¿Conoces los significados más profundos de la resurrección de Jesucristo?

En las Escrituras, está escrito acerca de la resurrección de Jesucristo: “Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María vinieron a ver el sepulcro.

¿Conoces los significados más profundos de la resurrección de Jesucristo?

En las Escrituras, está escrito acerca de la resurrección de Jesucristo: “Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María vinieron a ver el sepulcro. Y he aquí, se produjo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendiendo del cielo, y acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura blanca como la nieve; y de miedo a él los guardias temblaron y se quedaron como muertos. Y hablando el ángel, dijo a las mujeres: Vosotras, no temáis; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, porque ha resucitado, tal como dijo. Venid, ved el lugar donde yacía. E id pronto, y decid a sus discípulos que El ha resucitado de entre los muertos; y he aquí, El va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Y ellas, alejándose a toda prisa del sepulcro con temor y gran gozo, corrieron a dar las noticias a sus discípulos. Y he aquí que Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies y le adoraron. … Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado. Cuando le vieron, le adoraron; mas algunos dudaron. Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:1-9, 16-18). Estos versículos registran los hechos de la resurrección y aparición de Jesucristo tres días después de su crucifixión. Debido a que Él fue crucificado y redimió a la humanidad para que ella ya no sea condenada por la ley y liberada de la esclavitud de los decretos y regulaciones. ¡Gracias al Señor! Su resurrección es muy importante para cada uno de nuestros hermanos y hermanas en Él, porque es a través de Su resurrección que estamos seguros de que Él es Dios mismo y es en quien debemos confiar verdaderamente. La Biblia dice: “y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es falsa; todavía estáis en vuestros pecados” (1 Corinthians 15:17). Sin la resurrección de Jesucristo, incluso si tenemos fe en Él, no nos salvaríamos.

Sin Su redención, nosotros, los pecadores, estaríamos sujetos a la ley. Solo por Su resurrección, tenemos una esperanza de la salvación. La resurrección y aparición de Jesucristo a la humanidad es indudablemente importante. ¿Cómo podríamos no estar entusiasmados? En la alegría y la emoción, mantengamos la calma y pensemos en estas dos preguntas: ¿Qué significados más profundos tiene la resurrección y aparición de Jesucristo? ¿Cuáles son las intenciones del Señor cuando Él enseñó a Sus discípulos después de Su resurrección y Su aparición?

1. Los Significados de la Resurrección de Jesucristo

Le oré al Señor con perplejidad. Y luego, cuando estudiaba materiales relacionados, vi estas palabras en un libro espiritual: “Las escrituras contienen el siguiente versículo que le describe después de aquel acontecimiento: ‘Entonces Jesús apareció cuando las puertas estaban cerradas; se paró en medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros’. Es evidente que, en aquel tiempo, Él ya no era un cuerpo de carne, sino espiritual. Esto se debe a que Él había trascendido los límites físicos, y cuando la puerta estaba cerrada, todavía Él pudo ponerse en medio de las personas y permitirles que lo vieran. Esta es la mayor diferencia entre el Señor Jesús posterior a la resurrección y el que vivió en la carne antes de ella. Aunque no había diferencia entre el aspecto del cuerpo espiritual de aquel momento y cómo era Él antes, ahora era un extraño para las personas, porque se había convertido en un cuerpo espiritual después de resucitar de entre los muertos; comparado con Su cuerpo anterior de carne, este cuerpo espiritual era más desconcertante y confuso para las personas. También creaba más distancia entre Él y ellas, quienes sentían en su corazón que el Señor Jesús se había vuelto más misterioso en ese tiempo. […] lo primero que Él hizo tras Su resurrección fue permitir que todos lo vieran, confirmar Su existencia y el hecho de Su resurrección. Además, restauró Su relación con las personas para que volviera a ser como la que tuvo con ellas cuando obraba en la carne y era el Cristo que ellos podían ver y tocar. De este modo, uno de los resultados es que nadie tuvo dudas de que Él hubiera resucitado de la muerte después de haber sido clavado en la cruz, y que no se dudara de la obra del Señor Jesús para redimir a la humanidad. Otro resultado es que, al aparecerse tras la resurrección y permitir que lo vieran y lo tocaran proporcionaba una firme garantía a la humanidad en la Era de la Gracia. Desde ese momento en adelante, no se podría regresar a la época precedente, la Era de la Ley, por la ‘desaparición’ o la ‘deserción’ del Señor Jesús, sino que seguirían adelante, siguiendo las enseñanzas del Señor Jesús y la obra que Él había realizado. Una nueva fase se había abierto, pues, de manera formal en la obra de la Era de la Gracia. Quienes habían estado bajo la ley salieron debidamente de debajo de ella, desde ese instante, y entraron a una nueva era, con un nuevo comienzo. Estos son las múltiples relevancias de la aparición del Señor Jesús a la humanidad, después de Su resurrección”.

Después de leer estas palabras, había obtenido la comprensión. Antes de que Jesucristo resucitara, Él estaba en la carne. Después de la resurrección, apareció al hombre en un cuerpo espiritual con la imagen de la carne. En ese momento, Jesucristo había trascendido las limitaciones de la carne, y podía venir entre Sus discípulos y aparecer ante ellos cuando se cerraba la puerta. Aunque Su imagen exterior no cambió, se convirtió en un cuerpo espiritual. Enfrentando el cuerpo espiritual de Jesucristo, los discípulos sintieron que era misterioso, y también había confusión y distancia creciendo dentro de ellos. Jesucristo fue muy claro acerca de la mentalidad y la necesidad del hombre. Entonces, después de Su resurrección, Él apareció al hombre por cuarenta días, y comió pan y pescado y explicó las Escrituras a Sus discípulos, para que ellos pudieran ver que Él todavía era el mismo Señor Jesús, tangible con carne y huesos, y ya no pensarían que el Señor Jesús resucitado era un cuerpo espiritual que no podían tocar o acercarse. Además, podían ver Su existencia y reconocer a Él , sin más duda que la confirmación de Su resurrección. De esta manera, la relación entre el hombre y Dios sería restaurada a su relación antes de la crucifixión. Ellos dirían: “¡El Señor ha resucitado de entre los muertos! Él es el mismo que antes. Él nos ama de la misma manera que solía hacerlo. Él se preocupa por nosotros, Él no nos deja, y Él todavía está con nosotros, todavía en la tierra”. Además, a través de Su resurrección y Su apariencia ante el hombre, Jesucristo abrió una fase de la obra en la Era de la Gracia y llevó al hombre a salir de la ley y entrar en la nueva Era. Todos los seguidores de Él sabían que Él es Cristo, el Dios encarnado y Dios mismo, y su fe así se fortaleció. Más adelante, Sus discípulos tomaron Su resurrección y Su aparición como la visión más grande, y comenzaron a testificar acerca de Él, contarle a la gente los hechos de Su obra y predicar el evangelio, que se ha extendido por todo el mundo hoy. Entonces, los significados de la resurrección y aparición de Jesucristo se pueden ver desde arriba.

2. Reflexiones Sobre Las Palabras de Jesucristo a Tomás Después de Su Resurrección

La Biblia registra: “Ocho días después, sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Y estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Respondió Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron” (Juan 20:26-29). En el pasado cuando leo estos versículos, sólo sabía que Jesucristo nos amó mucho y simpatizaba con nuestra debilidad. Él conocía la duda interna de Tomás, por lo que Él se le apareció para disipar su duda. Pero no entendía más de las intenciones del Señor al hacer eso y decir esas palabras. Mi corazón se alivió de inmediato cuando leí las siguientes palabras.

