Emprendiendo el camino de la creencia en Dios

las palabras de Dios, vi: «Después de que Yo haya regresado a Sion, aquellos en la tierra continuarán alabándome como en el pasado. Los leales hacedores de servicio permanecen esperando para rendirme servicio, pero su función habrá llegado a su fin.

Por Rongguang, provincia de Heilongjiang

En 1991, por la gracia de Dios, comencé a seguir a Dios Todopoderoso debido a una enfermedad. En ese momento yo no sabía nada acerca de la creencia en Dios, pero lo interesante es que, al comer y beber de las palabras expresadas por Dios Todopoderoso, lo disfrutaba.

Sentía que Sus palabras eran demasiado buenas, y cuando cantaba u oraba, el Espíritu Santo me conmovía con frecuencia hasta el punto de llorar. Esa dulzura en mi corazón, ese gozo, era como si un acontecimiento jubiloso me hubiese envuelto. En particular, en los encuentros durante la gran obra del Espíritu Santo, sentía como si hubiera trascendido la carne y estuviese viviendo en el tercer cielo, que el viento se había llevado todo lo que pertenecía al mundo. No puedo expresar cuán alegre, cuán feliz me sentía en mi corazón. Sentía que era la persona más feliz del mundo. Así que, en ese momento, yo pensaba que creer en Dios era simplemente disfrutar de Su gracia.

Como cada vez se divulgaban más de las palabras de Dios (en ese momento, se enviaban continuamente a la iglesia, pasaje tras pasaje), yo también sabía cada vez más. Entonces, ya no me sentía lleno simplemente con el disfrute de la gracia de Dios. Cuando vi a los «hijos primogénitos» mencionados en Sus palabras y aprendí que Dios otorga grandes bendiciones a Sus hijos primogénitos, busqué convertirme en uno de ellos con la esperanza de que en el futuro pudiese reinar con Dios. Más tarde, cuando vi en Sus palabras que Su hora estaba por llegar, sentí aún más urgencia y pensé: Comencé a creer en Dios demasiado tarde; ¿acaso no podré obtener esta bendición? Tengo que esforzarme más en ello. Así que cuando la casa de Dios organizó que yo llevara a cabo una tarea, me mostré muy proactivo. No tenía miedo de las dificultades. Decidí abandonar todo para seguir a Dios para poder ganarme la bendición de ser un hijo primogénito. A decir verdad, Dios nunca dijo definitivamente en Sus palabras que nosotros pudiésemos ser hijos primogénitos. Eso era sólo porque éramos ambiciosos y teníamos deseos extravagantes; creíamos que, porque Dios nos había llamado Sus «hijos» y porque Él ahora nos elevaba, nos convertiríamos ciertamente en los primogénitos. Así fue como yo creí que, naturalmente, me había convertido en un hijo primogénito. Más adelante vi palabras de Dios que acababan de divulgarse que mencionaban con frecuencia a los «hacedores de servicio», y se hacía cada vez más mención del juicio de los hacedores de servicio. Pensé para mis adentros: Por suerte, sigo a Dios Todopoderoso, de lo contrario me convertiría en un hacedor de servicio. Cuando leí acerca de las bendiciones y promesas de Dios para los hijos primogénitos, creí que una parte de eso sería mía. Cuando leí Sus palabras de consuelo y exhortación para Su primogénito, también sentí que estaban dirigidas a mí. En particular, me sentí aún más complacido cuando vi lo siguiente: «La gran catástrofe no vendrá sobre Mis hijos, sobre aquellos que amo. Cada momento, cada segundo, Yo cuidaré de Mis hijos. Vosotros no necesitáis sufrir esas dificultades o calamidades. Yo haré que Mis hijos sean perfectos, y cumpliré Mis palabras en ellos para que veáis con toda claridad Mi omnipotencia, para que podáis madurar en vuestras vidas y soportar pronto una carga por Mí y entregaros por completo para el cumplimiento de Mi plan de gestión. Debéis sentiros felices y alegres por ello. Os daré todo y os dejaré reinar. Yo pondré todo en vuestras manos; los hijos heredarán todo del padre, por no mencionar a aquellos de vosotros que os convirtáis en hijos primogénitos. En verdad seréis bendecidos para que no sufráis las dificultades de la gran catástrofe, sino que disfrutaréis de bendiciones eternas. ¡Qué glorioso! ¡Qué glorioso!» (‘Capítulo 68’ de Declaraciones de Cristo en el principio en «La Palabra manifestada en carne«). Pensé: ¿Acaso estoy soñando? ¿Tan increíble maná del cielo ha caído sobre mí? No podía atreverme a creerlo por completo, pero temía que mis hermanos y hermanas dijeran que mi fe era demasiado pequeña, así que no me atreví a no creerlo.

Un día, fui emocionado a participar en una reunión y vi que dos líderes habían venido a la iglesia. Cuando estaba hablando con ellos, dijeron que eran hacedores de servicio. Después de escuchar esto, me sorprendí y les pregunté: «Si ustedes son hacedores de servicio, ¿no somos todos hacedores de servicio?». Dijeron la verdad sin guardarse nada: «Casi todos nosotros en China somos hacedores de servicio». Al oírlos decir esto, me sentí muy descorazonado. ¡No podía ser! ¿Es esta la verdad? Pero, cuando vi sus expresiones abrumadas y adoloridas y que los rostros de los demás también eran muy sombríos, no podía dejar de creerlo. Sin embargo, luego cambié de opinión y pensé: Como líderes, habían abandonado a sus familias y sus carreras, habían sufrido mucho y pagado un alto precio por la obra de Dios. Me faltaba bastante en comparación con ellos; si ellos son hacedores de servicio, ¿qué más puedo decir? Un hacedor de servicio es un hacedor de servicio, así que, en ese momento, no me sentí tan mal.

Al regresar a casa, volví a tomar la palabra de Dios y miré lo que Dios tenía que decir acerca de los hacedores de servicio, y vi esto: «Aquellos que hacen el servicio para Mí, ¡escuchen! Podéis recibir algo de Mi gracia al hacer el servicio para Mí. Es decir, sabréis por un tiempo acerca de Mi obra posterior y las cosas que sucederán en el futuro, pero no disfrutaréis eso en absoluto. Esta es Mi gracia. Cuando vuestro servicio esté completo, iros de inmediato y no os demoréis. Aquellos que son Mis hijos primogénitos no deben ser arrogantes, pero vosotros podéis ser orgullosos porque he otorgado infinitas bendiciones sobre vosotros. Aquellos que son los blancos de las destrucciones no deben traer problemas sobre vosotros mismos o sentir lástima por vuestro destino; ¿quién te hizo un descendiente de Satanás? Después de que me hayas hecho tu servicio, puedes regresar una vez más al abismo sin fondo porque ya no me serás de utilidad y comenzaré a tratar con vosotros con Mi castigo. Una vez que empiezo Mi obra nunca me detengo; lo que hago, se logrará, y lo que logro, durará por toda la eternidad. Esto es aplicable a Mis hijos primogénitos, Mis hijos, Mi pueblo, y esto va para vosotros también: Mis castigos de vosotros son eternos» (‘Capítulo 86’ de Declaraciones de Cristo en el principio en «La Palabra manifestada en carne»). Tan pronto como leí estas palabras, me asaltó un dolor que nunca antes había sentido. Rápidamente, cerré el libro de las palabras de Dios y no me atreví a verlas de nuevo. En cuestión de segundos, sentimientos de aflicción, confusión y descontento brotaron en mi corazón a la vez, y pensé: Ayer estaba en una cuna de felicidad, pero hoy he sido expulsado de la casa de Dios. Ayer era hijo de Dios, pero hoy me he convertido en enemigo de Dios, en descendiente de Satanás. Ayer, me esperaban las bendiciones ilimitadas de Dios, pero hoy mi destino es el pozo del abismo, y seré castigado por toda la eternidad. Si Él no va a otorgar bendiciones, entonces no importa, pero ¿por qué aun así tiene que castigarme? ¿Qué demonios he hecho mal? ¿A qué viene todo esto? Yo no estaba dispuesto a enfrentarme a esta realidad; no era capaz de enfrentarme a este tipo de realidad. Cerré los ojos y ya no estaba dispuesto a pensar más en ello. Ansiaba enormemente que todo fuese sólo un sueño.

