Devocional de hoy : ¿Qué tipo de personas son pobres de espíritu?

el Señor Jesús dijo: “Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3).

Devocional de hoy : ¿Qué tipo de personas son pobres de espíritu?

Por Mei Juan

En una de mis devociones diarias, leí que el Señor Jesús dijo: “Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). Dejé la Biblia y comencé a contemplar esto: “Al Señor le gustan los pobres de espíritu y los bendice, y de ellos es el reino de los cielos. Pero ¿qué tipo de gente son los pobres de espíritu? ¿Son los pobres de espíritu los que parecen por fuera ser humildes, gentiles y amorosos con los demás?” Lo contemplé durante bastante tiempo, pero no encontré la luz, y pensé en ello por la tarde, cuando tuve reunión, donde podía discutir y explorar esta pregunta con mis hermanos y hermanas.

¿Son los pobres de espíritu los que parecen en el exterior ser humildes, gentiles y amorosos con los demás?

En la reunión, planteé mi pregunta, y después de escucharme, el hermano Fang respondió: “No podemos determinar qué tipo de personas son pobres en espíritu basándose en si aparentan hacia fuera ser humildes, gentiles y amorosas con los demás. En cambio, tenemos que ver cómo tratan a Dios y cuál es su actitud hacia la verdad. Esa es la manera correcta de evaluar esta pregunta. Algunas personas aparecen por fuera como humildes, gentiles y amorosas con los demás, pero por dentro son arrogantes y santurrones para sí mismos y no pueden obedecer la verdad. Cuando la obra de Dios no encaja con las nociones de esas personas, no sólo no tienen interés en buscar la verdad, sino que defienden sus propios puntos de vista, y rechazan, se oponen e incluso condenan y se resisten a la obra de Dios por su propia arrogancia. No importa cuán humildes sean esas personas, no son pobres de espíritu. Son como los fariseos de la época, que a menudo interpretaban las Escrituras para la gente común, a menudo estaban deliberadamente en las sinagogas o en las calles recitando largas oraciones, hacían obras caritativas y buenas obras en las calles y externamente parecían ser muy humilde, gentiles y amorosos con los demás. Pero, cuando el Señor Jesús vino a obrar, no buscaron la verdad en absoluto, y en cambio, confiando en sus propias nociones e imaginaciones, afirmaron que el Señor Jesús no era Cristo porque no fue llamado el Mesías. También limitaron la obra de Dios al Antiguo Testamento, y condenaron las palabras y la obra del Señor Jesús como superiores al Antiguo Testamento, negando así la obra y las palabras del Señor Jesús. No sólo eso, los fariseos no reconocieron al Señor Jesús como la aparición de Dios. Afirmaron que el Señor Jesús era sólo una persona ordinaria, diciendo: ‘¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María […]?’ (Mateo 13:55), etc. Los fariseos vieron que las palabras del Señor Jesús tenían autoridad y poder, y vieron que el Señor Jesús había realizado señales y maravillas, pero no buscaron humildemente, y en cambio eran especialmente arrogantes, incapaces de obedecer la verdad, y obstinadamente se aferraron a sus propias nociones, dieron falso testimonio, inventaron rumores y condenaron y blasfemaron al Señor Jesús. Finalmente, en connivencia con el gobierno romano, hicieron crucificar en la cruz al misericordioso Señor Jesús, cometiendo así un pecado indescriptible, ¡y fueron castigados por Dios! Esto nos muestra que no importa cómo una persona pueda parecer por fuera, como humilde, gentil y amorosa hacia los demás, pero si no es obediente en realidad hacia Dios y la verdad, no es en absoluto alguien que es pobre en espíritu. En cambio, es alguien hipócrita. Su humildad es falsa, y su amor por los demás es un disfraz. Es totalmente engañoso, de dos caras y tiene la intención de engañar a los demás para ganar su admiración y alta opinión. Esas personas aparecen por fuera como humildes, pacientes y amorosas, pero sus corazones están llenos de engaños, siniestros y viciosos, ¡y su esencia es la de un hipócrita!”

Después de escuchar la comunión del hermano Fang, comprendí que no es correcto determinar qué tipo de personas son pobres en espíritu basándose sólo en su apariencia exterior siendo humildes y gentiles, y que lo más importante es cómo tratan a Dios y cuál es su actitud hacia la verdad. Los fariseos, que parecían ser humildes y gentiles, e hicieron algunas buenas obras, pero que, cuando el Señor Jesús vino a realizar Su obra, no sólo no buscó humildemente, sino que también se apegó a sus propias nociones e imaginaciones, se resistieron y condenaron salvajemente al Señor Jesús, y clavaron al Señor Jesús en la cruz. ¿Cómo podrían llamarse personas pobres de espíritu? ¡Eran claramente arrogantes, vanidosos y enemigos de Dios!