Las palabras en el libro dicen: “Lo que el Señor Jesús le dijo a Tomás también les indicaba claramente a todas las personas: el Señor Jesús resucitado es el Señor Jesús que había pasado obrando con anterioridad treinta y tres años y medio entre la humanidad. Aunque había sido clavado en la cruz y experimentado el valle de sombra de muerte y la resurrección, Su cada aspecto no había sufrido cambio alguno. Aunque ahora tenía marcas de clavos en Su cuerpo y había resucitado y salido de la tumba, Su carácter, Su comprensión de la humanidad y Sus intenciones hacia esta no se habían modificado en lo más mínimo. Asimismo, les estaba diciendo a todos que Él había bajado de la cruz, triunfado sobre el pecado, sobre las dificultades y sobre la muerte. Las marcas de los clavos precisamente eran la prueba de Su victoria sobre Satanás, de haber sido la ofrenda por el pecado para redimir con éxito a toda la humanidad. Estaba proclamando que ya había cargado con los pecados de esta y que había completado Su obra de redención. Cuando regresó para ver a Sus discípulos, les dijo con Su aparición: ‘Sigo vivo, sigo existiendo; hoy estoy verdaderamente delante de vosotros para que podáis verme y tocarme. Siempre estaré con vosotros’. El Señor Jesús también quería usar el ejemplo de Tomás como advertencia para la gente futura: aunque creas en el Señor Jesús, no puedes verle ni tocarle; sin embargo, puedes ser bendecido por medio de tu fe verdadera y puedes verle a través de ella; este tipo de persona es bendecida”. De estas palabras podemos ver que las palabras de Jesucristo a Tomás contenían la voluntad de Dios. Aunque Jesucristo experimentó la resurrección, a través de Sus palabras a Tomás, podemos ver que Él todavía era Jesucristo, quien vivía junto a Sus discípulos día y noche, que Él es el Dios que observa las profundidades del corazón del hombre, que Él es el Dios todopoderoso y que Él conocía los pensamientos y las mentes de todos. Antes de que Jesucristo fuera clavado en la cruz, Él había sabido que Tomás no creía que Él era Cristo. Después de la resurrección, Él todavía lo sabía. Por lo tanto, Él especialmente apareció a Tomás y lo hizo tocar Sus marcas de los clavos, haciéndole creer que Él es Cristo, el Dios encarnado, con el fin de quitar su duda acerca de Él y hacerle ver que Él verdaderamente resucitó. La resurrección y la apariencia de Jesucristo, esta poderosa evidencia permitió a todos los creyentes en Él ver tales hechos: Él es el mismo Dios glorioso, Él ha triunfado sobre la muerte y Satanás, y Cristo tiene gran autoridad y poder. Además, las palabras de Jesucristo a Tomás nos enviaron un mensaje: Cuando creemos en Dios, no seamos como Tomás, solo creyendo en lo que podemos ver con nuestros propios ojos. Lo más importante para nosotros es tener fe verdadera en Él, lo cual concierne directamente si podemos ser aprobados por Dios y entrar al reino de los cielos. Seremos bendecidos por nuestra verdadera fe en Dios. Sin embargo, si siempre juzgamos la apariencia y la obra de Dios basándose en lo que vemos con nuestros propios ojos, en lugar de conocer a Dios por Sus palabras, cometeremos el mismo error que Tomás. A este punto, no puedo dejar de pensar en el discípulo del Señor, Pedro, que podría reconocer que el Señor es Cristo, el Hijo del Dios viviente. Fue porque durante el tiempo que estuvo en la compañía del Señor, él vio mucho de lo que Dios tiene y está en el Señor por Su palabra y obra, que se dio cuenta de que el Señor es el Dios encarnado, Cristo.

El Señor dijo que vendría de nuevo. ¿Entonces, seremos capaces de conocerlo a Él cuando regresa hoy, en los últimos días? ¿Sobre qué base conoceremos a Él? Apocalipsis 2: 7 dice: “‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias […]’”. ¿Profetiza que el Señor pronunciará Sus palabras cuando regrese? Para recibir la segunda venida del Señor, ¿seremos vírgenes sabios y escucharemos Su voz? ¡Gracias al Señor! ¡Que el Señor nos muestre misericordia y abra nuestros ojos espirituales para que podamos recibir Su regreso con nuestra fe verdadera! ¡Amén!

(Traducido del original en inglés al español por Jose M. Flecha)

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

Estudio acerca de la oración: Conoce cuáles son las oraciones que Dios aborrece y cuáles son las que aprueba

Dios dice: «Las personas creen en Dios, lo aman, y lo satisfacen cuando tocan el Espíritu de Dios con su corazón y, de ese modo, logran la satisfacción de Dios. Cuando contactan con corazón con las palabras de Dios, Su espíritu las conmueve».

Etapa amorosa:

Ruego al Señor todos los días, y especialmente la oración de la mañana y la oración de la tarde, son partes esenciales de mi vida diaria. Además, constantemente persisto en hacerlo así. Pero muchas veces, aunque ruego al Señor, no puedo sentirlo, y obviamente siento que el Señor no escucha mis oraciones. Después de haber orado durante muchos años, sin embargo, siento que mi vida no tiene progreso ni cambio. Por lo tanto, no tengo fe sin saberlo. No sé por qué es esto así. ¿Puedes decirme cómo orar de acuerdo con la voluntad del Señor?

Sinceramente tuyo,
Tao Xin 

Hermano Tao Xin:

La situación que dijiste generalmente existe en nuestra iglesia. ¿Por qué el Señor no escucha nuestras oraciones? En cuanto a la razón por la cual, principalmente, es porque nuestras oraciones no están de acuerdo con la voluntad del Señor. Para comprender cómo orar de acuerdo con la voluntad del Señor, primero necesitamos saber qué tipos de oraciones no son recomendadas por el Señor. Luego, busquemos y discutamos juntos. ¡Que el Señor nos guíe!

1. Oraciones a medias no pueden ser escuchadas por el Señor

A veces, cuando nos despertamos, podemos orar así: «Dios, hoy, te encomiendo mi día entero. Estoy dispuesto a dejar que me guíes a lo largo del día. Por favor cuídame para no enfrentar ningún mal o tentación. Déjame vivir en el resplandor de Tu semblante. Que Dios me bendiga ¡Amén!»

A menudo también oramos de esta manera: «Jehová Dios, tú eres el Creador de los cielos y la tierra y de todas las cosas». Tú controlas el destino humano. Señor Jesús, Tú eres nuestro Salvador. Tú derramaste Tu sangre en la cruz para limpiarnos de nuestros pecados. Ya no nos ves como pecadores. Tú nos ves como justos. Por lo tanto, no defines nuestras fechorías como pecados. No importa cuán corruptos somos o cómo pecamos, tú nos perdonas. ¡Señor Jesús! Tus palabras son nuestra luz guía. Tú eres nuestro todo. Tú eres nuestro Señor, somos tus ovejas. Tú nos cuidas y proteges todos los días. Bendices a nuestros padres, a nuestros hijos y a nuestras familias». Sin embargo, aunque nos arrodillamos, nuestras bocas hablan incesantemente, sin embargo, nuestros corazones están cerrados a Dios, y lo que decimos no es lo que está en nuestros corazones. Estamos hablando solo, hablando en el aire. No nos importa para nada si el Señor está contento con eso. Entonces, aunque oramos una vez en la mañana y una vez en la noche, y algunas veces incluso rezamos por una o dos horas, no tenemos ningún resultado.

Nuestras oraciones a medias no son escuchadas por el Señor, porque lo estamos engañando. Se dice en el Libro de Isaías, «Porque este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios me honra, mas su corazón alejó de mí» (Isaías 29:13). Debido a que tales oraciones no son devotas, y no tratamos al Señor como el Señor debe ser tratado, sino que lo tratamos como si fuera aire vacío, por lo tanto no podemos recibir el trabajo del Espíritu Santo, ni tenemos la iluminación del Espíritu Santo como resultado, aunque hemos rezado al Señor durante muchos años, no hemos producido nada. Todavía vivimos en el estado de pecado todos los días y confesamos cada noche. No podemos ver ningún cambio en nuestra disposición de vida ni vivir el decoro de los santos.

2. Pasar por las oraciones de orar al Señor no es escuchado por Él

A veces nos apresuramos a hacer cosas o a ir a trabajar, e incluso si rezamos, estamos haciendo los movimientos. Por ejemplo, a veces oramos así: «Dios, te confío este asunto. Te encomiendo a mis hijos y padres. Te encomiendo con todo. Dios, por favor bendíceme y protégeme. ¡Amén!» Nuestra oración es tan rápida como un conejo. Nuestros corazones están impacientes. La oración consiste de solo unas pocas oraciones y se termina. A veces le decimos al Señor que le agradecemos por la comida, pero tenemos que irnos corriendo al trabajo, así que oramos rápidamente, «Dios, me has bendecido con esta comida. Me has dado esta comida. Nunca olvidaré tu gracia. No olvidaré tu amor por mí. ¡Oro en el nombre del Señor Jesús, Amén!» Hablamos algunas palabras con prisa y la oración ha terminado otra vez. También hay momentos en que nos damos cuenta de que nuestros hijos no nos obedecen, cerramos los ojos y oramos: «Señor, te encomiendo a este niño. No puedo disciplinarlo. Él no me obedece. Yo te entrego el niño. Señor, eres todopoderoso. Yo oro en el nombre del Señor Jesús ¡Amén!» Pero después de la oración, seguimos nuestro camino. Tales oraciones están pasando por los movimientos. Dios dice: «Las personas creen en Dios, lo aman, y lo satisfacen cuando tocan el Espíritu de Dios con su corazón y, de ese modo, logran la satisfacción de Dios. Cuando contactan con corazón con las palabras de Dios, Su espíritu las conmueve». No usamos nuestros corazones para orar, sino que cumplimentamos formalidades, y si siempre oramos de esta manera, nuestras oraciones se convertirán en una ceremonia religiosa, que está siguiendo los movimientos del Señor, está engañando al Señor, y solo puede ser despreciado por Dios.

3. Orar con un tono de duda no es escuchado por el Señor

Cada uno de nosotros, los creyentes, anhelamos la venida del Señor. A veces podemos orar así: «Oh Dios, prometiste llevarnos al reino de los cielos y revelarte a nosotros. Prometiste levantarnos para reunirnos contigo en el aire. ¿Por qué no has cumplido esta promesa aún después de todo este tiempo? ¿Por qué es esto?». Cuando estamos enfermos, si nuestra enfermedad no se cura, rezamos, «Oh Señor, confío en Ti de verdad. ¿Por qué no sanas mi enfermedad?». Cuando nos peleamos con alguien, o alguien nos intimida, oramos, «Oh Señor, este hombre es tan malvado. ¿Por qué no lo disciplinas ni lo castigas?…».

Este tipo de oración tampoco es aprobada por el Señor. ¿Por qué decimos eso? Porque cuando oramos así, cuestionamos a Dios y tratamos a Dios como nuestro igual. Dios es el Creador mientras somos seres creados. Nunca podremos ser iguales con Dios. Si hablamos así con el Creador, nuestra relación con el Señor es incorrecta. Además, nunca recibiremos la aprobación del Señor.

