puedan pasar sus últimos años en paz. En la vida, independientemente de con qué dificultades y pruebas nos encontremos, nunca somos capaces de someternos a los arreglos de Dios. Siempre esperamos que Dios nos salve de nuestros problemas para que ya no suframos. Siempre le pedimos al Señor que nos proteja para que podamos ser felices y estar tranquilos. Este tipo de oración no es una oración de una de las creaciones de Dios a Dios. Más bien implica pedirle cosas a Dios y pedirle que haga las cosas según nuestros propios pensamientos. Cuando las personas creen en Dios, esperan que Dios satisfaga todas sus peticiones y deseos. Básicamente esto es entrar en un acuerdo comercial con Dios y no tiene una pizca de conciencia ni racionalidad. Este tipo de personas no tienen una fe y un amor genuinos por Dios, ni tampoco obedecen ni reverencian genuinamente a Dios. Más bien están usando a Dios para alcanzar sus metas. Esto es precisamente como Dios dijo: «Este pueblo con los labios me honra, pero su corazon esta muy lejos de mi» (Mateo 15:8). Por lo tanto, Dios no escucha las oraciones que las personas hacen con intenciones inapropiadas.

Tercero, ¿nuestra iglesia tiene la obra del Espíritu Santo?

Recuerde la etapa inicial de la Era de la Ley cuando el templo contenía la obra del Espíritu Santo. Cuando las personas cometieron pecados, recibieron la disciplina del Espíritu Santo. Si los sacerdotes que estaban sirviendo a Dios infringían la ley, descendía fuego directamente del cielo y los quemaba hasta la muerte. Las personas tenían mucho miedo y tenían corazones que reverenciaban a Dios. Sin embargo, durante el último periodo de la Era de la Ley, cuando Jesús apareció y obró, el pueblo judío no podía cumplir la ley, usó el templo como un lugar para intercambiar dinero y vender ganado. Habían convertido el templo en una cueva de ladrones. Ya no contenía la disciplina del Espíritu Santo. Dado que el Espíritu Santo ya había dejado el templo con el fin de defender la obra de Jesús, aquellas personas que se quedaron en el templo y se negaron a aceptar la salvación de Jesús fueron eliminadas por la obra de Dios, cayendo en oscuridad. Aunque oraron en el nombre de Jehová, Dios no escuchó. Más aún, fueron incapaces de obtener la obra del Espíritu Santo.

Echemos un vistazo a nuestra iglesia hoy. Los sermones de los pastores y ancianos son aburridos. No hay nueva luz. Los hermanos y hermanas no reciben alimento de vida y sus espíritus se marchitan y se oscurecen cada vez más y son incapaces de sentir la presencia del Espíritu Santo. Incluso comenzarían a codiciar la carne y los placeres de la vida, así como a buscar estatus y poder. Los conflictos estallarían entre los compañeros de trabajo. Sus transgresiones frecuentemente reclamarían la victoria sobre ellos y no se sentirían en deuda con el Señor. No siguen las palabras del Señor ni guardan Sus mandamientos. Han violado totalmente la voluntad de Dios, convirtiéndose en los que resisten a Dios. […] ¿Cuál es la diferencia entre este tipo de iglesia y el templo que existió en el periodo posterior a la Era de la Ley? Esto cumple completamente la profecía en la Biblia: «Y también les he quitado la lluvia cuando faltaban todavía tres meses para la cosecha; e hice llover sobre una ciudad y no sobre otra, llovió sobre una parte y ese pedazo de tierra donde no llovió se marchitó. Entonces dos o tres ciudades fueron a otra ciudad a beber agua;pero no estuvieron satisfechos, aun así no volvisteis a Mí, dijo Jehová» (Amós 4:7-8).* De hecho, Dios ha dejado la iglesia de la Era de la Gracia. Hay muchos hermanos y hermanas que claramente sienten que la iglesia ya no tiene la obra del Espíritu Santo y que Dios ya ha cubierto Su rostro de nosotros. Así que, ¿cómo es posible que nuestros espíritus no se marchiten? ¿Cómo podría Dios escuchar nuestras oraciones?

Las tres circunstancias mencionadas antes son las razones principales por las que el Señor no escucha nuestras oraciones. Todo lo que podemos hacer es presentarnos ante el Señor, buscar Sus intenciones y reflexionar sobre estas cuestiones. También debemos buscar cómo orar al Señor para que Él escuche. Esta es una verdad a la que tenemos que entrar urgentemente. Ahora bien, compartiré con todos tres métodos de implementación para que sepáis cómo orar según las intenciones de Dios. Siempre y cuando podamos ponerlos en acción y practicar todos los días con nuestro corazón, creo que el Señor escuchará nuestras oraciones.

Primero, debemos orar en espíritu, orar sinceramente y decir cosas verdaderas que provengan de nuestros corazones.Segundo, debemos estar en el lugar de un ser creado y no tener exigencias para Dios; cebemos orar con un corazón que se someta a Dios.Tercero, si nuestra iglesia no tiene la obra del Espíritu Santo debemos tener oraciones de búsqueda.

