La fe en Dios no sólo debería ser para buscar la paz y las bendiciones

Ahora, para creer en el Dios práctico, debes tomar el camino correcto. Si crees en Dios, no debes buscar sólo las bendiciones, sino buscar amar y conocer a Dios. Por medio de Su esclarecimiento, mediante tu búsqueda individual, puedes comer y beber Su palabra, desarrollar un entendimiento real de Dios y tener un amor real por Dios que brote del fondo de tu corazón.

Las palabras relevantes de Dios:

¿Qué es lo que el hombre ha logrado desde que empezó a creer en Dios? ¿Qué has llegado a conocer acerca de Él? ¿Cuánto has cambiado debido a tu creencia en Él? Actualmente, todos sabéis que la creencia del hombre en Dios no es sólo para la salvación del alma y el bienestar de la carne ni para enriquecer su vida a través del amor de Dios, y así sucesivamente. Hoy por hoy, si amas a Dios por el bienestar de la carne o el placer momentáneo, aunque al final tu amor por Él alcance su plenitud y no pidas nada más, este amor que buscas sigue estando adulterado y no es agradable a Dios. Aquellos que usan su amor por Dios para enriquecer su existencia apagada y llenar un vacío en su corazón son los que ambicionan vivir en la comodidad, no quienes buscan sinceramente amar a Dios. Este tipo de amor es forzado, persigue la gratificación mental, y Dios no lo necesita. ¿Qué clase de amor es entonces el tuyo? ¿Para qué amas a Dios? ¿Cuánto amor verdadero existe dentro tuyo por Él ahora? El amor de la mayoría de vosotros es como el mencionado anteriormente. Esta clase de amor sólo puede mantener su situación actual; no puede alcanzar la inmutabilidad, ni arraigarse en el hombre. Este tipo de amor es sólo como una flor que florece y se seca sin dar frutos. En otras palabras, después de que hayas amado a Dios una vez de esa forma, si no hay nadie que te guíe en la senda que tienes por delante, caerás. Si sólo puedes amar a Dios en la época de amar a Dios pero posteriormente tu carácter de vida permanece sin cambios, entonces seguirás siendo incapaz de escapar de la influencia de las tinieblas, y seguirás sin poder librarte de las ataduras y los engaños de Satanás. Ningún hombre así puede ser ganado plenamente por Dios; al final, su espíritu, alma y cuerpo seguirán perteneciendo a Satanás. No puede haber dudas acerca de esto. Todos aquellos a los que Dios no puede ganar de un modo total volverán a su lugar original, esto es, de regreso a Satanás, y descenderán al lago de fuego y azufre para aceptar el siguiente paso del castigo de Dios. Los ganados por Él son los que se rebelan contra Satanás y escapan de su campo de acción. Ellos serán contados oficialmente entre el pueblo del reino. Así es como llegan a ser las personas del reino.

Extracto de ‘Qué punto de vista deberían tener los creyentes’ en «La Palabra manifestada en carne«

Ahora, para creer en el Dios práctico, debes tomar el camino correcto. Si crees en Dios, no debes buscar sólo las bendiciones, sino buscar amar y conocer a Dios. Por medio de Su esclarecimiento, mediante tu búsqueda individual, puedes comer y beber Su palabra, desarrollar un entendimiento real de Dios y tener un amor real por Dios que brote del fondo de tu corazón. En otras palabras, cuando tu amor por Dios es el más genuino, y nadie puede destruirlo o interponerse en el camino de tu amor por Él, entonces estás en el camino correcto de la fe en Dios. Esto prueba que perteneces a Dios, porque Dios ya ha tomado posesión de tu corazón y nada más puede poseerte. Mediante tu experiencia, el precio que has pagado y la obra de Dios, eres capaz de desarrollar un amor espontáneo por Dios, y cuando lo hagas te liberarás de la influencia de Satanás y llegarás a vivir en la luz de la palabra de Dios. Sólo cuando te has librado de la influencia de las tinieblas puedes decir que has ganado a Dios. En tu creencia en Dios, debes intentar buscar esta meta. Esta es la responsabilidad de cada uno de vosotros. Ninguno de vosotros debería estar satisfecho con el estado actual de las cosas. No podéis tener dudas respecto a la obra de Dios ni tomarla a la ligera. Debéis pensar en Dios en todos los aspectos y en todo momento, y hacer todas las cosas por Su causa. Y cuando habléis o actuéis, debéis poner primero los intereses de la casa de Dios. Sólo así puedes buscar el corazón de Dios.