Cómo es una persona pobre de espíritu, y cómo sus expresiones

Entonces, el hermano Fang continuó: “Algunas personas tienen caracteres arrogantes, pero son capaces de obedecer la verdad, y cuando la obra de Dios no se ajusta a sus nociones, son capaces de hacerse a un lado, buscar humildemente, aceptar y obedecer la verdad tan pronto como la entienden. Esas personas son verdaderamente pobres en espíritu, y también son humildes. Como se registra en la Biblia sobre Natanael, cuando Felipe trató de darle testimonio del Señor Jesús, confiando en sus propias nociones e imaginaciones, dijo Natanael: ‘¿Puede algo bueno salir de Nazaret?’ Pero cuando el Señor Jesús, refiriéndose a él, dijo: ‘He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño’. Nataniel le preguntó a Jesús: ‘¿Cómo es que me conoces?’ Jesús respondió: ‘Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi’. Nataniel dijo: ‘Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’ (Ver Juan 1:45-49). Podemos ver que, aunque Nataniel tenía nociones del Señor Jesús al principio, porque creía que el Mesías no debería haber nacido en Nazaret, no se aferraba a sí mismo, sino que humildemente buscó y escuchó atentamente las palabras del Señor Jesús. Cuando oyó al Señor Jesús decir que vio a Natanael orando bajo la higuera, sintió que el Señor era omnipotente y omnisciente, que el Señor Jesús podía examinar su corazón y su alma, y que el Señor Jesús era diferente de la gente común, por lo que Nataniel hizo a un lado su propia noción, reconoció que el Señor Jesús era el Mesías profetizado, aceptó al Señor Jesús y recibió la salvación del Señor”.

El hermano Zhan asintió con la cabeza y dijo: “Sí, personas como Nataniel, que trataron a Dios y Su obra con la actitud de buscar humildemente, y que fue capaz de aceptar y obedecer las palabras del Señor Jesús, ¡son personas que son pobres en espíritu! También se me recordó la historia del etíope eunuco aceptando el evangelio del Señor Jesús. En la Biblia dice: ‘El eunuco respondió a Felipe y dijo: Te ruego que me digas, ¿de quién dice esto el profeta? ¿De sí mismo, o de algún otro? Entonces Felipe abrió su boca, y comenzando desde esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Yendo por el camino, llegaron a un lugar donde había agua; y el eunuco dijo: Mira, agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado? Y Felipe dijo: Si crees con todo tu corazón, puedes. Respondió él y dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios’ (Hechos 8:34-37). Aunque el etíope eunuco tenía poder y estatus, no se vio afectado en absoluto por estas cosas. Cuando regresaba a casa después de haber ido a Jerusalén para adorar, conoció a Felipe, y no pensó que su posición o conocimiento de las Escrituras lo hiciera superior, ni era arrogante ni engreído. En cambio, buscó modestamente con una actitud humilde, y después de escuchar a Felipe predicar la historia del Señor Jesús, creyó que el Señor Jesús era el Cristo, y aceptó felizmente a Jesús como su Salvador. ¡La gente como esta son las que son pobres de espíritu!”

Estuve muy de acuerdo con la comunión del hermano Fang y el hermano Zhan, y dije: “Entonces, esos pobres de espíritu no son personas obstinadas. Son capaces de abordar las cosas que se originan en Dios con una actitud de búsqueda humilde sin importar si encaja con sus nociones, y una vez que entienden la verdad son capaces de hacer a un lado sus propias nociones y aceptar y obedecer la obra de Dios. Esas personas son puras y honestas, y tienen corazones que anhelan la verdad. Dios ama a la gente así. ¡Gracias al Señor! Finalmente entiendo ahora que los pobres de espíritu no son aquellos que son por apariencia humildes y gentiles, pero lo más importante son aquellos con corazones que temen a Dios, que humildemente buscan en todas las cosas, que obedecen la verdad y no delimitan arbitrariamente la obra de Dios”.

La hermana Yang continuó diciendo: “Sí, los pobres de espíritu tienen corazones que temen a Dios, y no importa si la obra de Dios encaja con sus nociones humanas, son capaces de soltarse a sí mismos y buscar humildemente. Esto es realmente ser pobre de espíritu, y sólo personas como ésta están calificadas para entrar en el reino de los cielos. Aquellos que son humildes en apariencia, pero arrogantes e inaceptables de la verdad en esencia, una vez que la obra de Dios no se ajusta a sus nociones, comienzan a juzgar, resistir y condenar, no son capaces de buscar e investigar humildemente en absoluto, en última instancia son odiados y detestados por Dios. Esas personas no tienen parte ni participan en absoluto en el reino de los cielos”.

