Adoremos a Dios en espíritu y verdad

Dios dijo: “Dios es espíritu, y verdad; y por lo mismo los que le adoran en espíritu y verdad deben adorarle.” (Juan 4:24).

  Adoremos a Dios en espíritu y verdad

Dios dijo: “Dios es espíritu, y verdad; y por lo mismo los que le adoran en espíritu y verdad deben adorarle.” (Juan 4:24).
“El estándar más bajo que Dios exige de las personas es que le puedan abrir sus corazones. Si el hombre le da a Dios su corazón sincero y le dice lo que realmente hay dentro de su corazón, entonces Dios estará dispuesto a obrar en el hombre; Dios no quiere el corazón torcido del hombre sino su corazón puro y honesto. Si el hombre no le dice a Dios lo que de verdad hay en su corazón, entonces Dios no toca el corazón del hombre ni obra dentro de él. Por lo tanto, lo más crucial acerca de la oración es decirle a Dios las palabras de tu auténtico corazón, hablarle a Dios de tus defectos o de tu carácter rebelde y abrirte completamente a Él. Sólo entonces Dios estará interesado en tus oraciones; si no, Él ocultará Su rostro de ti”.

Recomendación: Acercarse a Dios

Cómo se puede entrar en la oración verdadera

¿Y cómo buscas ser tocado por el Espíritu Santo? Lo crucial es vivir en las palabras actuales de Dios y orar sobre el fundamento de Sus exigencias. Después de haber orado de esta manera, es seguro que el Espíritu Santo te tocará.

Las palabras relevantes de Dios:

Cuando oras, debes tener un corazón tranquilo ante Dios y debes tener un corazón sincero. Estás realmente teniendo comunión y orando con Dios; no debes intentar adular a Dios con palabras elegantes. La oración se debe centrar en torno a aquello que Dios quiere conseguir ahora mismo. Pídele a Dios que te conceda mayor iluminación y esclarecimiento, lleva tu estado actual y tus problemas delante de Su presencia cuando ores, incluyendo la resolución que tomaste ante Dios. Orar no es seguir un procedimiento sino buscar a Dios con un corazón sincero. Pide que Dios proteja tu corazón, para que tu corazón esté tranquilo ante Él con frecuencia; para que en el ambiente en el que te ha puesto, te conozcas, te desprecies y te abandones, permitiéndote así tener una relación normal con Dios y convirtiéndote verdaderamente en alguien que ama a Dios.

Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

Lo mínimo que Dios exige del hombre es que le pueda abrir su corazón a Él. Si el hombre le da a Dios su corazón sincero y le dice lo que realmente hay dentro de este, entonces Dios estará dispuesto a obrar en él. Lo que Dios quiere no es el corazón retorcido del hombre, sino un corazón puro y honesto. Si el hombre no le habla a Dios de corazón, entonces Dios no se lo conmueve ni obra dentro de él. Por lo tanto, lo más crucial de la oración es hablarle a Dios de corazón, contarle tus defectos o tu carácter rebelde y abrirte completamente a Él; solo entonces Dios estará interesado en tus oraciones, de lo contrario, Él te ocultará Su rostro. El criterio mínimo para la oración es que puedas mantener tu corazón en calma ante Dios y que no se aparte de Él. Tal vez, durante esta fase, no obtienes una visión más nueva o alta, pero debes usar la oración para mantener las cosas como están; no puedes retroceder. Esto es lo mínimo que debes alcanzar. Si no puedes lograr ni siquiera esto, entonces es la prueba de que tu vida espiritual no está en el camino correcto. Como resultado, no podrás aferrarte a la visión original que tenías, perderás la fe en Dios y por consiguiente tu determinación desaparecerá. Uno de los indicios de si has entrado o no en la vida espiritual es ver si tus oraciones están en el camino correcto. Todas las personas deben entrar en esta realidad; todas deben hacer la obra de formarse de manera consciente en la oración, no esperando con pasividad, sino buscando conscientemente que el Espíritu Santo las conmueva. Solo entonces serán personas que efectivamente buscan a Dios.

Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

La oración no se trata solo de hacer las cosas por inercia, seguir procedimientos o recitar las palabras de Dios. Es decir, orar no es repetir ciertas palabras como un loro ni es imitar a los demás. En la oración, se debe llegar a un estado en que se le entregue el corazón a Dios, en el que este se abra de par en par para que Dios lo conmueva. Si la oración ha de ser efectiva, entonces se debe basar en la lectura de las palabras de Dios. Solo al orar desde dentro de las palabras de Dios se puede recibir mayor esclarecimiento e iluminación. Las manifestaciones de una oración verdadera son: tener un corazón que anhela todo lo que Dios pide y además un deseo de cumplir lo que Él exige; detestar lo que Dios odia y sobre esta base ganar cierto entendimiento de ello y tener cierto conocimiento y claridad sobre las verdades que Dios explica. Donde hay determinación, fe, y una senda de práctica después de la oración, solo entonces se puede llamar verdadera oración y solo este tipo de oración puede ser efectiva. Sin embargo, la oración se debe construir sobre el disfrute de las palabras de Dios, debe establecerse sobre la base de la comunión con Dios en Sus palabras, y el corazón debe poder buscar a Dios y calmarse ante Él. Ese tipo de oración ya ha entrado en la etapa de la comunión verdadera con Dios.

El conocimiento más básico acerca de la oración:

  1. No digas a ciegas lo que te venga a la mente. En tu corazón debe haber una carga; es decir, debes tener un objetivo cuando ores.
  2. La oración debe contener las palabras de Dios; debe basarse en Sus palabras.
  3. Cuando ores, no debes reincidir en temas obsoletos. Tus oraciones deben estar relacionadas con las palabras actuales de Dios y, al orar, cuéntale a Dios tus pensamientos más íntimos.
  4. La oración grupal se debe centrar alrededor de un núcleo, que es necesariamente la obra presente del Espíritu Santo.
  5. Todas las personas deben aprender las oraciones de intercesión. Esta es una manifestación del cuidado que se tiene de la voluntad de Dios.