Extracto de ‘Ya que crees en Dios, deberías vivir por la verdad’ en «La Palabra manifestada en carne»

Alguien que sirve a Dios no debería saber sólo cómo sufrir por Él; además, deben entender que el propósito de creer en Dios es buscar amor por Él. Dios se sirve de ti no solo para refinarte o hacerte sufrir, sino para que conozcas Sus acciones, para que conozcas el verdadero significado de la vida humana y, en particular, para que sepas que servir a Dios no es una tarea fácil. Experimentar la obra de Dios no consiste en disfrutar de la gracia, sino en sufrir a causa de tu amor hacia Él. Ya que disfrutas de la gracia de Dios, también debes disfrutar de Su castigo; debes experimentar todo esto. Puedes experimentar el esclarecimiento de Dios en ti, y también puedes experimentar cómo Él te trata y te juzga. De esta manera, tu experiencia será completa. Dios ha llevado a cabo su obra de juicio y castigo en ti. La palabra de Dios te ha tratado, pero no solo eso; también te ha esclarecido e iluminado. Cuando estás negativo y débil, Dios se preocupa por ti. La totalidad de esta obra es para hacerte saber que todo lo que concierne al hombre está dentro de las orquestaciones de Dios. Puedes pensar que creer en Dios consiste en sufrir o en hacer todo tipo de cosas por Él; podrías pensar que el propósito de creer en Dios tiene como fin que tu carne esté en paz o que todo en tu vida funcione sin problemas, o que te sientas cómodo y a gusto con todo. Sin embargo, ninguno de estos son propósitos que la gente debería vincular a su creencia en Dios. Si crees por estos propósitos, entonces tu perspectiva es incorrecta y resulta simplemente imposible que seas perfeccionado. Las acciones de Dios, el carácter justo de Dios, Su sabiduría, Su palabra, y lo maravilloso e insondable que Él es, todas son cosas que las personas deben tratar de entender. Como posees este entendimiento, debes utilizarlo para librar a tu corazón de todas las demandas, esperanzas y nociones personales. Solo eliminando estas cosas puedes cumplir con las condiciones exigidas por Dios, y solo haciendo esto puedes tener vida y satisfacer a Dios. El propósito de creer en Dios es satisfacerlo y vivir el carácter que Él requiere, para que Sus acciones y Su gloria se manifiesten a través de este grupo de personas indignas. Esta es la perspectiva correcta para creer en Dios, y este es también el objetivo que debes buscar. Has de tener el punto de vista correcto sobre creer en Dios y debes buscar obtener Sus palabras. Necesitas comer y beber las palabras de Dios y debe ser capaz de vivir la verdad, y, en particular, debes ser capaz de ver Sus obras prácticas, Sus maravillosas obras en todo el universo, así como la obra práctica que hace en la carne. La gente puede, a través de sus experiencias prácticas, apreciar cómo Dios hace Su obra en ellos y cuál es su voluntad respecto a ellos. El propósito de todo esto es eliminar el carácter satánico corrupto de las personas. Al haberte deshecho de toda la inmundicia e injusticia en tu interior; y al haberte despojado de tus malas intenciones, y haber desarrollado fe verdadera en Dios; solo con fe verdadera puedes realmente amar a Dios. Puedes amar genuinamente a Dios sobre los cimientos de tu creencia en Él. ¿Puedes conseguir amar a Dios sin creer en Él? Ya que crees en Dios, no puedes estar confundido al respecto. Algunas personas se llenan de vigor tan pronto como ven que la fe en Dios les traerá bendiciones, pero luego se quedan sin energía en cuanto ven que tienen que enfrentarse a los refinamientos. ¿Eso es creer en Dios? Al final, debes lograr una obediencia completa y total delante de Dios en tu fe. Crees en Dios, pero todavía le exiges; tienes muchas nociones religiosas que no puedes abandonar, intereses personales que no puedes soltar e, incluso, buscas las bendiciones de la carne y quieres que Dios rescate tu carne, que salve tu alma; estos son todos comportamientos de personas que tienen la perspectiva equivocada. Aunque las personas con creencias religiosas tienen fe en Dios, no buscan cambiar su carácter ni buscan el conocimiento de Dios; en cambio, solo buscan los intereses de la carne. Muchos entre vosotros tenéis creencias que pertenecen a la categoría de convicciones religiosas; esa no es la verdadera fe en Dios. Para creer en Dios, las personas deben poseer un corazón preparado para sufrir por Él y la voluntad de entregarse. A menos que cumplan estas dos condiciones, su fe en Dios no es válida, y no podrán lograr un cambio en su carácter. Solo las personas que genuinamente buscan la verdad, que tratan de conocer a Dios y buscan la vida son las que verdaderamente creen en Dios.

Extracto de ‘Los que serán hechos perfectos deben someterse al refinamiento’ en «La Palabra manifestada en carne»

