Palabras diarias de Dios | Fragmento 44 | «El Salvador ya ha regresado sobre una ‘nube blanca'»

“Jehová” es el nombre que adopté durante Mi obra en Israel, y significa el Dios de los israelitas (el pueblo escogido de Dios) que puede tener compasión del hombre, maldecirlo, y guiar su vida. Significa el Dios que posee gran poder y está lleno de sabiduría.

Palabras diarias de Dios | Fragmento 44 | “El Salvador ya ha regresado sobre una ‘nube blanca”

“Jehová” es el nombre que adopté durante Mi obra en Israel, y significa el Dios de los israelitas (el pueblo escogido de Dios) que puede tener compasión del hombre, maldecirlo, y guiar su vida. Significa el Dios que posee gran poder y está lleno de sabiduría. “Jesús” es Emanuel, y significa la ofrenda por el pecado que está lleno de amor, de compasión, y redime al hombre.

Él realizó la obra de la Era de la Gracia, y representa la Era de la Gracia, y sólo puede representar una parte del plan de gestión. Es decir, sólo Jehová es el Dios del pueblo escogido de Israel, el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Moisés, y de todo el pueblo de Israel. Y así en la era presente, todos los israelitas excepto la tribu de Judá adoran a Jehová. Hacen sacrificios a Él en el altar, y le sirven llevando túnicas de sacerdotes en el templo. Lo que esperan es la reaparición de Jehová. Sólo Jesús es el Redentor de la humanidad. Él es la ofrenda por el pecado que redimió a esta del mismo. Es decir, el nombre de Jesús vino de la Era de la Gracia, y existió por la obra de redención en la misma. El nombre de Jesús existió para permitir a las personas de dicha Era nacer de nuevo y ser salvos, y es un nombre particular para la redención de toda la humanidad. Y por tanto el nombre de Jesús representa la obra de la redención, y denota la Era de la Gracia. El nombre de Jehová es un nombre particular para el pueblo de Israel que vivía bajo la ley. En cada era y etapa de la obra, Mi nombre no carece de base, sino que tiene un significado representativo: cada nombre representa una era. “Jehová” representa la Era de la Ley, y es el título honorífico para el Dios adorado por el pueblo de Israel. “Jesús” representa la Era de la Gracia, y es el nombre del Dios de todos aquellos que fueron redimidos durante la Era de la Gracia. Si el hombre sigue anhelando la llegada de Jesús el Salvador durante los últimos días, y sigue esperando que llegue con la imagen que llevó en Judea, entonces todo el plan de gestión de seis mil años se detendría en la Era de la Redención, y sería incapaz de progresar más lejos. Los últimos días, además, nunca llegarían, y la era nunca acabaría. Esto se debe a que Jesús el Salvador es sólo para la redención y la salvación de la humanidad. Yo adopté el nombre de Jesús por causa de todos los pecadores en la Era de la Gracia, y no es el nombre por el cual llevaré a su fin a toda la humanidad. Aunque Jehová, Jesús, y el Mesías representan todos a Mi Espíritu, estos nombres sólo denotan las diferentes eras en Mi plan de gestión, y no representan mi totalidad. Los nombres por los que me llaman las personas en la tierra no pueden articular todo Mi carácter y todo lo que soy. Son simplemente nombres diferentes por los que soy llamado durante diferentes eras. Así pues, cuando la era final —la de los últimos días— llegue, Mi nombre cambiará de nuevo. No se me llamará Jehová, o Jesús, mucho menos el Mesías, sino el poderoso Todopoderoso Dios mismo, y bajo este nombre pondré fin a toda la era. Una vez se me conoció como Jehová. También se me llamó el Mesías, y las personas me llamaron una vez Jesús el Salvador porque me amaban y respetaban. Pero hoy no soy el Jehová o el Jesús que las personas conocieron en tiempos pasados, soy el Dios que ha vuelto en los últimos días, el que pondrá fin a la era. Soy el Dios mismo que se levanta en los extremos de la tierra, repleto con todo Mi carácter, y lleno de autoridad, honor y gloria. Las personas nunca han tenido contacto conmigo, nunca me han conocido, y siempre han ignorado Mi carácter. Desde la creación del mundo hasta hoy, ni una persona me ha visto. Este es el Dios que aparece al hombre durante los últimos días, pero que está oculto en medio de los hombres. Reside entre los hombres, verdadero y real, como el sol ardiente y el fuego llameante, lleno de poder y rebosante de autoridad. No hay una sola persona o cosa que no ha de ser juzgada por Mis palabras, y ni una sola persona o cosa que no ha de ser purificada ardiendo en el fuego. Finalmente, todas las naciones serán benditas por Mis palabras, y también hechas pedazos por ellas. De esta forma, todas las personas durante los últimos días verán que soy el Salvador que ha vuelto, que soy el Dios Todopoderoso que conquista toda la humanidad, que una vez fui la ofrenda por el pecado para el hombre, pero en los últimos días también me convierto en las llamas del sol que queman todas las cosas, así como el Sol de justicia que revela todas las cosas. Esa es Mi obra de los últimos días. Adopté este nombre y poseo este carácter de forma que todas las personas puedan ver que soy un Dios justo, el sol ardiente, y el fuego llameante. Es así para que todos puedan adorarme, el único Dios verdadero, y para que puedan ver Mi verdadero rostro: no soy sólo el Dios de los israelitas, y no soy sólo el Redentor, soy el Dios de todas las criaturas en todos los cielos, la tierra y los mares.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne”

