(1) Es necesario saber que solo Cristo de los últimos días puede purificar y salvar a las personas y que Él es el Dios práctico. Esta es la única manera de que el Dios vago pueda disiparse del corazón de uno.
(2) Es preciso aceptar toda verdad expresada por Cristo, practicar y experimentar las palabras de Dios y cumplir con el deber. Solo así se es seguidor de Cristo.
(3) La única manera de saber que Cristo es la verdad, el camino y la vida pasa por someterse al juicio de Sus palabras y a toda Su obra.
(4) Es preciso priorizar a Cristo en el corazón; solo así se enaltece la grandeza de Dios. No hay que idolatrar ni seguir a ningún hombre, sino enaltecer y dar testimonio únicamente de Cristo.
Las palabras relevantes de Dios:
En los últimos días, Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la sustancia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras están dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios se refieren a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por Dios. Si no consideras importantes estas verdades, si solo piensas en cómo evitarlas o cómo encontrar una nueva salida que no las involucre, entonces Yo digo que eres un grave pecador. Si tienes fe en Dios, pero no buscas la verdad ni la voluntad de Dios, ni amas el camino que te acerca a Dios, entonces Yo digo que eres alguien que está tratando de evadir el juicio y que eres un títere y un traidor que huye del gran trono blanco. Dios no perdonará a ninguno de los rebeldes que se escape de Su vista. Estos hombres recibirán un castigo aún más severo. Aquellos que vengan delante de Dios para ser juzgados y que, además, hayan sido purificados, vivirán para siempre en el reino de Dios. Por supuesto, esto es algo que pertenece al futuro.
Extracto de ‘Cristo hace la obra del juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”
El Cristo de los últimos días trae la vida y el camino de la verdad, duradero y eterno. Esta verdad es el camino por el que el hombre obtendrá la vida, y el único camino por el cual el hombre conocerá a Dios y por el que Dios lo aprobará. Si no buscas el camino de la vida que el Cristo de los últimos días provee, entonces nunca obtendrás la aprobación de Jesús y nunca estarás cualificado para entrar por la puerta del reino de los cielos, porque tú eres tanto un títere como un prisionero de la historia. Aquellos que son controlados por los reglamentos, las letras y están encadenados por la historia, nunca podrán obtener la vida ni el camino perpetuo de la vida. Esto es porque todo lo que tienen es agua turbia que ha estado estancada por miles de años, en vez del agua de la vida que fluye desde el trono. Aquellos que no reciben el agua de la vida siempre seguirán siendo cadáveres, juguetes de Satanás e hijos del infierno. ¿Cómo pueden, entonces, contemplar a Dios? Si sólo tratas de aferrarte al pasado, si sólo tratas de mantener las cosas como están quedándote quieto, y no tratas de cambiar el estado actual y descartar la historia, entonces, ¿no estarás siempre en contra de Dios? Los pasos de la obra de Dios son vastos y poderosos, como olas agitadas y fuertes truenos, pero te sientas y pasivamente esperas la destrucción, apegándote a tu locura y sin hacer nada. De esta manera, ¿cómo puedes ser considerado alguien que sigue los pasos del Cordero? ¿Cómo puedes justificar al Dios al que te aferras como un Dios que siempre es nuevo y nunca viejo? ¿Y cómo pueden las palabras de tus libros amarillentos llevarte a una nueva era? ¿Cómo pueden llevarte a buscar los pasos de la obra de Dios? ¿Y cómo pueden llevarte al cielo? Lo que sostienes en tus manos es la letra que solo puede darte consuelo temporal, no las verdades que pueden darte la vida. Las escrituras que lees solo pueden enriquecer tu lengua y no son palabras de sabiduría que te ayudan a conocer la vida humana, y menos aún los senderos que te pueden llevar a la perfección. Esta discrepancia, ¿no te lleva a reflexionar? ¿No te hace entender los misterios que contiene? ¿Eres capaz de entregarte tú mismo al cielo para encontrarte con Dios? Sin la venida de Dios, ¿te puedes llevar tú mismo al cielo para gozar de la felicidad familiar con Dios? ¿Todavía sigues soñando? Sugiero entonces que dejes de soñar y observes quién está obrando ahora, quién está llevando a cabo ahora la obra de salvar al hombre durante los últimos días. Si no lo haces, nunca obtendrás la verdad y nunca obtendrás la vida.