Después de escuchar la comunión de mis hermanos y hermanas, de repente recordé algo dicho por Jehová en la Biblia: “[…] pues que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, mas Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7),* así que continué, diciendo: “Cuando miramos a la gente, sólo vemos su apariencia exterior, pero Dios ve el corazón de las personas, su esencia. En el pasado, me faltaba discernimiento, y cuando vi que alguien parecía ser bueno, ser gentil y amable, pensé que eran humildes, pero pensando en ello ahora, ¡veo que la idea es absurda!”

El hermano Fang dijo: “¡Amén! Es gracias a la iluminación y la guía del Señor que hemos adquirido este entendimiento hoy. Ahora, si miramos la declaración del Señor Jesús: ‘Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos’ (Mateo 5:3), entendemos aún más claramente. Ya estamos en el final de los últimos días, que es el momento crucial para recibir el regreso del Señor. Ahora es aún más importante que seamos capaces de ser pobres en espíritu, buscar humildemente en todas las cosas y aceptar y obedecer la verdad, para que podamos agradar al Señor y recibir el regreso del Señor. Recuerden que el Señor Jesús dijo: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir’ (Juan 16:12-13). Y en Apocalipsis 3:20, profetizó: ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo’. En Apocalipsis 2:7, también profetizó: ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’. De estos versículos de las Escrituras podemos ver que cuando el Señor regrese en los últimos días, hablará más, y nos dirá todas las verdades y misterios. Cuando escuchamos que una iglesia en particular testifica que el Señor ha regresado y está hablando, o cuando una persona testifica que el Señor ha regresado, debemos dejar de lado nuestras propias nociones y tratar humildemente de ver si estas palabras llenan nuestras necesidades espirituales, resuelven nuestros problemas prácticos y señalan un camino de práctica. Cuando determinamos que esta es la voz de Dios y una expresión de la verdad, debemos aceptar la verdad y obedecer la obra de Dios. De esta manera, podemos estar seguros de recibir el regreso del Señor. De lo contrario, sin una actitud de búsqueda humilde, si rechazamos y nos negamos a buscar o investigar algo que no esté de acuerdo con nuestras nociones, corremos el riesgo de caminar el camino de los fariseos de resistir a Dios, ¡y perderemos nuestra oportunidad de recibir el regreso del Señor, que sería algo muy trágico!”

Dije con aprobación: “¡Amén! Mientras seamos personas pobres en espíritu, que puedan buscar humildemente la verdad, y puedan aceptar y obedecer en el momento en que determinemos que lo que escuchamos es la voz de Dios y la expresión de la verdad, ¡entonces seremos verdaderamente sabios! ¡Espero ser alguien que pueda buscar humildemente, escuchar la voz de Dios y dar la bienvenida a la aparición del Señor!”

“¡Gracias a Dios!”

“La comunión de hoy es maravillosa! ¡Realmente proviene de la iluminación y la guía del Espíritu Santo!”

Unas citas bíblicas son tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

Principios de la comunión con Dios

¿Cómo puede mantener la gente una relación con Dios? ¿Y en qué debe ampararse para ello? En suplicar a Dios, en orar a Dios y en comunicarse con Dios en su interior.

(1) Orar a Dios empleando Sus palabras, buscar la verdad, tratar de comprender Su voluntad y ser capaz de recibir el esclarecimiento del Espíritu Santo: esta es la auténtica comunión con Dios.

(2) Al practicar y experimentar las palabras de Dios se ha de aprender a orar leyéndolas en busca de la verdad. Orando de este modo se reciben fácilmente el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo.

(3) Todas las palabras de Dios son la verdad. La oración frecuente a Dios empleando Sus palabras es la única manera de lograr comprender Su voluntad y obtener una senda de práctica.

(4) Al orar a Dios, comprender Su voluntad en las pruebas y la refinación y alcanzar una sincera comunión con Él, es fácil conocerlo y someterse en la relación con Él.

Las palabras relevantes de Dios:

¿Cómo puede mantener la gente una relación con Dios? ¿Y en qué debe ampararse para ello? En suplicar a Dios, en orar a Dios y en comunicarse con Dios en su interior. Con una relación así, la gente vive constantemente ante Dios y está muy tranquila. Algunos se pasan el tiempo realizando acciones externas, ocupados en tareas externas. Tras uno o dos días sin vida espiritual, no notan nada; transcurridos tres o cinco días, o uno o dos meses, siguen sin notar nada; no han orado, suplicado ni tenido comunión espiritual. Suplicas cuando te ocurre algo y le pides a Dios que te ayude, te guíe, te provea, te dé esclarecimiento y te permita entender Su voluntad y saber qué hacer con arreglo a la verdad. El alcance de la oración es más amplio: a veces hablas en tu interior para contarle a Dios tus dificultades o tu negatividad y debilidad; y también oras a Dios cuando eres rebelde, o le hablas de las cosas que te suceden cada día, las tengas claras o no. Esto es orar. El alcance de la oración es, básicamente, hablar y abrirse a Dios. Algunas veces se hace con un horario regular, y otras no; puedes orar cuando y donde quieras. La comunión espiritual no es excesivamente formal. Unas veces la haces porque tienes un problema; otras, no. A veces contiene palabras; otras veces, no. Cuando tienes un problema, lo hablas con Dios y oras; cuando no tienes ningún problema, piensas en cómo Dios ama a la gente, en cómo se preocupa por ella y en cómo la reprende. Puedes tener comunión con Dios en cualquier momento o lugar. Esto es la comunión espiritual. En ocasiones, cuando estás por ahí y recuerdas algo que te molesta, no tienes que arrodillarte ni cerrar los ojos. Solo tienes que decirle a Dios dentro de ti: “Oh, Dios mío, te ruego que me guíes en esto. Soy débil, no puedo con ello”. Tu corazón se conmueve; no dices más que unas sencillas palabras y Dios ya sabe. A veces, es posible que extrañes tu hogar y digas: “¡Oh, Dios mío! Extraño mucho mi hogar…”. No dices a quién extrañas en concreto. Simplemente estás triste y le hablas de ello a Dios. Los problemas solamente pueden solucionarse cuando oras a Dios para decirle lo que sientes. ¿Es posible resolver los problemas hablando con otras personas? Está bien si encuentras a alguien que comprenda la verdad, pero, si no —si te encuentras con alguien negativo y débil—, podrías influirle. Si le hablas a Dios, Él te consolará y conmoverá. Si eres capaz de leer las palabras de Dios tranquilamente ante Él, podrás comprender la verdad y solucionar el problema. En las palabras de Dios hallarás un camino que te permitirá dejar atrás este pequeño obstáculo. No tropezarás con el obstáculo, que no te frenará ni repercutirá en tu cumplimiento del deber. Hay momentos en que, de pronto, te sientes algo triste o inquieto en tu interior. En esas ocasiones, no dudes en orar a Dios. Tal vez no le supliques, no desees que haga nada ni que te dé esclarecimiento; tan solo le hablas y te abres a Él en cualquier momento, estés donde estés. ¿Qué debes sentir en todo momento? “Dios siempre está conmigo, nunca me ha abandonado y puedo sentirlo. Allá donde esté o haga lo que haga —esté descansando, en una reunión o cumpliendo con el deber—, dentro de mí sé que Dios me lleva de la mano, que nunca me ha abandonado”. De vez en cuando, al recordar cómo has pasado cada día de los últimos años, notas que has crecido en estatura, que Dios te ha guiado, que el amor de Dios te ha protegido todo el tiempo. Mientras piensas en estas cosas, oras en tu interior para dar gracias a Dios: “¡Oh, Dios mío! ¡Gracias! Soy muy débil y frágil, hondamente corrupto. Si no me hubieras guiado de este modo, no habría llegado hasta aquí por mí mismo”. ¿Esto no es comunión espiritual? Si la gente es a menudo capaz de tener comunión de esta manera, ¿no tendrá mucho que decirle a Dios? No pasaría muchos días sin decirle algo a Dios. Cuando no tienes nada que decirle a Dios, Él está ausente de tu corazón. Si Dios está en tu corazón y tienes fe en Él, podrás contarle todo lo que sientas, incluidas esas cosas de las que les hablarías a tus confidentes. De hecho, Dios es tu máximo confidente. Si consideras a Dios tu máximo confidente, el familiar en quien más te apoyas, en el que más confías, del que más te fías, al que más te abres, el más cercano, entonces será imposible que no tengas nada que decirle a Dios. Si siempre tienes algo que decirle a Dios, ¿no vivirás constantemente ante Él? Si eres capaz de vivir constantemente ante Dios, en todo momento notarás cómo Él te guía, cómo te cuida y protege, cómo te brinda paz y gozo, cómo te bendice, cómo te da esclarecimiento y cómo te reprende, disciplina, corrige, juzga y castiga; todo esto te resultará obvio y evidente dentro de ti. No te limitarás a ir tirando cada día sin saber nada, solo diciendo que crees en Dios, cumpliendo con el deber y asistiendo a reuniones nada más que por las apariencias, leyendo las palabras de Dios y orando a diario, actuando por simple inercia: sencillamente, no harás este tipo de ceremonia religiosa externa. Por el contrario, en tu interior acudirás a Dios para orarle en todo momento, te comunicarás con Dios a todas horas y serás capaz de someterte a Él y de vivir ante Él.