¿Entendéis ahora lo que es creer en Dios? ¿Acaso significa contemplar señales y prodigios? ¿Significa ascender al cielo? Creer en Dios no es para nada fácil. Esas prácticas religiosas deben ser eliminadas; buscar la sanación de los enfermos y la expulsión de demonios, enfocarse en señales y prodigios, codiciar más de la gracia, la paz y el gozo de Dios, buscar las perspectivas y comodidades de la carne, estas son prácticas religiosas, y esas prácticas religiosas son una forma vaga de creencia. ¿Qué es hoy creer realmente en Dios? Es la aceptación de Su palabra como la realidad de tu vida y el conocimiento de Dios de Su palabra para lograr un amor verdadero hacia Él. Más claro: creer en Dios es para que puedas obedecerle, amarle y llevar a cabo el deber que debería realizar una criatura de Dios. Este es el objetivo de creer en Dios. Se tiene que lograr el conocimiento de la hermosura de Dios, de lo digno que Él es de reverencia, de cómo Él hace la obra de salvación y de perfeccionamiento en Sus criaturas; esto es lo mínimo que debe poseer en su creencia de Dios. Creer en Dios es, principalmente, el cambio de una vida de la carne a una vida de amar a Dios; de vivir dentro de la corrupción a vivir dentro de la vida de las palabras de Dios, es salir de bajo el campo de acción de Satanás y vivir bajo el cuidado y la protección de Dios, es ser capaz de lograr obedecer a Dios y no a la carne, es permitir que Él gane todo tu corazón, permitirle que te perfeccione y liberarte del carácter satánico corrupto. Creer en Dios es, principalmente, para que Su poder y Su gloria puedan manifestarse en ti y tú puedas hacer Su voluntad, cumplas Su plan y seas capaz de dar testimonio de Él delante de Satanás. Creer en Dios no debería centrarse en el deseo de contemplar señales y prodigios ni por el bien de la carne personal, sino en buscar conocer a Dios y ser capaz de obedecerle, y, como Pedro, obedecerle hasta la muerte. Estas son las metas principales de creer en Dios. Se come y bebe la palabra de Dios para conocerle y satisfacerle. Comer y beber la palabra de Dios te proporciona un mayor conocimiento de Él; solo después de esto puedes obedecer a Dios. Solo teniendo conocimiento de Dios puedes amarle, y esta es la única meta que el hombre debería tener en su creencia en Dios. Si en tu forma de creer en Dios, siempre estas intentando contemplar señales y prodigios, el punto de vista de esta creencia en Dios es erróneo. Creer en Dios es, sobre todo, la aceptación de Su palabra como la realidad de la vida. La meta de Dios solo se logra poniendo en práctica las palabras de Su boca y llevándolas a cabo dentro. Creyendo en Dios, el hombre debería perseguir que Él lo perfeccione, ser capaz de someterse a Él y la obediencia completa a Él. Si puedes obedecerle sin quejarte, tener en cuenta Sus deseos, alcanzar la estatura de Pedro y poseer el estilo de este del que Dios habla, será el momento en que habrás logrado el éxito en tu creencia en Dios, y esto significará que Dios te ha ganado.

Extracto de ‘Todo se realiza por la palabra de Dios’ en «La Palabra manifestada en carne»

Esperas que tu fe en Dios no acarree ningún reto o tribulación o la más mínima dificultad. Siempre buscas aquellas cosas que no tienen valor, y no le fijas ningún valor a la vida, poniendo en cambio tus propios pensamientos extravagantes antes que la verdad. ¡Eres tan despreciable! Vives como un cerdo, ¿qué diferencia hay entre ti y los cerdos y los perros? ¿No son todos los que no buscan la verdad, y en cambio aman la carne, unas bestias? ¿No son todos esos muertos sin espíritus cadáveres vivientes? ¿Cuántas palabras se han hablado entre vosotros? ¿Se ha hecho solo poco de obra entre vosotros? ¿Cuánto he provisto entre vosotros? ¿Y por qué no lo has obtenido? ¿De qué tienes que quejarte? ¿No es el caso de que no has obtenido nada porque estás demasiado enamorado de la carne? ¿Y no es porque tus pensamientos son muy extravagantes? ¿No es porque eres muy estúpido? Si no puedes obtener estas bendiciones, ¿puedes culpar a Dios por no salvarte? Lo que buscas es poder ganar la paz después de creer en Dios, que tus hijos no se enfermen, que tu esposo tenga un buen trabajo, que tu hijo encuentre una buena esposa, que tu hija encuentre un esposo decente, que tu buey y tus caballos aren bien la tierra, que tengas un año de buen clima para tus cosechas. Esto es lo que buscas. Tu búsqueda es sólo para vivir en la comodidad, para que a tu familia no le sucedan accidentes, para que los vientos te pasen de largo, para que el polvillo no toque tu cara, para que las cosechas de tu familia no se inunden, para que no te afecte ningún desastre, para vivir en el abrazo de Dios, para vivir en un nido acogedor. Un cobarde como tú, que siempre busca la carne, ¿tienes corazón, tienes espíritu? ¿No eres una bestia? Yo te doy el camino verdadero sin pedirte nada a cambio, pero no buscas. ¿Eres uno de los que creen en Dios? Te otorgo la vida humana real, pero no la buscas. ¿Es que no puedes ser diferente a un cerdo o a un perro? Los cerdos no buscan la vida del hombre, no buscan ser limpiados y no entienden lo que es la vida. Cada día, después de hartarse de comer, simplemente se duermen. Te he dado el camino verdadero, pero no lo has obtenido: tienes las manos vacías. ¿Estás dispuesto a seguir en esta vida, la vida de un cerdo? ¿Qué significado tiene que tales personas estén vivas? Tu vida es despreciable y vil, vives en medio de la inmundicia y el libertinaje y no persigues ninguna meta; ¿no es tu vida la más innoble de todas? ¿Tienes las agallas para mirar a Dios? Si sigues teniendo esa clase de experiencia ¿vas a conseguir algo? El camino verdadero se te ha dado, pero que al final puedas o no ganarlo depende de tu propia búsqueda personal.