Extracto de ‘Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”
Al seguir a Dios, todo debería ser según Sus palabras actuales, y esto es de vital importancia: ya sea que estéis buscando la entrada a la vida o el cumplimiento de la voluntad de Dios, todo se debería centrar alrededor de las palabras actuales de Dios. Si lo que comunicas y lo que buscas no se centra alrededor de las palabras actuales de Dios, entonces eres un extraño a Sus palabras y careces por completo de la obra del Espíritu Santo. Lo que Dios quiere son personas que sigan Sus pasos. No importa qué asombroso y puro sea lo que hayas entendido antes, Dios no lo quiere y si no puedes hacer a un lado esas cosas, entonces, en el futuro, serán un enorme obstáculo para tu entrada. Todos los que pueden seguir la luz actual del Espíritu Santo son benditos. Las personas en el pasado también siguieron los pasos de Dios, pero no pudieron continuar hasta hoy; esta es la bendición de las personas de los últimos días. Los que pueden seguir la obra actual del Espíritu Santo y que pueden seguir los pasos de Dios, de tal manera que lo sigan dondequiera que Él los guíe, estas son las personas a las que Dios bendice. Los que no siguen la obra actual del Espíritu Santo, no han entrado en la obra de las palabras de Dios y, no importa cuánto se esfuercen o cuán grande sea su sufrimiento o cuánto vayan de aquí para allá, esto no significa nada para Dios y Él no los elogiará. En la actualidad, todos los que siguen las palabras actuales de Dios están en la corriente del Espíritu Santo; los que son ajenos a las palabras actuales de Dios están fuera de la corriente del Espíritu Santo y a tales personas Dios no las elogia.
Extracto de ‘Conoce la nueva obra de Dios y sigue Sus huellas’ en “La Palabra manifestada en carne”
Independientemente de lo numerosas que sean tus nociones e imaginaciones sobre la obra de Dios, de cómo actuaras previamente de acuerdo a tu propia voluntad y de que te rebelaras contra Él, si realmente buscas la verdad, aceptas el juicio y castigo de las palabras de Dios, aceptas ser podado y tratado por estas; y si, en todo lo que Él orquesta, eres capaz de seguir el camino de Dios, obedecer Sus palabras, buscar Su voluntad, practicar de acuerdo con ambas, ser capaz de buscar la sumisión y de dejar de lado tu propia voluntad, deseos, consideraciones, motivaciones y antagonismo hacia Él, ¡solo entonces estás siguiendo a Dios! Dices que sigues a Dios, pero todo lo que haces es según su propia voluntad. En todo lo que haces, tienes tus propios objetivos, tus propios planes; no lo dejas en manos de Dios. Entonces, ¿sigue Dios siendo tu Dios? Si Dios no es tu Dios, cuando dices que sigues a Dios, ¿acaso no son palabras vacías? ¿No son esas palabras un intento de engañar a la gente? Dices que sigues a Dios, pero todas tus acciones y comportamientos, tu perspectiva de vida, tus valores y la actitud y los principios con los que abordas y manejas los asuntos, vienen todos de Satanás; manejas todo esto según los principios y la lógica de Satanás. Entonces, ¿sigues a Dios?
[…] La forma más simple de describir la creencia en Dios es confiar en que hay un Dios y, sobre esta base, seguirlo, obedecerlo, aceptar Su dominio, orquestaciones y arreglos, escuchar Sus palabras, vivir y hacerlo todo de acuerdo con ellas, ser un verdadero ser creado, y temerlo y rechazar el mal; solo esto es la verdadera creencia en Dios. Esto es lo que significa seguir a Dios. Dices que sigues a Dios, pero en Tu corazón no aceptas las palabras de Dios ni Su dominio, orquestaciones y arreglos. Si siempre tienes nociones respecto a lo que hace Dios, y siempre lo malinterpretas y te quejas de ello; si siempre estás insatisfecho y mides y abordas lo que hace usando tus propias nociones e imaginaciones; si siempre tienes tu propio entendimiento, esto causará problemas. No estás experimentando la obra de Dios, y no tienes forma de seguirle de verdad. Eso no es creer en Dios.