A partir de ese momento, en cuanto pensaba en mí como un hacedor de servicio, sentía un dolor indescriptible en mi corazón y no me atrevía a leer de nuevo las palabras de Dios. Pero Dios es muy sabio, y Sus palabras que castigan y revelan a la gente no sólo están impregnadas de misterio, sino que también son profecías de la futura catástrofe, así como el pronóstico del reino y cosas similares. Todas estas eran cosas que yo deseaba conocer, así que a pesar de ello no podía dar la espalda a Sus palabras. Al leer las palabras de Dios, Sus palabras, afiladas como cuchillas, me atravesaban reiteradamente el corazón, y no pude evitar aceptar Su juicio y castigo. Sentí que la majestuosa ira del juicio de Dios estaba siempre sobre mí. Aparte del dolor, yo conocía la verdad real de haber sido corrompido por Satanás. Resultó que yo era el hijo del gran dragón rojo, descendiente de Satanás y objetivo de destrucción. Sintiéndome desesperado, ya no me atrevía más a esperar con ansias ninguna bendición, y estaba dispuesto a aceptar la predestinación de Dios de que yo era un hacedor de servicio. Cuando sentí que podía poner mi corazón en ser un hacedor de servicio, una vez más Dios dispuso un ambiente que sacó a relucir el carácter corrupto que había estado oculto en mí. Un día, al leer las palabras de Dios, vi: «Después de que Yo haya regresado a Sion, aquellos en la tierra continuarán alabándome como en el pasado. Los leales hacedores de servicio permanecen esperando para rendirme servicio, pero su función habrá llegado a su fin. Lo mejor que ellos pueden hacer es extrañar el hecho de que Yo esté en la tierra. En ese momento comenzaré a traer la catástrofe sobre aquellos que sufrirán aflicciones, pero así como[a] todos creen que Yo soy el Dios justo, y no castigaré de ningún modo a los leales hacedores de servicio. Sobre ellos sólo derramaré Mi gracia» (‘Capítulo 120’ de Declaraciones de Cristo en el principio en «La Palabra manifestada en carne»). Al ver esto, secretamente pensé: Ya no pensaré más en el derecho natural del primogénito y ya no desearé más grandes bendiciones. Ahora sólo buscaré ser un devoto hacedor de servicio. Este es ahora mi único objetivo. En el futuro, sin importar lo que la casa de Dios organice para que yo lo haga, lo haré con la mayor devoción posible. De ninguna manera puedo perder la oportunidad de volver a ser un devoto hacedor de servicio. Si ni siquiera soy capaz de ser un devoto hacedor de servicio, sino que soy simplemente un hacedor de servicio, después de completar mi servicio debo regresar al pozo del abismo o al lago de fuego y azufre. En ese caso, ¿de qué sirve todo esto? No me atreví a expresar este pensamiento ante nadie, pero no podía escapar de los vigilantes ojos de Dios. Leí las palabras de Dios que decían: «Nadie puede desentrañar la naturaleza del hombre, sino Yo, y todos ellos creen que son leales a Mí, sin saber que su lealtad es impura. Estas arruinarán a las personas porque estas son una maquinación del gran dragón rojo. Hace mucho tiempo que Yo las he revelado; Yo soy el Dios todopoderoso, ¿cómo no podría entender algo tan sencillo? Puedo ver a través de tu misma carne, de tu misma sangre para ver lo que vive en tus intenciones. La naturaleza del hombre no es difícil para Mí de comprender en absoluto, sin embargo, la humanidad todavía se considera inteligente y cree que sus propias intenciones son desconocidas por todos, excepto por sí mismos, ¿acaso no saben que el Dios todopoderoso existe en los cielos y la tierra y en todas las cosas?» (‘Capítulo 118’ de Declaraciones de Cristo en el principio en «La Palabra manifestada en carne»). «Ahora, la mayoría de la gente aún alberga alguna esperanza, pero cuando su esperanza se convierta en decepción, se darán por vencidos y querrán retirarse. He dicho que no obligaré a nadie a quedarse, pero ten cuidado con las consecuencias que esto tendrá para ti. No te estoy amenazando; esto es un hecho» (‘Capítulo 118’ de Declaraciones de Cristo en el principio en «La Palabra manifestada en carne»). Después de leer esto, mi corazón palpitó con fuerza. Sentí que Dios ve verdaderamente cada faceta del ser del hombre. Pensamos en algo y Dios lo sabe; guardamos secretamente alguna pequeña esperanza en nuestro corazón y Dios se siente indignado. Sólo en ese momento tuve un poco de corazón de reverencia hacia Dios. Decidí que nunca más haría transacciones con Dios, sino que actuaría honestamente como un hacedor de servicio y obedecería Sus designios.

No fue sino hasta más tarde cuando descubrí que mi experiencia durante esos tres meses fue la prueba de los hacedores de servicio. Fue la primera obra de prueba que Dios completó en la gente por medio de Sus palabras. Tras someterme a la prueba de los hacedores de servicio, entendí que Dios no es sólo un Dios misericordioso y amoroso, sino que es un Dios justo y majestuoso que no tolera las ofensas de la humanidad. Sus palabras contienen autoridad y poder, que no pueden más que producir un corazón temeroso en el hombre. Yo también sabía que la humanidad es la creación de Dios, que debemos creer en Dios y adorarlo. Esto es lo correcto y apropiado. No hay necesidad de razones, ni de condiciones, y no debe haber ambición ni deseos extravagantes. Si la gente cree en Dios para obtener algo de Él, entonces con este tipo de creencia se está explotando y engañando a Dios. Es una expresión de falta de conciencia y de razón. Incluso si la gente cree en Dios, pero no obtiene nada y más adelante obtiene Su castigo, debe creer en Él. La humanidad debe creer en Dios y obedecerlo porque Él es Dios. También reconocí que yo mismo soy un hijo del gran dragón rojo, descendiente de Satanás, y uno de los que perecerán. Dios es el Señor de toda la creación y, sin importar cómo me trate, es lo merecido. Todo ello es justo, y debo obedecer Sus designios y arreglos incondicionalmente. No debo tratar de razonar con Él y, aún más, no debo resistirme a Él. Haciendo memoria sobre mi propia estupidez revelada en esta prueba, pude ver que en verdad yo era vergonzoso, y que Sólo quería ganar un alto estatus, grandes bendiciones o incluso sentarme al lado de Dios y gobernar con Él. Cuando vi que no obtendría las bendiciones que esperaba, sino que en vez de ello sufriría una catástrofe, pensé en traicionar a Dios. Estas manifestaciones totalmente transparentes me hicieron ver con claridad que mi objetivo al creer en Dios era ser bendecido. Yo estaba claramente tratando de hacer transacciones con Dios. Yo era, en verdad, un descarado, y había perdido por completo la razón que una persona debería tener. Si no hubiese sido por esa sabiduría de la obra de Dios -que utilizó la prueba de los hacedores de servicio para conquistarme y quebrar mi ambición de obtener bendiciones-, yo seguiría corriendo cuesta abajo por el sendero falso de buscar bendiciones. No habría podido entender mi propia esencia corrupta y, en particular, no habría aceptado obedientemente el juicio y el castigo de las palabras de Dios. En ese caso, nunca hubiese podido ser salvado ni perfeccionado.

Después de someterme a la prueba de los hacedores de servicio, pensé que ya no me atrevería a creer en Dios y cumplir con mi deber a fin de obtener bendiciones, y pensé que ya no me atrevería a hacer las cosas con la intención de realizar transacciones con Dios. Sentía que explotar y engañar a Dios de esta manera era demasiado despreciable. Pero, al mismo tiempo, tenía una comprensión de que el usar esta prueba para salvar a la humanidad es la buena intención de Dios, y sabía que no hay parte de Él que odie al hombre. Su amor por la humanidad no ha cambiado desde que creó el mundo, así que, en mi corazón, estaba dispuesto a seguir un camino para satisfacer y retribuir el amor de Dios en mi futura fe en Él y en el cumplimiento de mi deber. Sin embargo, debido a que la intención de obtener bendiciones y realizar transacciones con Dios está demasiado arraigada en el corazón de la gente, no es posible resolverla del todo experimentando una sola prueba. Después de cierto tiempo, estas cosas aparecerán de nuevo. Así que, para conquistarnos y salvarnos de una forma mucho más profunda y completa, Él realiza varias pruebas sucesivas en nosotros: la prueba de los tiempos de castigo, la prueba de la muerte y la prueba de los siete años. De estas pruebas, la que yo más sufrí y de la que gané más fue la prueba de los siete años de 1999.

En 1999, fui elegido como líder de la iglesia. Resultó que ese fue el año en que el evangelio del reino se expandió significativamente, y la casa de Dios requirió que tratáramos de salvar a todos los que tenían la posibilidad de ser salvados. Cuando vi este arreglo proveniente de la casa de Dios, pensé que la obra de Dios se llevaría a cabo en el año 2000. Para conseguir más almas y obtener un destino favorable para mí cuando llegara la hora, me dediqué a la obra del evangelio desde la madrugada hasta bien entrada la noche. En cuanto a la vida en la iglesia, simplemente me dejaba ver y actuaba por inercia. Aunque me di cuenta de que mis intenciones estaban erradas, simplemente no podía controlar mi deseo de obtener bendiciones. En ese momento yo estaba bastante ocupado y tenía la sensación de que hacer algo que no fuera la obra del evangelio sólo me demoraría, incluso comer y beber la palabra de Dios. Fue así como me entregué al fervor de la obra y, antes de darme cuenta, el año había terminado. La casa de Dios había seleccionado a una persona local para ayudar con la obra, así que regresé a la zona de mi pueblo natal.