Extracto de ‘Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio’ en «La Palabra manifestada en carne»

¿Cuánto amas a Dios el día de hoy? ¿Y cuánto sabes de todo lo que Él ha hecho en ti? Esto es lo que debes aprender. Cuando Dios llegue a la tierra, todo lo que Él ha hecho en el hombre y le ha permitido al hombre ver es para que el hombre lo ame y lo conozca realmente. Que el hombre pueda sufrir por Dios y que haya podido llegar hasta aquí se debe, en un sentido, al amor de Dios y, en el otro, a la salvación de Dios; además, se debe a la obra del juicio y del castigo que Dios ha llevado a cabo en el hombre. Si no tenéis el juicio, el castigo y las pruebas de Dios, y si Dios no os ha hecho sufrir, entonces, con toda franqueza, vosotros no amáis sinceramente a Dios. Cuanto mayor sea la obra que Dios hace en el hombre, y cuanto mayor sea el sufrimiento del hombre, más evidente es cuán significativa es la obra de Dios y más puede el corazón del hombre amar a Dios sinceramente. ¿Cómo aprendéis cómo amar a Dios? Sin la tribulación ni el refinamiento, sin las pruebas dolorosas, y si, aparte de esto, todo lo que Dios le diera al hombre fuera la gracia, el amor y la misericordia, ¿serías capaz de alcanzar el punto de amar a Dios de verdad? Por un lado, durante las pruebas que Dios permite, el hombre llega a conocer sus deficiencias y ve que es insignificante, despreciable y vil, que no tiene nada y que no es nada; por el otro, durante Sus pruebas Dios crea para el hombre entornos diferentes que hacen que el hombre pueda experimentar más la hermosura de Dios. Aunque el dolor es grande y a veces insuperable, incluso al alcanzar el nivel de un dolor abrumador, después de haberlo experimentado, el hombre ve qué preciosa es la obra de Dios en él y solo sobre este fundamento nace en el hombre el amor verdadero por Dios. Hoy el hombre ve que únicamente con la gracia, el amor y la misericordia de Dios no es capaz de conocerse a sí mismo verdaderamente y mucho menos puede conocer la esencia del hombre. Solo por medio del refinamiento y del juicio de Dios, y durante el proceso de refinamiento mismo puede el hombre conocer sus deficiencias y saber que no tiene nada. De esta manera, el amor del hombre por Dios se construye sobre el fundamento del refinamiento y el juicio de Dios. Si solo disfrutas la gracia de Dios, tener una vida familiar tranquila o con bendiciones materiales, entonces no has ganado a Dios y tu creencia en Él no se puede considerar satisfactoria. Dios ya ha llevado a cabo una etapa de la obra de la gracia en la carne y le ha otorgado al hombre bendiciones materiales, pero el hombre no puede ser perfeccionado sólo con la gracia, el amor y la misericordia. En las experiencias del hombre, este encuentra algo del amor de Dios y ve el amor y la misericordia de Dios, pero después de experimentar por un periodo de tiempo, ve que la gracia de Dios y Su amor y misericordia no pueden hacer perfecto al hombre, no pueden revelar lo que está corrupto dentro del hombre y no pueden librar al hombre de su carácter corrupto o hacer perfecto su amor y su fe. La obra de la gracia de Dios fue la obra de un periodo y el hombre no puede depender del disfrute de la gracia de Dios para conocer a Dios.

Extracto de ‘Sólo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer el encanto de Dios’ en «La Palabra manifestada en carne»