Extracto de ‘La creencia en la religión nunca llevará a la salvación’ en “Registros de las pláticas de Cristo”
Pedro siguió a Jesús durante varios años y vio en Él muchas cosas que no había en otras personas. Después de seguirlo durante un año, Jesús escogió a Pedro de entre los doce discípulos. (Por supuesto, Jesús no habló de esto en voz alta y los demás no estaban conscientes de ello en absoluto). En la vida, Pedro se medía contra cada cosa que Jesús hacía. Principalmente, los mensajes que Jesús predicaba se grababan en su corazón. Estaba totalmente dedicado a Jesús y era fiel a Él, y nunca se quejó de Él. Como consecuencia, se convirtió en el fiel compañero de Jesús dondequiera que Él iba. Pedro observaba las enseñanzas de Jesús, Sus amables palabras, lo que Él comía, lo que vestía, dónde se hospedaba y cómo viajaba. Seguía el ejemplo de Jesús en cada aspecto. Jamás fue un santurrón, pero se deshizo de todas sus cosas obsoletas y siguió el ejemplo de Jesús en palabra y obra. Fue entonces cuando Pedro sintió que los cielos, la tierra y todas las cosas estaban en las manos del Todopoderoso y que, por esta razón, no tenía una opción personal. Pedro también asimiló todo lo que Jesús era y lo utilizó como un ejemplo. La vida de Jesús muestra que Él no era un santurrón en lo que hacía; en lugar de vanagloriarse de sí mismo, conmovía a las personas con amor. Varias cosas mostraban lo que Jesús era y, por esta razón, Pedro emulaba todo lo relacionado con Él. Las experiencias de Pedro le permitieron percibir cada vez más la hermosura de Jesús y dijo cosas como “He buscado al Todopoderoso por todo el universo y he visto las maravillas de los cielos y la tierra y todas las cosas, y, así, he obtenido una idea profunda de la hermosura del Todopoderoso. Sin embargo, nunca había sentido un amor genuino en mi corazón y jamás había visto la hermosura del Todopoderoso con mis propios ojos. Hoy, con Sus ojos, el Todopoderoso me ha mirado con gracia y finalmente he sentido la hermosura de Dios. He descubierto finalmente que no es solo que Dios haya creado todas las cosas lo que hace que la humanidad lo ame; en mi vida diaria he encontrado Su hermosura infinita. ¿Cómo podría limitarse a lo que puede verse en este momento?”. Conforme pasaba el tiempo, muchas cosas hermosas también surgieron en Pedro. Se volvió muy obediente a Jesús y, por supuesto, también sufrió varios reveses. Cuando Jesús lo llevó a diversos lugares a predicar, Pedro siempre fue humilde y escuchó los sermones de Jesús. Nunca se volvió arrogante por razón de sus años de seguirlo. Después de que Jesús le contara que la razón por la que Él había venido era para ser crucificado con el fin de poder terminar Su obra, Pedro a menudo sentía angustia en su corazón y lloraba a solas, en secreto. Sin embargo, ese “desafortunado” día finalmente llegó. Después de que Jesús fue arrestado, Pedro lloró solo en su bote de pesca y oró mucho por esto, pero en su corazón sabía que esta era la voluntad de Dios Padre y que nadie podía cambiarla. Estaba constantemente afligido y se le llenaban los ojos de lágrimas, solo por su amor. Por supuesto, esto es una debilidad humana. Así pues, cuando supo que Jesús sería clavado en la cruz, le preguntó: “¿Después de partir, volverás para estar entre nosotros y cuidarnos? ¿Podremos seguir viéndote?”. Aunque estas palabras eran bastante ingenuas y llenas de nociones humanas, Jesús conocía la amargura del sufrimiento de Pedro, así que, a través de Su amor, Él fue considerado con su debilidad: “Pedro, Yo te he amado. ¿Lo sabes? Aunque no hay razón en lo que dices, el Padre ha prometido que después de Mi resurrección me apareceré a las personas durante cuarenta días. ¿No crees que Mi Espíritu os otorgará gracia frecuentemente a todos?”. Aunque Pedro se sintió un tanto confortado por esto, seguía sintiendo que había algo que faltaba y, así, después de resucitar, Jesús se le apareció abiertamente por vez primera. Sin embargo, con el fin de evitar que Pedro siguiera aferrándose a sus nociones, Jesús declinó la abundante comida que Pedro había preparado para Él y desapareció en un abrir y cerrar de ojos. A partir de ese momento, Pedro tuvo finalmente una comprensión más profunda del Señor Jesús y lo amó aún más. Después de Su resurrección, Jesús se apareció a menudo a Pedro. Pasados los cuarenta días y tras haber ascendido al cielo, se apareció tres veces más a Pedro. Cada aparición se dio justo cuando la obra del Espíritu Santo estaba a punto de completarse y una nueva obra estaba a punto de comenzar.