4. Rezar con motivaciones para hacer tratos con el Señor no es escuchado por Él

Hay muchos comportamientos así. Por ejemplo, cuando caemos enfermos, oraremos de esta manera, «¡Oh Dios! ¡Debes salvarme! Te ruego que te deshagas de esta enfermedad, ¡deshazte de esta copa de sufrimiento lo antes posible! Debes curarme». A veces, cuando enfrentamos desastres, podemos orar: «Dios, si me salvas y me guardas del desastre, si no me dejas morir, te ofreceré todo mi ser». Cuando te sumérges en la oscuridad espiritual o eres incapaz de sentir al Señor, oramos, «¡Oh Señor, he creído en Ti por veinte o treinta años y he sacrificado mucho por Ti! ¡Renuncié a un buen trabajo por ti! ¡No gané ningún dinero por más de veinte años! ¡He comido comida blanda y ropa ordinaria! He sufrido persecución, tribulación, ridículo y difamación, ¡todo por tu bien! Hoy, espero que puedas llevarme al reino de los cielos cuando regreses, pero ya he esperado todos estos años sin escuchar nada ni sentir nada de ti. Señor, ¿me has desamparado? Si realmente me has abandonado, ¡entonces no tienes credibilidad!».

Los tipos de oraciones anteriores no se ajustan a las intenciones del Señor. ¿Por qué se dice que tales oraciones no son aprobadas por él?

La razón por la que oramos de esa manera es porque queremos usar a Dios para lograr nuestros propios fines, queremos utilizar nuestros esfuerzos y difundir el Evangelio, nuestros sufrimientos y el precio que pagamos para intercambiar Sus bendiciones, evitar desastres y entrar en el Reino de los cielos. Estamos haciendo tratos con Dios. Cuando nuestras intenciones son incorrectas, las personas pueden ver a través de nosotros, sin importar lo que digamos. Por lo tanto, es aún más fácil para Dios resolverlo buscando en nuestros corazones. Además, como no tenemos verdadera comunión con Dios, nuestras acciones no pueden estar de acuerdo con la voluntad de Dios, y no tenemos una relación adecuada con Él, las oraciones como estas no son aceptadas por Dios. Tal como dijo el Señor Jesús, «Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos mucho milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad» (Mateo 7:22-23).

Dado que lo anterior no está aprobado por el Señor, ¿cómo oramos para cumplir con Su voluntad?

1. Quitando nuestros corazones ante el Señor, expresando las palabras en nuestros corazones y presentando nuestras dificultades reales ante el Señor

Por ejemplo, cuando nos damos cuenta de que nuestros hijos no nos obedecen, podemos orar de esta manera: «¡Señor! Hoy en día criar a un niño es muy difícil. ¡Sin la verdad no puedo enseñarle al niño, y el niño no me obedecerá! Oh Señor, los humanos son creados por Ti. Tú me diste este niño. Verdaderamente ahora veo que no tengo la verdad, ni soy lo que debería ser como ser humano, y no tengo forma de enseñarle al niño. ¡Te encomiendo a este niño y estoy dispuesto a confiar en ti para que lo enseñes!».

Ya tenemos suficiente dinero para vivir, pero aún queremos ganar más y disfrutar más. Podemos orar al Señor, «Dios, ahora veo que mi corazón es muy codicioso de la riqueza. Otros son capaces de abandonar todo y contentarse con la ropa que llevan puesta y la comida en su plato. ¿Por qué no puedo estar contento? ¿Por qué todavía me aferro a la riqueza en mi corazón? Por favor, Dios, ¡te pido que me salves! No me importa si me disciplinas o si usas algún otro método, todo está bien».

A veces, vemos algunas acciones ilegales de pastores y ancianos, pero no podemos ver a través de ellos. Entonces, podemos orar a Dios, «Dios, Tus palabras revelan a los fariseos, pero no puedo ver a través de ellos claramente. Por fuera, parecen muy devotos, ¿por qué no puedo ver su hipocresía esencial? Especialmente su odio esencial hacia la verdad, no puedo ver eso. Entonces, en mi corazón siempre los he admirado y siempre quise preguntarles si me encontraba con problemas. También siento que esto es incorrecto, pero ¿por qué no puedo dejarlo ir? ¿Por qué no puedo ver a través de su naturaleza interna y los abandono en mi corazón?». ¿No es por medio de esta oración que nos callamos ante el Señor y conversamos con Él seriamente? Es como si tuviéramos una conversación de corazón a corazón con otra persona. En ambos casos, estamos hablando desde el corazón y expresamos nuestros mayores problemas. Cuando Dios los vea, sabrá que somos sinceros y que no trataremos de engañarlo o de hablar con dulzura y engañarlo. Entonces el Espíritu Santo hará su trabajo. Entonces, después de orar, nos sentiremos iluminados en nuestros corazones, como si se hubiera levantado una carga.

2. Orar al Señor como una Criatura de Dios, no hacer demandas ni peticiones del Señor, y ser capaz de obedecer al Señor Verdaderamente

Si tenemos una enfermedad grave de repente, meditaremos en su interior, ¿Por qué me enfermo? ¿Voy a tener cáncer? Si es la manera de Dios de castigarme, si Él quiere que muera, entonces me someteré. Si es la manera de Dios de refinarme y limpiarme, estoy dispuesto a aceptar tal refinamiento. Luego oraremos a Dios en nuestras mentes: «Querido Dios, si quieres que muera, me someteré, y te garantizo que lo haré, no tengo quejas. Fui creado por ti y he hecho muchas cosas que no se ajustan a tus intenciones, y debería recibir un castigo por esto».

Después de tal oración sumisa, nos conmoveremos mucho, y no estaremos tan constreñidos por el futuro y el destino. Además, tendremos la voluntad de obedecer a Dios en el interior, y ya no le haremos ninguna demanda. ¿Por qué tales oraciones pueden ser efectivas? Es porque ponemos nuestras posiciones correctas. Estamos en nuestro lugar como una criatura de Dios y tenemos un corazón sumiso para orar y buscar a Dios. Entonces, más adelante, antes de orar, debemos pensar primero y estar completamente preparados. Con respecto a las dificultades que enfrentamos y las cosas que necesitamos que Dios nos aclare, debemos desarrollar un esquema simple de cómo debemos buscar ayuda de Dios, cómo debemos tener comunión con Dios. Y luego, debemos encontrar una oportunidad adecuada y el ambiente apropiado para arrodillarnos ante Dios y orar. De esta manera, será fácil calmar nuestros corazones ante Dios y recibir el trabajo del Espíritu Santo. Además, nuestra vida espiritual puede continuar creciendo.

Sinceramente tuyo,
Etapa amorosa 

Recomendación: ¿Cómo orar a Dios correctamente? ¡Se te dirá tres claves!

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com

Música cristiana | «He decidido seguir a Dios» Dios es mi vida (MV)

Al fin puedo ver la luz, después de tanto tiempo en la fe.
Entre tropiezos, dificultades y rechazos.
Muchas noches pasé en vela, orando, (con lágrimas en mi ropa).
El mundo me rechazó, mis seres queridos me apartaron;
vagué cada día sin hallar descanso.
Fue la libertad, una farsa sin derechos humanos.

Música cristiana | He decidido seguir a Dios (MV)

I
Al fin puedo ver la luz, después de tanto tiempo en la fe.
Entre tropiezos, dificultades y rechazos.
Muchas noches pasé en vela, orando, (con lágrimas en mi ropa).
El mundo me rechazó, mis seres queridos me apartaron;
vagué cada día sin hallar descanso.
Fue la libertad, una farsa sin derechos humanos.
¡Cómo odio a Satanás! ¡Ansío que Cristo tome el poder!
Deseo la luz en mi vida en este mundo oscuro.
He decidido seguir a Cristo: es verdad, camino y vida.
Deseo la luz en mi vida en este mundo oscuro.
He decidido seguir a Cristo: es verdad, camino y vida.
II
Nubes negras se ciernen y el terror lo envuelve todo alrededor.
Escapé de la muerte tras la tribulación.
Me consoló la palabra de Dios, (de fuerza el corazón llenó).
Sufrí muchos tormentos, sé que Dios es amor,
todo lo gobierna, pero mi fe es pobre.
Obtengo muchos frutos del horno de pruebas.
Odio al gran dragón rojo, vil y cruel (corrompe y devora almas).
No es fácil conseguir verdad, consolaré a Dios con mi amor.
Deseo la luz en mi vida en este mundo oscuro.
He decidido seguir a Cristo: es verdad, camino y vida.
Deseo la luz en mi vida en este mundo oscuro.
He decidido seguir a Cristo: es verdad, camino y vida.
III
Su obra mostró Su amabilidad; (Su juicio cambió mi carácter).
Doloroso es el castigo; conozco más a Dios.
¡Qué gran honor es seguir a Dios Todopoderoso!
La vida es corta, un parpadeo;
amar a Dios, la mayor felicidad.
IV
Bendición por servir a Dios, no puedo pedir más.
Me salva Dios Todopoderoso, Él me da una vida de verdad.
Seguiré al frente del sueño.
Deseo la luz en mi vida en este mundo oscuro.
He decidido seguir a Cristo: es verdad, camino y vida.
Deseo la luz en mi vida en este mundo oscuro.
He decidido seguir a Cristo…
Deseo la luz en mi vida en este mundo oscuro.
He decidido seguir a Cristo: es verdad, camino y vida.
Deseo la luz en mi vida en este mundo oscuro.
He decidido seguir a Cristo: es verdad, camino y vida.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”

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Devocional cristiano de hoy | Con entender el verdadero significado de la venida del Hijo del hombre, podrán acoger al Señor

El Señor Jesús dijo: “Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:27). “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17: 24-25).