Primero, debemos orar en espíritu, orar sinceramente y decir cosas verdaderas que provengan de nuestros corazones.

Todos sabemos que Dios es fiel. Con Dios no hay traición ni hipocresía ni mentira. Dios es sincero con todos y cada uno de nosotros. Dios también espera que oremos sincera y honestamente a Él. Esto es justo como Jesús dijo: «Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal» (Mateo 5:37). Por lo tanto, cuando oremos, debemos hablarle francamente a Dios. Si somos débiles, debemos decir que somos débiles. Cualquier pensamiento, idea, dolor, dificultad o cosa que hayamos hecho que no sea según las intenciones de Dios, debemos sincerar nuestros corazones completamente y contarle a Dios acerca de ellos. Hay algunas palabras y algunos asuntos que nos sentiríamos avergonzados de admitir a otras personas. Sin embargo, no podemos esconder estas cosas de Dios. Debemos sincerar nuestros corazones con Dios y contarle de ellas a Dios honestamente. Cuando Dios ve que nuestros corazones están completamente expuestos ante Él y que no le estamos ocultando nada y, además, que estamos diciendo cosas que vienen directamente de nuestros corazones y que estamos hablando muy honestamente con Él, Dios nos guiará para que entendamos Sus intenciones y entendamos todos los aspectos de la verdad. Esto nos dará una senda para caminar.

Además, cuando oremos debemos guardar silencio ante Dios. Debemos orar a Dios con un corazón concentrado. No debemos ser tibios ni tener palabras sin corazón. Cuando hablamos con nuestros padres, somos capaces de respetarlos. Nuestra actitud hacia ellos es sincera. ¿No es porque son nuestros mayores y nos han criado? Dios nos creó, nos concedió la vida, nos proporcionó todo lo que necesitamos para vivir y Él nos ha concedido la verdad. ¿No debería entonces ser aún más importante que oremos a Dios con un corazón reverente? Independientemente de acerca de qué oremos a Dios, debemos tener un corazón devoto y buscar las intenciones de Dios y contarle con honestidad acerca de nuestros propios pensamientos y dificultades y debemos esperar pacientemente el tiempo de Dios. Sólo de esta manera obtendremos el esclarecimiento y la guía de Dios y entenderemos Sus intenciones. Entonces nuestras dificultades se resolverán a tiempo.

Segundo, debemos estar en el lugar de un ser creado y no tener exigencias para Dios; cebemos orar con un corazón que se someta a Dios.

Cuando oremos nos debe quedar claro que somos creaciones y que Dios es nuestro Creador. Dios sostiene todas las cosas y eventos en Sus manos. Nuestro todo está controlado por Él. Lo que sea que encontremos todos y cada uno de los días, sin importar si es un asunto importante o un asunto menor, todo se debe a los arreglos de Dios. Cuando oremos a Dios debemos mantenernos firmes en nuestra posición como creaciones y buscar la voluntad de Dios con una actitud devota y sumisa ante Dios. No debemos tener ninguna exigencia para Dios. Por ejemplo, cuando nos encontramos con dificultades y no sabemos qué hacer, podemos orar así: «¡Dios! No entiendo la verdad con respecto a este asunto. No sé cómo debo hacer las cosas según Tus intenciones. Sin embargo, estoy dispuesto a buscar en Tus palabras y hacer las cosas según Tus peticiones y satisfacer Tus intenciones. Por favor esclaréceme y guíame. ¡Amén!». Cuando nuestros corazones tengan un lugar para Dios y cuando podamos estar en el lugar de una creación y orar, postrarnos y dar adoración a nuestro Creador y cuando podamos obedecer Su obra y poner Sus palabras en acción, sólo entonces construiremos una relación normal con Dios y obtendremos la obra del Espíritu Santo. Todos sabemos que Job fue un hombre que temía a Dios y evitaba el mal. Cuando perdió todo su ganado, hijos e hijas, se cubrió de llagas de pies a cabeza y estuvo soportando mucho dolor, creyó que Dios era el gobernante de todo y que sin el permiso de Dios estas cosas no le hubieran sucedido. Además, también sabía que todo lo que tenía, incluida su vida, le había sido dada por Dios. Independientemente de cuándo Dios quiera cobrar, es natural y correcto. Por lo tanto, no se quejó con Dios ni tuvo ninguna exigencia para Dios. Como resultado, se inclinó y adoró y con un corazón de sumisión oró a Dios. Dijo estas palabras: «Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová» (Job 1:21).* «¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal?» (Job 2:10). Job se mantuvo firme y dio testimonio de Dios. Su razonamiento y su sumisión a Dios obtuvieron la alabanza de Dios. Si también somos capaces de dirigirnos a Dios de la manera en que lo hizo Job, si tenemos un lugar para Dios en nuestros corazones y si podemos orar a Dios con un corazón que se somete a Él, independientemente de con qué pruebas nos encontremos, Dios nos guiará y esclarecerá para que entendamos la verdad. Nuestros espíritus se volverán cada vez más agudos y nuestros pensamientos serán cada vez más claros. Cuando revelemos algo de corrupción o tengamos algunas situaciones malas, será aún más fácil que seamos conscientes de ello y lo resolvamos a tiempo. Entonces nuestra relación con Dios se acercará cada vez más y nuestra vida crecerá cada vez más rápido.