Muchos de los que siguen a Dios sólo se preocupan por cómo obtener bendiciones o evitar el desastre. Tan pronto como se mencionan la obra y la gestión de Dios, se quedan en silencio y pierden todo interés. Piensan que comprender tales cuestiones tediosas no ayudará a que su vida crezca y que no le brindará ningún beneficio. En consecuencia, aunque hayan oído hablar acerca de la gestión de Dios, le prestan poca atención. No la ven como algo precioso que se debe aceptar, y, mucho menos, la reciben como parte de su vida. Esas personas sólo tienen un objetivo al seguir a Dios, y es recibir bendiciones. Esas personas no pueden tomarse la molestia de prestar atención a nada que no involucre directamente este objetivo. Para ellas, no hay meta más legítima que creer en Dios para obtener bendiciones; es la esencia del valor de su fe. Si algo no contribuye a este objetivo, no las mueve. Esto es lo que ocurre con la mayoría de las personas que creen en Dios actualmente. Su objetivo y su intención parecen legítimos porque, al mismo tiempo que creen en Dios, también se esfuerzan por Él, se dedican a Él, y cumplen su deber. Entregan su juventud, abandonan a su familia y su profesión e, incluso, pasan años lejos de casa ocupados. En aras de su meta máxima, cambian sus intereses, su perspectiva de la vida e, incluso, la dirección que siguen, pero no pueden cambiar el objetivo de su creencia en Dios. Van de acá para allá tras la gestión de sus propios ideales; no importa cuán lejos esté el camino ni cuántas dificultades y obstáculos haya a lo largo del mismo, siguen siendo persistentes y sin miedo a la muerte. ¿Qué poder los impulsa a seguir entregándose de esta forma? ¿Es su conciencia? ¿Es su carácter magnífico y noble? ¿Es su determinación de combatir a las fuerzas del mal hasta el final? ¿Es su fe de dar testimonio de Dios sin buscar recompensa alguna? ¿Es su lealtad al estar dispuestos a abandonarlo todo para cumplir la voluntad de Dios? ¿O es su espíritu de devoción para renunciar a las exigencias personales extravagantes? ¡Que alguien que nunca ha comprendido la obra de gestión de Dios dé tanto, es, simplemente, un milagro! Por el momento, no hablemos de cuánto han dado estas personas. Sin embargo, su comportamiento es muy digno de nuestro análisis. Aparte de los beneficios tan estrechamente asociados con ellos, ¿podría existir alguna otra razón para que las personas, que nunca entienden a Dios den tanto por Él? En esto descubrimos un problema no identificado previamente: la relación del hombre con Dios es, simplemente, de puro interés personal. Es la relación entre el receptor y el dador de bendiciones. Para decirlo con claridad, es similar a la relación entre empleado y empleador. El primero sólo trabaja para recibir las recompensas otorgadas por el segundo. En una relación como esta, no hay afecto; sólo una transacción. No hay un amar y ser amado; sólo caridad y misericordia. No hay comprensión; sólo indignación y engaño reprimidos. No hay intimidad; sólo un abismo que no se puede cruzar. Ahora que las cosas han llegado a este punto, ¿quién puede cambiar ese rumbo? ¿Y cuántas personas son capaces de entender verdaderamente cuán nefasta se ha vuelto esta relación? Considero que, cuando las personas se sumergen en el gozo de ser bendecidas, nadie puede imaginar cuán embarazosa y desagradable es una relación así con Dios.

Lo más triste acerca de cómo cree la humanidad en Dios es que el hombre lleva a cabo su propia gestión en medio de la obra de Dios y, sin embargo, no presta atención a Su gestión. El fracaso más grande del hombre radica en cómo, al mismo tiempo que busca someterse a Dios y adorarlo, está construyendo su propio destino ideal y tramando cómo recibir la mayor bendición y el mejor destino. Incluso si alguien entiende cuán despreciable, aborrecible y patético es, ¿cuántas podrían abandonar fácilmente sus ideales y esperanzas? Y ¿quién es capaz de detener sus propios pasos y dejar de pensar únicamente en sí mismo? Dios necesita a quienes cooperarán de cerca con Él para completar Su gestión. Necesita a quienes se someterán a Él a través de dedicar toda su mente y todo su cuerpo a la obra de Su gestión. Él no necesita a las personas que estiran las manos para suplicarle cada día, y, mucho menos, a quienes dan un poco y después esperan ser recompensados. Dios desprecia a los que hacen una contribución insignificante y después se duermen en sus laureles. Aborrece a esas personas de sangre fría que se ofenden con la obra de Su gestión y sólo quieren hablar sobre ir al cielo y obtener bendiciones. Aborrece aún más a los que se aprovechan de la oportunidad presentada por la obra que Él hace al salvar a la humanidad. Eso es debido a que estas personas nunca se han preocupado por lo que Dios desea conseguir y adquirir por medio de la obra de Su gestión. Sólo les interesa cómo pueden usar la oportunidad provista por la obra de Dios para obtener bendiciones. No les importa el corazón de Dios, pues lo único que les preocupa es su propio futuro y destino. Los que se ofenden con la obra de gestión de Dios y no tienen el más mínimo interés en cómo Dios salva a la humanidad y en Su voluntad, sólo están haciendo lo que les place de una forma que está desconectada de la obra de gestión de Dios. Dios no recuerda su comportamiento ni lo aprueba, y, mucho menos, lo mira con buenos ojos.

Extracto de ‘El hombre sólo puede salvarse en medio de la gestión de Dios’ en «La Palabra manifestada en carne»