A lo largo de su vida, Pedro se ganó la vida con la pesca, pero, más que eso, vivió para predicar. En años posteriores, escribió la primera y segunda epístolas de Pedro, así como varias cartas a la iglesia de Filadelfia de aquella época. Él conmovió mucho a las personas de su tiempo. En lugar de sermonear a las personas utilizando sus propias credenciales, les brindó un sustento de vida adecuado. Nunca olvidó las enseñanzas de Jesús antes de Su partida y fue inspirado por ellas a lo largo de toda su vida. Mientras seguía a Jesús, decidió corresponder al amor del Señor con su muerte y seguir Su ejemplo en todas las cosas. Jesús estuvo de acuerdo con esto, así que cuando Pedro tenía cincuenta y tres años (más de veinte años después de la partida de Jesús), Jesús apareció ante él para ayudarle a cumplir su anhelo. En los siete años posteriores, Pedro pasó su vida conociéndose a sí mismo. Un día, al final de estos siete años, fue crucificado cabeza abajo, terminando así su extraordinaria vida.
Extracto de ‘Sobre la vida de Pedro’ de Interpretaciones de los misterios de las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”
Cuando hayas tenido experiencia hasta cierto día, sentirás que, cuanto más normal sea la encarnación y la humanidad de Dios y todo lo que Él tiene y revela, mayor es nuestra salvación, y cuanto más normales son, más son lo que necesitamos. Si la encarnación de Dios fuera sobrenatural, entonces, aunque los que estamos en la tierra hayamos sido escogidos y salvados por Dios, ninguno de nosotros podría obtener la salvación completa. Es precisamente debido a la humildad y escondimiento de Dios, a la normalidad y practicalidad de este Dios aparentemente común y corriente, que la humanidad tiene la oportunidad de alcanzar la salvación. Como existe desobediencia en las personas y la esencia de las actitudes satánicas corruptas, se producen todo tipo de nociones, malentendidos y antagonismos; incluso ocurre que, como resultado de estas nociones, la gente frecuentemente niega a este Cristo con orgullo y confianza en sí misma y niega Su humanidad normal, lo cual es un gran error. Si deseas alcanzar la salvación completa, si deseas recibir la salvación de Dios y Su juicio y castigo, primero debes hacer a un lado tus distintas nociones y definiciones erróneas acerca de Cristo y Su humanidad normal; debes hacer a un lado tus distintas ideas y opiniones acerca de Cristo y debes encontrar una manera de aceptar todo lo que venga de Él. Solo entonces las palabras que Él pronuncia y las verdades que Él expresa encuentran cierta entrada en tu corazón y se vuelven tu vida poco a poco. Si deseas seguir a Cristo, debes aceptar todo lo que está asociado con Él; no debes estar en Su contra utilizando tus nociones para malinterpretarlo siempre y no deberías aferrarte a tus propias nociones y malinterpretarlo y dudar de Él constantemente o, incluso, resistirte y oponerte a Él. Con semejante actitud, solo puedes hacerte daño; no representa el más mínimo beneficio para ti.