Tercero, si nuestra iglesia no tiene la obra del Espíritu Santo debemos tener oraciones de búsqueda.

Todos sabemos, en el periodo posterior de la Era de la Ley, que el hombre fue corrompido cada vez más profundamente por Satanás. El hombre vivió dentro del pecado y enfrentó el peligro de ser declarado culpable por la ley y de ser muerto. Entonces Dios, bajo el nombre de Jesús, terminó la Era de la Ley, comenzó la Era de la Gracia e hizo la obra de redimir a la raza humana. A partir de ese momento el judaísmo perdió completamente la gloriosa presencia de Dios. Para todos aquellos que no aceptaron el nombre ni la obra del Señor Jesús, independientemente de las circunstancias con las que se encontraron y de cómo oraron y apelaron a Jehová Dios, Dios no los escucharía y ellos no obtendrían la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, todos aquellos que aceptaron la nueva obra de Jesús y oraron en el nombre de Jesús disfrutarían del alimento de la fuente de agua viva de Dios. Cuando invocaran al Señor, podrían ver las obras de Dios y tendrían el acompañamiento de la obra del Espíritu Santo.

Hoy en día, independientemente de cómo oremos en el nombre del Señor, no sentimos la obra del Espíritu Santo y no podemos sentir Su presencia. No podemos obtener alimento para nuestras vidas y cometemos pecados pero no recibimos disciplina. Es muy posible que la obra del Espíritu Santo haya sido desviada una vez más. La Bible dice: «Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final» (Juan 12:47-48). «Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios […]» (1 Pedro 4:17). De estos versículos podemos ver que en los últimos días Dios regresará una vez más para hacer la etapa de la obra de juicio. El Señor es fiel. Lo que Él dice sucederá, sucederá. En cuanto a nosotros, debemos buscar y orar, pidiéndole a Dios que nos guíe a la fuente de vida para que podamos obtener riego y alimento y seguir los pasos de nuestro Señor. Creo que siempre y cuando tengamos un corazón que tenga sed y busque, obtendremos la guía de Dios. Esto es porque Dios nos ha prometido: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7:7).

Gracias al Señor por Su guía. Espero que el contenido que se compartió hoy con respecto a cómo orar beneficie a todos. La oración es un paso importante para establecer una relación normal con Dios. También es una senda clave por la cual podemos obtener la obra del Espíritu Santo. Cuando entendamos cómo orar para obtener la respuesta del Señor y tengamos una senda práctica que seguir y cuando la practiquemos a menudo, sólo entonces el Señor escuchará nuestras oraciones. Que nuestras oraciones pronto puedan ser según las intenciones de Dios.

¡Que toda la gloria sea para Dios!

Aprender más: Adorar en espiritu y en verdad  

Unas citas bíblicas son tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

Cómo aprender a orar | ¿Cuál es el efecto que quieren tener en la oración?

Dios dice: “Las personas pueden llevar a cabo la práctica de la oración y comprender la importancia de la oración, pero el efecto que la oración debe lograr no es nada sencillo. La oración no es un proceso de pasar por las formalidades o de seguir un procedimiento o de recitar las palabras de Dios, es decir, la oración no quiere decir repetir palabras como perico y copiarles a los demás.

Cómo aprender a orar | ¿Cuál es el efecto que quieren tener en la oración?

Dios dice: “Las personas pueden llevar a cabo la práctica de la oración y comprender la importancia de la oración, pero el efecto que la oración debe lograr no es nada sencillo. La oración no es un proceso de pasar por las formalidades o de seguir un procedimiento o de recitar las palabras de Dios, es decir, la oración no quiere decir repetir palabras como perico y copiarles a los demás. En la oración le debes dar tu corazón a Dios, compartiendo con Dios las palabras que están en tu corazón para que Dios te pueda tocar. Si las oraciones han de ser efectivas, entonces se deben basar en la lectura de las palabras de Dios. Sólo orando en medio de las palabras de Dios se podrá recibir más esclarecimiento e iluminación. Una oración verdadera se demuestra cuando se tiene un corazón que anhela las exigencias que Dios le hace y se está dispuesto a cumplir estas exigencias; se podrá odiar todo lo que Dios odia y sobre esta base se tendrá conocimiento, se conocerá y se tendrá claras las verdades que Dios explica. Tener la determinación, la fe, el conocimiento y un camino por el cual practicar después de orar, sólo esto es orar verdaderamente y sólo la oración como esta puede ser efectiva. Sin embargo, la oración se debe construir sobre el fundamento del disfrute de las palabras de Dios y teniendo comunión con Dios en Sus palabras, y el corazón puede buscar a Dios y estar en paz ante Dios. Esa oración ya ha alcanzado el punto de la comunión verdadera con Dios”.

De “La Palabra manifestada en carne

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