¿ Qué deberías buscar ahora? Que seas capaz o no de dar testimonio de la obra de Dios, que puedas o no convertirte en un testimonio y en una manifestación de Dios, y que seas adecuado o no para que Él te use, estas son las cosas que debes buscar. ¿ Cuánta obra ha hecho Dios realmente en ti? ¿ Cuánto has visto, cuánto has tocado? ¿ Cuánto has experimentado y probado? Si Dios te ha probado, si te ha tratado, o si te ha disciplinado, independientemente de todo ello, Sus acciones y Su obra se han llevado a cabo en ti. Sin embargo, como creyente en Dios, como persona que está dispuesta a buscar el ser perfeccionada por Él, ¿ eres capaz de dar testimonio de la obra de Dios en base a tu experiencia práctica? ¿ Puedes vivir las palabras de Dios a través de ella? ¿ Eres capaz de proveer para los demás a través de tu propia experiencia práctica y esforzarte toda tu vida para dar testimonio de la obra de Dios? Para poder dar testimonio de la obra de Dios debes confiar en tu experiencia, en tu conocimiento y en el precio que has pagado. Solo así puedes satisfacer Su voluntad. ¿ Eres alguien que da testimonio de la obra de Dios? ¿ Tienes esta determinación? Si eres capaz de dar testimonio de Su nombre, e incluso de Su obra, y si puedes vivir la imagen que Él exige de Su pueblo, eres un testigo para Dios. ¿ Cómo das realmente testimonio para Dios? Lo haces al buscar y anhelar vivir las palabras de Dios, y al dar testimonio con tus palabras, satisfacer Sus demandas y experimentar la obra que Él ha hecho en las personas de una manera práctica. Trátese de dolor, lágrimas o tristeza, debes experimentar todas estas cosas en tu práctica. Tienen como objetivo perfeccionarte como alguien que da testimonio de Dios. ¿ Qué es exactamente lo que ahora te impulsa a sufrir y buscar la perfección? ¿ Tiene realmente tu sufrimiento actual el fin de amar a Dios y dar testimonio de Él? ¿ O su fin son las bendiciones de la carne o tus perspectivas futuras y tu destino? Todas tus intenciones, motivos y las metas que persigues deben ser rectificados y no los puede guiar tu propia voluntad. Tienen como objetivo perfeccionarte como alguien que da testimonio de Dios. ¿ Qué es exactamente lo que ahora te impulsa a sufrir y buscar la perfección? ¿ Tiene realmente tu sufrimiento actual el fin de amar a Dios y dar testimonio de Él? ¿ O su fin son las bendiciones de la carne o tus perspectivas futuras y tu destino? Todas tus intenciones, motivos y las metas que persigues deben ser rectificados y no los puede guiar tu propia voluntad. Tienen como objetivo perfeccionarte como alguien que da testimonio de Dios. ¿ Qué es exactamente lo que ahora te impulsa a sufrir y buscar la perfección? ¿ Tiene realmente tu sufrimiento actual el fin de amar a Dios y dar testimonio de Él? ¿ O su fin son las bendiciones de la carne o tus perspectivas futuras y tu destino? Todas tus intenciones, motivos y las metas que persigues deben ser rectificados y no los puede guiar tu propia voluntad.

Extracto de ‘Los que serán hechos perfectos deben someterse al refinamiento’ en «La Palabra manifestada en carne»

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Los 4 elementos dejanos saber cómo aprender a orar a Dios

El Señor Jesús le dijo una vez a Sus discípulos: “Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mateo 6:5–6).

Hermanos y hermanas, todos sabemos que orar a Dios es la manera más directa para que los cristianos se comuniquen con Dios. Por eso, además de las oraciones de la mañana y de la tarde, oramos en muchos otros momentos, como cuando leemos la Biblia, en las reuniones, cuando observamos el Sabbath o cuando nos encontramos en dificultades. Pero, ¿son nuestras oraciones acordes a la voluntad del Señor y va Él a molestarse en escucharlas? Es importante que cada hermano y hermana entienda esto; de lo contrario, da igual cuántas veces oremos o durante cuánto tiempo, tales oraciones no obtendrán la aprobación de Dios. De hecho, el Señor Jesús nos dio estas respuestas hace mucho tiempo. ¡Busquemos juntos este aspecto de la verdad!

1. Conoced nuestro lugar como ser creado en la oración

En Lucas 18:9–14 se registró: “Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. ‘Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano.’ Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Dios, ten piedad de mí, pecador.’ Os digo que éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado”. Es fácil ver a partir de la parábola del Señor Jesús que el Señor aprobó la oración del publicano y estaba disgustado con la oración del fariseo. Eso se debe a que esta última consistía en lucirse y exhibirse, en enumerar sus obras para Dios. Se colocó a sí mismo en una posición muy alta, incluso al mismo nivel que Dios. Hacía tratos con Dios y quería crédito por su trabajo; no poseía ni la más mínima piedad ante Dios. Carecía totalmente de un corazón de reverencia hacia Dios, y esto despertó el asco y el odio de Dios. Pero el publicano era completamente diferente: sabía que era un humilde pecador, así que en su oración tenía un corazón de reverencia hacia Dios y se desnudaba a sí mismo, reconociendo su propia corrupción y pidiendo sinceramente el perdón de Dios. Al final, recibió la misericordia de Dios. Dios adoptó distintas actitudes hacia cada uno de ellos debido a sus diferentes actitudes hacia Él. Comparad esto con nuestras propias oraciones. Frecuentemente adoptamos una postura equivocada. A veces, por ejemplo, cuando nos encontramos con un problema, sabemos que lo que estamos haciendo no está de acuerdo con las palabras del Señor, pero aun así nos mostramos decididos a hacerlo y en nuestras oraciones queremos que Dios haga las cosas de acuerdo a nuestra propia voluntad. Cuando cumplimos con nuestro deber, o cuando nos arrestan y no traicionamos al Señor, sentimos que somos muy devotos del Señor, que realmente lo amamos. Cuando oramos, cantamos nuestras propias alabanzas y nos damos palmaditas en la espalda y, si Dios no nos bendice, nos enfadamos con Él. Cuando enfermamos o algo terrible sucede en casa, en nuestras oraciones culpamos a Dios por no protegernos, e incluso tratamos de razonar con Dios y ajustar cuentas con Él. La lista sigue y sigue. Todas estas oraciones tienen como fin hacerle demandas a Dios y tratar de forzar Su voluntad; eso es explotarlo y culparlo, incluso oponernos y enfrentarnos a Él. Este tipo de oraciones carecen por completo de conciencia y razón; todas están en oposición a Dios. Para que Dios nos escuche, los cristianos debemos orar como el publicano. Debemos conocer nuestro propio lugar como seres creados, tener una actitud de piedad ante Él y orarle a Dios con la precondición de la obediencia. No debemos tratar de reclamarle nuestros propios deseos a Dios o exigirle que actúe de acuerdo a nuestra propia voluntad. Sólo debemos pedir que Dios haga las cosas de acuerdo a su propia voluntad. Sólo de esa manera escuchará Dios nuestras oraciones y nos iluminará y guiará.