Extracto de ‘Solo si se corrigen las propias nociones es posible tomar el buen camino de la fe en Dios (1)’ en “Registros de las pláticas de Cristo”
Vuestras palabras y vuestro comportamiento revelan los elementos de vuestra incredulidad en Cristo. Vuestros motivos y objetivos para todo lo que hacéis están impregnados de incredulidad. Incluso la naturaleza de vuestra mirada contiene incredulidad en Cristo. Puede decirse que cada uno de vosotros, durante cada minuto del día, albergáis elementos de incredulidad. Esto significa que a cada momento estáis en peligro de traicionar a Cristo, ya que la sangre que corre por vuestro cuerpo está impregnada de incredulidad en el Dios encarnado. Por ello digo que las huellas que dejáis en la senda de la fe en Dios no son reales; a medida que recorréis la senda de la fe en Dios, no tenéis los pies firmemente plantados en la tierra; simplemente hacéis las cosas por inercia. Nunca creéis del todo en la palabra de Cristo y no podéis llevarla inmediatamente a la práctica. Esta es la razón por la que no tenéis fe en Cristo. El hecho de que siempre tengáis nociones sobre Él es otra razón por la que no creéis en Cristo. Ser siempre escéptico en relación con la obra de Cristo, dejar que la palabra de Cristo caiga en oídos sordos, tener una opinión sobre cualquier obra que Cristo lleve a cabo y no ser capaz de comprenderla apropiadamente, tener dificultades para dejar de lado las nociones sin importar la explicación que recibáis, y así sucesivamente, todos estos son elementos de incredulidad mezclados en vuestro corazón. Aunque seguís la obra de Cristo y nunca os quedáis atrás, hay demasiada rebeldía mezclada en vuestro corazón. Esta rebeldía es una impureza en vuestra fe en Dios. Tal vez pensáis que no es así, pero si no puedes reconocer tus intenciones a partir de esto, entonces tu destino es estar entre los que perecerán, porque Dios sólo perfecciona a quienes en verdad creen en Él, no a quienes son escépticos hacia Él, y, menos aún, a los que lo siguen a regañadientes a pesar de nunca haber creído que Él es Dios.
Algunas personas no se regocijan en la verdad y, mucho menos, con el juicio. En cambio, se regocijan en el poder y las riquezas; a tales personas se les llama buscadores de poder. Buscan exclusivamente las denominaciones que tienen influencia en el mundo y solo buscan a pastores y maestros que provienen de seminarios. A pesar de haber aceptado el camino de la verdad, son, en parte, escépticos, e incapaces de entregar todo su corazón y toda su mente, y su boca habla de sacrificarse por Dios, pero sus ojos se enfocan en los grandes pastores y maestros, y no le prestan atención a Cristo. Su corazón está obsesionado con la fama, la fortuna y la gloria. Piensan que no es posible que una persona tan pequeña pueda ser capaz de conquistar a tantos, que alguien tan común y corriente sea capaz de perfeccionar al hombre. Ellos no creen en absoluto que estos “don nadie” que están entre el polvo y el estiércol sean el pueblo escogido por Dios. Ellos creen que si tales personas fueran los objetos de la salvación de Dios, el cielo y la tierra estarían de cabeza y todos los hombres se reirían a mandíbula batiente. Ellos creen que si Dios eligió a tales “don nadie” para ser perfeccionados, entonces esos grandes hombres se convertirían en Dios mismo. Sus perspectivas están manchadas de incredulidad; ciertamente, más que incrédulos, son simplemente bestias absurdas. Y es que solo valoran la posición, el prestigio y el poder, y solo tienen en alta estima a los grandes grupos y denominaciones. No tienen la menor consideración hacia quienes son dirigidos por Cristo; simplemente son traidores que le han dado la espalda a Cristo, a la verdad y a la vida.