Me imaginé que cuando la obra de Dios estuviese terminada, con certeza ocurriría la gran catástrofe, así que, después de regresar a casa, sólo esperé ahí todos los días el desastre, esperando el fin de la obra de Dios. Cuando vi que se acercaba el Festival de Primavera hubo una comunicación por parte del líder de la iglesia que decía que es necesario someterse a siete años de pruebas. Después de escuchar este mensaje, me sentí estremecido y mi corazón se llenó de confusión. No pude evitar comenzar a razonar con Dios: Me esperan otros siete años y, ¿cómo se puede vivir así? Oh Dios, te suplico que me destruyas. ¡En verdad no puedo soportar más este sufrimiento! Al día siguiente, seguía sin poder escapar de mi depresión, y pensé: De todos modos, han pasado siete años. Mañana es otro día; saldré y me quitaré esto de la cabeza. En cuanto me subí al autobús, sentí que el Espíritu Santo estaba dentro de mí reprochándome: En aquella época estabas buscando voluntariamente, habías pagado tu precio, y dijiste que amarías a Dios hasta el final, que nunca lo abandonarías, que soportarías cualquier dificultad y compartirías cualquier gozo. ¡Eras un hipócrita que se engañaba a sí mismo! Al enfrentarme al reproche del Espíritu Santo, no pude evitar bajar la cabeza. Era verdad. Antes, cuando había disfrutado de la gracia de Dios, le hice promesas a Él, pero ahora, cuando hay dificultades y debo sufrir, quiero retractarme de lo que prometí. Así que ¿no son mis promesas sólo mentiras? Dios me dio tanto amor, y ahora cuando me encuentro en un entorno que no es totalmente como yo deseo, siento un resentimiento tan grande que quiero dar la espalda a Dios. ¡Verdaderamente soy una bestia ingrata, no mejor que un animal! Cuando pensé en esto, ya no estaba de ánimos para salir, y regresé a casa con el corazón abatido. A pesar de que me habían forzado a ser «obediente», cuando pensaba en el hecho de que aún quedaban siete años más en la obra de Dios, me desapegué en mi corazón e, hiciera lo que hiciera, no estaba apurado ni preocupado. Me esforcé a diario por cumplir con mi deber como si sólo fuera otro día cualquiera. Este tipo de condición negativa y de confrontación hizo que, poco a poco, dejara de tener la obra del Espíritu Santo, y aunque deseaba transformar mi propia condición, no pude hacerlo.

Un día, cuando comía y bebía la palabra de Dios, vi Sus palabras que decían: «Cuando algunas personas empezaron por primera vez, estaban llenas de energía, como si nunca fueran a agotarse al comenzar a cumplir con su deber. Sin embargo, ¿cómo es que parecen perder esa energía conforme avanzan? Se diría que la persona de entonces y la de ahora son diferentes. ¿Por qué cambiaron? ¿Cuál fue el motivo? Se debe a que su fe en Dios siguió el camino equivocado antes de tomar la senda correcta. Escogieron la senda incorrecta. Había algo escondido en su búsqueda inicial que emergió en un momento clave. ¿Qué estaba oculto? Es una expectativa que reside en sus corazones mientras creen en Dios, la expectativa de que el día de Dios llegará pronto y su desdicha llegará a su fin; la expectativa de que Dios se transfigurará y de que todo su sufrimiento se acabará» (‘Los que han perdido la obra del Espíritu Santo corren mayor riesgo’ en «Registros de las pláticas de Cristo»). Las palabras de Dios me llevaron a buscar la raíz del problema. Resultó que yo tenía una esperanza oculta en mis empeños, esperando que el día de Dios viniese pronto y que ya yo no sufriera más, que yo tuviera un buen destino. Todo este tiempo, mis empeños estuvieron dominados por esta esperanza, y cuando mi esperanza desapareció, sufrí y me desmoroné hasta el punto de traicionar a Dios, incluso pensando en escapar por medio de la muerte. Sólo entonces vi que había seguido a Dios durante muchos años, pero que mi esencia no seguía el camino de la verdad; siempre había tenido la vista puesta en el día de Dios, y había estado haciendo transacciones con Él para ganarme Sus bendiciones. Aunque en aquel entonces no pude evitar quedarme dentro de la casa de Dios y no dejarlo, si no resolvía la impureza existente dentro de mí, tarde o temprano me resistiría y traicionaría a Dios. Después de ver mi peligroso estado, le pregunté a Dios en mi corazón: ¿Qué puedo hacer para deshacerme de la impureza de esperar el día de Dios? Entonces, una vez más leí las palabras de Dios, que decían: «¿Sabes que en este país, mientras pasáis por estos sufrimientos y disfrutáis de la obra de Dios, en realidad los extranjeros os envidian a todos? Los deseos de los extranjeros son: Nosotros también queremos experimentar la obra de Dios, sufriremos cualquier cosa por ello. ¡Nosotros también queremos obtener la verdad! Queremos ganar alguna perspectiva, alguna estatura, pero por desgracia no tenemos esa suerte. […] Se puede decir que completar este grupo de personas en el país del gran dragón rojo, hacerle soportar este sufrimiento, es la mayor exaltación. Una vez se dijo: ‘He trasladado al Oriente la gloria de Israel’. ¿Entendéis todos ahora el significado de esta declaración? ¿Cómo deberías caminar por la senda que tienes por delante? ¿Cómo deberías buscar la verdad? Si no buscas la verdad, ¿cómo puedes obtener, pues, la obra del Espíritu Santo? Una vez que pierdas la obra del Espíritu Santo, correrás el mayor de los peligros. El sufrimiento presente es insignificante. ¿Sabes qué hará por vosotros?» (‘Los que han perdido la obra del Espíritu Santo corren mayor riesgo’ en «Registros de las pláticas de Cristo»). A partir de estas palabras de Dios, pude ver que existe un gran significado en el sufrimiento que las personas son capaces de soportar hoy día, pero no pude dar en el clavo de cuál era en realidad el significado de ese sufrimiento. Sólo sabía que únicamente pudiendo ver dentro del significado del sufrimiento podría ser capaz de transformar verdaderamente mi condición de esperar el día de Dios. Este fue un camino hacia la resolución. Aunque yo no comprendía el significado del sufrimiento en aquel momento, lo único que podía hacer era realmente buscar la verdad, buscar la verdad cada vez más, porque sólo si obtenía la verdad podría realmente entender el significado del sufrimiento y sólo entonces podría deshacerme de esta impureza dentro de mí.

Como si el tiempo hubiese sido acelerado, parpadeé y ya era el año 2009. Hacía mucho tiempo que aquellos siete años habían transcurrido, sin que me diera cuenta de ello. Había llegado así de lejos y por fin sentía que esos siete años no habían sido tan largos como me los había imaginado. Aquellos pocos años, en el juicio revelado en las palabras de Dios, en las revelaciones de las pruebas y refinamientos de Dios, yo había visto mi verdadero rostro. Había visto que yo era, de la cabeza a los pies, un hijo del gran dragón rojo, porque estaba lleno de sus venenos, como el veneno de «No te levantes temprano si no vale la pena; el beneficio va por delante en todo». Esta es una clásica representación de las maneras del gran dragón rojo. Bajo el control de este veneno, mi creencia en Dios era sólo para ser bendecido. Lo que gastaba para Dios tenía un límite de tiempo, y yo deseaba sufrir poco y obtener grandes bendiciones. Con el fin de deshacerme de esta fuerte intención de ser bendecido y de esta actitud transaccional dentro de mí, Dios completó múltiples pruebas y refinamientos en mí. Sólo entonces la impureza en mi creencia en Dios fue purificada. Y vi en las revelaciones de Dios que yo estaba lleno del carácter corrupto de Satanás. Yo era arrogante, embustero, egoísta y despreciable, imprudente y de corazón tibio. Me hicieron ver cada vez con mayor claridad mi verdadera naturaleza, y ver que yo había sido demasiado corrompido por Satanás, que yo era el hijo del infierno. Que yo pudiera creer en Dios y seguir a Dios en esos momentos fue en verdad gracias a Su inspiración y Su gracia, y que yo pudiese aceptar Su juicio y castigo fue una bendición aún mayor. Mi gratitud hacia Dios creció, mis exigencias se redujeron, mi obediencia a Él creció y mi amor por mí mismo disminuyó. Sólo pedí ser capaz de deshacerme de mi carácter satánico corrupto, ser una persona que verdaderamente obedece y adora a Dios. Este pequeño fruto se logró después de quién sabe cuánta obra de Dios, incluyendo muchísimo esfuerzo meticuloso por Su parte. Hasta el día de hoy, experimentando la obra de Dios finalmente he comprendido que la salvación de Dios de la humanidad en verdad no es fácil. Su obra es demasiado práctica: Su obra de transformación y salvación de la humanidad no es tan sencilla como la gente se imaginaría. Por lo tanto, ya no soy como un niño ingenuo, sólo abrigando la esperanza de que el día de Dios llegue con rapidez, sino que siempre creo que mi propia corrupción es demasiado profunda, que tengo demasiada necesidad de la salvación de Dios y demasiada necesidad de experimentar Su juicio y castigo, Sus pruebas y refinamientos. Ahora debo poseer un poco de la conciencia y la razón que deben estar presentes en una humanidad normal, y experimentar apropiadamente la obra de Dios de salvación de la humanidad. Al final, cuando pueda pasar el resto de mi vida siendo modelo de una persona verdadera y recibir la alegría de Dios, mi corazón se sentirá pleno. Ahora, cuando miro hacia atrás y pienso en lo que revelé de mí mismo cuando esos siete años de pruebas vinieron sobre mí, siento que estoy sumamente endeudado con Dios, que he herido Su corazón en demasía. Si la obra de Dios hubiese concluido en el año 2000, yo, que era completamente inmundo, ciertamente habría sido objeto de destrucción. Los siete años de pruebas realmente fueron la tolerancia y compasión de Dios hacia mí y, además, fueron la salvación más verdadera y más real para mí.