La vida de oración de cada individuo se basa en entender el significado de la oración y en el conocimiento básico de la oración. En la vida diaria, ora con frecuencia por tus propios defectos, ora para lograr un cambio en tu carácter en la vida y ora sobre la base de tu conocimiento de las palabras de Dios. Cada persona debe establecer su propia vida de oración, debe orar por conocer las palabras de Dios y debe orar para buscar conocimiento de la obra de Dios. Expón tus circunstancias presentes delante de Dios y sé honesto sin preocuparte de la manera en la que oras, la clave es lograr conocimiento verdadero y experiencia real de las palabras de Dios. Una persona que busque la entrada a la vida espiritual debe ser capaz de orar de muchas maneras diferentes. Orar en silencio, meditar sobre las palabras de Dios, llegar a conocer Su obra, son todos ejemplos de la decidida obra de comunicación espiritual con el fin de conseguir la entrada en la vida espiritual normal, que mejora el estado propio ante Dios y obliga a avanzar aún más en la vida. En resumen, todo lo que hagas —ya sea comer y beber las palabras de Dios u orar en silencio o proclamar en voz alta— tiene el fin de permitirte ver claramente las palabras de Dios, Su obra y aquello que Él desea lograr en ti. Lo que es más importante, todo lo que haces es para alcanzar los estándares que Dios exige y llevar tu vida al siguiente nivel.

Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

¿Y cómo buscas ser tocado por el Espíritu Santo? Lo crucial es vivir en las palabras actuales de Dios y orar sobre el fundamento de Sus exigencias. Después de haber orado de esta manera, es seguro que el Espíritu Santo te tocará. Si no buscas en base al fundamento de las palabras que Dios pronuncia hoy, entonces es infructuoso. Debes orar y decir: “¡Oh, Dios! Me opongo a Ti y te debo tanto; soy muy desobediente y nunca puedo satisfacerte. Oh, Dios, quiero que me salves, quiero servirte hasta el final, quiero morir por Ti. Tú me juzgas y me castigas y no tengo quejas; me opongo a Ti y merezco morir para que todas las personas puedan contemplar Tu justo carácter en mi muerte”. Si oras desde dentro de tu corazón de esta manera, Dios te escuchará y te guiará; si no oras sobre el fundamento de las palabras actuales del Espíritu Santo, entonces no hay posibilidad de que el Espíritu Santo te toque. Si oras de acuerdo a la voluntad de Dios, y de acuerdo a eso que Él quiere hacer hoy, dirás: “¡Oh, Dios! Quiero aceptar Tus comisiones y ser fiel a ellas y estoy dispuesto a consagrar toda mi vida a Tu gloria para que todo lo que haga pueda alcanzar los estándares del pueblo de Dios. Que mi corazón sea tocado por Ti. Anhelo que Tu Espíritu siempre me ilumine, que todo lo que yo avergüence a Satanás, para, al final, ser ganado por Ti”. Si oras de esta manera, centrándote alrededor de la voluntad de Dios, entonces, el Espíritu Santo inevitablemente obrará en ti. No importa cuántas sean las palabras de tus oraciones, lo que es clave es si comprendes la voluntad de Dios o no. Todos vosotros pudisteis haber tenido la siguiente experiencia: A veces, mientras oras en una reunión, la dinámica de la obra del Espíritu Santo alcanza su punto máximo, haciendo que la fuerza de todos se eleve. Algunas personas lloran amargamente y derraman lágrimas mientras oran, vencidas por el remordimiento ante Dios, y algunas personas muestran su determinación y hacen votos. Ese es el efecto que debe lograr la obra del Espíritu Santo. En la actualidad es crucial que todas las personas derramen por completo sus corazones sobre las palabras de Dios. No te enfoques en las palabras que se pronunciaron antes; si todavía te aferras a lo que antes fue, entonces el Espíritu Santo no obrará dentro de ti. ¿Ves qué importante es esto?

Extracto de ‘Conoce la nueva obra de Dios y sigue Sus huellas’ en “La Palabra manifestada en carne”

Cuando comiences a orar, no intentes hacer demasiado ni esperes conseguirlo todo de una vez. No puedes hacer demandas extravagantes esperando que en cuanto abras la boca el Espíritu Santo te conmoverá, o que recibirás esclarecimiento e iluminación, o que Dios te concederá mucha gracia. Eso no sucederá; Dios no hace cosas sobrenaturales. Dios contesta las oraciones de las personas a Su propio ritmo, y a veces prueba tu fe para ver si eres leal ante Él. Cuando oras, debes tener fe, perseverancia y determinación. Cuando comienzan a formarse, la mayoría de las personas se desaniman porque no son conmovidas por el Espíritu Santo. ¡Esto no puede ser! Debes ser persistente, te debes enfocar en sentir el que el Espíritu Santo te conmueva y en buscar y explorar. A veces, la senda de tu práctica no es correcta y, a veces, tus motivos personales y nociones no pueden permanecer firmes ante Dios y por eso el Espíritu de Dios no te conmueve. Otras veces, Dios se fija en si eres leal o no. En resumen, en la formación debes pagar un precio más alto. Si descubres que te estás desviando en tu senda de práctica, puedes cambiar la forma en la que oras. Mientras busques con un corazón sincero y anheles recibir, entonces el Espíritu Santo con toda seguridad te llevará a esta realidad. A veces oras con un corazón sincero, pero no sientes que hayas sido conmovido de manera especial. En momentos como estos, debes confiar en la fe y en que Dios observe tus oraciones; debes perseverar en ellas.

Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

He descubierto un problema común a todas las personas: cuando les ocurre algo, acuden a Dios para orar, pero, para ellas, la oración es una cosa y el asunto en cuestión es otra. Piensan que no han de hablar de lo que les está ocurriendo en la oración. Casi nunca oráis con sinceridad, y algunos ni siquiera sabéis cómo hacerlo. En realidad, orar es principalmente decir lo que hay en tu corazón, como si estuvieras hablando de una manera habitual. Sin embargo, hay personas que olvidan cuál es su lugar en cuanto empiezan a orar; insisten en que Dios les conceda algo, sin importarles si está de acuerdo con Su voluntad y, por consiguiente, sus oraciones se marchitan al orar. Cuando oras, sin importar lo que pidas en tu corazón o lo que anheles, o quizás, si hay algún problema que deseas abordar pero sobre el que no tienes ningún entendimiento, y le pides a Dios que te dé sabiduría o fortaleza, o que te esclarezca, sea cual sea tu petición, debes formularla con sensatez. Si no lo haces y te arrodillas y dices: “Dios, dame fuerzas; muéstrame mi naturaleza; te ruego que obres; te ruego esto y lo otro; te ruego que me hagas ser esto y lo otro…”. Este “ruego” tuyo tiene un carácter coactivo; pretende presionar a Dios, obligarlo a hacer lo que tú quieres con las condiciones que tú has establecido unilateralmente de antemano, nada menos. Desde el punto de vista del Espíritu Santo, ¿qué efecto podría tener una oración así cuando ya has establecido las condiciones y has decidido lo que quieres hacer? Se ha de orar con un corazón que busca y se somete. Cuando te ocurre algo, por ejemplo, y no estás seguro de cómo abordarlo, podrías decir: “¡Dios! No sé qué hacer en este caso. Quiero satisfacerte en este asunto y quiero buscar Tu voluntad. Hágase Tu voluntad. Quiero hacer Tu voluntad y no la mía. Sabes que toda la voluntad humana está en contra de la tuya, se opone a ti y no está de acuerdo con la verdad. Te pido que me esclarezcas, que me guíes en este asunto y no dejes que te ofenda…”. Este es el tono adecuado para orar. Si simplemente dices: “Dios, te pido que me ayudes, me guíes, me proporciones el ambiente correcto y la gente adecuada, y me dejes hacer bien mi trabajo…”, entonces, después de orar, todavía no habrás captado la voluntad de Dios, ya que le habrás estado pidiendo que actúe según tu propia voluntad.

Ahora debes averiguar si las palabras que utilizas cuando oras son sensatas. Si tus oraciones no son sensatas, ya sea debido a tu insensatez o a propósito, el Espíritu Santo no obrará en ti. Por consiguiente, cuando ores, debes hablar con sensatez, en un tono adecuado. Di esto: “¡Dios! Conoces mi debilidad y mi rebeldía. Solo te pido que me des fuerzas y me ayudes a soportar mis circunstancias, pero solo según Tu voluntad. Esto es todo lo que pido. No sé cuál es Tu voluntad, pero hágase Tu voluntad de todas formas. Aunque tuviera que prestar servicio, o ser un contraste, lo haría de buena gana. Te pido que me des fuerzas y sabiduría y que me dejes satisfacerte en este asunto. Mi único deseo es someterme a Tus arreglos…”. Después de orar de esta manera, tu corazón se sentirá tranquilo. Si lo único que haces es suplicar constantemente, por mucho que digas, no será más que palabras huecas; Dios no obrará para contestar a tu súplica porque habrás decidido lo que quieres con anterioridad. Cuando te arrodilles para orar, di lo siguiente: “¡Dios! Conoces las debilidades y los estados del hombre. Te pido que me esclarezcas en este asunto. Déjame entender Tu voluntad. Lo único que quiero es someterme a todo lo que Tú dispongas; mi corazón está dispuesto a obedecerte…”. Si oras así, el Espíritu Santo te conmoverá. Si no oras de la manera correcta, tu oración estará rancia y el Espíritu Santo no te conmoverá. No sigas parloteando, hablando por ti mismo, ya que esto no es más que descuidado y superficial. ¿Obraría el Espíritu Santo si fueses descuidado y superficial? Cuando se acude a Dios, se debe ser correcto y adecuado, tener una actitud devota, como los sacerdotes de la Era de la Ley, quienes se arrodillaban cuando ofrecían un sacrificio. Orar no es sencillo. ¿Cómo sería posible que una persona acudiese a Dios sacando los dientes y las garras, o que orase tumbada, tapada con una manta, creyendo que Dios la escucha? ¡Eso no es devoción! No digo esto con el propósito de exigir a la gente que cumpla una norma específica; lo mínimo que uno puede hacer es inclinar su corazón hacia Dios y presentarse ante Él con una actitud devota.

Extracto de ‘La trascendencia de la oración y su práctica’ en “Registros de las pláticas de Cristo de los últimos días”