Extracto de ‘Los que no pueden vivir siempre delante de Dios son no creyentes’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

Las personas pueden llevar a cabo la práctica de la oración y comprender el significado de la oración, pero que la oración sea eficaz no es nada sencillo. La oración no es solo hacer las cosas por inercia, seguir procedimientos o recitar las palabras de Dios. Es decir, orar no es repetir ciertas palabras como un perico y no es imitar a los demás. En la oración, se debe llegar a un estado en que se entregue el corazón a Dios, dejando al descubierto el corazón para ser conmovido por Dios. Si la oración ha de ser efectiva, entonces se debe basar en la lectura de las palabras de Dios. Solo orando desde dentro de las palabras de Dios se puede recibir mayor esclarecimiento e iluminación. Las manifestaciones de una oración verdadera son: tener un corazón que anhela todo lo que Dios pide y además un deseo de cumplir lo que Él exige; detestar lo que Dios odia y sobre esta base ganar cierto entendimiento de ello y tener cierto conocimiento y claridad sobre las verdades que Dios explica. Donde hay determinación, fe, y una senda de práctica después de la oración, solo entonces se puede llamar verdadera oración y solo este tipo de oración puede ser efectivo. Sin embargo, la oración se debe construir sobre el disfrute de las palabras de Dios, debe establecerse sobre la base de la comunión con Dios en Sus palabras, y el corazón debe poder buscar a Dios y estar tranquilo ante Él. Ese tipo de oración ya ha entrado en la etapa de la comunión verdadera con Dios.

Extracto de ‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”

Os debéis comunicar más, ser capaces de comer y beber independientemente durante vuestras propias devociones espirituales y ser capaces de captar las verdades clave y ponerlas en práctica de inmediato. Debes percibir la realidad de Mi palabra: Capta su esencia misma y sus principios y no holgazanees. Reflexiona siempre y comunícate conmigo siempre y gradualmente las cosas se revelarán. No te puedes acercar a Dios por un momento y luego, sin esperar que tu corazón se calme ante Dios, ser perturbado cuando te suceda alguna otra cosa. Siempre estás confundido y poco claro acerca de las cosas y eres incapaz de ver Mi rostro, por lo que no puedes entender claramente Mi corazón, e incluso si puedes entenderlo un poco, no estás seguro y todavía dudas. Solo cuando Yo posea tu corazón por completo y tu mente ya no esté perturbada por ninguna cosa mundana, y puedas esperar con una mente pura y tranquila, haré revelaciones a vosotros, una por una, de acuerdo con Mis intenciones. Vosotros debéis comprender esta senda de cercanía conmigo. Quienquiera que te golpee o maldiga, o por muy buenas que puedan ser las cosas que las personas te ofrezcan, eso es inaceptable si evitan que estés cerca de Dios. Permite que tu corazón esté a Mi alcance y nunca te apartes de Mi lado. Con esta clase de cercanía y comunicación, tus padres, marido, hijos, otras relaciones familiares y las ataduras del mundo secular se irán volando. Disfrutarás de una dulzura casi indescifrable en tu corazón, y experimentarás un sabor fragante y delicioso. Además, serás verdaderamente inseparable de Mí. Si continúas de esta manera, entenderéis lo que hay en Mi corazón. Nunca perderéis vuestro camino mientras sigáis progresando, porque Yo soy vuestro camino y todo existe gracias a Mí. Cuán madura es tu vida, cuándo serás capaz de librarte dlo mundano, cuándo serás capaz de desechar tus emociones, cuándo serás capaz de dejar atrás a tu marido e hijos, cuándo madurará tu vida… todas estas cosas sucederán de acuerdo a Mi tiempo. No hay por qué tener ansiedad.

Debes lograr la entrada desde el lado de la positividad. Si esperas pasivamente, entonces sigues siendo negativo. Debes ser proactivo al cooperar conmigo; sé diligente y nunca seas perezoso. Comunícate siempre conmigo y ten una intimidad aun más profunda conmigo. Si no entiendes, no seas impaciente por los resultados rápidos. No es que no te diré; es que quiero ver si confías en Mí cuando estás en Mi presencia y si dependes de Mí con confianza. Siempre debes permanecer cerca de Mí y poner todos los asuntos en Mis manos. No regreses en vano. Después de haber estado cerca de Mí por un período de tiempo sin saberlo, Mis intenciones te serán reveladas. Si las captas, entonces estarás realmente cara a cara conmigo y verdaderamente habrás encontrado Mi rostro. Tendrás mucha claridad y estabilidad en tu interior y tendrás algo en qué confiar. También tendrás poder además de confianza y tendrás una senda hacia adelante. Todo te resultará fácil.