Una vez que salí de esos siete años y reflexioné sobre esas palabras de Dios que no había entendido antes: «¿Sabes que en este país, mientras pasáis por estos sufrimientos y disfrutáis de la obra de Dios, en realidad los extranjeros os envidian a todos? Los deseos de los extranjeros son: Nosotros también queremos experimentar la obra de Dios, sufriremos cualquier cosa por ello. ¡Nosotros también queremos obtener la verdad! Queremos ganar alguna perspectiva, alguna estatura, pero por desgracia no tenemos esa suerte. […] Se puede decir que completar este grupo de personas en el país del gran dragón rojo, hacerle soportar este sufrimiento, es la mayor exaltación. Una vez se dijo: ‘He trasladado al Oriente la gloria de Israel’. ¿Entendéis todos ahora el significado de esta declaración?«, pude entender un poco el significado de estas palabras; finalmente pude sentir que el sufrimiento es verdaderamente significativo. Aunque sufrí mientras experimentaba estas pruebas, sólo después de sufrir vi que lo que había ganado era demasiado preciado, demasiado valioso. A través de la experiencia de estas pruebas, vi el carácter justo del Todopoderoso y la omnipotencia y sabiduría de Dios. Comprendí la benevolencia de Dios y probé el profundo y paternal amor de Dios por Sus hijos. También experimenté la autoridad y el poder en Sus palabras, y vi la verdad de mi propia corrupción causada por Satanás. Vi las dificultades de Dios en Su obra de salvación, que Él es santo y honorable, y que los humanos somos feos y despreciables. También experimenté cómo Dios conquista y salva a la humanidad para traerla al camino correcto de la creencia en Él. Cuando pienso en ello ahora, si Dios no hubiese realizado este arduo trabajo sobre mí de prueba tras prueba, probablemente no hubiese podido obtener estos entendimientos. Las dificultades y los refinamientos son sumamente beneficiosos para el crecimiento de las personas en su vida. A través de ellos, la gente puede obtener lo más práctico y preciado en su proceso de creencia en Dios: la verdad. Después de ver el valor y el significado del sufrimiento, ya no sueño con entrar en el reino manejando un sedán, sino que estoy dispuesto a plantar firmemente mis pies en el suelo y experimentar la obra de Dios y buscar realmente la verdad para cambiarme a mí mismo.

A través de experimentar la obra de Dios durante varios años, sólo ahora es que poseo un poco de entendimiento práctico de estas palabras de Dios: «La fe verdadera en Dios significa que la gente experimenta Sus palabras y Su obra en base a la creencia de que Él tiene soberanía sobre todas las cosas. Por tanto, se logrará desechar el carácter corrupto, se satisfará el deseo de Dios, y se llegará a conocerlo. Sólo emprendiendo ese paso se puede decir que se cree en Dios» (‘Prefacio’ en «La Palabra manifestada en carne»). Antes de haber experimentado estas pruebas de Dios, yo me encontraba lleno de una fuerte intención de ser bendecido y de una actitud transaccional. Aunque en principio yo sabía lo que era creer en Dios y cuál era la meta de la creencia en Dios, yo sólo tenía mis ojos puestos en ser bendecido. No le prestaba atención a la verdad, no me preocupaba por deshacerme de mi carácter corrupto para satisfacer la voluntad de Dios, ni por reconocer a Dios como el objetivo de mi búsqueda. Sólo entonces comprendí que cuando Dios se hizo carne Su obra principal fue la de corregir la intención de la humanidad de ser bendecida y su actitud transaccional. Fue debido a que estas cosas son en verdad los obstáculos que se interponen entre el hombre y su entrada en el camino correcto de la creencia en Dios. Si la humanidad alberga estas cosas, esta no buscará la verdad. No tendrá un objetivo correcto en su búsqueda; caminará por un sendero equivocado, un sendero que no es reconocido por Dios. Ahora bien, la obra de Dios de conquista y salvación ha destruido la ciudadela de Satanás dentro de mí. Por fin ya no me siento preocupado, ya no me siento agobiado por pensamientos de obtener bendiciones o de sufrir una catástrofe. Ya no voy vehementemente tras deseos extravagantes, y ya no discuto condiciones ni hago peticiones para escapar de la catástrofe. Sin esta impureza, me siento más liviano, más libre. Puedo buscar la verdad tranquila y apropiadamente. Este es el fruto nacido de las pruebas y refinamientos de Dios Todopoderoso. Es esta obra de pruebas y refinamientos de Dios Todopoderoso la que me ha llevado al verdadero camino de la creencia en Dios. A partir de ahora, no importa cuánta más obra de pruebas haga Dios, no importa cuán grandes sean los dolorosos refinamientos que yo sufra, obedeceré y aceptaré, y los experimentaré verdaderamente. Buscaré la verdad que hay en ellos y lograré un carácter libre de corrupción para satisfacer la voluntad de Dios, a fin de retribuir los muchos años de esfuerzo minucioso de Dios.

Nota al pie:

a. El texto original no contiene la frase «así como».

El crecimiento espiritual se basa en una vida espiritual normal. Al mismo tiempo, es indispensable practicar y experimentar las palabras de Dios en la vida real. Cuanto más practiquemos las palabras de Dios, más normal será nuestra relación con Dios, más podremos ganar el esclarecimiento del Espíritu Santo, y el crecimiento espiritual será más pronto. Para obtener más información, haga clic en el siguiente enlace para discutir juntos.

Ruptura

palabras de Dios Todopoderoso: “No debes tener miedo de esto o aquello. No importa cuántas dificultades y peligros enfrentes, permanecerás firme delante de Mí; que nada te estorbe, para que Mi voluntad se pueda llevar a cabo. […] No tengas miedo; con Mi apoyo, ¿quién podría bloquear el camino? ¡Recuerda esto! ¡Recuerda!”

Por Fangfang, China

En mi familia todos creemos en el Señor Jesús y, mientras que yo era una creyente normal en nuestra iglesia, mi padre era colaborador en ella. En febrero de 2004 acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días y poco después le prediqué el evangelio del reino a mi hermana pequeña. En principio pensaba dar testimonio de la obra de Dios de los últimos días a mi padre con algunas palabras y verdades de Dios que había aprendido. Sin embargo, para mi sorpresa, cuando mi padre se enteró de que había aceptado la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días, se puso furioso y trató de estorbar e impedir mi fe.