Tus oraciones carecen de razón con demasiada frecuencia; siempre oras con el siguiente tono: “¡Oh, Dios! Como me has permitido llevar a cabo este deber, debes hacer que todo lo que yo haga sea adecuado para que Tu obra no sea interrumpida y que los intereses de la familia de Dios no sufran pérdidas. Debes protegerme…”. Esta oración es verdaderamente irracional ¿no es así? ¿Podría Dios obrar en ti si acudes a Él y oras de semejante manera? ¿Acaso te escucharía si vinieras a Mí y hablaras de esa manera? ¡Te echaría a patadas! ¿No eres el mismo ante el Espíritu que ante Cristo? Cuando uno acude ante Dios para orar, debe considerar cómo puede hacerlo con sensatez, y cómo puede ajustar su estado interior para alcanzar la piedad y ser capaz de sumisión. Una vez hecho esto, está bien que te pongas a orar; sentirás la presencia de Dios. Muchas veces, la gente se pone de rodillas para orar, cierran los ojos y no les sobreviene ninguna palabra que no sea: “¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios!”. ¿Por qué gritas así, sin palabras, durante tanto tiempo? Tu estado no es el correcto. ¿Alguna vez hacéis esto? Ahora sabéis lo que podéis hacer y hasta qué punto podéis hacerlo, y habéis adoptado vuestra propia medida, pero habrá muchas veces en las que os encontraréis en estados anormales. A veces, aunque tu estado se haya ajustado, puede que no sepas cómo ha sucedido y, la mayoría de las veces, no te vienen palabras en la oración. Incluso puedes atribuir esto a la falta de formación. ¿Debe uno tener estudios para orar? Una oración no es un ensayo, basta con que hables con sinceridad, con la razón de una persona normal. Observa las oraciones de Jesús (aunque Sus oraciones no se mencionan aquí para hacer que las personas se apropien de Su lugar o posición): en el Huerto de Getsemaní Él oró “Si es posible […]”. Es decir, “si puede hacerse”. Esto se dijo en un diálogo; Él no dijo: “Te imploro”. Con un corazón sumiso y en un estado de sumisión, oró: “Si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras” (Mateo 26:39). Él siguió orando así la segunda vez, y, en la tercera, oró: “Que se haga Tu voluntad”. Habiendo comprendido las intenciones de Dios Padre, dijo: “Que se haga Tu voluntad”. Él fue capaz de someterse por completo sin tomar absolutamente ninguna decisión personal. Él preguntó si era posible que Dios pasase esa copa de Él ¿Qué significaba eso? Oró de esta forma porque pensaba en el enorme sufrimiento de desangrarse en la cruz hasta Su último hálito de vida —y esto aludía al tema de la muerte— y porque Él todavía no había comprendido por completo las intenciones de Dios Padre. Dado que pudo orar de esa forma a pesar de pensar en tal sufrimiento, Él fue, ciertamente, muy sumiso. Su modo de orar fue normal; no propuso ninguna condición en Su oración y tampoco dijo que la copa debía eliminarse. Más bien, su propósito era buscar la voluntad de Dios en una situación que Él no entendía. La primera vez que Él oró, Él no entendía y dijo: “Si es posible […] sino como tú quieras”. Él oró a Dios en un estado de sumisión. La segunda vez, oró de la misma forma. En total, oró tres veces (por supuesto, estas tres oraciones no se produjeron simplemente en tres días), y, en Su oración final, entendió completamente la voluntad de Dios, después de lo cual ya no imploró nada más. En Sus dos primeras oraciones, Él solo buscaba, y lo hizo en un estado de sumisión. Sin embargo, simplemente, las personas no oran así. En sus oraciones, las personas dicen: “Dios, te ruego que hagas esto y aquello, y te ruego que me guíes en esto y aquello, y te imploro que prepares condiciones para mí…”. Quizás Él no preparará condiciones adecuadas para ti y permitirá que sufras dificultades. No es razonable que las personas siempre oren diciendo: “Dios, te pido que hagas preparativos para mí y me des fuerzas”. Debes ser razonable cuando ores y debes hacerlo bajo la premisa de que estás sometiéndote. No establezcas las condiciones antes de orar. Antes de que comiences siquiera a orar, ya estás estableciendo las condiciones, pensando: Debo implorar a Dios y hacer que haga tal y tal cosa. ¡Esta clase de oración es verdaderamente inadmisible! A menudo, Dios no escucha las oraciones de la gente en absoluto, así que, cuando las personas oran, tampoco sienten nada en absoluto.

Extracto de ‘La trascendencia de la oración y su práctica’ en “Registros de las pláticas de Cristo de los últimos días”

La oración y la búsqueda en la presencia de Dios no son cuestión de coaccionarlo para que haga esto o aquello. ¿Qué es una oración racional? ¿Qué una oración irracional? Sabrás estas cosas por experiencia después de algún tiempo. Por ejemplo, tras haber orado, puede que creas que el Espíritu Santo no hace lo que le has pedido ni te guía como se lo has pedido. La próxima vez que ores lo harás de otra forma. No intentarás coaccionar a Dios como la última vez ni pedirle cosas de acuerdo con tus deseos. Dirás: “¡Oh, Dios mío! Hágase todo según Tu voluntad”. Si te concentras en este método, tras un período de tanteo sabrás lo que significa ser irracional. Además, hay un estado en que tu espíritu siente que, cuando oras de acuerdo con tus deseos, tus oraciones se vuelven aburridas y enseguida te encuentras sin nada que decir. Cuanto más dices, más engorroso es tu discurso. Esto demuestra que, cuando oras de este modo, obedeces por completo a la carne, y el Espíritu Santo no obrará ni te guiará así. También esto es cuestión de búsqueda y experiencia. Aunque Yo ya he terminado de hablarte de ello, es probable que en tu experiencia afrontes algunas situaciones especiales. La oración consiste principalmente en hablar con honestidad. “¡Oh, Dios mío! Tú conoces la corrupción del hombre. Hoy he hecho otra cosa irracional. He encubierto una intención, soy una persona mentirosa. No he actuado según Tu voluntad ni de acuerdo con la verdad. He actuado como he querido y he tratado de justificarme. Ahora reconozco mi corrupción. Te pido más esclarecimiento y que me permitas comprender la verdad, ponerla en práctica y despojarme de estas corrupciones”. Habla así, objetivamente, de los hechos. La mayoría de la gente no ora mucho la mayor parte del tiempo; simplemente recuerda el pasado con escaso conocimiento en su mente y dispuesta a arrepentirse, sin embargo, no ha considerado ni desentrañado la verdad. Considerar las palabras de Dios y buscar la verdad mientras se ora es mucho más profundo que el mero recuerdo y conocimiento. La conmoción que la obra del Espíritu Santo hace surgir en ti, y el esclarecimiento y la iluminación que Su obra te proporciona a través de las palabras de Dios te lleva al conocimiento y arrepentimiento verdaderos; son mucho más profundos que los pensamientos y el conocimiento humanos. Debes entender esto bien. Si simplemente te dedicas a pensar y examinar de manera aleatoria y superficial, no tienes una senda adecuada por la que practicar y avanzas poco hacia la verdad, entonces seguirás siendo incapaz de cambiar.