Lo que tú admiras no es la humildad de Cristo, sino a esos falsos pastores de destacada posición. No adoras la belleza ni la sabiduría de Cristo, sino a esos licenciosos que se regodean en la inmundicia del mundo. Te ríes del dolor de Cristo, que no tiene lugar donde reclinar Su cabeza, pero admiras a esos cadáveres que cazan ofrendas y viven en el libertinaje. No estás dispuesto a sufrir junto a Cristo, pero te lanzas con gusto a los brazos de esos anticristos insensatos a pesar de que solo te suministran carne, palabras y control. Incluso ahora tu corazón sigue volviéndose a ellos, a su reputación, su estatus, su influencia. Aun así, continúas teniendo una actitud por la cual la obra de Cristo te resulta difícil de soportar y no estás dispuesto a aceptarla. Por eso te digo que no te falta fe para reconocer a Cristo. La razón por la que lo has seguido hasta el día de hoy es solo porque no tenías otra opción. En tu corazón siempre se elevan muchas imágenes altivas; no puedes olvidar cada una de sus palabras y obras ni sus palabras influyentes ni sus manos. En vuestro corazón, ellos son supremos por siempre y son héroes por siempre. Pero esto no es así para el Cristo de hoy. Él permanece por siempre insignificante en tu corazón y por siempre indigno de tu veneración. Porque Él es demasiado ordinario, tiene muy poca influencia y está lejos de ser elevado.
En cualquier caso, Yo digo que todos los que no valoran la verdad son incrédulos y traidores de la verdad. Tales hombres nunca recibirán la aprobación de Cristo. ¿Has identificado ahora cuánta incredulidad hay dentro de ti y cuánta traición a Cristo tienes? Te exhorto: puesto que has elegido el camino de la verdad, debes consagrarte totalmente; no seas ambivalente o poco entusiasta. Debes entender que Dios no pertenece al mundo ni a ninguna persona, sino a todos aquellos que creen verdaderamente en Él, a todos los que lo adoran y a todos aquellos que se consagran a Él y le son fieles.
Extracto de ‘¿Eres un verdadero creyente en Dios?’ en “La Palabra manifestada en carne”
Anheláis que Dios se deleite en vosotros, pero estáis lejos de Él. ¿Qué sucede aquí? Aceptáis solo Sus palabras, pero no Su trato ni Su poda; mucho menos podéis aceptar cada uno de Sus arreglos ni tener una fe cabal en Él. Entonces, ¿qué sucede aquí? En el análisis final, vuestra fe es una cáscara de huevo vacía que nunca podrá generar un polluelo. Porque vuestra fe no os ha traído la verdad ni os ha dado vida, sino que os ha dado una sensación ficticia de sustento y esperanza. Vuestro propósito al creer en Dios es en aras de esta esperanza y sensación de sustento, en lugar de la verdad y la vida. Por lo tanto, Yo digo que el transcurso de vuestra fe en Dios no ha sido más que un intento de ganaros el favor de Dios mediante el servilismo y el descaro, y de ninguna manera puede considerarse una fe verdadera. ¿Cómo puede nacer un polluelo de una fe semejante? En otras palabras, ¿qué fruto puede dar esta clase de fe? El propósito de vuestra fe en Dios es usar a Dios para satisfacer vuestros objetivos. ¿Acaso no es esta otra evidencia más de vuestra ofensa contra el carácter de Dios? Creéis en la existencia del Dios en el cielo, pero negáis la del Dios en la tierra. Sin embargo, Yo no apruebo vuestras opiniones. Elogio solo a aquellos que mantienen los pies sobre la tierra y sirven al Dios en la tierra, pero nunca a aquellos que jamás reconocen al Cristo que está en la tierra. No importa cuán leales sean estas personas al Dios en el cielo; al final, no escaparán de Mi mano que castiga a los malvados. Estos hombres son malvados; son los perversos que se oponen a Dios y que nunca obedecieron a Cristo con alegría. Por supuesto, entre ellos se encuentran todos los que no conocen a Cristo ni mucho menos lo reconocen. ¿Crees que puedes actuar como te parezca hacia Cristo, siempre y cuando seas leal al Dios del cielo? ¡Estás equivocado! Tu ignorancia de Cristo es la ignorancia del Dios del cielo. No importa cuán leal seas al Dios del cielo, esto son meramente palabras vacías y fingimiento, porque el Dios de la tierra no solo es fundamental para que el hombre reciba la verdad y un conocimiento más profundo, sino incluso aún más fundamental para la condenación del hombre y, luego, para echar mano de los hechos para castigar a los malvados. ¿Has comprendido los resultados