Una noche, mi padre vino a mi casa enojado y me dijo airadamente: “¡Jamás hubiera creído que ignorarías mis consejos y los del líder de nuestra iglesia y empezarías a creer en el Relámpago Oriental! ¡Más te vale que te des prisa en ir a casa del líder para arrepentirte y pedirle al Señor que te perdone tus pecados!”. Le respondí: “Papá, he leído muchas de las palabras de Dios Todopoderoso y realmente creo que son la voz de Dios. Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado y estoy segura de mi fe. La Era de la Gracia ya ha terminado y ahora estamos en la Era del Reino. Dios ha venido a realizar una nueva obra y a llevarnos al banquete del Cordero. ¿No afirma la Biblia que ‘Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va’ (Apocalipsis 14:4)? Creyendo en Dios Todopoderoso sigo las huellas del Cordero…”. No obstante, dijera lo que dijera, a mi padre no le interesaba oír nada de eso y continuó empeñado en llevarme a ver al líder de nuestra iglesia. También mi esposo se sumó a sus presiones sobre mí. La expresión de la cara de mi padre me indicaba que estaba completamente decidido a llevarme de vuelta a mi antigua iglesia. Me di cuenta de que los ánimos se estaban caldeando y me estaban presionando al máximo, y no pude evitar ponerme un poco nerviosa. Por ello, oré a Dios en silencio para pedirle protección y guía. Como era de esperar, y sin dejarme decir nada más, mi padre consiguió que mi marido nos llevara a todos en su auto al lugar de reuniones de mi antigua iglesia. Cuando entré en la sala y vi que allí nos esperaban 60 o 70 personas, incluida mi hermana pequeña, a quien había llevado su suegra, comprendí que la reunión estaba totalmente prevista e iban a unirse contra nosotras dos. Toda la sala nos miraba raro a mi hermana y a mí y algunas personas nos señalaban y murmuraban entre sí. Nuestro líder se nos echó encima e inmediatamente nos apremió a que dejáramos de creer en Dios Todopoderoso. Entonces se puso a condenar y blasfemar contra la obra de Dios de los últimos días sin ningún pudor. Llegó a decir un montón de mentiras, como que “Los que se unen al Relámpago Oriental no se pueden salir nunca y, si lo hacen, les amputan la nariz y les arrancan los ojos…”. Al proferir estas patrañas y azuzar a la congregación, el líder hizo que mi padre y la suegra de mi hermana se enojaran y alteraran todavía más; nos ordenaron cerrar los ojos y le pidieron al líder que rezara una oración por nosotras. Aunque me disgustaba lo que estaban haciendo y no dijimos nada mientras el líder oraba por nosotras, sus mentiras ya me habían impresionado profundamente.

Al llegar a casa aún oía cómo aquellas terribles mentiras resonaban en mis oídos y me inquietaban la mente. Ni siquiera podía concentrarme en las palabras de Dios. Pensé en que ya llevaba un tiempo en contacto con la hermana Zhang, de la Iglesia de Dios Todopoderoso, siempre decorosa y formal de palabra y comportamiento. La hermana Zhang también demostraba mucho amor en su manera de hablarnos y para nada era como el líder de la iglesia había descrito. No obstante, lo más importante era que las palabras de Dios Todopoderoso eran la verdad y estaban llenas de autoridad y poder. Ningún ser humano podía expresar dichas palabras y pensaba que tenían que ser las declaraciones de Dios. Entonces, ¿por qué había tantos rumores alarmantes en torno a la Iglesia de Dios Todopoderoso? Así, estuve toda la noche dando vueltas en la cama, incapaz de dormir mientras mis pensamientos pasaban una y otra vez de lo positivo a lo negativo y viceversa. Al día siguiente tenía sueño, estaba apática, turbada de una manera difícil de expresar, y no tenía ganas de hacer nada. Vino mi hermana pequeña y pronto se hizo evidente que no había podido aguantar la confabulación del líder con su suegra. Ya no se atrevía a creer en Dios Todopoderoso y ahora me instaba a dejar de creer yo también. Angustiada, le dije: “Hermanita, sé que estás preocupada y, al igual que tú, yo también estoy muy confundida y alterada. Pero he meditado mucho sobre este problema y también le he pedido al Señor en oración que me guíe; por tanto, digan lo que digan el líder y los demás, hay una cosa de la que podemos estar seguras: las palabras de Dios Todopoderoso nunca podrían haber sido pronunciadas por un ser humano. Tengo la certeza de que estas palabras son la voz de Dios. He leído muchas veces El Rollo Abierto por el Cordero y este libro desvela los misterios del plan de gestión de 6000 años de Dios. Su lectura me enseñó que hay tres etapas en la obra de Dios para salvar a la humanidad y que la obra del juicio mediante palabras de los últimos días es la obra que salvará al hombre de una vez por todas. Solo la obra del juicio puede hacer que nos sacudamos los grilletes de nuestra naturaleza pecaminosa y alcancemos la purificación para poder ascender al reino de los cielos. El contenido del libro concuerda plenamente con las profecías bíblicas del Señor y encierra unas verdades que no se encuentran en la Biblia. Dios es el único que podía conocer estos misterios y verdades. ¡Por eso estoy tan segura de que las palabras de Dios Todopoderoso son la voz de Dios y Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado que hemos ansiado tanto tiempo! Hermanita, nuestra fe no está equivocada. Hagas lo que hagas, ¡no abandones tan fácilmente el camino verdadero!”. Cuando se marchó mi hermana pequeña, estaba muy triste y pensé: “Dios Todopoderoso es, obviamente, el Señor Jesús retornado. Eso es muy cierto y correcto. Entonces, ¿por qué el líder de la iglesia y nuestra familia no nos dejan creer en Él?”. Justo cuando estaba pensándolo, sonó el celular de mi esposo. Era mi padre y quería que fuera a su casa inmediatamente. No tenía la menor duda de que mi padre iba a acosarme de nuevo, así que le dije que no quería ir, pero mi marido me agarró y me llevó a rastras al auto. Cuando llegué a casa de mi padre, comprobé que mi hermana pequeña y su suegra ya estaban allí. Al verme, el rostro de mi padre se endureció, y dijo: “Anoche, el líder de la iglesia oró por la expiación de sus pecados ante el Señor Jesús. Sin embargo, todavía ninguna de ustedes ha confesado sus pecados y se ha arrepentido. Les he mandado venir hoy a ambas con el objetivo de que hagan una oración de arrepentimiento total ante el Señor para que nunca más vuelvan a creer en Dios Todopoderoso…”. Al oír todo esto terminé de hartarme y pensé para mis adentros: “Con la aceptación de la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días sigo las huellas del Cordero y recibo el regreso del Señor. ¿Dónde está el pecado? No voy a mentir y decir disparates a sabiendas”. En vista de que no iba a hacer una oración de arrepentimiento, mis padres y la suegra de mi hermana se unieron contra mí. Se pusieron a calumniar y blasfemar contra Dios Todopoderoso y a repetir aquellas terribles mentiras para obligarme a confesar y arrepentirme. Con todas esas mentiras alrededor de mi cabeza y mi familia continuamente unida contra mí, sentí que me faltaba el aire y empecé a encontrarme mareada y débil. Pensé para mis adentros: “Si siguen presionándome todos los días, no podré contactar con los hermanos y hermanas ni leer debidamente la palabra de Dios. No creo que pueda ir por esta senda concreta de fe en Dios…”. En ese momento, mis padres y la suegra de mi hermana me agarraron y nos obligaron a mi hermana y a mí a cerrar los ojos y arrepentirnos. Al ver con qué agresividad se comportaban, me alteré mucho y no pude evitar que se me saltaran las lágrimas. Llorando, oré al Señor: “Oh, Señor Jesús, sé que has regresado como Dios Todopoderoso, pero ahora mismo no tengo el valor de creer en Ti. Te ruego que me perdones y perdones mis pecados”. En este punto de mi oración estaba sollozando tanto que no podía continuar, por lo que dejé de orar. Después, de repente me sentí muy débil de espíritu, todo mi valor se esfumó y no notaba la más mínima presencia de Dios. Estaba muy desasosegada y le dije a mi hermana pequeña: “Antes de esa oración de arrepentimiento aún me sentía con algo de fuerza, pero después estaba completamente exhausta, como si el Espíritu Santo me hubiera abandonado. En realidad, creer en Dios Todopoderoso supone seguir al Señor y, con esa oración de arrepentimiento, hemos traicionado al Señor”.

La lucha dentro de mi corazón continuaba cuando llegué a casa. Había leído muchísimas palabras de Dios Todopoderoso y reconocido que eran las declaraciones de Dios. Sabía que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado y que no aceptarlo sería traicionar a Dios, lo que me llevaría no solo a no alcanzar la salvación, sino también a ser condenada por Dios. Sin embargo, si me empeñaba en creer en Dios Todopoderoso, seguro que el líder de la iglesia y mi padre seguirían acosándome y nunca más volvería a tener un día de paz. Realmente me parecía que me faltaba el valor para perseverar en la fe. Tenía la mente agitada, afrontaba dificultades a cada paso y no tenía ni idea de qué hacer. Me zumbaba la cabeza y me sentía al borde de un ataque de nervios. Quería que viniera la hermana Zhang para devolverle el libro de las palabras de Dios y, con ello, librarme de esa vida de dolor.