Devocional cristiano de hoy | Con entender el verdadero significado de la venida del Hijo del hombre, podrán acoger al Señor

Ahora que los desastres ocurren con frecuencia en todo el mundo, no solo la pandemia se está extendiendo por todas partes, sino que también ocurren con frecuencia la inundación, el incendio y el huracán, este es el cumplimiento de las profecías del regreso del Señor. Mucha gente está anhelando y esperando el regreso del Señor, pero ¿cómo viene exactamente? Algunas personas dicen que el Señor vendrá cabalgando sobre una nube en Su cuerpo espiritual. Sin embargo, el Señor Jesús profetizó en reiteradas ocasiones que vendría encarnado como el Hijo del hombre.

El Señor Jesús dijo: “Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:27). “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17: 24-25). “Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37). Las palabras del Señor mencionan muchas veces el “Hijo del hombre” ¿A qué se refiere el “Hijo del hombre”? De hecho, se refiere a la encarnación de Dios, así como el Señor Jesús era llamado el Hijo del hombre, nació de un ser humano, tenía una humanidad normal, el proceso normal de crecimiento humano y las necesidades básicas de la vida y podía hacer la obra divina, expresar la verdad y ser crucificado para redimir al hombre. Por lo tanto, el Señor vendrá una vez más como el Hijo del hombre, lo cual significa que Él se encarnará como el Hijo del hombre cuando regrese en los últimos días. En particular, el Señor Jesús dijo: “Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación”. Esto prueba más que el Señor volverá mediante la encarnación, porque la apariencia de Dios encarnado es ordinaria y normal, y el hombre no puede reconocer fácilmente que Él es Dios, así que lo tratará como una persona común, resistiéndose y condenando a Él en función de varias nociones. Si el cuerpo espiritual resucitado del Señor Jesús viniera en nubes, tras verlo, la gente se postraría en el tierra para adorarlo con temor y temblor, ¿quién se atrevería a resistirlo y rechazarlo? Por lo tanto, para poder acoger el regreso del Señor, debemos centrarnos en acoger al Hijo del hombre encarnado de los últimos días, y una vez que oigamos a alguien testificar que Dios ha retornado encarnándose, debemos apresurarnos a buscar e investigar.

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com

¿Cómo leer la Biblia para poder obtener la obra del Espíritu Santo? Aquí hay 3 formas.

Señor Jesús dijo: “Escrito está: ‘No solo de pan vivira el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’” (Mateo 4:4).

¿Cómo leer la Biblia para poder obtener la obra del Espíritu Santo? Aquí hay 3 formas.

Xiao Xiao (Francia)

La lectura de la Biblia es una obligación diaria para los cristianos, además de indispensable en la senda hacia la verdad y la madurez en la vida espiritual. El Señor Jesús dijo: “Escrito está: ‘No solo de pan vivira el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’” (Mateo 4:4). Es evidente que leer las palabras de Dios con frecuencia y valorarlas con el corazón es obligación de todo cristiano, pero ¿cómo debemos leer la Biblia para recibir la guía del Espíritu Santo y lograr resultados positivos? Esta es una cuestión de suma importancia para nosotros. Es probable que todos hayamos leído la Escritura de la siguiente manera. A veces somos capaces de recibir el esclarecimiento y la guía de Dios y de entender Su voluntad y Sus exigencias; nuestro espíritu se conmueve y tenemos fe y determinación para practicar las palabras de Dios en la vida diaria. Cada vez nos gusta más asistir a reuniones, orar y leer la Escritura y durante ese tiempo, además, maduramos en la vida espiritual. Sin embargo, algunas veces no disfrutamos la lectura de la Biblia y no percibimos el esclarecimiento ni la iluminación del Espíritu Santo. Sólo entendemos el significado literal de los pasajes bíblicos y nos falta sentido de la voluntad y las exigencias de Dios; no sabemos defender las palabras de Dios en la vida diaria y no maduramos espiritualmente. En ocasiones puede que hasta nos entre sueño leyendo la Biblia y cada vez tengamos menos ganas de hacerlo, de asistir a reuniones y de orar. Esto puede ser muy confuso. Si leemos la Biblia como siempre, ¿por qué se dan dos resultados totalmente distintos? ¿Cómo podemos leer la Biblia para obtener resultados positivos? A fin de recibir luz a partir de la lectura de la Biblia, comprendiendo estos tres principios podemos acercarnos más a Dios y recibir Su esclarecimiento y guía con facilidad.

1. Al leer la Biblia, es imprescindible sosegar el corazón ante Dios para recibir el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo.

Aunque perseveremos en la lectura diaria de la Biblia a una hora fija, si no sosegamos el corazón ante Dios durante ese tiempo, simplemente leeremos la Biblia mientras pensamos en cómo ocuparnos de los asuntos familiares o laborales. Esa manera de leer la Escritura se limita a seguir una norma y llevar a cabo un ritual. En tal caso, es probable que lo hagamos mecánicamente y alcancemos una comprensión superficial; de ningún modo podremos recibir esclarecimiento del Espíritu Santo, no adquiriremos nueva luz y, naturalmente, ya no tendremos gozo espiritual. Especialmente en una época tan acelerada, las ocupaciones laborales y las complicadas relaciones interpersonales nos dejan exhaustos de cuerpo y mente, así que, cuando leamos la Escritura, debemos tener todavía más en cuenta el sosiego ante Dios y meditar con esmero Sus palabras. Esta es la única vía para recibir esclarecimiento y guía del Espíritu Santo.

Dice la palabra de Dios: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren” (Juan 4:23). “Acallar el corazón de uno delante de Dios es uno de los pasos más cruciales para entrar en las palabras de Dios […]. Sólo cuando pueden estar en paz delante de Dios, el Espíritu Santo puede tocar a las personas y el Espíritu Santo las puede esclarecer e iluminar, sólo entonces pueden realmente tener comunión con Dios y pueden entender la voluntad de Dios y la guía del Espíritu Santo […]” (“Acerca de acallar el corazón de uno delante de Dios”). En las palabras de Dios comprobamos que Él nos exige que lo adoremos con honestidad de espíritu. Si deseamos ser movidos por el Espíritu Santo y conseguir resultados positivos de la lectura de la Biblia, debemos sosegarnos ante Dios, meditar con esmero Sus palabras y escuchar Su guía, pues el tiempo que pasamos leyendo la Escritura es también el tiempo que tenemos para acercarnos a Dios, adorarlo y entender verdades de la Escritura. Sólo si veneramos a Dios de corazón, nos volcamos de todo corazón en Sus palabras y buscamos y meditamos sinceramente podemos recibir esclarecimiento y orientación del Espíritu Santo, ser movidos por Él y comprender el sentido de las palabras de Dios. Por tal motivo, antes de leer la Biblia debemos encontrar un lugar tranquilo y evitar a las personas, circunstancias o cosas que puedan distraernos. Debemos hacer una oración antes de empezar, sosegar deliberadamente el corazón ante Dios y pedirle que nos guíe para que entendamos la verdad de Sus palabras. Cuando nos volcamos de todo corazón en las palabras de Dios podemos recibir Su esclarecimiento y guía, y no sólo podemos comprender Su voluntad y Sus exigencias, sino también aprender nuevas perspectivas y conocimientos sobre Sus palabras. Cuanto más practiquemos esto, más oportunidades tendremos de ser movidos por el Espíritu Santo al leer la Escritura y seremos capaces de descubrir qué podemos hacer para cumplir la voluntad de Dios. Entonces maduraremos en la vida espiritual con mayor rapidez.