“El amor de Dios se extiende como el agua de una fuente, y se te da a ti y a mí y a él ya todos los que verdaderamente buscan la verdad y esperan la aparición de Dios” (La Palabra manifestada en carne). ¿Quiere saber cómo recibir la venida de Cristo? No importa qué dificultades o confusión tenga usted en su fe o vida, no dude en ponerse en contacto con nosotros.

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¿Cuál es la voluntad de Dios detrás de la parábola de la oveja perdida?

El Señor Jesús dijo: “¿Qué os parece? Si tuviese algún hombre cien ovejas, y se descarriase una de ellas, ¿no iría por los montes, dejadas las noventa y nueve, á buscar la que se había descarriado?

¿Cuál es la voluntad de Dios detrás de la parábola de la oveja perdida?

El Señor Jesús dijo: “¿Qué os parece? Si tuviese algún hombre cien ovejas, y se descarriase una de ellas, ¿no iría por los montes, dejadas las noventa y nueve, á buscar la que se había descarriado? Y si aconteciese hallarla, de cierto os digo, que más se goza de aquélla, que de las noventa y nueve que no se descarriaron. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños”. Cada vez que vemos este versículo, nos sentimos particularmente conmovidos. El amor de Dios hacia la humanidad es realmente demasiado grande. Siempre y cuando sea la oveja de Dios, Él no puede abandonarla. Pero, el Señor Jesús dijo por fin: “Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños”. ¿Cuál es la voluntad de Dios en estas palabras?

Un libro dice:“Echemos otro vistazo a la última frase en este pasaje: ‘Es así la voluntad del Padre que está en los cielos, que ninguno de estos pequeñitos muera’. ¿Fueron estas las propias palabras del Señor Jesús, o las de Su Padre en el cielo? Superficialmente, parece que es el Señor Jesús quien habla, pero Su voluntad representa la de Dios mismo, y por eso dijo: ‘Es así la voluntad del Padre que está en los cielos, que ninguno de estos pequeñitos muera’. Las personas de aquella época sólo reconocían como Dios al Padre del cielo, y esta persona que veían ante sus ojos sólo era un enviado suyo, y no podía representarlo. Por esta razón, el Señor Jesús también tuvo que decir esto, de forma que pudiesen sentir realmente la voluntad de Dios para la humanidad, así como la autenticidad y la precisión de lo que Él afirmaba. Aunque esto era algo sencillo de decir, era muy bondadoso y revelaba la humildad y lo secreto del Señor Jesús. Independientemente de que Dios se hiciera carne u obraba en la esfera espiritual, conocía muy bien el corazón humano, y entendía perfectamente lo que las personas necesitaban; sabía lo que las preocupaba y lo que las confundía, por lo que añadió esta frase […]”.

Para la gente conocer a Él, el Señor Jesús añadió esta frase después de que dijo la parábola de la oveja perdida: “Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños”. De estas palabras del Señor Jesús, podemos ver que la sabiduría y belleza y la humildad de Dios, lo que dice y lo que hace en Su obra, Él nunca obliga al hombre, ni se enaltece a sí mismos. Si las personas no pueden aceptar que Cristo es Dios, entonces, Dios usa otra manera para hablar con las personas, haciendo que la gente pueda aceptar. Él considera para todos. Además, también hemos visto el amor y la expectativa de Dios hacia la humanidad. Dios encarnado viene a la tierra para llevar a cabo Su obra de salvar a la humanidad. Debido a la cobertura de la humanidad normal, las personas no conocen a Dios, incluso están llenos de imaginaciones, conceptos y dudas por Dios. Pero, Dios no abandona a la salvación del hombre por la actitud del hombre hacia Él. Por el contrario, Dios pronuncia las palabras para que la gente pueda sentir gradualmente Su amor y conocer todo lo que Él tiene y es, Su identidad inherente y Su estatus a través de Sus palabras.