Extracto de ‘La trascendencia de la oración y su práctica’ en “Registros de las pláticas de Cristo de los últimos días”

¿Cómo puede mantener la gente una relación con Dios? ¿Y en qué debe ampararse para ello? En suplicar a Dios, en orar a Dios y en comunicarse con Dios en su interior. Con una relación así, la gente vive constantemente ante Dios y está muy tranquila. Algunos se pasan el tiempo realizando acciones externas, ocupados en tareas externas. Tras uno o dos días sin vida espiritual, no notan nada; transcurridos tres o cinco días, o uno o dos meses, siguen sin notar nada; no han orado, suplicado ni tenido comunión espiritual. Suplicas cuando te ocurre algo y le pides a Dios que te ayude, te guíe, te provea, te dé esclarecimiento y te permita entender Su voluntad y saber qué hacer con arreglo a la verdad. El alcance de la oración es más amplio: a veces hablas en tu interior para contarle a Dios tus dificultades o tu negatividad y debilidad; y también oras a Dios cuando eres rebelde, o le hablas de las cosas que te suceden cada día, las tengas claras o no. Esto es orar. El alcance de la oración es, básicamente, hablar y abrirse a Dios. Algunas veces se hace con un horario regular, y otras no; puedes orar cuando y donde quieras. La comunión espiritual no es excesivamente formal. Unas veces la haces porque tienes un problema; otras, no. A veces contiene palabras; otras veces, no. Cuando tienes un problema, lo hablas con Dios y oras; cuando no tienes ningún problema, piensas en cómo Dios ama a la gente, en cómo se preocupa por ella y en cómo la reprende. Puedes tener comunión con Dios en cualquier momento o lugar. Esto es la comunión espiritual. En ocasiones, cuando estás por ahí y recuerdas algo que te molesta, no tienes que arrodillarte ni cerrar los ojos. Solo tienes que decirle a Dios dentro de ti: “Oh, Dios mío, te ruego que me guíes en esto. Soy débil, no puedo con ello”. Tu corazón se conmueve; no dices más que unas sencillas palabras y Dios ya sabe. A veces, es posible que extrañes tu hogar y digas: “¡Oh, Dios mío! Extraño mucho mi hogar…”. No dices a quién extrañas en concreto. Simplemente estás triste y le hablas de ello a Dios. Los problemas solamente pueden solucionarse cuando oras a Dios para decirle lo que sientes. ¿Es posible resolver los problemas hablando con otras personas? Está bien si encuentras a alguien que comprenda la verdad, pero, si no —si te encuentras con alguien negativo y débil—, podrías influirle. Si le hablas a Dios, Él te consolará y conmoverá. Si eres capaz de leer las palabras de Dios tranquilamente ante Él, podrás comprender la verdad y solucionar el problema. En las palabras de Dios hallarás un camino que te permitirá dejar atrás este pequeño obstáculo. No tropezarás con el obstáculo, que no te frenará ni repercutirá en tu cumplimiento del deber. Hay momentos en que, de pronto, te sientes algo triste o inquieto en tu interior. En esas ocasiones, no dudes en orar a Dios. Tal vez no le supliques, no desees que haga nada ni que te dé esclarecimiento; tan solo le hablas y te abres a Él en cualquier momento, estés donde estés. ¿Qué debes sentir en todo momento? “Dios siempre está conmigo, nunca me ha abandonado y puedo sentirlo. Allá donde esté o haga lo que haga —esté descansando, en una reunión o cumpliendo con el deber—, dentro de mí sé que Dios me lleva de la mano, que nunca me ha abandonado”. De vez en cuando, al recordar cómo has pasado cada día de los últimos años, notas que has crecido en estatura, que Dios te ha guiado, que el amor de Dios te ha protegido todo el tiempo. Mientras piensas en estas cosas, oras en tu interior para dar gracias a Dios: “¡Oh, Dios mío! ¡Gracias! Soy muy débil y frágil, hondamente corrupto. Si no me hubieras guiado de este modo, no habría llegado hasta aquí por mí mismo”. ¿Esto no es comunión espiritual? Si la gente es a menudo capaz de tener comunión de esta manera, ¿no tendrá mucho que decirle a Dios? No pasaría muchos días sin decirle algo a Dios. Cuando no tienes nada que decirle a Dios, Él está ausente de tu corazón. Si Dios está en tu corazón y tienes fe en Él, podrás contarle todo lo que sientas, incluidas esas cosas de las que les hablarías a tus confidentes. De hecho, Dios es tu máximo confidente. Si consideras a Dios tu máximo confidente, el familiar en quien más te apoyas, en el que más confías, del que más te fías, al que más te abres, el más cercano, entonces será imposible que no tengas nada que decirle a Dios. Si siempre tienes algo que decirle a Dios, ¿no vivirás constantemente ante Él? Si eres capaz de vivir constantemente ante Dios, en todo momento notarás cómo Él te guía, cómo te cuida y protege, cómo te brinda paz y gozo, cómo te bendice, cómo te da esclarecimiento y cómo te reprende, disciplina, corrige, juzga y castiga; todo esto te resultará obvio y evidente dentro de ti. No te limitarás a ir tirando cada día sin saber nada, solo diciendo que crees en Dios, cumpliendo con el deber y asistiendo a reuniones nada más que por las apariencias, leyendo las palabras de Dios y orando a diario, actuando por simple inercia: sencillamente, no harás este tipo de ceremonia religiosa externa. Por el contrario, en tu interior acudirás a Dios para orarle en todo momento, te comunicarás con Dios a todas horas y serás capaz de someterte a Él y de vivir ante Él.

Extracto de ‘Si no puedes vivir siempre delante de Dios, eres un incrédulo’ en “Registros de las pláticas de Cristo de los últimos días”

Leer más: ¿Conocéis los 4 elementos clave de la oración cristiana?

Devocional cristiano: ¿qué es la verdadera devoción?

Dios dice: “Una vida espiritual normal no se limita a la oración, a los cánticos, a la vida de la iglesia, a comer y beber las palabras de Dios, y otras prácticas semejantes, sino que significa vivir una vida espiritual fresca y llena de vida. No se trata del método, sino del resultado”.