2. No leas por leer: elige pasajes acordes a tus problemas y dificultades reales.

En primer lugar, hemos de saber que leer la Biblia no implica seguir una norma ni llevar a cabo una tarea. Se trata, más bien, de resolver nuestros problemas y dificultades de carácter práctico para tener un sendero de práctica en nuestra vida diaria. Sin embargo, estamos sujetos a error en la lectura de la Biblia; a veces nos limitamos a seguir las normas y pasar de un capítulo a otro, de un versículo a otro, o leemos cualquier página a la que llegamos sin rumbo. Leer la Escritura así, sin ningún objetivo, no da resultados positivos. Es como si un enfermo intenta tratar su enfermedad: no puede esperar una mejoría tomándose cualquier medicamento, sino que primero tiene que entender qué ha provocado realmente la enfermedad y de qué tipo es para poder recuperar la salud con el medicamento adecuado a su patología concreta. Lo mismo sucede al leer la Escritura. La palabra de Dios dice: “Cuando comas y bebas las palabras de Dios, las debes medir contra tu propio estado real. Es decir, después de que descubras las deficiencias en ti mismo durante tus experiencias reales, debes ser capaz de encontrar una senda para practicar y dar la espalda a tus motivaciones y concepciones que están mal. Si siempre te esfuerzas en esto, y tu corazón siempre está enfocado en estas cosas, tendrás una senda para seguir, no te sentirás vacío y así podrás mantener un estado normal. Sólo entonces serás alguien que está agobiado por tu propia vida y sólo entonces serás alguien que tiene fe” (“Práctica (7)”). Con las palabras de Dios comprendemos que debemos tener en cuenta las dificultades y los problemas que nos encontramos en nuestra vida normal y que leer las palabras de Dios selectivamente es la única vía para lograr resultados positivos. Por tanto, antes de hacer la lectura diaria de las palabras de Dios, primero hemos de pensar un poco en nuestra situación espiritual actual, en la clase de personas, circunstancias y cosas a que nos hemos enfrentado últimamente, en el aspecto de la verdad con el que guardan relación y en el tipo de práctica que debemos tener para cumplir la voluntad de Dios. Entonces podremos buscar conscientemente, para su lectura, unas palabras de Dios adecuadas a nuestras dificultades reales. Esto es así porque las palabras de Dios dejarán al descubierto nuestras motivaciones incorrectas y nuestra corrupción, lo que puede señalarnos el sendero correcto de práctica. Siempre que actuemos según las exigencias de Dios y desechemos nuestras motivaciones y perspectivas incorrectas, nuestros problemas se resolverán y nuestra situación espiritual y nuestra relación con Dios podrán ir mejorando. Incorporando nuestros problemas personales a la lectura de la Biblia podemos lograr resolver nuestros problemas prácticos.

Por ejemplo, digamos que surge un conflicto entre nosotros y nuestra familia, o nuestros hermanos y hermanas, y no somos tolerantes ni pacientes con ellos, sino que damos muestras de mal genio. Para empezar, debemos aprender a sosegarnos ante Dios, plantearnos con qué aspecto de la verdad guarda relación este problema, qué nos exige Dios, etc. Una vez que hayamos captado estas cosas, sabremos buscar en la Escritura las exigencias de Dios para que tengamos amor, tolerancia y paciencia hacia los demás. Asimismo, podremos buscar pasajes en los que Dios nos pide introspección y que no nos centremos solamente en la otra persona. También podríamos leer cómo el Señor Jesús amaba y perdonaba a la gente. Con esta clase de lectura selectiva de la Escritura podemos apreciar lo arrogantes, ofendidos, mezquinos y conflictivos que somos con los demás. Igualmente podemos reconocer que es voluntad de Dios que aprendamos a perdonar al prójimo, que nos amemos, seamos magnánimos y tolerantes unos con otros; quiere que vivamos como cristianos. Luego, si pensamos un poco en la magnanimidad y tolerancia del Señor Jesús hacia la gente, por las que lavó personalmente los pies de Sus discípulos, nos emocionaremos más todavía. Cuando conozcamos estas verdades sentiremos ganas de amar al prójimo según las exigencias de Dios y, con naturalidad, cultivaremos la tolerancia y la comprensión hacia quienes nos rodean. Veamos otro ejemplo. Cuando nos volvemos débiles y negativos mientras predicamos el evangelio y nos topamos con los impedimentos, la represión, la calumnia y el juicio de las malvadas fuerzas de Satanás, podemos leer en la Escritura pasajes acerca de cómo tener en consideración la voluntad de Dios, así como sobre el perfeccionamiento de nuestra fe a manos de Dios. También podemos mirar fragmentos acerca de la prudencia ante las fuerzas de Satanás, opuestas a Dios, mientras predicamos el evangelio. Con la lectura de estas Escrituras podemos entender mejor la voluntad de Dios, ver que somos tan frágiles que nos volvemos negativos y débiles ante los fracasos o los reveses, y que tenemos muy poca fe. Puede que esto, asimismo, nos ayude a comprender que la propagación del evangelio del reino es nuestro deber y misión obligatorios y que hemos de soportar la persecución y las dificultades para dar testimonio de la obra de Dios. De igual modo, en la Escritura podemos llegar a conocer las exigencias de Dios hacia nosotros; debemos ser prudentes al difundir el evangelio en esta era del mal y aprender a ser astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. Cuando sepamos estas cosas tendremos fe para apoyarnos en Dios y podremos utilizar la prudencia para vencer a Satanás y seguir difundiendo el evangelio de Dios. Por ello, si leemos la Biblia selectivamente, dirigiéndonos a nuestras dificultades reales, podremos recibir con mayor facilidad el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo, alcanzar a entender la voluntad de Dios y tener un sendero de práctica correcto. Acto seguido, nuestra relación con Dios puede volverse más íntima; así es como se logra el mejor resultado de la lectura de la Escritura.

3. Céntrate en meditar las palabras de Dios y en entender el significado profundo de la verdad.

Muchos piensan que solamente alegran a Dios las personas que están muy familiarizadas con la Biblia y tienen muchos conocimientos bíblicos. Así, al leer la Escritura, hacemos mucho hincapié en leer y memorizar más pasajes para sabérnosla más al dedillo y de cabo a rabo. Sin embargo, no nos centramos en meditar las palabras de Dios para lograr entender de qué tratan realmente. Si lo pensamos detenidamente, tal vez nos parezca que esta práctica simplemente nos familiariza más con el texto bíblico y que llegamos a comprender algunos principios espirituales. No obstante, no entendemos las verdades inherentes a las palabras de Dios, no conocemos Su voluntad ni Sus exigencias y, en especial, nos falta verdadero conocimiento del propio Dios. Es más, en nuestra vida normal no sabemos experimentar ni practicar las palabras de Dios. De ese modo, puede que también nos volvamos cada vez más arrogantes por dominar tantos conocimientos y teorías de la Biblia. Alardeamos ante los hermanos y hermanas y nos lucimos interpretando teorías y conocimientos bíblicos; nos exhibimos para que nos admiren y adoren, y nos plantamos ante nuestros hermanos y hermanas al tiempo que tenemos una relación cada vez más distante con Dios. En lo espiritual, caemos en la oscuridad, involucionamos y no sentimos la presencia de Dios.

La palabra de Dios dice: “Al leer Sus palabras, Pedro no estaba centrado en entender las doctrinas y, menos aún, en conseguir conocimiento teológico, sino en comprender la verdad y la voluntad de Dios, y lograr un entendimiento de Su carácter y Su encanto. Intentó, asimismo, comprender los diversos estados corruptos del hombre a partir de las palabras de Dios, la corrupta naturaleza del hombre y sus verdaderas deficiencias, y alcanzar todos los aspectos de las exigencias que Dios le hace al hombre, para que lo satisfaga. ¡Tuvo tantas prácticas correctas en las palabras de Dios! Es lo que más se ajusta a la voluntad de Dios, y es la mejor colaboración de la humanidad en su experiencia de la obra de Dios” (“Cómo tomar la senda de Pedro”). Esto deja claro que, cuando Pedro leía las palabras de Dios, no se conformaba únicamente con comprender algunos conocimientos teológicos o cartas y doctrinas, sino que se esforzaba especialmente en lo que Dios exige, así como en la búsqueda y la contemplación reiteradas, y entonces captó el propósito y la voluntad inherentes a las palabras de Dios. Posteriormente, actuó conforme a las exigencias de Dios de tal modo que supo poner en práctica, con gran naturalidad, las palabras de Dios en todas las cosas y vivir la realidad de Sus palabras. La práctica de Pedro nos aporta una senda propia, práctica y viable. Las palabras de Dios son la verdad, expresión de Su carácter y de lo que Él tiene y es; todas contienen la voluntad y las exigencias de Dios. Si no las buscamos, meditamos ni percibimos detenidamente, no entenderemos nada más que doctrinas literales; desde luego, no la voluntad de Dios. Tampoco entenderemos de qué tratan realmente las palabras de Dios, por lo que, naturalmente, no podremos entrar en la realidad de las mismas. Así pues, cada vez que leamos un pasaje de ellas, debemos meditar con esmero lo siguiente: ¿Cuál era el propósito de Dios al decir esto? ¿Cuál es Su voluntad y cuáles Sus exigencias a la humanidad? ¿Qué quería que lográramos por medio de esto? ¿En qué fallo yo? ¿Cómo debo practicar y entrar en esto en mi vida real? ¿Qué puedo hacer para cumplir las exigencias de Dios? Al emprender este tipo de búsqueda y meditación, para cuando nos demos cuenta, Dios nos dará esclarecimiento y guía y nos permitirá comprender el significado profundo de Sus palabras. Tendremos algo de verdadero conocimiento del carácter y la voluntad de Dios, hallaremos un sendero de práctica y entrada y, así, entraremos paso a paso en la realidad de las palabras de Dios.