Días después, la hermana Zhang vino a la tienda para brindarme su apoyo. Estaba muy nerviosa, pues me preocupaba que mi marido la viera y se lo dijera a mi padre. Por ello, conteniendo la respiración le conté todo lo que había pasado en los días previos. Luego saqué a toda prisa el libro de las palabras de Dios, que había escondido bajo unas cajas de mercancía, y se lo di. Le dije: “Hermana, mis padres y mi esposo me acosan, y el líder y los hermanos y hermanas de mi antigua iglesia me ponen tantos obstáculos que estoy totalmente agotada de la ansiedad. No puedo más, así que te pido que te lleves este libro”. La hermana Zhang me miró y, con gran sinceridad, afirmó: “Hermana, hemos aceptado la nueva obra de Dios de los últimos días y, por tanto, esta ruptura y esta presión de los líderes religiosos y la familia es, de hecho, ¡una batalla que se libra en el ámbito espiritual! El Señor Jesús manifestó: ‘No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada’ (Mateo 10:34). ‘Y los enemigos del hombre serán los de su misma casa’ (Mateo 10:36). De las palabras del Señor se desprende que la venida de Dios a la tierra para realizar la obra de salvación se traducirá inevitablemente en una batalla en el ámbito espiritual, pues los que realmente creen en Dios y aman la verdad lo seguirán cuando oigan Sus declaraciones. Esto, ineludiblemente, suscitará la hostilidad de todos aquellos que están hartos de la verdad, la odian y se oponen a Dios. En consecuencia, los dos bandos —el positivo, que pertenece a Dios, y el negativo, que pertenece a Satanás— quedarán al descubierto y cada cual será apartado en función de su tipo. ¡Esta es la omnipotencia y sabiduría de Dios! Cuando el Señor Jesús inició Su obra, muchos judíos de a pie que oyeron Sus declaraciones y presenciaron Su gran poder llegaron a creer que Él era el Mesías anunciado, por lo que lo siguieron. Sin embargo, todos los sumos sacerdotes, escribas y fariseos judíos, que veían cómo el pueblo llano los abandonaba para seguir al Señor Jesús, comenzaron a inventar y difundir muchos rumores para engañar a la plebe. Afirmaban que el Señor Jesús expulsó a los demonios con el apoyo de Belcebú, rey de los demonios, y que era glotón y le encantaba beber vino. Y cuando el Señor Jesús resucitó, sobornaron a los soldados romanos con plata para que inventaran y difundieran el rumor de que el cuerpo del Señor Jesús había sido robado por Sus discípulos. Estas fueron algunas de las formas con que trataron de evitar que el pueblo aceptara la salvación del Señor Jesús. ¿Y qué pasó al final con todos los judíos que creyeron lo que decían sus líderes religiosos y no se atrevieron a seguir al Señor Jesús? No solo perdieron la salvación del Señor, sino que, además, Dios los castigó y maldijo: Israel estuvo sometido casi 2000 años y los judíos se exiliaron por todo el mundo, donde muchos de ellos fueron perseguidos y asesinados. Esta fue la terrible consecuencia que pagaron por crucificar al Señor y ofender gravemente el carácter de Dios. Hoy en día, Dios se ha hecho carne una vez más para llevar a cabo Su obra y la historia se repite. Los líderes religiosos de hoy son como los fariseos de antaño: tienen claro que Dios viene a realizar Su obra, que expresa verdades y salva a la gente; no obstante, como no aman la verdad, niegan y condenan la obra de Dios de los últimos días. Con tal de preservar sus puestos y su sustento, inventan rumores para oponerse y condenar a Dios, y con ellos engañan y controlan a la gente. Incluso utilizan e incitan a personas incautas para que presionen a creyentes que han aceptado el camino verdadero, y tratan frenéticamente de estorbar e impedir que la gente se vuelva hacia Dios Todopoderoso, con lo que echan a perder la última oportunidad de salvación de las personas. Hermana, debemos ser capaces de ver nítidamente que esta es una batalla espiritual y descubrir las astutas tramas de Satanás”. Tras escuchar las enseñanzas de la hermana Zhang, de pronto todo me quedó claro: desde la Antigüedad, el camino verdadero siempre ha sido perseguido, ¡y yo realmente estaba en plena batalla espiritual! Los líderes de mi antigua iglesia inventaban rumores, condenaban la obra de Dios de los últimos días y me perseguían y acosaban reiteradamente para impedir que creyera en Dios Todopoderoso solo porque odiaban la verdad y eran enemigos de Dios. Las enseñanzas de la hermana me ayudaron a entender por qué me pasaban esas cosas, pero todavía estaba muy débil y demasiado asustada como para conservar el libro de las palabras de Dios. Sabía que mi padre y los demás irían a mi casa a armar un escándalo si lo hacía y me complicarían la vida familiar, por lo que era reacia a quedarme con el libro. Viéndome entre la espada y la pared, la hermana Zhang me dio un número de teléfono y me comentó: “Hermana, ¿qué te parece si me llevo el libro de las palabras de Dios a casa y te lo guardo a salvo? Cuando quieras leerlo, llámame y te lo traeré enseguida”. Acepté y acompañé a la hermana Zhang hasta la puerta. Justo en ese momento vino mi marido corriendo y, señalando a la hermana Zhang, gritó: “Toma ese libro, vete ya y no vuelvas más. ¡Si no, me vas a oír!”. Mientras observaba cómo la hermana Zhang se alejaba en la distancia, me sentí muy contrariada y angustiada de una forma difícil de describir.

Al principio pensaba que, al haber devuelto el libro de las palabras de Dios a la hermana Zhang, mi padre dejaría de acosarme y yo retomaría mi tranquila vida de antaño. A decir verdad, las cosas salieron justo al revés: no solo no tenía paz en el corazón, sino que, por el contrario, realmente sentía un inexplicable vacío dentro de él. Me aburría cualquier cosa que hiciera y las palabras de Dios Todopoderoso y los himnos de palabras de Dios se me metían en la cabeza a toda hora, día y noche. Sabía que Dios Todopoderoso era el Señor Jesús retornado y que las palabras expresadas por Él eran la verdad; sin embargo, también seguían viniéndome a la mente las cosas que me había dicho el líder de la iglesia y las escenas de acoso y ataques de mi padre y los demás. Sufría mucho y tenía la sensación de haber caído en un abismo profundo del que no podía salir. No comía ni dormía bien y estaba muy estresada, como si tuviera la cabeza a punto de estallar. En medio de todo este dolor, me arrodillé y supliqué a Dios: “¡Oh, Dios, el único Dios verdadero que creó los cielos, la tierra y todos los seres vivos! Estoy sufriendo mucho y me siento muy perdida en este momento. Sé que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado, pero mi estatura es tan pequeña que cada vez que pienso en el acoso y los ataques de mi padre, me da demasiado miedo seguirte. Oh, Dios, estoy atrapada en una encrucijada, incapaz de tomar una decisión. No sé qué hacer, así que te ruego que me orientes y guíes…”. Durante la oración, sin darme cuenta, de pronto empecé a recordar estas palabras de Dios Todopoderoso: “No debes tener miedo de esto o aquello. No importa cuántas dificultades y peligros enfrentes, permanecerás firme delante de Mí; que nada te estorbe, para que Mi voluntad se pueda llevar a cabo. […] No tengas miedo; con Mi apoyo, ¿quién podría bloquear el camino? ¡Recuerda esto! ¡Recuerda!” (‘Capítulo 10’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”). Las palabras de Dios me dieron un arranque de fuerza que bastó para fortalecer mi apocado corazón. “Claro”, pensé, “con el apoyo de Dios, ¿qué tengo que temer? Puesto que ya he comprobado que este es el camino verdadero, ninguna persona, circunstancia ni cosa debe cohibirme. Debo abrirme paso entre las fuerzas de la oscuridad y seguir a Dios con determinación inquebrantable. Como creyente en Dios, si ni siquiera soy capaz de admitir mi fe ante las fuerzas hostiles de Satanás, ¿qué clase de creyente soy? ¿No estoy, sencillamente, rindiéndome a Satanás y traicionando a Dios?”. Entonces recordé que, entre sus enseñanzas, la hermana Zhang me había dicho que el acoso de mi familia y del líder de la iglesia formaba parte de una batalla espiritual y que si optaba por respaldarlos, estaría cayendo precisamente en la astuta trampa de Satanás. Eso supondría perder totalmente cualquier oportunidad de salvarme y entrar en el reino de los cielos. En ese momento pensé en el sufrimiento espiritual por el que había pasado desde que la hermana Zhang se había llevado el libro de las palabras de Dios. Sentía que no podía tener a Dios en mi vida y que abandonarlo era incluso más doloroso que ser abandonada por mi familia y mi antigua iglesia. Por ello, tomé el teléfono y llamé a la hermana Zhang para quedar con ella y recuperar el libro de las palabras de Dios.