2. Orad a Dios con sinceridad y honestidad

El Señor Jesús le dijo una vez a Sus discípulos: “Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mateo 6:5–6). Según lo escrito en la Biblia podemos ver que, cuando los fariseos oraban, a menudo les gustaba elegir un lugar lleno de gente. Les gustaba situarse en las sinagogas o en las intersecciones para orar, y allí con frecuencia recitaban las escrituras y decían largas oraciones para lucirse. Todo aquello era para que los demás los vieran, para que la gente los considerara los más devotos, los más piadosos, y ganarse así las loas de los demás, que los admiraran. Ese tipo de oración no es otra cosa que querer encumbrarse y alardear; es tratar de engañar a Dios. Por eso el Señor Jesús dijo que ellos y sus oraciones eran hipócritas, por eso le resultaban repugnantes. Si reflexionamos, muchas veces cuando oramos también albergamos motivaciones incorrectas. Por ejemplo, cuando oramos en las reuniones no le hablamos a Dios sobre nuestras verdaderas dificultades o nuestra corrupción ni le hablamos de corazón y le pedimos que nos guíe. En vez de eso, decimos palabras floridas y soltamos alabanzas vacías, si es que no estamos recitando capítulos de la Biblia o mencionado las escrituras sin parar. Creemos que alguien que ha memorizado más escrituras y puede hablar con más elocuencia ora mejor. También pensamos que mientras más a menudo hacemos nuestra vigilia matutina y nuestras oraciones vespertinas, además de orar antes de las comidas y dar las gracias a Dios después de comer, y cuanto más tiempo dediquemos a estas cosas, más espirituales y devotos seremos. Pensamos que orar de esta manera se acerca más a la voluntad del Señor. De hecho, orar de esa manera no es compartir nuestros corazones con el Señor ni adorarle de verdad. Por el contrario, se trata de aferrarse a nuestros propios motivos y metas con el fin de mostrar a los demás lo grande que es nuestra búsqueda, con intención de presumir. Orar de esa manera es simplemente hacerlo de memoria, seguir los pasos, orar como un rito religioso. Es simplemente ser superficial con Dios y tratar de engañarlo; esto a Él le repugna. El Señor Jesús dijo, “Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad” (Juan 4:24). Dios es el Señor de la creación, así que cuando los seres creados oran ante el Creador, debemos tener un corazón reverente y adorarlo con sinceridad, aceptar Su examen y decirle a Dios lo que hay en nuestro corazón, lo que es real. Sólo este tipo de oración le causa alegría a Dios.

3. Orad a Dios para hacer su voluntad

En Mateo 6:9-10, 13 el Señor Jesús dijo: “Vosotros, pues, orad de esta manera: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.’ Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. […] Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”. Desde que la humanidad fue corrompida por Satanás, Dios ha estado obrando para salvar a la humanidad y que podamos escapar del mal, de las restricciones y el daño de Satanás, y finalmente ser ganados por Dios. Así que Dios espera que la gente pueda acudir a Él y aceptar Su salvación. También espera que la gente pueda vivir de acuerdo a Sus palabras, venerarlo en Su grandeza, hacer la voluntad de Dios en la tierra, lograr el reino de Cristo en la tierra. Por eso en nuestras oraciones no sólo debemos hacer apelaciones para nosotros mismos, sino que también debemos ser considerados con la voluntad de Dios, llevar una carga para ayudar a que se haga la voluntad de Dios en la tierra y el reino de Cristo aparezca en la tierra. Debemos orar para que el evangelio de Dios se extienda a cada rincón del mundo. Este es otro sendero de práctica para que las oraciones de los cristianos lleguen a estar de acuerdo con la voluntad de Dios. Por ejemplo, cuando nos encontramos con dificultades, burlas y apuros al difundir el Evangelio y nos sentimos débiles y negativos, debemos orarle sinceramente a Dios y pedirle que nos dé fe y fuerza, que nos permita abandonar la carne y superar todas las dificultades y no estar sujetos a las restricciones de las fuerzas enemigas. Cuando obramos y predicamos, debemos orar a Dios con una carga, pidiéndole que nos ilumine y nos guíe para que entendamos Sus palabras de manera que podamos compartir Su voluntad en la comunicación durante las reuniones. Entonces podremos guiar a los hermanos y hermanas a practicar y experimentar las palabras de Dios, llevándolos ante Dios y permitiendo que se haga Su voluntad. Cuando vemos que se hacen cosas malas y deshonestas en la iglesia, debemos orar a Dios y pedirle fe y valor, y también debemos entender la verdad para no dejarnos engañar por los trucos de Satanás y defender los intereses de la casa de Dios. Si oramos con frecuencia para que venga el reino de Dios y se haga Su voluntad y somos capaces de ofrecer nuestra propia fuerza para la difusión de Su evangelio, entonces Dios aprobará nuestras oraciones y estas cumplirán Su voluntad. De hecho, hay algunas oraciones en la Biblia que obtuvieron la aprobación de Dios, como cuando el rey David le construyó un templo a Jehová Dios para que el pueblo pudiera adorar a Dios en él. David a menudo le oraba a Dios con ese fin y también lo puso en práctica; sus súplicas obtuvieron la aprobación de Dios, y al final se convirtió en alguien en concordancia con la voluntad de Dios. Cuando Salomón se convirtió en rey, Dios se le apareció en un sueño para preguntarle qué le pediría; Salomón no pidió riquezas ni una larga vida, lo único que le pidió a Dios es que le concediera sabiduría para poder gobernar mejor al pueblo de Dios, de tal modo que su pueblo pudiera adorar mejor a Dios. Dios aprobó sus oraciones, y no sólo le otorgó esa sabiduría, sino también las riquezas y la larga vida que ni siquiera había pedido. Queda claro que orar con el fin de que se haga la voluntad de Dios es una oración totalmente de acuerdo con Su voluntad.