Observemos las siguientes palabras del Señor: “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). “Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal” (Mateo 5:37). En las palabras de Dios vemos que Él posee una esencia de credibilidad: ama a los honestos y le disgustan los mentirosos y tramposos. Sólo los honestos pueden entrar en el reino de los cielos, mientras que los siniestros y taimados no pueden cruzar sus puertas. La oración y meditación de las palabras de Dios son la única vía para que podamos entender que Dios quiere que seamos honestos, inocentes y abiertos como niños, sin mentir de palabra y sin engaño ni falsedad de corazón. Llegados a ese punto en nuestros planteamientos, podemos pasar a la búsqueda: ¿Tenemos elementos de deshonestidad? Reflexionando sobre nuestros pensamientos y actos comprobamos que aún manifestamos mucha falsedad. En ocasiones, cuando estamos ante Dios en oración, decimos toda clase de maravillas y nos proponemos muchas cosas, pero casi nunca estamos a esa altura en la vida real. A veces hacemos algo mal y queremos reconocer el error ante otra persona, pero nos da miedo que nos desprecie, así que, para preservar nuestra imagen y reputación, decimos una media verdad y ocultamos la realidad. De vez en cuando, al comentar nuestras experiencias, estamos más que dispuestos a airear cómo ponemos en práctica las palabras de Dios, pero muy rara vez hablamos de cómo desafiamos y nos oponemos a Dios y de cuando no ponemos en práctica la verdad. A menudo aparentamos ser lo que no somos para que los demás conserven una buena imagen de nosotros. Alguna vez vemos a hermanos y hermanas que hacen cosas que no están en consonancia con la voluntad de Dios y queremos hablar con ellos, pero nos preocupa herirlos en su orgullo o nos da miedo que no acepten nuestra opinión y nos juzguen, por lo que mantenemos un ojo abierto y otro cerrado como si no supiéramos nada. Suma y sigue. Con la reflexión vemos cuánta falsedad manifestamos: en absoluto somos honestos y agradables a Dios, así que ¿cómo podría entrar alguien como nosotros en el reino de los cielos? Tras comprender estas cosas, debemos proceder a sopesar la senda hacia la honestidad en las palabras de Dios. En primer lugar, no podemos mentir de palabra, sino que debemos hablar con arreglo a la verdad. Hay que diferenciar las cosas: este es el fundamento de nuestra práctica. Pero, más que nada, es necesaria la honestidad de corazón. Este no puede albergar perversidad ni falsedad; todo cuanto decimos o hacemos está sujeto al escrutinio de Dios. No podemos mentir ni engañar para proteger nuestro estatus, reputación o imagen, sino que, ante un problema, deberíamos ser capaces de despojarnos de nuestras motivaciones incorrectas y hablar sin rodeos, con honestidad y con el corazón. Este es el primer paso hacia la honestidad. Si siempre meditamos seriamente las palabras de Dios de esta forma, procurando entender la esencia de la verdad más allá del sentido literal, comprenderemos cada vez mejor los pormenores de la verdad y, entonces, será más correcto lo que practiquemos en nuestra vida. Nos acercaremos más a la voluntad y las exigencias de Dios y nuestra práctica será más acorde a Su voluntad. Estaremos cada vez más cerca de Dios y nos sentiremos firmes, tranquilos y satisfechos en el alma.

Otro punto que cabe plantear es que, sea cual sea el aspecto que estemos leyendo de las palabras de Dios, no podemos conocerlo del todo y a fondo tras una o unas pocas lecturas. Esto siempre es un proceso. Las palabras de Dios son tan profundas que ocultan muchas verdades, por lo que no podemos tener demasiada prisa ni ansia por terminar. Debemos esforzarnos con ellas, sopesarlas y orar al respecto de manera constante y trabajar diligentemente para entender las verdades que contienen. También debemos llevarlas a la práctica en la vida diaria, reflexionándolas y entrando en ellas al mismo tiempo para que adquiramos a través de nuestras experiencias una comprensión más profunda de las verdades que contienen. Tras practicar esto durante un tiempo, podremos entender y profundizar poco a poco en la verdad, lo que nos aportará conocimiento de la misma.

Estos son los tres principios de la lectura de la Escritura. Poniéndolos en práctica podemos subsanar nuestros problemas de falta de esclarecimiento en la lectura o de ausencia de gozo espiritual, madurar en la vida espiritual y cultivar una relación de creciente cercanía con Dios. Queridos hermanos y hermanas, ¿a qué esperáis? ¡Haced la prueba!

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso.www.LBLA.com.

Nadie puede asumir la consecuencia de rechazar al “Relámpago Oriental”

Durante más de dos décadas, la Iglesia de Dios Todopoderoso ha estado dando testimonio de que el Relámpago Oriental es Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso, el regreso del Señor Jesús. La verdad de millones de palabras que Dios Todopoderoso expresa es la luz de salvar al hombre.

Durante más de dos décadas, la Iglesia de Dios Todopoderoso ha estado dando testimonio de que el Relámpago Oriental es Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso, el regreso del Señor Jesús. La verdad de millones de palabras que Dios Todopoderoso expresa es la luz de salvar al hombre. Las vírgenes prudentes de todas las denominaciones y sectas que creen verdaderamente en Dios y pueden reconocer Su voz han vuelto sucesivamente ante el trono de Dios Todopoderoso, presentando una escena de que “todos los pueblos afluyen a esta montaña”. Sin embargo, algunas personas no se atreven a investigar ni a aceptar la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso debido a los rumores y las falacias de los pastores, de los ancianos y del gobierno ateo que condenan al Relámpago Oriental. ¿No es esto arruinar su propia senda hacia la salvación?

Dios Todopoderoso dice: “En el momento de Mi encarnación en el mundo humano, la humanidad llegó involuntariamente a este día con la ayuda de Mi mano guiadora, llegó a conocerme inconscientemente. Sin embargo, en cuanto a cómo caminar por la senda que hay por delante, nadie tiene idea, nadie es consciente, y nadie sigue sin tener una pista sobre la dirección en la que lo llevará la misma. Sólo con el Todopoderoso vigilándolo podrá alguien ser capaz de caminar por la senda hasta el final; sólo guiado por el relámpago del Este será alguien capaz de cruzar la puerta que lleva a Mi reino”.

“Los que quieren obtener la vida sin confiar en la verdad de la que Cristo habló son las personas más absurdas de la tierra, y los que no aceptan el camino de la vida que Cristo trajo están perdidos en la fantasía. Y así digo que a las personas que no aceptan al Cristo de los últimos días Dios las detestará para siempre. Cristo es la puerta para que el hombre entre al reino durante los últimos días, que nadie puede evitar. Nadie puede ser perfeccionado por Dios excepto por medio de Cristo. Tú crees en Dios y por tanto debes aceptar Sus palabras y obedecer Su camino. No debes simplemente pensar en obtener bendiciones sin recibir la verdad o sin aceptar la provisión de la vida. Cristo viene en los últimos días para que a todos los que verdaderamente creen en Él les pueda proveer la vida. Su obra es en aras de concluir la era antigua y entrar en la nueva, y es el camino que deben tomar todos los que entrarán en la nueva era. Si no eres capaz de reconocerlo y en cambio lo condenas, blasfemas y hasta lo persigues, entonces estás destinado a quemarte por la eternidad y nunca entrarás en el reino de Dios. Porque este Cristo es Él mismo la expresión del Espíritu Santo, la expresión de Dios, Aquel a quien Dios le ha confiado hacer Su obra en la tierra. Y por eso digo que si no puedes aceptar todo lo que el Cristo de los últimos días hace, entonces blasfemas contra el Espíritu Santo. La retribución que deben sufrir los que blasfeman contra el Espíritu Santo es obvia para todos. También te digo que si te opones al Cristo de los últimos días y lo niegas, entonces no hay nadie que pueda soportar las consecuencias en tu lugar. Además, a partir de este día no tendrás otra oportunidad para obtener la aprobación de Dios; incluso si tratas de redimirte tú mismo, nunca más volverás a contemplar el rostro de Dios. Porque al que tú te opones no es a un hombre, lo que niegas no es algún ser diminuto, sino a Cristo. ¿Eres consciente de estas consecuencias? No has cometido un pequeño error, sino que has cometido un crimen atroz. Y así les aconsejo a todos que no tengan una reacción violenta contra la verdad, o hagan críticas descuidadas, porque sólo la verdad te puede dar la vida y nada excepto la verdad te puede permitir volver a nacer y contemplar el rostro de Dios”.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

De las palabras de Dios, se ve que el «Relámpago Oriental» es el Hijo del hombre que desciende en los últimos días, el que el Señor Jesús predijo personalmente, ¡Él es Dios Todopoderoso encarnado quien expresa la verdad! Nadie puede asumir la consecuencia de rechazar al “Relámpago Oriental”, pro ende ¿qué elección harás tú? Puede hacer clic en medios de contacto abajo para discutir y comunicarse con nosotros.

Película evangélica | El momento de la transformación

Actualmente, los desastres se están intensificando, todos ansiamos recibir al Señor y ser arrebatados al reino de los cielos.

Película evangélica | El momento de la transformación

Actualmente, los desastres se están intensificando, todos ansiamos recibir al Señor y ser arrebatados al reino de los cielos. Pero ¿sabe usted cuál es la única forma para alcanzarlo? El vídeo en vivo de hoy “‘El momento de la transformación’ El único camino para ser ascendido al reino de los cielos” se le dirá, no se lo pierda.

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Solo aquellos que conocen a Dios pueden dar testimonio de Él

Creer en Dios y conocerle es lo que el cielo dispone y la tierra acepta y, hoy, durante una era en la que el Dios encarnado está haciendo Su obra en persona, es un momento especialmente oportuno para conocer a Dios.