Devocional cristiano: ¿qué es la verdadera devoción?

¡Gracias a Dios! Últimamente, muchos hermanos y hermanas nos dejaron mensajes por Messenger para buscar:

Sabemos que para establecer una relación normal con Dios, debemos practicar devociones, como leer la Biblia, orar y cantar todos los días. Aunque hemos tomado mucho tiempo para hacer esto, todavía no entendemos la Palabra y voluntad del Señor, e incluso nos quedamos dormidos durante la devoción, no sentimos Su presencia en absoluto. Nos gustaría buscar qué es la verdadera devoción y cómo podemos lograr un buen efecto sobre esto.

Continuar leyendo «Devocional cristiano: ¿qué es la verdadera devoción?»

La raíz de que los fariseos se oponen al Señor Jesús

Dios Todopoderoso dice: “¿Deseáis conocer la raíz de la oposición de los fariseos a Jesús? ¿Deseáis conocer la esencia de los fariseos? Estaban llenos de fantasías sobre el Mesías. Aún más, sólo creían que Él vendría, pero no buscaban la verdad de la vida. Por tanto, incluso hoy siguen esperándole, porque no tienen conocimiento del camino de la vida ni saben cuál es la senda de la verdad”.

Devocionales diarios | La raíz de que los fariseos se oponen al Señor Jesús

Dios Todopoderoso dice: “¿Deseáis conocer la raíz de la oposición de los fariseos a Jesús? ¿Deseáis conocer la esencia de los fariseos? Estaban llenos de fantasías sobre el Mesías. Aún más, sólo creían que Él vendría, pero no buscaban la verdad de la vida. Por tanto, incluso hoy siguen esperándole, porque no tienen conocimiento del camino de la vida ni saben cuál es la senda de la verdad. Decidme, ¿cómo podrían obtener la bendición de Dios tales personas insensatas, tozudas e ignorantes? ¿Cómo podrían contemplar al Mesías? Se opusieron a Jesús porque no conocían la dirección de la obra del Espíritu Santo ni el camino de la verdad mencionado por Jesús y, además, porque no entendían al Mesías. Y como nunca le habían visto ni habían estado en Su compañía, cometieron el error de pagar un tributo vacío al nombre del Mesías mientras se oponían a Su esencia por todos los medios. Estos fariseos eran tozudos y arrogantes en esencia, y no obedecían la verdad. El principio de su creencia en Dios es: por muy profunda que sea Tu predicación, por muy alta que sea Tu autoridad, no eres Cristo a no ser que te llames el Mesías. ¿No son estas opiniones absurdas y ridículas? Os pregunto de nuevo: ¿No es extremadamente fácil para vosotros cometer los errores de los antiguos fariseos, dado que no tenéis el más mínimo entendimiento de Jesús? ¿Eres capaz de discernir el camino de la verdad? ¿Puedes garantizar realmente que no te opondrás a Cristo? ¿Eres capaz de seguir la obra del Espíritu Santo? Si no sabes si te opondrás o no a Cristo, entonces Yo digo que ya estás viviendo al filo de la muerte. Los que no conocían al Mesías fueron todos capaces de oponerse a Jesús, de rechazarlo, de difamarlo. Las personas que no entienden a Jesús son capaces de negarlo y vilipendiarlo. Además, son capaces de ver el regreso de Jesús como el engaño de Satanás, y más personas condenarán el retorno de Jesús a la carne. ¿No os asusta todo esto? Lo que afrontáis será blasfemia contra el Espíritu Santo, la ruina de Sus palabras a las iglesias y el rechazo de todo lo expresado por Jesús. ¿Qué podéis obtener de Él si estáis tan confundidos? ¿Cómo podéis entender la obra de Jesús cuando Él vuelva a la carne sobre una nube blanca, si os negáis obstinadamente a ser conscientes de vuestros errores?”.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne”

Recomendación: ¿Qué es un anticristo?

Devocionales diarios | ¿Quiere tener más conocimiento de Dios?

Dios dice: “Si puedes llegar a ser de verdad uno de los primeros de los que conocen a Dios, ¿no sería el mayor honor entre todas las criaturas? ¿Elogiaría Dios más a cualquier criatura entre la humanidad? Semejante obra no es fácil de conseguir, pero seguirá cosechando recompensas en última instancia”.

Devocionales diarios | ¿Quiere tener más conocimiento de Dios?

Al ver este tema, muchos hermanos y hermanas que genuinamente creen en Dios responderán: “¡Por supuesto que sí!”. Porque los que conocen a Dios son los que agradan a Él, y la bendición que recibirán es muy grande.

Dios dice: “Si puedes llegar a ser de verdad uno de los primeros de los que conocen a Dios, ¿no sería el mayor honor entre todas las criaturas? ¿Elogiaría Dios más a cualquier criatura entre la humanidad? Semejante obra no es fácil de conseguir, pero seguirá cosechando recompensas en última instancia. Independientemente de su género o nacionalidad, todos aquellos capaces de lograr el conocimiento de Dios recibirán al final Su mayor honra, y serán los únicos que posean Su autoridad. Esta es la obra de hoy, y también la del futuro; es la última y más elevada que debe cumplirse en 6000 años de obra, y es una forma de obrar que revela cada categoría de hombre. A través de la obra de hacer que el hombre conozca a Dios, se revelan las diferentes clases de hombre: los que conocen a Dios son aptos para recibir Sus bendiciones y aceptar Sus promesas, mientras que quienes no lo hacen no son aptos para ello. Los que conocen a Dios son Sus íntimos y los que no conocen a Dios no pueden ser llamados así; los íntimos de Dios pueden recibir cualquiera de Sus bendiciones, pero los que no lo son no son dignos de ninguna de Sus obras. Ya sea por tribulaciones, refinamiento o juicio, todas estas cosas se producen en aras de permitir al hombre obtener, en última instancia, un conocimiento de Dios y para que pueda someterse a Él. Este es el único efecto que se conseguirá finalmente”.