Después de aquello, cuando mi esposo no estaba en casa, aprovechaba la ocasión para leer con avidez las palabras de Dios y cantar himnos. Cuanto más leía Sus palabras, más las disfrutaba, y cuantos más himnos cantaba, más relajada y tranquila estaba. Recobré mi fe original y mi dolor y mis problemas se desvanecieron como la bruma de la mañana. Percibí en lo más íntimo que las palabras de Dios eran capaces de sostener mi vida y que podría prescindir de cualquier cosa, excepto de Dios. Tres meses más tarde, la hermana Zhang me llevó a las reuniones de Iglesia de Dios Todopoderoso.

Inesperadamente, mi marido se enteró de que asistía a reuniones en la Iglesia de Dios Todopoderoso y se lo contó a mi padre. Una noche estaba en la planta de arriba, cuando de repente oí un gran revuelo en el patio. Abrí las cortinas y me asaltó un sudor frío al ver que mi padre y cuatro o cinco colaboradores de su iglesia irrumpían como si se dispusieran a hostigarme. El corazón me empezó a latir con fuerza y rápidamente me arrodillé e invoqué a Dios: “Oh, Dios Todopoderoso, mi padre ha traído a esos de la iglesia para acosarme de nuevo y tengo mucho miedo. Oh, Dios, sabes que tengo poca estatura, por lo que te ruego que me des fe y valor…”. De pronto recordé estas palabras de Dios: “Debes tener Mi valentía dentro de ti y debes tener principios cuando enfrentes a parientes que no creen. Pero por Mi bien, tampoco debes ceder a ninguna de las fuerzas oscuras. Confía en Mi sabiduría para caminar el camino perfecto; no permitas que las conspiraciones de Satanás se apoderen de ti. Pon todos tus esfuerzos en poner tu corazón delante de Mí y Yo te consolaré y pondré paz y felicidad en tu corazón” (‘Capítulo 10’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”). Las palabras de Dios me dieron fe y fuerza y ya no me sentía cobarde y asustada. Pensé: “Por más que me acosen, no voy a volver a caer en la trampa de Satanás y dejarme engañar por ellos. Fui creada por Dios. Tener fe en Él y seguirlo son leyes inalterables, tanto del cielo como de la tierra, y nadie tiene derecho a inmiscuirse, ni siquiera las personas más cercanas a mí”. Así, fui capaz de bajar tranquilamente a saludar a mi padre y sus colaboradores. En cuanto me vieron empezaron a hablar todos a la vez. Una de ellos puso cara de “preocupación cariñosa” mientras me decía: “Fangfang, con lo inteligente que eres, ¿cómo no eres capaz de entender lo que sentimos? Todos te deseamos lo mejor de corazón. No seas tan testaruda. Preséntate ante el Señor y arrepiéntete, ¿de acuerdo?”. Con mucha calma, le contesté: “Hermana, ninguno de ustedes ha escuchado los sermones del Relámpago Oriental ni leído las palabras de Dios Todopoderoso. Les insto a que lo estudien como es debido y no se limiten a condenar y oponerse ciegamente a Dios Todopoderoso. Lo único que tienen que hacer es leer las palabras de Dios Todopoderoso para saber si Dios Todopoderoso es o no el Señor Jesús retornado”. Me respondió: “No nos atrevemos a leer ese libro porque el contenido realmente es demasiado atractivo para la gente. Es muy fácil que te absorba”. Yo le dije: “Es así precisamente porque todo cuanto expresa Dios Todopoderoso es verdad y porque Sus palabras son la voz de Dios, que tiene el poder de conquistar a las personas. Solo las palabras de Dios tienen esta clase de autoridad y poder. La gente se siente atraída por las palabras de Dios porque leyéndolas puede comprender verdades y recibir sustento de vida. ¿Quién abandonaría el manantial del agua viva de la vida tras hallarlo?”. No tuvieron respuesta para eso; simplemente dijeron muchas blasfemias contra Dios Todopoderoso y trataron de asustarme con que sería juzgada en el infierno si no me arrepentía. En tono inflexible, alegué: “Calumniaron a la Iglesia de Dios Todopoderoso diciendo que los que se unen al Relámpago Oriental no se pueden salir nunca y que, si lo hacen, les amputan la nariz y les arrancan los ojos. No hay ni una sola evidencia real de que así sea. ¡Son todo rumores y calumnias siniestras! Encuentren una persona a la que hayan cortado la nariz o arrancado los ojos. Si no pueden mostrar pruebas objetivas, son unos mentirosos que únicamente se empeñan en engañar a la gente. El evangelio del reino de Dios Todopoderoso ya se ha difundido por toda China y actualmente todo el mundo ha oído hablar de él. Ya hay por lo menos unos cuantos millones de cristianos en la Iglesia de Dios Todopoderoso. Por supuesto, cuando se predica el evangelio siempre hay gente que odia la verdad y no la acepta. ¿Pero alguna vez han visto a alguien a quien le hayan cortado la nariz o arrancado los ojos? De haberse producido un solo caso, los medios habrían informado del mismo inmediatamente y habría causado sensación a nivel nacional. Acosaron a propósito a mi hermana y a mí hasta que renunciamos a nuestra fe. No obstante, parecemos estar bien, ¿no? Mienten para engañar a la gente. Creyendo en Dios Todopoderoso sigo las huellas de Dios y opto por el camino verdadero. No he hecho nada malo, así que no tengo nada de qué arrepentirme. Mi fe en Dios Todopoderoso jamás se tambaleará; por tanto, si no quieren creer, bien, pero al menos no traten de impedir que yo crea. En cuanto a cuál será mi fin, ningún ser humano tiene la última palabra, pues el destino de cada persona está en manos de Dios. La gente tendrá un buen destino final solo si va al compás de la obra de Dios y acepta Su obra de los últimos días. Así pues, no vuelvan a acosarme”. Nada más salir aquellas palabras de mi boca, mi padre se puso de pie rápidamente y de golpe, y en un tono de voz agresivo profirió esta amenaza: “Si sigues creyendo en Dios Todopoderoso, ¡no eres hija mía!”.

Al oír a mi padre amenazando con dar por terminada nuestra relación, me disgusté bastante y pensé: “Las verdades expresadas por Dios Todopoderoso son, en realidad, lo que el Espíritu les dice a las iglesias. Entonces, ¿por qué no las escuchas, en vez de escuchar los rumores y mentiras que difunden los líderes de la iglesia? ¿Cómo puedes ser como ellos y odiarme por creer en Dios Todopoderoso e incluso estar dispuesto a poner fin a nuestra relación?”. Cuanto más lo pensaba, más me entristecía, pero de pronto recordé un pasaje de las palabras de Dios: “Dios creó este mundo y trajo a él al hombre, un ser vivo al que le otorgó la vida. A su vez, el hombre vino para tener padres y parientes y ya no estuvo solo. Desde que el hombre puso los ojos por primera vez en este mundo material, fue destinado a existir dentro de la predestinación de Dios. Es el aliento de vida de Dios lo que sostiene a cada ser vivo a lo largo de su crecimiento hacia la adultez. Durante este proceso, nadie cree que el hombre vive y crece bajo el cuidado de Dios. Más bien, ellos mantienen que el hombre crece bajo el amor y cuidado de sus padres y que su crecimiento es gobernado por el instinto de la vida. Esto se debe a que el hombre no sabe quién le otorgó la vida o de dónde viene, mucho menos cómo el instinto de la vida crea milagros” (‘Dios es la fuente de la vida del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”). Con las palabras de Dios entendí que, aunque mi cuerpo físico nació de mis padres, la fuente de mi vida es Dios. “Sin el don de la vida de Dios”, pensé, “mi cuerpo no sería sino un pedazo de carne putrefacta, y hoy estoy viva gracias al cuidado y la protección de Dios; de lo contrario, Satanás me habría devorado mucho tiempo atrás. Dios, no mis padres, es la fuente de mi vida y puedo romper cualquier relación, excepto la que tengo con Dios. A mis padres no solo no les interesa buscar o investigar el regreso del Señor, sino que, además, respaldan al cien por cien a los líderes de la iglesia cuando calumnian y blasfeman contra la obra de Dios e intentan forzarme a traicionarlo. Esto demuestra que su esencia es de oposición y enemistad hacia Dios, pero no voy a dejarme contaminar por ellos para oponerme a Él. Voy a permanecer junto a Dios y, aunque mis padres me repudien, lo seguiré hasta el final y me mantendré firme para dar testimonio de Él”. Así, le dije a mi padre: “Papá, cuando se trata de la fe en Dios, lo obedezco a Él, no a las personas, y tampoco me dejo llevar por las emociones. Si lo que dijeras estuviera de acuerdo con la verdad y la voluntad de Dios, te escucharía. Sin embargo, si me mandas traicionar a Dios, ¡nunca lo haré!”. Al comprobar la firmeza de mi actitud, todos ellos negaron con la cabeza, se levantaron y se marcharon cabizbajos. En ese momento tuve la sensación de haber conquistado una victoria y no pude evitar alabar y dar gracias a Dios dentro de mi corazón: “¡Oh, Dios Todopoderoso, qué omnipotente eres! Tus palabras me dieron fe y valor, y han provocado esta derrota completa y humillante de Satanás”.