Creer en Dios y conocerle es lo que el cielo dispone y la tierra acepta y, hoy, durante una era en la que el Dios encarnado está haciendo Su obra en persona, es un momento especialmente oportuno para conocer a Dios. Satisfacerle es algo que se consigue sobre el fundamento de entender Su voluntad y, para ello, es necesario tener cierto conocimiento de Dios. Este conocimiento de Dios es la visión que quien cree en Dios debe tener; es la base de la creencia del hombre en Dios. Si faltara este conocimiento, la creencia en Dios del hombre sería imprecisa, en medio de una teoría vacía. Aunque este tipo de persona esté decidida a seguir a Dios, no conseguirá nada. Todos aquellos que no logran nada por este camino son los que serán eliminados; son aprovechadores. Cualquiera que sea el paso de la obra de Dios que experimentes, debería acompañarte una poderosa visión. De otro modo, te resultaría difícil aceptar cada paso de la nueva obra, porque la nueva obra de Dios excede la capacidad del hombre para imaginarla, y está fuera de los límites de su concepción. Por tanto, sin un pastor que cuide al hombre, sin un pastor que comparta enseñanzas sobre las visiones, el ser humano es incapaz de aceptar esta nueva obra. Si el hombre no puede recibir las visiones, no podrá recibir la nueva obra de Dios, y si no puede obedecerla, entonces será incapaz de entender Su voluntad y por tanto su conocimiento de Dios no servirá de nada. Antes de que el hombre obedezca las palabras de Dios, debe conocerlas, es decir, comprender Su voluntad; solo así podrá llevarse a cabo la palabra de Dios con precisión y según Su voluntad. Todo aquel que busca la verdad debe poseer esto, y también es el proceso que todo el que procura conocer a Dios debe experimentar. El proceso de conocer las palabras de Dios es el de conocerle a Él, y también el de conocer Su obra. Por tanto, conocer las visiones no solo alude a conocer la humanidad del Dios encarnado, sino que también incluye conocer las palabras y la obra de Dios. De Sus palabras, las personas llegan a entender Su voluntad y, a partir de la obra de Dios, a conocer Su carácter y lo que Él es. Creer en Dios es el primer paso para conocerle. El proceso de avanzar desde la creencia inicial en Dios hasta llegar a una más profunda es el proceso de conocerle y de experimentar Su obra. Si te limitas a creer en Él por creer, y no lo haces para conocerle, no habrá realidad en tu creencia, que no podrá llegar a ser pura; de esto no cabe la menor duda. Si, durante el proceso por el cual experimenta la obra de Dios, el hombre llega progresivamente a conocerle, su carácter irá cambiando de igual modo y su creencia será cada vez más verdadera. De este modo, cuando el hombre logra el éxito en su creencia en Dios, le habrá ganado por completo. La razón por la que Dios llegó a tales extremos como hacerse carne por segunda vez y llevar a cabo Su obra de forma personal, es para que el hombre fuera capaz de conocerle y de verle. Conocer a Dios[a] es el efecto final que debe lograrse al final de Su obra; es el requisito final de Dios para la humanidad. La razón por la que hace esto es por el bien de Su testimonio final y para que el hombre pueda finalmente volverse a Él por completo. El ser humano solo puede llegar a amar a Dios conociéndolo, y para amarle debe conocerle. Independientemente de cómo lo busque, o de lo que procure ganar, debe ser capaz de obtener el conocimiento de Dios. Solo así puede satisfacer Su corazón. Solo conociendo a Dios puede el hombre creer de verdad en Él, venerarlo y obedecerle de verdad. Los que no conocen a Dios no le obedecerán nunca ni lo venerarán de verdad. Conocer a Dios incluye conocer Su carácter, entender Su voluntad y saber lo que Él es. A pesar de ello, cualquiera sea el aspecto de Dios que uno llegue a conocer, cada uno de ellos requiere que el hombre pague un precio y exige la voluntad de obedecer, sin la cual nadie sería capaz de seguir hasta el final. La obra de Dios es demasiado incompatible con los conceptos humanos. El carácter de Dios y lo que Él es, son cosas demasiado difíciles de conocer para el hombre, y todo lo que Dios dice y hace le resulta incomprensible por demás al ser humano. Si el hombre desea seguir a Dios, pero no está dispuesto a obedecerlo, no conseguirá nada. Desde la creación del mundo hasta hoy, Dios ha realizado mucha obra que es incomprensible para el hombre y que le ha resultado difícil aceptar, y Dios ha dicho muchas cosas que hacen que los conceptos del hombre sean complicados de sanar, pero jamás ha detenido Su obra debido a las muchas dificultades que tiene el hombre. Por el contrario, ha seguido obrando y hablando; y aunque un gran número de «guerreros» han ido cayendo a los lados del camino, Él sigue realizando Su obra y sigue escogiendo a un grupo tras otro de personas que esté dispuesto a someterse a Su nueva obra. No se compadece de esos «héroes» caídos, sino que atesora a aquellos que aceptan Su nueva obra y Sus nuevas palabras. ¿Pero con qué fin obra de esta forma, paso a paso? ¿Por qué está siempre eliminando y escogiendo a personas? ¿Por qué emplea siempre un método así? El objetivo de Su obra es que el hombre le conozca y, así, poder ganarlo. El principio de Su obra es obrar en aquellos que son capaces de someterse a la obra que Él hace hoy, y no en los que obedecieron Su obra pasada y se oponen a la actual. Esta es exactamente la razón por la que ha eliminado a tantas personas.

Los efectos de la lección de conocer a Dios no pueden obtenerse en uno o dos días: el hombre tiene que acumular experiencias, soportar sufrimiento y lograr una obediencia verdadera. Lo primero es empezar desde la obra y las palabras de Dios. Debes entender lo que incluye conocer a Dios, cómo lograr el conocimiento de Él y cómo verle durante tus experiencias. Esto es lo que todos deben hacer cuando todavía tienen que conocer a Dios. Nadie puede comprender la obra y las palabras de Dios en un momento, y nadie logra el conocimiento de la totalidad de Dios en un tiempo breve. Lo que se requiere es el proceso necesario de la experiencia, sin el cual nadie sería capaz de conocer a Dios y seguirle con sinceridad. Cuanta más obra realiza Dios, más conoce el hombre de Él. Cuanto más en desacuerdo esté la obra de Dios con los conceptos humanos, más renovado y profundo será el conocimiento que el hombre tenga de Él. Si la obra de Dios tuviera que permanecer inmutable para siempre, el hombre no podría tener mucho conocimiento de Él. Desde la época de la creación hasta nuestros días, debéis conocer con claridad las visiones de lo que Dios hizo durante la Era de la Ley, durante la Era de la Gracia y lo que ahora está haciendo durante la Era del Reino. Debéis conocer la obra de Dios. Solo después de seguir a Jesús pudo Pedro conocer, poco a poco, gran parte de la obra que el Espíritu hizo en Jesús. Declaró: «Apoyarse en las experiencias del hombre no basta para conseguir un conocimiento pleno; tiene que haber muchas cosas nuevas en la obra de Dios que nos ayuden a conocerle». Al principio, Pedro creyó que Jesús fue enviado por Dios, como apóstol, y no le vio como el Cristo. En ese tiempo, cuando comenzó a seguirle, Jesús le preguntó: «Simón Barjona, ¿me seguirás?». Pedro le respondió: «Debo seguir a aquel que es enviado por el Padre celestial. Debo reconocer a aquel que el Espíritu Santo ha escogido. Te seguiré». Por sus palabras se puede ver que, sencillamente, Pedro no poseía conocimiento alguno de Jesús; había experimentado las palabras de Dios, había tratado consigo mismo, y había sufrido dificultades por Dios, pero no conocía Su obra. Tras un periodo de experiencia, Pedro vio en Jesús muchas de las obras de Dios, vio la hermosura de Dios y vio mucho del ser de Dios en Jesús. Así, también vio que las palabras de Jesús no podían ser palabras dichas por un hombre, y que la obra que Jesús hizo no podría haberla realizado un hombre. En las palabras y los hechos de Jesús, Pedro vio además gran parte de la sabiduría de Dios y mucha obra de naturaleza divina. Durante sus experiencias, no solamente llegó a conocerse a sí mismo, sino que también se centró en observar todas las acciones de Jesús, de las que descubrió muchas cosas nuevas, como por ejemplo, que había muchas expresiones del Dios práctico en la obra que Él hizo por medio de Jesús, y que las palabras y los actos de este, las formas en que pastoreó a las iglesias y la obra que realizó diferían de los de un hombre corriente. Así, Pedro aprendió de Jesús muchas lecciones que se suponía que debía de aprender y para cuando Jesús estaba a punto de ser clavado en la cruz, había obtenido algún conocimiento de Él, conocimiento que fue la base de su lealtad de por vida a Jesús, y de su crucifixión boca abajo, la que sufrió por amor al Señor. Aunque poseía ciertos conceptos y, al principio, no tenía un conocimiento claro de Jesús, esas cosas son inevitablemente parte del hombre corrupto. Cuando estaba a punto de partir, Jesús le dijo a Pedro que Su crucifixión era la obra que había venido a realizar. Era necesario que fuera abandonado por la era y que esta era antigua e impura lo crucificara. Él había venido a completar la obra de la redención; y una vez acabada esta obra, Su ministerio llegaría a su fin. Cuando Pedro oyó esto, la tristeza lo embargó y sintió aún más cercano a Jesús. Cuando fue crucificado, Pedro lloró amargamente en privado. Antes de esto, le había preguntado a Jesús: «¡Mi Señor! Dices que vas a ser crucificado. Después de que te vayas, ¿cuándo volveremos a verte?». ¿Acaso no hay adulteración en las palabras que pronunció? ¿No había nociones entremezcladas en ellas? En su corazón sabía que Jesús había venido a completar parte de la obra de Dios y que después de Su partida el Espíritu estaría con él; aunque fuera crucificado y ascendiera al cielo, el Espíritu de Dios estaría con él. En aquel momento, Pedro poseía cierto conocimiento de Jesús. Sabía que había sido enviado por el Espíritu de Dios y que este estaba en Él, que Jesús era Dios mismo, que era el Cristo. Sin embargo, fue por su amor por Jesús y a causa de su debilidad humana que Pedro dijo esas palabras. Si uno puede observar y experimentar meticulosamente cada paso de la obra de Dios, será capaz de ir descubriendo poco a poco la hermosura de Dios. ¿Y cuál fue la visión de Pablo? Cuando Jesús se le apareció, Pablo preguntó: «¿Quién eres, Señor?». Jesús respondió: «Yo soy Jesús a quien tú persigues». Esta fue la visión de Pablo. La visión de Pedro fue la resurrección de Jesús y Sus apariciones durante 40 días, y Sus enseñanzas durante el tiempo que Él vivió, hasta que llegó al final de su viaje.