Extracto de ‘Capítulo 9’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

En vuestra vida diaria, cuando experimentáis la obra de Dios y le oráis, lo hacéis con descuido: oráis a Dios mientras trabajáis. ¿Puede llamarse esto dar vuestro corazón a Dios? Estáis pensando en los problemas del hogar o en asuntos de la carne; siempre estáis entre dos aguas. ¿Puede considerarse esto aquietar vuestro corazón en presencia de Dios? Esto se debe a que tu corazón siempre se fija en los asuntos externos, y no puede regresar ante Dios. Si queréis tener vuestro corazón realmente en paz ante Él, entonces debéis hacer la obra de cooperación consciente. Es decir, cada uno de vosotros debe dedicar un tiempo para vuestras devociones, un momento en el que apartáis a todas las personas, asuntos u objetos, calmáis vuestro corazón y guardáis silencio ante Dios. Todo el mundo debería tomar notas devocionales, registrar su conocimiento de la palabra de Dios y cómo se les conmueve el espíritu, independientemente de que sea profundo o superficial, todos deben acallar sus corazones ante Dios de manera consciente. Si puedes dedicar una o dos horas cada día a una vida espiritual verdadera, tu vida durante ese día se sentirá enriquecida y tu corazón será brillante y claro. Si vives esta clase de vida espiritual a diario, entonces tu corazón podrá volver a estar más en posesión de Dios, tu espíritu se volverá cada vez más fuerte, tu condición mejorará constantemente, podrás recorrer mejor la senda por la que guía el Espíritu Santo, y Dios te concederá más bendiciones. El propósito de vuestra vida espiritual es obtener conscientemente la presencia del Espíritu Santo. No consiste en observar reglas o celebrar rituales religiosos, sino en actuar verdaderamente en sintonía con Dios y disciplinar realmente vuestro cuerpo. Esto es lo que el hombre debe hacer; así que debéis hacerlo esforzándoos al máximo. Cuanto mejor sea tu cooperación y cuanto más esfuerzo pongas en ello, más podrá tu corazón volver a Dios y mejor podrás aquietarlo ante Él. Llegado cierto punto, Dios ganará por completo tu corazón. Nadie podrá influir en tu corazón ni capturarlo, y pertenecerás completamente a Dios. Si sigues esta senda, entonces la palabra de Dios se te revelará en todo momento y te esclarecerá en todo lo que no entiendas; todo esto puede lograrse mediante tu cooperación. Por esta razón, Dios siempre dice: “A todos los que actúan en sintonía conmigo, Yo los recompensaré el doble”. Debéis ver esta senda con claridad. Si deseáis seguir la senda correcta, debéis hacer todo lo que podáis para satisfacer a Dios. Debéis hacer todo lo posible por alcanzar una vida espiritual. Al principio, es posible que no logres grandes resultados en tu búsqueda, pero no debes permitirte dar marcha atrás ni regodearte en la negatividad: ¡debes seguir trabajando duro! Cuanto más vivas una vida espiritual, más ocupado estará tu corazón por las palabras de Dios, siempre preocupado por estos asuntos, siempre llevando esta carga. Después de eso, revela tu verdad más íntima a Dios a través de tu vida espiritual; dile lo que estás dispuesto a hacer, lo que estás pensando, tu entendimiento y tu opinión acerca de Su palabra. ¡No escondas nada; ni lo más mínimo! Practica comunicarle las palabras de tu corazón a Dios y revelarle tus verdaderos sentimientos. Si está en tu corazón, entonces dilo a toda costa. Cuanto más hables de esa manera, más sentirás la hermosura de Dios, y tu corazón se aferrará más a Él. Cuando esto ocurra, sentirás que Dios es más querido para ti que cualquier otra persona. Pase lo que pase, nunca te apartarás de Su lado. Si practicas esta clase de devoción espiritual a diario y no lo sacas de tu mente, sino que lo consideras algo de gran importancia en tu vida, la palabra de Dios ocupará tu corazón. Esto es lo que significa ser tocado por el Espíritu Santo. Será como si Dios hubiera poseído siempre tu corazón, como si aquello que amas estuviera siempre en tu corazón. Nadie puede quitarte esto. Cuando esto ocurra, Dios vivirá realmente en tu interior y tendrá un lugar en tu corazón.

Extracto de ‘Una vida espiritual normal guía a las personas por el camino correcto’ en “La Palabra manifestada en carne

Cuando recurres a Dios, es posible que Él no te dé ningún sentimiento ni ninguna idea clara, mucho menos ninguna dirección clara, pero Él te permite entender algo. O tal vez esta vez no has entendido nada pero, ¿está bien entonces recurrir a Dios? ¿Está mal? No, no está mal. El que las personas practiquen de esta manera no se hace para seguir reglas sino más bien son las necesidades de sus corazones y es como el hombre debería practicar. No es que puedas obtener iluminación y guía cada vez que recurres a Dios y apelas a Dios. Los estados espirituales en la vida son normales y naturales y recurrir a Dios es el contacto normal de las personas con Dios en sus corazones.