4. Orad al Señor con energía y determinación – No perdáis la fe

En Lucas 18:1–8 dice: “Y les refería Jesús una parábola para enseñarles que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer, diciendo: Había en cierta ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre alguno. Y había en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él constantemente, diciendo: ‘Hazme justicia de mi adversario.’ Por algún tiempo él no quiso, pero después dijo para sí: ‘Aunque ni temo a Dios, ni respeto a hombre alguno, sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia; no sea que por venir continuamente me agote la paciencia.’ Y el Señor dijo: Escuchad lo que dijo el juez injusto. ¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a El día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?” Esta parábola muestra que cuando le oramos al Señor para buscar la voluntad de Dios o pedir algo, no podemos tener prisa por su resolución. Hay principios respecto a qué oraciones son cumplidas por Dios y debemos aprender a esperar, buscar y obedecer. Dios es todopoderoso y práctico. Él no hace cosas sobrenaturales, pero Su obra de guiar y dar sustento a la humanidad está basada en la estatura real de la gente y se basa totalmente en lo que de verdad puede lograr la gente. Mientras nuestras súplicas concuerden con Su voluntad, Él ciertamente consumará nuestras oraciones. Debemos tener fe en Dios. Todos hemos pasado por este tipo de cosas; a veces, cuando nos topamos con una dificultad y no sabemos qué hacer, nos acercamos a Dios en oración y, a través de la lectura de las palabras de Dios y de la comunicación con los hermanos y hermanas, Dios nos ilumina y nos guía muy rápidamente, nos da un camino de práctica. O a veces oramos mucho tiempo por algo y no recibimos una respuesta de Dios, y en esos momentos necesitamos callar nuestros corazones y esperar que la voluntad de Dios se nos revele. Otras veces, Dios prueba nuestra fe para ver si somos capaces de apoyarnos verdaderamente en Él. Algunas veces Dios pretende exponer la adulteración dentro de nosotros y purificar nuestra corrupción. A veces Dios quiere movilizar y disponer que algunas personas, cosas o eventos sucedan de una determinada forma para que así cumplan con nuestras oraciones, y esto requiere tiempo y un cierto proceso. También hay momentos en que Dios ve que nuestra estatura actual es pequeña y no podemos encargarnos de algo, no podemos alcanzarlo, así que Él espera hasta que nuestra estatura haya crecido un poco y luego nos lo hace llegar… En general, da igual que nuestras oraciones a Dios se hayan consumado, debemos tener fe en Dios y creer que todo lo que Él hace en nosotros es bueno, que es beneficioso para nuestro crecimiento en la vida y que la buena voluntad de Dios existe dentro de todo. Así que, ya se hallen las dificultades a la que nos enfrentamos en nuestra vida diaria o en nuestro servicio a Dios, nunca debemos perder la fe o desanimarnos, sino que debemos ser como las viudas que buscan reparación y tienen un corazón constante y una fe auténtica en Dios, que se presentan con frecuencia ante Él en oración y búsqueda a esperar que Su voluntad nos sea revelada. Debemos creer que cuando llegue el momento de Dios, obtendremos la iluminación y el esclarecimiento del Espíritu Santo y veremos la omnipotencia, la sabiduría y las maravillas de Dios.

Estos cuatro elementos de la oración son un camino de práctica para la oración cristiana y si podemos tratar de ponerlos en práctica cada día, seremos capaces de establecer una relación apropiada con Dios y entender la verdad dentro de las palabras del Señor. Nuestra condición espiritual será cada vez mejor, tendremos cada vez más confianza en nuestra fe y en nuestro seguimiento de Dios. ¡Nuestras oraciones también se ganarán la aprobación de Dios!

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.