Recordando que hace dos mil años, cuando el discípulo Pedro estuvo en contacto con el Señor Jesús, tuvo un verdadero conocimiento de Él, más adelante, dio un testimonio de amar a Dios y fue crucificado de cabeza por Dios, acabó disfrutando de las bendiciones del reino de los cielos dadas por Él. ¿Admira usted a Pedro que tenía un conocimiento verdadero de Dios y era perfeccionado por Dios como una persona que ama a Dios? De hecho, hoy, en los últimos días, el Señor ha regresado, es Dios Todopoderoso encarnado, quien ha expresado las palabras que el Espíritu Santo dice a las iglesias, y nos ha dado una oportunidad única de conocer a Dios. ¿Quiere convertirse en una persona que conoce a Dios y ser alabado por Él?

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Cómo orar razonablemente

A veces, al encontrarme con estas adversidades, como las burlas y calumnias de la gente de este mundo, parientes y amigos, y la persecución del PCCh, yo oraba: “¡Señor! Tú conoces mi debilidad. Por favor, compadécete de mi debilidad y llévate este sufrimiento lo antes posible”.

 Devocional de hoy | Cómo orar razonablemente

Un día, casualmente vi una historia interesante en el Semanario del Alumno de mi hijo

Una niña pequeña se equivocó en una pregunta de un examen. Respondió que la capital de Estados Unidos era Nueva York en lugar de Washington. Entonces rezó, y pidió a Dios que moviera la capital desde Washington DC a Nueva York.

Después de leer esta historia, no pude evitar pensar que el absurdo comportamiento de la niña era ridículo. Por haber fallado la pregunta del examen, rezó a Dios para que moviera la capital de Estados Unidos a Nueva York, según su intención. ¿Cómo podría escuchar Dios una oración tan absurda? Al mismo tiempo, me di cuenta de que hay buenas intenciones de Dios en las cosas que nos ocurren cada día. Hoy me encontré con esta historia, y ¿qué lección quiso el Señor que aprendiera? A través de mi contemplación y mi búsqueda, se me ocurrió que, en realidad, muchísimas veces había orando de esa manera y había hecho peticiones a Dios de manera irracional, como aquella niña.

Recordé una vez que estaba enferma. Al principio, pensaba que el Señor estaba probando mi fe y que debería obedecerle y no quejarme. Pero después de un rato, me dolía tanto la barriga que apenas podía soportarlo. Entonces comencé a orar al Señor: “¡Oh, Señor! Tú eres el Dios todopoderoso. Tú puedes hacer que los ciegos vean y que los cojos caminen. Te suplico que me cures mi enfermedad para que la barriga no me duela más”.

A veces, al encontrarme con estas adversidades, como las burlas y calumnias de la gente de este mundo, parientes y amigos, y la persecución del PCCh, yo oraba: “¡Señor! Tú conoces mi debilidad. Por favor, compadécete de mi debilidad y llévate este sufrimiento lo antes posible”.

Además, cuando difundía el evangelio del Señor y me ganaba a mucha gente, inconscientemente me volvía orgulloso. Entonces, oraba: “¡Señor, he creído en Ti durante tantos años y me he ganado a tanta gente, y además he sacrificado muchísimo y he pagado un alto precio! Por favor, recuerda lo que he hecho y déjame entrar en el Reino de los Cielos en el futuro”.

Especialmente en estos días, mi hija mayor va a hacer su examen de entrada a la universidad, pero sus notas académicas no son demasiado buenas. Me preocupé mucho por su inminente examen, y dije al Señor: “Señor, mi hija va a hacer el examen de entrada a la universidad; por favor, ayúdala y dótala de sabiduría e inteligencia. Tú eres el Dios que atiende todas las súplicas. Espero que Tú la bendigas para que pueda entrar en la universidad”.

Sin embargo, cada vez que oraba así, no había alegría ni confirmación en mi corazón. Mi espíritu apenas se conmovía, en vez de eso estaba desanimado. Yo estaba enormemente asombrada: ¿Por qué no tenía ningún gozo espiritual tras haber orando? ¿Dios no escuchaba mi oración? Hasta que un día entré en la web del evangelio, como siempre, y vi unos cuantos pasajes: “[…] y algunos de vosotros ni siquiera sabéis cómo orar; de hecho, la oración es principalmente dar voz a lo que hay en vuestro corazón, tan sencillo como una conversación normal. Sin embargo, algunas personas adoptan la posición errónea cuando oran, e independientemente de que se conforme o no a la voluntad de Dios, le exigen recibir lo que piden. Como resultado, cuanto más oran más insulsos se vuelven. Cuando oras, independientemente de lo que pida, desee y exija tu corazón, o cuando deseas ocuparte de algunos asuntos que no entiendes del todo y le pides a Dios sabiduría, fuerza o esclarecimiento, debes ser razonable en tu forma de hablar. Si no lo eres, y te arrodillas y oras: ‘Dios, dame poder y déjame ver mi naturaleza; te pido que lo hagas. O, te pido que me des esto o aquello, Te pido que me dejes ser de esta forma o de aquella’, esta palabra ‘pedir’ conlleva un elemento de fuerza, y es como ejercer presión sobre Dios para que Él lo haga. Lo que es más, estás predeterminando tus propios asuntos. El Espíritu Santo ve tales oraciones así: como ya lo has predeterminado tú mismo y quieres hacerlo así, ¿cuál será el resultado de este tipo de oración? Deberías buscar y someterte en tus oraciones; por ejemplo, si te sobrevino un problema que no supiste manejar, dices: ‘¡Oh Dios! Este problema ha caído sobre mí, y no sé cómo manejarlo. Estoy dispuesto a satisfacerte en este asunto, estoy dispuesto a buscarte, deseo que Tu voluntad se lleve a cabo, actuar según Tus propósitos, y no según los míos. Sabes que los propósitos del hombre quebrantan Tu voluntad; se resisten a Ti y no se conforman a la verdad. Sólo deseo comportarme conforme a Tus propósitos. Te pido que me esclarezcas y guíes en este tema, para que no Te ofenda…’. Este es el tono de voz adecuado en la oración”.