Algunas veces, esperar en Dios no significa pedirle que haga algo utilizando palabras específicas o solicitarle una guía o protección específica. Más bien, es cuando las personas se encuentran con algún problema que pueden clamar a Él de una manera sincera. Así pues, ¿qué hace Dios cuando las personas claman a Él? Cuando el corazón de alguien se conmueve y esa persona piensa “Oh, Dios. Yo no puedo hacer esto por mí mismo; no sé cómo hacerlo y me siento débil y negativo”, cuando surgen estos pensamientos en ella ¿acaso Dios no lo sabe? Cuando claman a Dios de esta manera, con sinceridad, ¿Dios accede a ayudarles? A pesar del hecho de que tal vez no hayan pronunciado una sola palabra, muestran sinceridad y, así, Dios accede a ayudarles. Cuando alguien se encuentra con una dificultad especialmente espinosa, cuando no tiene a nadie a quien acudir y cuando se siente particularmente indefenso, pone toda su esperanza en Dios. ¿Cómo son sus oraciones? ¿Cuál es su estado mental? ¿Es esa persona sincera? ¿Existe alguna adulteración en ese momento? Es sólo cuando confías en Dios como si Él fuera lo último a lo que puedes aferrarte para salvar tu vida, esperando que Él te ayude, que tu corazón es sincero. Aunque tal vez no hayas dicho mucho, tu corazón ya se ha conmovido. Esto es, que le das tu corazón sincero a Dios y Dios escucha. Cuando Dios escucha, ve tus dificultades, y te esclarecerá, te guiará y te ayudará.

Extracto de ‘Los creyentes primero necesitan comprender las tendencias malvadas del mundo’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

Sin importar lo que hagas, primero debes entender por qué lo estás haciendo, qué intención es la que te dirige a hacer esto, cuál es el significado de que lo hagas, cuál es la naturaleza del asunto, y si lo que estás haciendo es algo positivo o negativo. Debes tener un entendimiento claro de todos estos asuntos; esto es muy necesario para poder actuar con principios. Si estás haciendo algo para cumplir con tu deber, entonces debes ponderar: ¿cómo debo hacer esto? ¿Cómo debo cumplir bien con mi deber para que no solo lo esté haciendo de manera superficial? Debes acercarte a Dios en esta cuestión. Acercarse a Dios significa buscar la verdad en este asunto, buscar el camino de practicar, buscar Su voluntad y buscar cómo satisfacerle. Así es como te acercas a Dios en todo lo que haces. No implica realizar una ceremonia religiosa o una acción externa. Se hace con el propósito de practicar de acuerdo con la verdad después de buscar la voluntad de Dios. Si siempre dices “gracias a Dios” cuando no has hecho nada, pero entonces, cuando estás haciendo algo, continúas haciéndolo de la manera que quieres, este tipo de agradecimiento es solo una acción externa. Al cumplir con tu deber o trabajar en algo, siempre debes pensar: ¿cómo debo cumplir con este deber? ¿Cuál es la voluntad de Dios? Te corresponde a ti acercarte a Dios a través de lo que haces, y, al hacerlo, buscar los principios y la verdad detrás de tus acciones, así como la voluntad de Dios, y no apartarte de Dios en nada de lo que hagas. Solo este tipo de persona realmente cree en Dios. Hoy en día, cuando las personas se topan con las cosas, independientemente de cuál sea la situación real, piensan que pueden hacer esto y lo otro, y entonces no tienen a Dios en su corazón, y lo hacen según su propia voluntad. Sin importar que el curso de sus acciones sea adecuado o no, o si está de acuerdo con la verdad o no, solo endurecen la cerviz y actúan de acuerdo con sus intenciones personales. Por lo general, puede parecer que Dios está en sus corazones, pero cuando hacen cosas, Dios no está en sus corazones. Algunas personas dicen: “No puedo acercarme más a Dios en las cosas que hago. En el pasado, yo estaba acostumbrado a realizar ceremonias religiosas e intentaba acercarme a Dios, pero sin éxito. No podía acercarme a Él”. Este tipo de personas no tiene a Dios en su corazón, solo se tienen a sí mismas en su corazón y, sencillamente, no pueden poner la verdad en práctica en las cosas que hacen. No actuar según la verdad significa hacerlas de acuerdo con su propia voluntad, y hacer las cosas basándose en su propia voluntad implica abandonar a Dios; es decir, que no tienen a Dios en su corazón. Las ideas humanas generalmente se ven bien y adecuadas para las personas, y parecen que no violarían mucho la verdad. Las personas consideran que hacer las cosas de tal manera sería poner en práctica la verdad, consideran que hacer las cosas de esa manera sería someterse a Dios. En realidad, ellos no están buscando a Dios ni orando a Él acerca de esto verdaderamente, y no se están esforzando por hacerlo bien, de acuerdo con los requisitos de Dios para satisfacer Su voluntad. No poseen este verdadero estado ni tienen ese deseo. Esta es la mayor equivocación que las personas cometen en su práctica. Crees en Dios, pero no tienes a Dios en tu corazón. ¿Cómo es que esto no es un pecado? ¿No tú mismo te estás engañando? ¿Qué tipo de efectos puedes cosechar si sigues creyendo de esa manera? Además, ¿cómo se puede manifestar la relevancia de la creencia?

