El tercer principio para discernir entre el verdadero Cristo y los falsos Cristos es por medio del carácter que manifiestan
A través de los dos anteriores compartimientos, muchos hermanos y hermanas han tenido más conocimiento sobre cómo discernir entre el verdadero Cristo y los falsos Cristos. Hoy vamos a hablar del último principio relacionado.
El Señor Jesús nos advirtió: “Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y á muchos engañarán” (Mateo 24:5). De este versículo vemos otra característica de los falsos Cristos. Son muy arrogantes, a ellos les gusta presumir de ellos y llamarse Cristo delante de los demás con el fin de hacerlos adorarle como Dios.
Dios Todopoderoso: “Aunque Cristo representa a Dios mismo en la carne y ejecuta en persona la obra que Dios mismo debe hacer, no niega la existencia de Dios en el cielo y tampoco proclama febrilmente Sus propias acciones. Más bien, humildemente permanece escondido dentro de Su carne. Excepto por Cristo, los que falsamente afirman ser Cristo no tienen Sus cualidades. Cuando se yuxtapone contra el carácter arrogante y que se exalta a sí mismo de esos falsos Cristos, se hace evidente qué clase de carne es verdaderamente Cristo. Entre más falsos son, más alardean esos falsos Cristos y más capaces son de obrar señales y maravillas para engañar a los hombres. Los falsos Cristos no tienen las cualidades de Dios; Cristo no está contaminado con ningún elemento que pertenezca a los falsos Cristos. Dios se hace carne sólo para completar la obra de la carne, y no simplemente para permitirles a todos los hombres verlo. Más bien, deja que Su obra afirme Su identidad y permite que lo que Él revela dé testimonio de Su esencia. Su esencia no es infundada; Su mano no se apoderó de Su identidad; esta la determinan Su obra y Su esencia”.
“Algunos están poseídos por espíritus malignos y claman persistentemente “¡Soy Dios!”. Pero al final, son revelados porque lo que representan es incorrecto. Representan a Satanás y el Espíritu Santo no les presta atención. Por muy alto que te exaltes o por muy fuerte que clames, sigues siendo un ser creado, que pertenece a Satanás. Yo nunca clamo: “¡Soy Dios, soy el amado Hijo de Dios!”. Pero la obra que hago es la de Dios. ¿Debo gritar? No hay necesidad de exaltación. Dios hace Su obra por sí mismo y no necesita que el hombre le conceda un estatus o un título honorífico, y Su obra es suficiente para representar Su identidad y estatus. Antes de Su bautismo, ¿no era Jesús Dios mismo? ¿No era la carne encarnada de Dios? ¿Es acaso cierto que pueda decirse que Él sólo se convirtió en el único Hijo de Dios después de que se dio testimonio de Él? ¿Acaso no había un hombre llamado Jesús mucho antes de que Él comenzase Su obra? No puedes traer nuevos caminos o representar al Espíritu. No puedes expresar la obra del Espíritu o las palabras que Él habla. No puedes realizar la obra de Dios mismo ni la del Espíritu. No puedes expresar la sabiduría, la maravilla y lo insondable de Dios ni todo el carácter por medio del cual Él castiga al hombre. Así pues, tus repetidas reivindicaciones de ser Dios no importan; sólo tienes el nombre y nada de la esencia. Dios mismo ha venido, pero nadie lo reconoce, y aun así Él sigue en Su obra y lo hace en representación del Espíritu. Independientemente de que lo llames hombre o Dios, Señor o Cristo, o hermana, todo está bien. Pero la obra que Él hace es la del Espíritu y representa la de Dios mismo. No le importa el nombre con el que el hombre lo denomine. ¿Puede ese nombre determinar Su obra? Independientemente de cómo lo llames, desde la perspectiva de Dios, Él es la carne encarnada del Espíritu de Dios; representa al Espíritu y este lo aprueba. No puedes dejar paso a una nueva era ni finalizar la antigua, ni iniciar la nueva, ni hacer una nueva obra. Por tanto, ¡no se te puede llamar Dios!”.
De “La Palabra manifestada en carne”
A través de las palabras de Dios podemos entender que los falsos Cristos suelen alardear de sí mismos para engañar al hombre. Sin embargo, el verdadero Cristo verifica Su identidad y esencia por medio de Su obra. En otras palabras, cuando Cristo viene a realizar Su obra, nunca clama que Él es Dios, es Cristo, sino que humildemente lleva a cabo Su obra y expresa Sus palabras, proveyendo a las necesidades del hombre, nunca se jacta, ¡esto nos muestra la esencia incomparablemente honorífica y santa de la vida de Dios! Por el contrario, los falsos Cristos siempre se claman que son Cristos e incluso algunos de ellos dicen desvergonzadamente que si el hombre no los escuchen, no podrán entrar en el reino. Tienen la aspiración de ser conocidos por todo el mundo demostrando milagros y prodigios para engañar a la gente. Hay muchos casos similares. Por lo tanto, el carácter que manifiestan también es un principio importante para discernir entre el verdadero Cristo y los falsos Cristos.
Solo cuando dominemos los principios, jamás seremos engañados, y ¡seremos capaces de recibir la venida del Señor como las vírgenes prudentes!
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