El hombre experimenta la obra de Dios, se conoce a sí mismo, se despoja de su carácter corrupto y busca el crecimiento en la vida, todo por conocer a Dios. Si solo buscas conocerte a ti mismo y tratar con tu propio carácter corrupto, sin tener conocimiento de la obra que Dios hace en el hombre, de lo grande que es Su salvación ni de cómo experimentas la obra de Dios y das testimonio de Sus hechos, entonces tu experiencia es absurda. Si crees que uno alcanza la madurez en la vida solamente porque es capaz de poner la verdad en práctica y soportar, significa que sigues sin comprender el verdadero sentido de la vida ni el propósito de Dios al perfeccionar al hombre. Un día, cuando estés en las iglesias religiosas, entre miembros de la Iglesia del Arrepentimiento o la Iglesia de la Vida, encontrarás a muchos devotos cuyas oraciones contienen «visiones» y que se sienten tocados y tienen palabras que los guían en su búsqueda de vida. Y, lo que es más, en muchos asuntos son capaces de soportar y renunciar a sí mismos, y no ser guiados por la carne. En ese momento no serás capaz de ver la diferencia: creerás que todo lo que hacen es correcto, que es la expresión natural de la vida, y que es una pena que crean en el nombre equivocado. ¿No son necias tales creencias? ¿Por qué se dice que muchas personas no tienen vida? Porque no conocen a Dios, y por ello se dice que no tienen a Dios en su corazón y que no tienen vida. Si tu creencia en Dios ha alcanzado un punto en el que eres capaz de conocer a conciencia los hechos de Dios, Su realidad y cada fase de Su obra, entonces posees la verdad. Si desconoces la obra y el carácter de Dios, tu experiencia sigue siendo carente. La forma en que Jesús llevó a cabo aquella etapa de Su obra, cómo se está realizando esta fase, cómo hizo Dios Su obra en la Era de la Gracia, qué obra se hizo, cuál se está haciendo en esta fase, si no posees un conocimiento profundo de estas cosas, jamás te sentirás persuadido ni seguro. Si tras un periodo de experiencia eres capaz de conocer la obra hecha por Dios y cada etapa de Su obra, y posees un conocimiento concienzudo de los objetivos de Dios al expresar Su palabra, y de por qué tantas palabras que Él pronunció no se han cumplido, entonces puedes perseguir con valentía el camino que tienes por delante, sin guardarte nada, libre de preocupación y refinamiento. Deberíais ver lo que Dios usa para realizar gran parte de Su obra. Usa las palabras que pronuncia, refina al hombre y trasforma sus conceptos por medio de muchas clases de palabras. Todo el sufrimiento que habéis soportado, todo el refinamiento que habéis experimentado, el trato que habéis aceptado en vuestro interior, el esclarecimiento que habéis vivido, todo ello se ha logrado mediante el uso de las palabras pronunciadas por Dios. ¿Por qué sigue el hombre a Dios? ¡Lo sigue por Sus palabras! Las palabras de Dios son profundamente misteriosas, y además, pueden tocar el corazón del hombre, revelar cosas que existen en lo profundo de su corazón, hacerle saber cosas que ocurrieron en el pasado y permitirle ver el futuro. Así, el hombre soporta el sufrimiento por las palabras de Dios, y estas lo perfeccionan; solo entonces sigue el hombre a Dios. Lo que el hombre debería hacer en esta etapa es aceptar las palabras de Dios, e independientemente de que sea perfeccionado o refinado, la clave está en las palabras de Dios. Esta es la obra de Dios, y también es la visión que el hombre debería conocer hoy.

¿Cómo perfecciona Dios al hombre? ¿Cuál es el carácter de Dios? ¿Y qué contiene Su carácter? Para aclarar todas estas cosas: se lo llama difundir el nombre de Dios, dar testimonio de Él y exaltar a Dios. El hombre, sobre la base de conocer a Dios logrará, en última instancia, que su carácter de vida sea transformado. Cuanto más trato y refinamiento supere el hombre, mayor será su vigor; y cuanto más numerosos sean los pasos de la obra de Dios, más perfeccionado será el hombre. Hoy, en la experiencia del hombre, cada paso de la obra de Dios contraataca los conceptos del hombre y todo excede al intelecto humano y supera sus expectativas. Dios provee todo lo que el ser humano necesita, y en todos los sentidos esto está en desacuerdo con los conceptos del hombre. Cuando eres débil, Dios pronuncia Sus palabras. Solo así puede proveerte vida. Contraatacando tus conceptos, te hace aceptar el trato de Dios, y solo así puedes despojarte de tu corrupción. Hoy, en un aspecto, Dios encarnado obra dentro de un estado de divinidad, pero en otro lo hace en un estado de humanidad normal. Cuando dejes de poder negar ninguna de las obras que Dios realiza, cuando puedas someterte, no importa qué diga o haga Dios en su estado de humanidad normal; cuando puedas someterte y entender independientemente de qué tipo de normalidad Él manifieste, y cuando hayas tenido experiencia real, solo entonces podrás saber con seguridad que Él es Dios, solo entonces dejarás de producir conceptos y solo entonces podrás seguirlo hasta el final. En la obra de Dios hay sabiduría, y Él sabe cómo el hombre puede mantenerse firme en el testimonio de Dios. Sabe dónde está la debilidad vital del hombre y las palabras que Él pronuncia pueden golpearte justo en tu debilidad vital, pero también usa Sus palabras majestuosas y sabias para que te mantengas firme en el testimonio de Él. Así son los milagrosos hechos de Dios. La obra que Él realiza es inimaginable para el intelecto del hombre. El juicio de Dios revela las clases de corrupción que posee el hombre, siendo carne, y las cosas que conforman su sustancia y lo dejan sin un lugar donde esconderse de su vergüenza.

Dios realiza la obra de juicio y castigo para que el hombre pueda conocerle, y por el bien de Su testimonio. Sin Su juicio sobre el carácter corrupto del ser humano, el hombre no podría conocer Su carácter justo que no permite ofensa, y no podría apartarse de su viejo conocimiento de Dios para adoptar el nuevo. Por el bien de Su testimonio y de Su gestión, Él hace pública Su totalidad, capacitando así al hombre para lograr el conocimiento de Dios, que su carácter sea transformado y que dé resonante testimonio de Él por medio de Su aparición pública. El cambio en el carácter del hombre se logra a través de distintos tipos de la obra de Dios; sin estos cambios en el carácter del hombre, este sería incapaz de dar testimonio de Dios y no podría ser conforme a Su corazón. El cambio en el carácter del hombre significa que se ha liberado de la atadura de Satanás y de la influencia de la oscuridad, y que se ha convertido de verdad en un modelo y una muestra de la obra de Dios, que ha llegado a ser un testigo suyo y alguien que es conforme a Su corazón. Hoy, el Dios encarnado ha venido a hacer Su obra en la tierra, y exige que el hombre logre conocerle, obedecerle, y dé testimonio de Él; que conozca Su obra práctica y normal, que obedezca todas Sus palabras y Su obra que no concuerdan con los conceptos del hombre, y dé testimonio de toda Su obra de salvación del hombre, y todos los hechos que Él hace para conquistar al hombre. Los que dan testimonio de Dios tienen que poseer un conocimiento de Él; solo este tipo de testimonio es preciso, práctico y el único que puede avergonzar a Satanás. Dios usa a aquellos que han llegado a conocerle pasando por Su juicio y Su castigo, por Su trato y Su poda, para que den testimonio de Él; Él usa a los que han sido corrompidos por Satanás para que den testimonio de Él; así también usa a aquellos cuyo carácter ha cambiado y que se han ganado, así, Sus bendiciones, para que den testimonio de Él. No necesita que el hombre lo alabe de palabra, ni necesita la alabanza y el testimonio de quienes son de la clase de Satanás, que no han sido salvados por Él. Solo aquellos que conocen a Dios son aptos para dar testimonio de Él y aquellos cuyo carácter ha sido transformado también lo son. Dios no permitirá que el hombre acarree vergüenza sobre Su nombre deliberadamente.

Nota al pie:

a. El texto original dice: «La obra de conocer a Dios».

De «La Palabra manifestada en carne» 

Recomendación: Testimonio de fe