Extracto de ‘Buscar la voluntad de Dios es en aras de practicar la verdad’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

Fragmentos de sermones y comunicaciones para referencia:

La verdadera comunión con Dios implica varias prácticas distintas: una persona debe comunicar y orar acerca de conocer la propia esencia corrupta por medio de las palabras de Dios; debe comunicar y orar acerca de resolver la propia corrupción y satisfacer a Dios en el propio deber; debe comunicar y orar acerca de ser capaz de distinguir la esencia-naturaleza del gran dragón rojo y del demonio Satanás y sus venenos; debe comunicar y orar acerca de ser capaz de aceptar el escrutinio de Dios y satisfacerlo en todos los asuntos relacionados con la verdad; debe comunicar y orar acerca de buscar la verdad y comprender la voluntad de Dios en todas las cosas; debe comunicar y orar acerca de buscar entrar en las palabras de Dios y vivir la realidad de Sus palabras en las experiencias de vida; debe comunicar y orar acerca de tener un verdadero entendimiento de lo que Dios tiene y es; debe comunicar y orar acerca de enfocarse en abandonar la carne y practicar las palabras de Dios para alcanzar la salvación y ser perfeccionado, y debe participar en la oración verdadera para buscar la voluntad de Dios, vivir Sus palabras y mantenerse firme en el testimonio a lo largo de todo tipo de pruebas. Si alguien ha entrado en todos estos aspectos de la oración, entonces es alguien que tiene verdadera comunión con Dios; sin embargo, si alguien no ha entrado en ninguno de estos aspectos de la oración, entonces esto prueba que carece de oración verdadera y no ha entrado en el camino correcto de estar en comunión con Dios. Solo entrando en la oración a través de la cual una persona tiene comunión verdadera con Dios se puede obtener la obra del Espíritu Santo y, finalmente, conocer a Dios y ser perfeccionado. Si alguien es incapaz de tener una comunión verdadera con Dios por medio de la oración, entonces puede decirse que tal persona vive fuera de la palabra de Dios. Cuando alguien vive fuera de esa palabra, entonces, sin importar cuánto ore o durante cuántos años lo haga, nada de esto vale la pena y la persona finalmente será incapaz de alcanzar la salvación de Dios; esto es algo acerca de lo cual debemos tener claridad. Por lo tanto, si ahora queremos buscar la verdad y lograr la salvación de Dios, entonces debemos entrar en el camino correcto de la oración y alcanzar la verdadera comunión con Dios. El principio más importante en lo que se refiere a tener una comunión verdadera con Dios es tener una verdadera comunicación con Dios a través de Sus palabras. Todas las palabras que utilizamos en nuestras oraciones a Dios se basan en que comamos y bebamos de Sus palabras, y debemos llevar ante Dios todo lo que debemos buscar y acerca de lo que debemos orar en las palabras de Dios, pues de esta manera entraremos en el camino correcto en nuestras oraciones. Existen cuatro prácticas primordiales que debemos perfeccionar para entrar en el camino correcto de tener comunión con Dios: en primer lugar —y lo más importante— debemos leer las palabras de Dios con un corazón devoto; en segundo, debemos hablar acerca de la verdad con un corazón devoto; en tercero, debemos llevar a cabo nuestros deberes con un corazón devoto y, en cuarto, debemos vivir ante Dios con un corazón devoto. Vivir ante Dios con un corazón devoto significa poder comunicarnos siempre con Dios en nuestro corazón, orar a Dios en nuestro corazón cada día sin importar lo que estemos haciendo y aceptar Su escrutinio con un corazón devoto, reflexionar sobre nuestras propias acciones y conducta con un corazón devoto y comunicarnos con Dios con ese mismo corazón; hacer esto asegurará que vivamos ante Dios. Estas son las cuatro prácticas que aquellos que comulgan con Dios deben llevar a cabo. Si estas cuatro prácticas dan fruto y la persona entra en el camino correcto, entonces sus oraciones entrarán en el camino correcto y esa persona tendrá entonces una verdadera comunión con Dios.

Extracto de “Sermones y enseñanzas sobre la entrada a la vida”

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