beneficiosos y dañinos aquí? ¿Los has experimentado? Deseo que algún día, pronto, entendáis esta verdad: para conocer a Dios, no solo debéis conocer al Dios del cielo, sino que, más importante aún, al Dios en la tierra. No confundas tus prioridades ni permitas que lo secundario reemplace lo principal. Es la única manera en que puedes cultivar verdaderamente una buena relación con Dios, acercarte más a Él y llevar tu corazón más cerca de Él. Si hace muchos años que estás en la fe y hace mucho tiempo que te relacionas conmigo, pero permaneces a cierta distancia de Mí, entonces Yo afirmo que debe ser que a menudo ofendes el carácter de Dios y que tu final será difícil de estimar. Si los muchos años de relacionarte conmigo no solo no han podido transformarte en una persona con humanidad y con la verdad, sino que además han arraigado tus costumbres malvadas en tu naturaleza, y no solo tienes el doble de arrogancia que antes, sino que también se han multiplicado tus malentendidos sobre Mí, de manera que has llegado a considerarme tu insignificante secuaz; entonces Yo digo que tu aflicción ya no es superficial, sino que ha calado hasta los huesos. Lo único que te queda es esperar tus arreglos funerarios. Entonces, no debes suplicarme que sea tu Dios, porque has cometido un pecado digno de muerte, un pecado imperdonable. Aun si pudiera tener misericordia de ti, el Dios del cielo insistirá en quitarte la vida, porque tu ofensa contra el carácter de Dios no es un problema ordinario, sino uno de suma gravedad. Cuando llegue el momento, no me culpes por no habértelo informado de antemano. Todo se reduce a lo siguiente: cuando te relacionas con Cristo —el Dios en la tierra— como con un hombre común y corriente; es decir, cuando crees que este Dios no es más que una persona, entonces ahí es cuando perecerás. Esta es Mi única amonestación para todos vosotros.
Extracto de ‘Cómo conocer al Dios en la tierra’ en “La Palabra manifestada en carne”
Los que quieren obtener la vida sin confiar en la verdad de la que Cristo habló son las personas más absurdas de la tierra, y los que no aceptan el camino de la vida que Cristo trajo están perdidos en la fantasía. Y así digo que aquellos que no aceptan al Cristo de los últimos días Dios los detestará para siempre. Cristo es la puerta para que el hombre entre al reino durante los últimos días, y no hay nadie que pueda evitarle. Nadie puede ser perfeccionado por Dios excepto por medio de Cristo. Tú crees en Dios y por tanto debes aceptar Sus palabras y obedecer Su camino. No puedes simplemente pensar en obtener bendiciones sin ser capaz de recibir la verdad o de aceptar la provisión de la vida. Cristo viene en los últimos días para que a todos los que verdaderamente creen en Él les pueda proveer la vida. Su obra es en aras de concluir la era antigua y entrar en la nueva, y Su obra es el camino que deben tomar todos los que entrarán en la nueva era. Si no eres capaz de reconocerlo y en cambio lo condenas, blasfemas y hasta lo persigues, entonces estás destinado a arder por toda la eternidad y nunca entrarás en el reino de Dios. Porque este Cristo es Él mismo la expresión del Espíritu Santo, la expresión de Dios, Aquel a quien Dios le ha confiado hacer Su obra en la tierra. Y por eso digo que si no puedes aceptar todo lo que el Cristo de los últimos días hace, entonces blasfemas contra el Espíritu Santo. La retribución que deben sufrir los que blasfeman contra el Espíritu Santo es obvia para todos. También te digo que si te resistes al Cristo de los últimos días y si reniegas de Él, entonces no habrá nadie que pueda soportar las consecuencias en tu lugar. Además, a partir de este día no tendrás otra oportunidad para obtener la aprobación de Dios; incluso si tratas de redimirte tú mismo, nunca más volverás a contemplar el rostro de Dios. Porque al que tú te resistes no es un hombre, lo que niegas no es algún ser diminuto, sino a Cristo. ¿Sabes cuáles serán las consecuencias de esto? No habrás cometido un pequeño error, sino que habrás cometido un crimen atroz. Y así les aconsejo a todos que no tengan una reacción violenta contra la verdad, o hagan críticas descuidadas, porque solo la verdad te puede dar la vida y nada excepto la verdad te puede permitir volver a nacer y contemplar el rostro de Dios.
Extracto de ‘Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”