“Si sólo eres persistente en pedir y pedir, cuando hayas terminado de pedir tan sólo quedará un montón de palabras vacías, porque ya has predeterminado tus propósitos. Cuando te arrodillas para orar, deberías decir algo así: “¡Oh Dios! Tú conoces mis debilidades y mis condiciones. Te pido que me esclarezcas en este asunto y me hagas entender Tu voluntad. Sólo deseo someterme a todas Tus disposiciones y mi corazón desea someterse a Ti…”. Si oras de esta forma, el Espíritu Santo te conmoverá; pero si la dirección de tu oración no es la correcta, se volverá insulsa y seca, y el Espíritu Santo no te conmoverá”.

Después de leer estas palabras me sentí bastante avergonzada. Comparando mis oraciones de cada día con las palabras de Dios, me di cuenta de que, ciertamente, no se correspondían con las intenciones de Dios, y yo hacía demasiadas exigencias a Dios. Eso mostraba que yo, sin ningún elemento de búsqueda de la voluntad de Dios, pedía a Dios y obligaba a Dios a hacer cosas según mis intenciones. Dios no escucharía tales oraciones, ni tampoco actuaría a través de mí. Por tanto, mis oraciones eran opacas y áridas, y no había paz ni alegría en mi corazón. Mientras tanto, me di cuenta de que no me ponía en mi lugar frente a Dios, y que cuando oraba al Señor, no me situaba como un ser vivo. Aún menos trataba a Dios como Dios. Así pues, era muy arrogante e irracional cuando oraba. En aquel momento, no pude evitar pensar que estaba registrado en la Biblia: La madre de los hijos de Zebedeo pidió al Señor Jesús que permitiera a sus dos hijos sentarse, uno a Su derecha y otro a Su izquierda en Su reino. Del mismo modo, yo pedía a Dios que me recordara así, y que en el futuro me dejara entrar en el reino de los cielos; cuando caía enferma, pedía a Dios que curara mi enfermedad; también pedía que Dios dejara a mi hija entrar en la universidad. Mis oraciones no tenían ningún sentido.

También pensé en la oración del Señor Jesús en Getsemaní: “Padre mío, si es posible, pase de mí este vaso; empero no como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26:39). Pude ver que cuando el Señor Jesús iba a ser clavado en la cruz para cargar con los pecados de la humanidad, Él también se sintió dolorido y angustiado. Pero rezó muy razonablemente. Él estaba dispuesto a obedecer lo que Dios había acordado, y deseaba actuar de acuerdo con la voluntad de Dios Padre, no con la suya. Y pensé en la oración de Job recogida en la Biblia: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. Jehová dió, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). Vi que, enfrentado a tales dificultades, aunque se sentía algo triste, sin embargo Job no hizo peticiones a Dios y se sometió a la soberanía de Dios y a Sus planes. Es más, alabó y glorificó a Dios. En esto pude ver que Job conocía su insignificancia ante Dios, y que tenía una actitud obediente y piadosa, de modo que su oración ante Dios era muy razonable.

Habiendo entendido esto, comprendí también que sólo cuando nos situamos como un ser creado, y tenemos una actitud de búsqueda, obediente y piadosa, podemos orar de manera racional. Entonces rectifiqué mi actitud y recé sinceramente al Señor: “Oh Señor, en el pasado yo no sabía cómo orar. Te hice demasiadas peticiones y ciegamente te pedí que satisficieras mis intenciones. Y fui muy insensato. A partir de ahora, deseo confiarte todas las cosas, especialmente a mi hija. El que apruebe o no su examen de entrada a la universidad está en Tus manos. Sólo deseo ser un ser creado racional y someterme a Tus planes”. Después de orar me sentí muy seguro y en paz. No fue hasta entonces que advertí que sólo cuando oramos racionalmente podemos sentirnos alegres y en paz.

Dios es el Creador, y nosotros somos seres creados. Así que deberíamos tener un corazón reverente cuando vamos a orar en presencia de Dios, y orar razonablemente, situándonos en el lugar de un ser creado. Si nosotros, ante Dios, no tenemos corazones temerosos, sino que causamos problemas de la nada como la niña de la historia, no sólo Dios no escuchará nuestras oraciones, sino que se esconderá de nosotros y nos ignorará. Ahora, ¿sabe usted algo más sobre cómo orar razonablemente?

(Traducido del original en inglés al español por Sara Roncal)

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Si nadie supiera que el Señor ha venido, ¿podríamos recibirlo?

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Durante tantos años, los creyentes han están esperando desesperadamente que el Señor regrese. Hoy, ¡Él ha vuelto encarnándose! Pero muchos piensan que nadie sabe la hora de Su llegada, entonces se niegan que Él haya descendido en secreto antes del desastre. ¿No es esto igual que el punto de vista al que los fariseos se aferraron “el Señor que no se llama Mesías es falso”? Los fariseos fueron castigados por Dios porque se ciñeron obstinadamente a las palabras de la Biblia y al final clavaron al Señor en la cruz. Así que, al tratar la venida del Señor, ¿no hemos de sacar lección de los fariseos y buscar humildemente Sus palabras y obra? Si nadie supiera que el Señor ha venido, ¿cómo podríamos recibirlo?

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Casi todos los seguidores del Señor Jesús piensan que Él era el Hijo de Dios, porque el Espíritu Santo lo dio testimonio. Pero, en la Biblia hay muchos lugares se mencionan que Dios es el único verdadero Dios que creó los cielos, la cierra y todas las cosas, y que solo hay un Dios. Entonces, ¿por qué existe el dicho de “el Padre y el Hijo”? ¿No están contradictorias? ¿Es el Señor Jesús el Hijo de Dios o Dios mismo?

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