Aunque los de la comunidad religiosa no vinieron a molestarme de nuevo, el líder de la iglesia continuó incitando a mis padres a que me acosaran. Cada pocos días venían a casa a instarme a cambiar de opinión y siempre insistían en que fuera a casa del líder a arrepentirme. Un día vinieron y mi padre trató de engañarme con unos pasajes arbitrarios de la Biblia mientras mi madre se hacía a un lado y, llorosa, me rogaba que fuera a casa del líder a arrepentirme. Me entristeció mucho ver a mi madre tan alterada. Pensé en que había perdido a su madre a la edad de tres años y luego fue abusada por su madrastra. Había sufrido mucho en la vida, ya estaba envejeciendo y yo no había sido muy buena hija, sobre todo por cómo la estaba preocupando en aquel momento. Luego miré el rostro envejecido y el pelo canoso de mi padre, lo que me entristeció más aún, y no tardé en llorar. Justo cuando comenzaba a debilitarme recordé un pasaje de las palabras de Dios: “En cada paso de la obra que Dios hace en las personas, externamente parece que se producen interacciones entre las personas, como nacidas de disposiciones humanas, o de la interferencia humana. Sin embargo, detrás de bambalinas, cada etapa de la obra, y todo lo que acontece, es una apuesta hecha por Satanás delante de Dios, y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. Mira cuando Job fue probado, por ejemplo: detrás de la escena, Satanás estaba haciendo una apuesta con Dios, y lo que aconteció a Job fue obra de los hombres, y la interferencia de estos. Detrás de cada paso que Dios hace en vosotros está la apuesta de Satanás con Él, detrás de todo ello hay una batalla” (‘Solo amar a Dios es realmente creer en Él’ en “La Palabra manifestada en carne”). Las palabras de Dios me ayudaron a entender que, a primera vista, parecía que me acosaban mis padres, pero en el ámbito espiritual era Satanás quien estaba apostando contra Dios. Era como cuando Job estaba pasando por las pruebas de Dios y su esposa, haciendo de sierva de Satanás, le dijo: “¿Aún conservas tu integridad? Maldice a Dios y muérete” (Job 2:9). Sin embargo, como Job temía a Dios y evitaba el mal, reprendió a su mujer, llamándola necia y obstinada; no pecó con sus labios. Dio testimonio de Dios ante Satanás y a ojos de Jehová Dios fue un hombre perfecto. Ahora me acosaban a mí mis padres, que se habían creído todas las mentiras que decían los líderes, y esta era también una de las tentaciones de Satanás, quien sabía que me importaban mucho mis padres y staba aprovechando la oportunidad para tratar de llegar a mí. Satanás esperaba en vano utilizar mi empatía por mis padres para hacerme negar y traicionar a Dios, ¡lo que demuestra lo siniestro e insidioso que es! Pero yo no iba a darle a Satanás la satisfacción de ver que sus tramas fructificaban. No iba a decepcionar y entristecer a Dios, por lo que decidí permanecer junto a Dios. Después de aquello, dijeran lo que dijeran mis padres y sin importar cómo me incitaran, mi corazón no se dejó llevar lo más mínimo. Viéndome totalmente firme, mis padres se marcharon muy cabizbajos.

Otro día, el líder de la iglesia mandó a mi padre anunciar ante todos los miembros de su iglesia que yo había sido expulsada de ella. El líder también obligó a mis padres a mantenerse alejados de mí. A consecuencia del acoso del líder de la iglesia y de mis padres, mi esposo comenzó a vejarme frenéticamente. Cada vez que regresaba a casa tras cumplir con mis deberes de la iglesia, me golpeaba o me denostaba a gritos, y a veces hasta me impedía entrar en casa. Averiaba mi patinete eléctrico o mi bicicleta, y una vez incluso me llevó a comisaría. Me atormentaba hasta dejarme físicamente exhausta y totalmente demacrada, y también nuestros vecinos de la aldea empezaron a burlarse de mí y a calumniarme. Ante esta situación, mi espíritu se debilitó y la fe en Dios comenzó a parecerme demasiado dura. No sabía cómo seguir, así que a menudo me arrodillaba ante Dios, oraba y lloraba, rogándole que me diera fe y fuerza. Y entonces, en una ocasión, leí estas palabras de Dios: “Aquellos a los que Dios alude como vencedores son los que siguen siendo capaces de mantenerse como testigos, de conservar su confianza, y su devoción a Dios cuando están bajo la influencia de Satanás y bajo su asedio, es decir, cuando están entre las fuerzas de las tinieblas. Si sigues siendo capaz de mantener un corazón puro y tu amor genuino por Dios pase lo que pase, te mantienes como testigo ante Él, y esto es a lo que Él se refiere como ser un vencedor. Si tu búsqueda es excelente cuando Dios te bendice, pero retrocedes cuando Él no lo hace, ¿es esto pureza? Si estás seguro de que este camino es verdadero, debes seguirlo hasta el final; debes mantener tu devoción a Dios. Si has visto que Dios mismo ha venido a la tierra a perfeccionarte, debes entregarle del todo tu corazón. Haga lo que haga, aunque Él determine un desenlace desfavorable para ti al final, aún puedes seguirlo. Esto es mantener tu pureza ante Dios” (‘Debes mantener tu lealtad a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). Mediante las palabras de Dios llegué a entender que, en los últimos días, Dios formará un grupo de personas vencedoras. Dios permitirá que Satanás tiente a la gente y, trátese de la opresión del PCCh, del acoso de la comunidad religiosa, del abandono de nuestra familia o de las burlas y los insultos de la opinión pública, los creyentes debemos pasar por estas pruebas en la práctica, pues solo aquellos creyentes capaces de obedecer a Dios, permanecer leales a Él y dar testimonio de Él en cualquier situación llegarán a ser los vencedores creados por Dios. Él había dispuesto estas situaciones difíciles para perfeccionarme, para ver si realmente tenía fe y creía en Él, si verdaderamente lo obedecía y le era leal. Cuando entendí la voluntad de Dios, me presenté ante Él y le prometí que, frente a cualquier dificultad u opresión, siempre lo seguiría con determinación, siempre cumpliría con mis deberes como criatura suya para satisfacerlo y daría testimonio victorioso de Él ante Satanás. Posteriormente, aunque mi marido continuaba acosándome y perturbándome frenéticamente, seguía orando a Dios con frecuencia, lo buscaba, me armaba de Sus palabras todos los días y ya no sufría dentro de mi corazón. Dios, además, me abrió una vía de salida: mi esposo fue castigado por Él en varias ocasiones por acosarme tan frenéticamente y después no se atrevió a volver a golpearme ni a manipular mi bicicleta. Gracias a estas experiencias vi la omnipotencia y soberanía de Dios y Sus maravillosos actos. Comprobé que no hay fuerza oscura que pueda superar la autoridad y el poder de Dios y experimenté personalmente que, siempre que nos amparemos sinceramente en Dios y afrontemos lo que venga con confianza en Sus palabras, Él nos abrirá camino para que venzamos la oscura influencia de Satanás. Tras vivir esta persecución y este suplicio, pese a haber sufrido un poco físicamente, notaba que había aprendido muchísimo. Mi fe en Dios era cada vez más fuerte y todo ello fue una bendición de Dios para mí. ¡Gracias, Dios Todopoderoso!

Un año después fui con la hermana Zhang al trabajo de mi hermana pequeña para darle de nuevo testimonio de la obra de Dios de los últimos días. Mi hermana lo aceptó y, cuando la vi tomar el libro de las palabras de Dios, llegué a reconocer profundamente lo difícil que es para una persona ser salvada por Dios. ¡Cuán real es el deseo de Dios de salvar al hombre! ¡No pude evitar derramar lágrimas de gratitud y mi corazón vibraba de agradecimiento y alabanza a Dios! En 2006, mi hermana pequeña y yo predicamos juntas el evangelio del reino a nuestra otra hermana, y a raíz de aquello pudimos llevar también a otros parientes ante Dios Todopoderoso. Así comprobé que, por mucho que los líderes religiosos pierdan la cabeza inventando mentiras, molestando y acosando a los verdaderos creyentes, el evangelio del reino de Dios se esparcirá y nadie puede impedirlo. Ciertamente, los corderos de Dios oirán Su voz y regresarán ante Su trono. Como declara Dios Todopoderoso: “El reino se está expandiendo entre la humanidad, se está formando entre la humanidad, se está erigiendo entre la humanidad; no hay fuerza que pueda destruir Mi reino” (‘Capítulo 19’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”).

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